GLOBALIZACION: FANTASMAS Y REALIDADES

 

 

DANIEL PECAUT

 

 

 

 

 

No pretendo aquí sino abrir el debate sobre un tema tan amplio.

1. La palabra “globalización” es, al mismo tiempo, una palabra sin contenido preciso que se presta para todo y una realidad factual que implica un cambio en todos los ámbitos de la vida de las sociedades.

Es una palabra vacía o un fantasma cuando la globalización está representada como una forma de sistema anónimo, sin actores específicos, responsable de todo lo malo y todo lo bueno que está aconteciendo, como si la circulación de los capitales financieros fuera lo que caracterizara el conjunto del proceso de globalización. Igualmente no deja de ser un fantasma cuando se supone que la globalización implica una manera de homogeneización cultural o inclusive de los mercados, ya que el funcionamiento de estos sigue presentando muchas diferencias. Y, por supuesto, la globalización no afecta por igual a todas las partes del mundo.

Lo que alimenta en muchos casos este imaginario es la difusión del mismo lenguaje de críticos economistas que con sus pretensiones científicas ha desplazado los anteriores discursos sociales y se ha vuelto la base de la construcción de la legitimidad para los gobiernos y los sectores más influyentes, a menudo en detrimento de cualquier otro criterio. Nociones recientes como la del “Tercer Sector” o del “capital social” representan una manera de tratar de volver a dar un poco de “calor humano” a estas representaciones. Ellas mismas corren el riesgo de quedar como ilusiones cuando no se analiza con precisión su significado y su alcance.

Por otra parte la globalización es una realidad. Una realidad que va mucho más allá de la simple apertura de los mercados o del crecimiento del comercio internacional. Está relacionada antes que todo con una revolución tecnológica, la de la información, que está en la base de la reorganización en redes mundiales de muchas actividades; no sólo los flujos financieros y parte de la actividad industrial sino también parte de la industria cultural, de la actividad delincuencial, de la producción jurídica o de las actividades de las ONG.

Poner el énfasis sobre los cambios tecnológicos no implica que ellos vayan produciendo reacomodamientos societales idénticos en todas partes. No existe tal determinismo tecnológico. Son muchas las diferencias en la forma como estos reacomodamientos se producen en Estados Unidos, Europa y Asia. Lo fundamental es el papel que tiene el conocimiento en todos los aspectos de las sociedades, lo que da lugar a que se hable ahora de “sociedades de conocimiento”.

Lo que va a la par con la globalización es el debilitamiento de las regulaciones nacionales en todos los países, lo que no significa que se imponga en todas partes el caos. Se van creando nuevos espacios de regulación en muchos campos, que se expresan entre otras cosas en la conformación de sistemas regionales. Por otro lado el debilitamiento de las regulaciones nacionales no implica que el papel de los estados nacionales deje de ser esencial. Al contrario: todos los analistas subrayan que los estados desempeñan funciones claves en múltiples campos, desde las subvenciones a actividades estratégicas hasta el sustento a las investigaciones en ciencia y desarrollo, sin olvidar los gastos en salud y educación.

2. Los desafíos de la globalización son gigantescos. Lo son para los sectores de los países centrales más metidos en el proceso. Lo son todavía más en las partes del mundo que ocupan un lugar secundario en el proceso.

a) No se precisa insistir sobre las desigualdades que induce el proceso. Desigualdades entre las naciones, pero más que todo entre las regiones, ya que se van desplazando las actividades productivas hacia polos que presentan factores favorables para la participación en las nuevas lógicas económicas y van surgiendo en todas partes polos dinámicos al lado de zonas marginalizadas. Desigualdades sociales dentro de cada nación, ligadas con la localización de las zonas y con la disponibilidad en capital educativo de los varios sectores de la población.

b) El debilitamiento de las regulaciones nacionales así como la disminución del margen de maniobra de los gobiernos nacionales dentro de sistemas económicos más abiertos conducen, en todas partes, a una crisis de la política. Esta pierde a menudo su función simbólica y unificadora.

c) Al mismo tiempo acontece un debilitamiento de los anteriores actores sociales desde los sindicatos hasta los gremios patronales. En relación con los sindicatos esto tiene que ver con la masiva precarización de la condición asalariada y con la distancia que se va instaurando entre los sectores calificados y los no calificados. En cuanto a los gremios patronales el proceso de diferenciación entre los varios tipos de empresarios según su grado de exposición a la competencia mundial, que no puede tener más actuaciones colectivas sino de manera muy ocasional. En los dos casos prevalece a menudo la defensa de intereses sectoriales a corto plazo.

d) Prevalece una crisis de sentido que tiene muchos aspectos. En lugar de un tiempo largo, que se vivía a menudo en términos de progreso, se dan tiempos muy cortos en función de la sucesión de innovaciones científicas y de la reorientación permanente de los flujos de capital y de inversiones. El debilitamiento del referente nacional alimenta por su cuenta la crisis de sentido. No por casualidad se presentan repliegues sobre identidades o neo-identidades locales, étnicas, religiosas, delincuenciales, es decir, sobre referentes pre-políticos que son proveedores de sentido.

Por esto la importancia del Tercer Sector porque, fuera de sus aspectos productivos o sociales, es el que va generando tejido social y tejiendo sentido, con un pie en lo local y el otro en el mundo.

3. Estos son desafíos que no son fáciles de solucionar. Pero son todavía más difíciles en el caso de América Latina.

La razón no es únicamente el atraso que se observó en la región desde los años 80, entre otras cosas por la crisis de la deuda. Está relacionada con muchos otros problemas: el problema no resuelto de las tremendas desigualdades y de la educación; los efectos perversos del modelo de sustitución de importaciones, como el comportamiento “rentista” de muchas de las élites económicas bajo el amparo de la protección; la precariedad de las instituciones y las limitaciones de la ciudadanía.

El hecho es que la redefinición del papel del Estado y la crisis del tema nacional implican mayores trastornos que en otras partes, de lo cual da testimonio la intensidad de la desconfianza hacia lo político.

¿Cuál puede ser el rol de los empresarios y del sector social en semejante contexto? No voy a dar respuestas sino más bien a formular preguntas.

a) ¿Hasta qué punto y cómo ellos pueden asociarse al urgente esfuerzo para sostener políticas de educación y de formación permanente de la población activa, siendo que el Estado no está en capacidad de hacerlo todo y que es un requisito para enfrentar los desafíos de la globalización evitando que, como pasa en tantos países, se produzca una mercantilización de una educación de baja calidad?

b) ¿Hasta qué punto pueden ayudar a definir políticas específicas bien diseñadas para que más allá de medidas filantrópicas de estilo tradicional alcancen (¿ofrezcan?) a los sectores más necesitados la capacidad de actuar por sí mismos y un verdadero sentimiento de estar reconocidos como ciudadanos?

c) ¿Hasta qué punto pueden contribuir a definir planes productivos que hagan que, tanto en la agricultura como en la industria y los servicios se creen condiciones para actividades rentables?

d) ¿Hasta qué punto ellos pueden contribuir a la conformación de órdenes locales negociados? Con el debilitamiento de las regulaciones nacionales y además con las políticas de descentralización tal estructuración de órdenes locales negociados pasa a ser de la mayor importancia: tiene que ver con la formación de actores colectivos actuando en este plano. Donde hay un vacío de organización colectiva se abre la posibilidad de una ruptura de todas las formas de convivencia ciudadana.

e) ¿Hasta qué punto pueden cumplir con el papel anterior mientras no se esfuerzan simultáneamente para ayudar al fortalecimiento de las instituciones del Estado que es tan necesario y sin el cual las sociedades corren el riesgo de una fragmentación de la mayor gravedad? El problema es también de comportamiento, es decir, alcanzar a ver al Estado no como proveedor de beneficios para categorías específicas, sino como proveedor de beneficios colectivos, y reconstruir la gobernabilidad. O más sencillamente, favorecer el hecho de que el Estado vuelva a hacer presencia en la sociedad, siendo que esta se restringió mucho en los últimos tiempos en varios países latinoamericanos.

f) Finalmente, y este es un punto directamente vinculado con la cuestión del espacio público, hasta qué punto pueden contribuir a través de acciones públicas a que la opinión pública vuelva a convencerse que más allá de las divergencias obvias entre intereses y visiones del país existen principios orientadores fundamentales, los que tienen que ver con la búsqueda de la equidad, el rechazo a la violación de los derechos fundamentales y la construcción de caminos colectivos para enfrentar los desafíos de la globalización.

 

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