¿Mejor sin las nuevas tecnologías de la información?


Las tecnologías de la información han evolucionado rápidamente en los dos últimos siglos. Desde la invención del telégrafo en 1832, los medios de comunicación han entrado en nuestras vidas a gran velocidad, casi sin darnos cuenta y sin poder evitarlo.

Un campo importante en el que han influido los medios de comunicación es el ámbito de la `guerra´. Desde el momento en el que las tecnologías de la información fueron inventadas, se dirigieron hacia fines militares al servicio de los gobiernos. El telégrafo permitió enviar señales a otras partes del mundo en cuestión de minutos. Posteriormente, la técnica se fue perfeccionando y se podían enviar esas señales a lugares aún más lejanos del globo en tan sólo unos segundos. Este nuevo sistema de comunicación interesó en gran medida a los dirigentes de los distintos países, ya que los nuevos sistemas de comunicación permitían una mayor y más rápida negociación entre los gobernantes a la hora de tomar decisiones y tener que comunicarlas urgentemente. Pero no hay que olvidarse de los nuevos medios de transporte, que también ayudado mucho en cuanto a la rápida difusión y envío de mensajes.

El campo de la tecnología creció aún más con la invención del teléfono y de la radio. Hitler no hubiera podido recoger un número tan grande de seguidores sin la posibilidad de dirigirse a las masas. Seguramente, sin medios como la radio, el micrófono e incluso la televisión, los mensajes emitidos por Hitler no hubieran sido tan persuasivos en su día y no hubiera tenido tanto seguidores, ya que no le hubiera sido posible dirigirse a las multitudes y hoy no tendríamos una reproducción tan exacta de esos mensajes si sus declaraciones no hubieran sido grabadas en algún soporte. Por tanto, el curso de la historia sería completamente distinto.

La televisión permitió en los días de Hitler dirigirse a la masa. Hoy la posibilidad del directo en este medio nos permiten tener conocimiento de los sucesos al mismo tiempo que están aconteciendo, pareciendo tan real y cercano a nosotros como si estuviéramos dentro de la acción. Otro avance más como el color en la televisión ha hecho aún más atractivo este soporte, además de acercarnos todavía más a la realidad, a los acontecimientos.

Por otro lado, los avances en las tecnologías de la información no sólo han sido útiles para el terreno político, sino también para el resto de la población en todos los ámbitos de la vida.

La posibilidad de tener conocimiento de lo que pasa a nuestro alrededor, incluso en la otra punta del mundo y de lo que está pasando o va a pasar en breve en nuestro propio ámbito, también es de agradecer; ya que así sabemos a qué atenernos y tenemos tiempo para prepararnos ante lo venidero. Un ejemplo cercano en el tiempo es el de EE.UU., donde la población civil se está haciendo con una gran cantidad de productos para almacenarlos en las casas por si hay una guerra bacteriológica, lo cual no hubiera sido posible hace tan solo siglo y medio cuando los medios de comunicación eran todavía escasos, sino que, sencillamente, la guerra hubiera sobrevenido contra los estadounidenses sin poder incluso imaginárselo y sin haber podido previamente poner remedio o al menos haberse preparado para ella, como ocurría en el pasado. Hoy en día los medios nos van informando día a día e incluso hora tras hora de las decisiones que está tomando el aparato político, de cuantos días u horas quedan para el inicio de la guerra, qué opinan y qué van a hacer los países en lo relacionado al tema de la guerra (si la van a apoyar, si se van a oponer…), cómo está afectando y cómo va a afectar el conflicto en el plano económico (subida de precios, cierre de empresas…), e incluso la población civil puede llegar a conocer el tipo de guerra y de armas que se van a usar en el combate.

Es interesante lo que se ha comentado anteriormente acerca del beneficio de poseer medios que nos informen sobre lo venidero y del tiempo que nos queda ante lo que nos sobreviene, ya que nos permite concienciarnos y buscar todos los medios que tenemos a nuestro alcance para prepararnos y poder superarlo o sobrellevarlo de la mejor manera. Pero lo más interesante, y que en estos últimos meses se está dando más que nunca (por el asunto del Prestige y de la guerra contra Irak), es la posibilidad de ser una audiencia activa oponiéndonos en conjunto y públicamente a las decisiones de los dirigentes y así intentar (y en ocasiones conseguir) cambiar el transcurso de las cosas. A esto se le llama feed-back o retroalimentación, es decir, no tenemos por qué recibir mensajes por parte del Gobierno y callarnos sin más, sino que tenemos ante nosotros la posibilidad de hacerle llegar la opinión pública por distintas vías: manifestaciones, huelgas, llamadas a la radio y a la televisión. Los dirigentes no tendrían conocimiento de la mayoría de esos movimientos, como son las huelgas y las manifestaciones, sin reporteros que acudieran a los lugares donde se realiza el movimiento con sus cámaras, micrófonos, móviles, etc. Sin la existencia de estos medios de comunicación el Gobierno no sabría casi ni que existimos. Con esta tecnología no sólo nuestro Gobierno nos oye, sino también el resto de gobiernos y de la población del mundo.

Todo esto era impensable en épocas en las que no sólo los medios de comunicación de masas no existían, sino que los regímenes que tenían el poder eran autoritarios y la población era una plebe inculta que no tenía conocimiento de casi nada de lo que ocurría a su alrededor porque no podía acceder a él y los que gobernaban tampoco se lo permitían; como ocurría en la Edad Media y sin ir más lejos en España no hace tanto.

Hoy en día los adelantos han llegado a tal extremo que lo extraordinario en estos momentos no es la existencia de los distintos medios, sino la gran proliferación de ellos y su inmensa diversificación, lo que ha hecho que periodistas como Ángeles Espinosa, en la crónica que escribió el 11 de febrero del presente año en el diario El País, dijera: "de la exclusiva mundial de CNN se ha pasado en esta década a una auténtica proliferación de canales de información continua en todo el mundo(…)". Una gran cantidad de canales, dentro de esos canales una gran cantidad de medios (en el caso español: Televisión y dentro de ella Tele 5, A3, TVE1… Radio: RNE, Onda Cero… Prensa: El País, El Mundo…), lo que posibilita que la mayoría de los países puedan desplazar a los corresponsales y enviados especiales de cada medio a esas zonas que son focos de información en ese momento y están generando noticias, como es Irak y a nosotros nos permite contrastar la información que nos ofrece cada medio e incluso elegir uno favorito.

Hasta el momento se han comentado los puntos positivos de los grandes y rápidos avances que se han producido en los MCM tanto para el ámbito político como para el resto de ciudadanos en lo que tiene que ver con el campo bélico y en las demás facetas de nuestra vida.

A pesar de haber analizado el lado `bueno´ de estas nuevas tecnologías hay que reconocer que, como todo en esta vida, siempre hay un lado negativo, porque tenemos que pensar que el verdadero interés que tienen para nosotros los MCM es conocer la verdad de las cosas; es decir, que quienes nos informen nos estén dando una información veraz. Confiamos en ellos casi plenamente, ya que nosotros no estamos en el lugar del suceso para poder comprobar si lo que nos están contando es realmente lo que está sucediendo.

Pero hay que preguntarse, ¿tenemos motivos, o nos han dado realmente motivos los medios, para confiar en ellos como para llegar al extremo de hacer lo que hicieron las masas histéricas, al huir despavoridas temiendo la llegada de los extraterrestres a la Tierra cuando oyeron retransmisión de radio de O. Welles "La guerra de los mundos"?

Muchos dirán que eso fue hace mucho tiempo, cuando los MCM eran todavía algo muy nuevo para la gente. Pero hay que hacerse de nuevo otra pregunta, ¿estamos seguros de que hoy somos más selectivos y sabemos distinguir cuando alguien nos miente y cuando nos dice la verdad?

Muchos dirán que sí, pero hay que poner un ejemplo tan sencillo como los programas del corazón o la prensa rosa que nos cuentan día a día la vida de los `famosillos´, y que a pesar de haber descubierto en varias ocasiones que la mayoría de lo que cuentan es inventado, no hay nada más que escuchar a la gente hablar de estos `famosillos´ y defender lo que han oído o visto acerca de estos personajes como si se les fuera la vida en ello o como si fuera una verdad universal. Entonces, ¿lo que ocurre es que todavía estamos tan atrasados culturalmente como en siglos anteriores, o es que todavía no sabemos muy bien cómo va esto de la televisión y la prensa como ocurría en la época de O. Welles?

Otra cosa en la que hay que recapacitar es si la gente pone su confianza en estos "cotilleos", en los que no está involucrada la vida de nadie y no es nada importante a nivel social ni cultural, ¿no cifrará aún más su confianza la gente en las informaciones de actualidad y de interés general, como son la prensa o los informativos de radio y TV? ¿No se aprovecharán los medios de esta confianza que tiene en ellos la población para meter de vez en cuando alguna "mentirijilla" para su beneficio?

La cuestión de la objetividad y la subjetividad en los medios ha sido un debate continuo desde el período de entreguerras en el que surgió el género periodístico interpretativo, debido a que informar ya no era contar algo exactamente como sucedía, es decir, mantener fidelidad absoluta al hecho, sino que requería más elaboración e intervención por parte del periodista, lo que supone cierto subjetivismo. Por ello, Martínez Albertos, en su obra "Curso general de Redacción periodística", llegó a la conclusión de que la objetividad era "un problema de honestidad intelectual, de sinceridad del informador consigo mismo". Pero nos queda la duda de si todos los informadores poseen esta ética o, por lo menos, si el informador al que estamos oyendo o que ha escrito el texto que estamos leyendo ha sido honesto y no nos ha querido dar su opinión personal, ya que la manipulación es algo cada vez más fácil gracias a los últimos adelantos que permiten hacerlo sin que quede ningún rastro del montaje.

Hay manipulaciones que han sido descubiertas y hoy tenemos conocimiento de ello, pero hay otras tantas manipulaciones que todavía no han salido a la luz y que posiblemente pasará mucho tiempo hasta que lo sepamos, si es que lo sabemos algún día.

Tenemos muchos ejemplos de manipulación. Me han parecido interesantes los casos que mencionaba el diario El Mundo, el 28 de noviembre de 1997 en la sección de Comunicación, en un reportaje escrito por Felipe Cuna y Ana Sol Pérez bajo el título "Periodismo con Trucos". En el texto se menciona la manipulación que hizo la revista Newsweek al modificar la dentadura de la madre de los septillizos estadounidenses en la portada de la revista y, por otro lado, la televisión suiza SF DRS y el diario Bild al teñir de rojo una corriente de agua que descendía del templo Hatschesupt, escenario de la matanza de 58 turistas en Egipto, para simular sangre y parecer más dramático.

Lo que realmente nos tiene que importar y preocupar de todo esto es la distorsión que se produce en la información.

Unas veces la información que recoge el periodista ya está distorsionada (por el Gobierno, por los testigos del suceso, por abogados…) y en otras ocasiones es el propio periodista el que manipula la información. Los motivos para actuar de esta manera suelen ser políticos y comerciales. Por lo que siempre te queda la duda de si la información está distorsionada porque el Gobierno se ha entrometido y ha censurado parte de la información, como ocurre con la televisión pública. Pero tampoco te puedes fiar de los medios privados, porque en muchas ocasiones éstos también tienen intereses políticos y ante todo económicos; es decir, su visión es la de estar `vendiéndote´ la información, para ellos el valor que tienen los mensajes es puramente `económico´, da igual lo que se diga mientras se venda bien. Esta es la razón de que cada año aumente el número de programas como Gran Hermano, El Bus, La Isla de los Famosos, etc.

Por consiguiente, lo único que tenemos seguro y que nadie nos puede quitar es nuestro propio criterio y capacidad de elección. Aprovechémoslo y usémoslo debidamente.

 

 

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