La epistemología de la comunicación

a los cuarenta años de su nacimiento*

Manuel Martín Serrano

La historia de los avatares de la epistemología de la comunicación, desde las primeras propuestas hace cuarenta años, ha clarificado cosas esenciales. El estudio teórico de la comunicación, necesario y útil, encuentra ahí las bases para su trayectoria futura.

Sentido que tiene una reflexión

sobre el estado de la epistemología

de la comunicación

La fundación en torno a los saberes comunicativos de unas ciencias autónomas es mérito de la generación que nos ha antecedido; y aunque a nosotros nos corresponda, si tenemos la capacidad suficiente, dejar sentadas las bases teóricas para esa autonomía, dudo de que completemos la tarea antes de que otra generación tome el relevo. Como durante el periodo fundacional, el progreso de las nuevas ciencias consiste, precisamente, en su desarrollo epistemológico, la reflexión sobre el estado de la epistemología de la comunicación es oportuna en cualquier circunstancia; al menos, en tanto que no exista su objeto, a saber: las ciencias de la comunicación.

Con independencia de esa justificación genérica para este artículo, creo que concurren otras más puntuales. Puede que sea llegado el momento de hacer un alto, de mirar hacia atrás y contemplar el corto camino que la epistemología de la comunicación ha recorrido, antes de que se pierda la perspectiva de su andanza teórica. En todo caso, el lector sabe que interpretar por qué la epistemología de la comunicación se ha formado como hasta ahora lo ha hecho no es trabajo de cronista, sino otro modo de hacer teoría.

Las ciencias nacientes -antes, las psicológicas y sociológicas; ahora, las comunicativas- son más ricas de intereses que de certezas. La pregunta por "el estado actual" es el reconocimiento de que todavía se está a la búsqueda de la identidad. Tiene sentido cuando permite reflexionar sobre los orígenes y no cuando cierra la interrogación con un balance de lo hecho. Probablemente, en algún lugar de lo hasta ahora pensado se encuentren ya los gérmenes de la futura identidad de las ciencias de la comunicación; pero no necesariamente en los desarrollos más aceptados. Al fin y al cabo, la psicología no ha llegado a ser "la ciencia del espíritu" que pretendían sus fundadores, ni la sociología "la ciencia del consenso" que proponían los primero autores que se autodenominaron "sociólogos".

Contenido de este trabajo

Voy a desarrollar un análisis que pone en relación los cambios históricos que se han sucedido desde el nacimiento de la epistemología de la comunicación con los avatares de dicha reflexión epistemológica. El hilo de mi exposición engrana las siguientes propuestas:

1.    La información posee ahora, por primera vez en la historia de la humanidad, valor de cambio. Este acontecimiento socioeconómico trastoca la función y el uso de las teorías de la comunicación, en una dirección que intentaré dilucidar.

  1. En los países más desarrollados, el efecto que por ahora ha tenido dicho acontecimiento ha sido la renuncia a mantener unidos el análisis de cómo interviene la comunicación en la producción material y en la reproducción social.
  2. Como consecuencia de esa renuncia, aparecen ideologías que proponen la disociación de las comunicaciones productivas y reproductivas en teorías y prácticas distintas.
  3. Los análisis precedentes se refieren a la evolución de la epistemología de la comunicación en los países económicamente más desarrollados y con economía de mercado. En los países dependientes hay otra historia epistemológica distinta y muy interesante, que conviene mencionar, aunque en este trabajo no haya espacio para incluir el correspondiente análisis.
  4. El artículo concluye con unas reflexiones y propuestas referidas a las orientaciones que, a mi juicio, son adecuadas para el futuro desarrollo de la epistemología de la comunicación.
  1. De la dimensión epistemológica a la económica de la información

La necesidad de un saber integrado de los fenómenos físicos, biológicos, cognitivos, psicológicos, sociológicos y tecnológicos está en el origen de la epistemología de la comunicación. El hilo que se encontró para conectar estos campos tan diversos fue la información; concepto que primeramente sirvió para describir y luego para medir la complejidad de cualquier entidad en la que se diese:

·         Una organización interna y alguna autorregulación de sus estados y funciones.

En este amplio grupo de entidades caben desde un ordenador hasta un país, pasando por todos los organismos vivos, la interacción entre dos aves que se cortejan, las comunicaciones privadas y públicas. En consecuencia, están incluidas actividades de carácter productivo (producción de nuevos seres, de nuevos objetos y herramientas, de nuevas instituciones, de nuevas ideas) y reproductivo (reproducción de códigos genéticos, de comportamiento, de pensamiento, lingüísticos; programas para la reproducción de las especies, de las organizaciones, de los conocimientos, de las creencias y la cultura; modelos para el funcionamiento de las máquinas).

El nuevo saber no se concebía como una suma de conocimientos, ni siquiera como la integración de saberes procedentes de las ciencias naturales, sociales y humanísticas. Consistió en la aplicación de otro punto de vista, cuya especificidad era la siguiente: organismos y organizaciones tan diversos tenían en común que se transformaban y transformaban su entorno, sin perder la organización que les diferenciaba de otros. Aquello que en cada uno de ellos aseguraba la permanencia, en el cambio, era precisamente la información.

Los desarrollos de este paradigma serían las ciencias de la comunicación. Tendrían a su cargo la aplicación de ese conocimiento integrador a campos específicos (ciencias de la comunicación animal, humana, institucional). Como es lógico, esta propuesta procede de otros espacios teóricos no comunicativos, toda vez que la teoría de la comunicación aún no existía. La primera sugerencia procede de la cibernética y la teoría matemática de la comunicación. El primer libro en el que se propone explícitamente una epistemología de la comunicación es Cibernética, de N. Wiener, entregado en 1948 a la casa editorial francesa Hermann y publicado en París. El libro se subtitula "sobre el control y la comunicación en el animal y en la máquina". Anuncia el nacimiento de un nuevo modo de conocimiento, aplicable al estudio de todos los organismos (técnicos o biológicos) y de todas las organizaciones (sociales o mentales), es decir, de las entidades que ahora denominamos "sistemas". Dos años después, C. Shannon, discípulo de Wiener, publica con W. Weaber en la editorial de la Universidad de Illinois La Teoría Matemática de la Comunicación. En este texto, tanto el concepto de "influencia o control del medio sobre el sistema" como el de "organización o funcionamiento del sistema" se hacen operacionales y calculables, recurriendo a la medida de la información1.

Apenas cuarenta años han sido suficientes para que el proyecto de Wiener -iniciar unas ciencias especializadas en el manejo de los sistemas por el recurso a la comunicación- conozca el triunfo de su método y la primera derrota de su propuesta epistemológica. La historia de esa aventura teórica y práctica es inseparable de los cambios históricos que se han producido entre las décadas de los cincuenta y de los noventa. Un buen ejemplo de cómo las teorías avanzan o se detienen, derivan por unos u otros caminos impulsados o frenados por circunstancias históricas que en esta ocasión tenemos todavía a la vista.

Recordemos que en el corto periodo transcurrido desde la aparición de la cibernética, en 1948, hasta ahora, se sucedieron en los países industrializados una etapa de expansión económica, seguida en los inicios de los setenta por una crisis de sobreproducción, de la que se comienza a salir, avanzada la década de los ochenta.

Estos avatares socioeconómicos han terminado por hacer de la comunicación el sector de la producción al que se destinan las mayores inversiones de capital y en el que, por ahora, se obtienen las mayores tasas de beneficio2. Se generaliza el equipamiento destinado al uso productivo y reproductivo de la información, y se incrementa el consumo privado y público de productos comunicativos.

Tanto la propuesta de unas ciencias específicamente articuladas en torno al uso de la comunicación, como el desarrollo de un método para calcular la cantidad de información y su costo, aparecen oportunamente. Precisamente cuando se inician los cambios económicos cuyos ajustes y desajustes transformarán la función socioeconómica de la comunicación y revestirán de un nuevo valor a la información.

Ciertamente, la información siempre tuvo un valor de uso. Era "práctica" y, en todo caso, requería una práctica. Era "útil" e incluso un componente del útil con el que se trabajaba. Pero para que esa práctica, que satisfacía variadas demandas privadas y colectivas, proporcionase directamente3 una utilidad económica se necesitaban dos condiciones:

a.    Que existiese una unidad de información para la medida de la equivalencia entre todos los productos comunicativos, con independencia de quiénes fuesen el productor y el destinatario y de cuáles fueren el contenido, el canal o el uso.

La conocida "fórmula fundamental de Shannon" resuelve el cálculo del valor de cambio de la información. Requisito necesario para que sea comparable el costo de producción con el precio de venta. Esta objetivación del valor hace posible que los productos comunicativos puedan ser manejados económicamente como cualesquiera otros bienes. La perspectiva histórica que poseemos permite apreciar que la obra de Shannon era tan oportuna que si él no lo hubiera hecho, otro autor de genio la hubiera escrito.

b.    Que la información se constituyese en un bien de uso generalizado. Ciertamente, el incremento del recurso a la información se genera para satisfacer nuevas demandas procedentes del consumo privado de productos comunicativos; pero además, y sobre todo, esa expansión se produce para atender nuevas necesidades tecnológicas y administrativas del sistema de producción.

Estas condiciones se cumplen recientemente. La reconversión industrial, consecuente a la última crisis económica, informatiza los procedimientos de toma de decisiones en la planificación y en la gestión, y cibernetiza los procesos de control de las máquinas. También ha incorporado en los espacios domésticos el recurso a la información para el manejo del entorno y para la mediación de las relaciones (ordenadores personales, teletexto, equipos de video, conexión con monitores de vigilancia, con centrales bancarias, etcétera).

Las modificaciones en el uso social de la comunicación, consecuentes a la incorporación de la información al mercado con un valor económico calculable, serán mucho más relevantes que los cambios atribuibles a la aparición de tal o cual tecnología comunicativa. Cada vez más, las mediaciones (culturales, estéticas, privadas) que hasta ahora discriminaban en la valoración de los diversos productos comunicativos van a tomarse en cuenta según su reflejo en el valor de cambio de tales productos. Naturalmente, seguirá contando la distinción entre la información banal y novedosa, convincente o mentirosa, práctica o inútil, estética o de mal gusto, etcétera. Pero estas diferencias cualitativas tendrán su consideración en la producción de bienes comunicativos, en la medida en la que se reflejen en variaciones de la demanda4.

  1. La consolidación de la autonomía

de las ciencias de la comunicación

Este cambio en el uso y en la fijación del valor de los productos comunicativos es previsible que va a tener consecuencias teóricas y, en última instancia, epistemológicas.

Como he indicado, Wiener propuso hacer de la comunicación un saber sostenido por una epistemología específica, soporte de unas ciencias diferenciadas respecto a las restantes ciencias naturales, humanas y sociales.

La especificidad de estos nuevos saberes radica en que para entender lo que caracteriza a la comunicación y cómo funciona, hay que analizar:

a.    Sistemas en los que concurren componentes tan heterogéneos como: actores (de naturaleza animal o humana); instrumentos de comunicación (herramientas biológicas o tecnológicas); expresiones comunicativas (producidas por órganos del cuerpo o trabajadas en materiales); representaciones (cognitivas o innatas).

  1. Los intercambios de información entre sistema y entorno, dejando a un lado las transferencias de energías.
  2. El estado y la evolución del sistema en función de un fin que le es específico o que le ha sido asignado por el agente que lo controla.

Nace la nueva epistemología con la vocación de ser un conocimiento generalizable, adecuado para entender y relacionar, recurriendo a una y la misma lógica: a) El funcionamiento y el manejo del mundo de las técnicas y de las máquinas, sin proceder de epistemas técnicos; b) La evolución filogenética y ontogenética de los comportamientos de todos los seres vivos, incluido el hombre, sin referirse a paradigmas biológicos, etológicos o psicológicos; c) Los procesos de reproducción y de cambio en las sociedades y en las organizaciones, así como la intervención en el desarrollo y el resultado de tales procesos, sin reducirse a paradigmas sociológicos, económicos o políticos; d) La creación y recreación del conocimiento y de sus productos, así como el control sobre los mismo, sin derivar hacia paradigmas psicogenéticos o sociogenéticos.

La novedad que tiene la propuesta de Wiener consiste en fundar el conocimiento de la comunicación en una epistemología autónoma. Era obvio que desde el inicio de la filosofía y luego de las ciencias se había reparado en las prácticas comunicativas como objetos diferenciados de estudio. En realidad, hacia 1948 existía acumulado un corpus de conocimientos muy amplio sobre la intervención de la información, en el funcionamiento de los organismos y de las organizaciones. Pero los conocimientos sobre los fenómenos comunicativos estaban recogidos en un abanico heterogéneo de ciencias5.

Rescatar el estudio de la comunicación como un objeto de conocimiento autónomo era viable después, y no antes, de que hubiese madurado el conocimiento sobre la naturaleza de la comunicación. De hecho, hubiera sido posible seguir reflexionando sobre los temas relacionados con la comunicación, sin que fuese un requisito imprescindible la existencia previa de unas ciencias específicas.

CUADRO 1. ENCUENTROS EPISTEMOLÓGICOS QUE PROPICIAN

Y SON PROPICIADOS POR EL ANÁLISIS DE LA COMUNICACIÓN

Ese bullir teórico en torno a la implicación de la comunicación en el conocimiento y en la acción, en la transformación de la naturaleza y de la historia, propició encuentros antes insospechados, y algunos desencuentros, entre escuelas cuyos supuestos teóricos y cuyos objetos parecían mutuamente irreferibles. La relación que sigue, sólo puede ofrecer una perspectiva de ese esfuerzo por captar la unidad lógica que existe en la diversidad del conocimiento.

·         Lingüística: Con economía política (p. e., J. Braudrilland, 1972, "Pour une critique de l'économie politique du signe", Gallimard, París). Con antropología (p. e., Levi-Strauss, 1954, "Les mathématiques de l'homme", Bull. Int. des Sc. Sociales, Núm. 6).Con cognotivismo (p. e., C. E. Osgood et al., 1957, "The measurement of meaning", Ill. Univ. Press., Urbana). Con paleontología (p. e., A. Leroi-Gourham, 1964, 1965, "Le geste et la parole", Albin Michel, París). Con sicoanálisis (p. e., Lacan, 1966, 1971, "Ecrits", du Seuil, París).

El saber sobre la comunicación, ciertamente que podría permanecer disperso y repartido entre la física, la biología, la psicología, las ciencias sociales, axiológicas y culturales, la lógica y la teoría del conocimiento. También cabría disolver, por ejemplo, la histología en la anatomía; o desmembrar la sociología entre la economía, la psicología y la antropología. Sin embargo, cuando los fenómenos comunicativos adquieren tanta relevancia para las ciencias, no conviene esa dispersión; precisamente en razón de los rasgos que he mencionado como específicos y diferenciales del saber comunicativo:

·         En primer lugar, porque el estudio de sistemas heterogéneos no puede ser llevado a cabo recurriendo a ninguno de los paradigmas que son propios de cada elemento tomado aisladamente. Esta es una regla de la teoría de la ciencia, cuya transgresión es propia de las etapas fundacionales, y que en el caso de la teoría de la comunicación llevó a todo género de reducciones: desde el materialismo vulgar de McLuhan ("el medio es el mensaje") al idealismo pancomunicativo de los autores de Palo Alto ("es imposible no comunicar"), pasando por los innumerables psicologismos, sociologismos, culturalismos, formalismos, que recogen los textos dedicados a las teorías de la comunicación.

La comunicación es uno de los escasos campos de reflexión que todavía quedan para que el científico pueda pensar en la naturaleza y la sociedad, sin caer en la fragmentación del mundo: y en el que cabe relacionar la causalidad y la finalidad, sin recurrir al determinismo. En la década de los sesenta cundió el afán de encontrar en torno a la comunicación un paradigma que sirviera para relacionar la producción y reproducción material y biológica con la reproducción y la producción de la sociedad, de la cultura y de las mentalidades. De esa aventura teórica quedan como monumentos epistemológicos, más o menos gastados por el paso del tiempo, reflexiones de tan distintas procedencias como las que surgieron del estructuralismo, el existencialismo, el marxismo, el psicoanálisis, la fenomenología, la semiología, el funcionalismo estructural o el culturalismo. El renacido interés por acabar con la división entre las lógicas que explicaban la producción material y las que explicaban la producción cultural y axiológica, no era entonces patrimonio ni de las escuelas conservadoras ni de las progresistas, como se puede comprobar en este cuadro.

  1. La disociación y la instrumentación de la teoría de la comunicación

Al ritmo que avanza la crisis económica durante la década de los setenta se va apagando ese entusiasmo puesto en la elaboración de teorías-macro o, si se quiere, de "macroteorías". La relación entre ambos fenómenos -depresión económica y decaída de la voluntad unitaria del conocimiento-, se muestra en este y en anteriores períodos históricos. El repudio que surge durante la crisis económica hacia los "sistemas" de pensamiento tenía necesariamente que producir un impasse en el avance de la teoría de la comunicación; la cual, por definición, es "macroteoría", puesto que tiene que dar cuenta de fenómenos que pertenecen a sistemas cualitativamente distintos (tecnológicos, zoológicos, sociales, cognitivos).

El desarrollo de la crisis económica supone para las recién nacidas ciencias de la comunicación dos efectos opuestos:

a.    Por una parte, hay una difusión y una apropiación del aparato conceptual y de los métodos de análisis, utilizados profusamente para describir y dar legitimación "técnica" a las actividades cotidianas con el ecosistema, con las máquinas y con las organizaciones.

  1. Sin embargo, una cosa es incorporar un lenguaje y un método para su uso generalizado en campos diversos, y otra muy distinta aceptar que deba de recurrirse a una y la misma racionalidad para controlar las decisiones que afectan al ecosistema, a la producción de bienes y a la gestión de las instituciones sociales. El conocimiento sobre los fenómenos comunicativos puede utilizarse instrumentalmente sin la preocupación por las implicaciones teóricas y axiológicas de dicho conocimiento. Basta con que la "teoría" se segmente en un repertorio de "programas": destinados al manejo específico de tales o cuales informaciones que se requieren para controlar los procesos de gestión y de producción, a la aplicación de tal o cual estrategia de comunicación conveniente para lograr la disposición deseada en esta o aquella colectividad. Esa orientación instrumental proporcionaría "microteorías" (término evidentemente contradictorio) supuestamente más útiles y más neutrales.

El rechazo al razonamiento que se pregunta por la conexión entre las cosas, los comportamientos y las ideas, ha sido siempre política reaccionaria. En el tiempo que ahora nos ocupa y que todavía corre, se manifiesta en una activa campaña contra toda teoría, sea "conservadora" o "progresista", que persista en el empeño de pensar la diversidad del mundo desde la unicidad de la razón. El nuevo irracionalismo se alínea con el liberalismo más puro y duro. El procedimiento para llegar a cabo este desarme teórico y axiológico ha sido el siguiente:

a.    Se escinde el análisis de las prácticas comunicativas. Por una parte, se proponen unas "teorías" para aquellas actividades en las que la información se utiliza para incrementar la productividad o como producto; por otra parte, se escamotea la teoría para el estudio de aquellas otras en las que la comunicación se implica en el cambio o la reproducción social.

  1. El análisis de la comunicación así escindido y reducido al saber instrumental se descontextualiza respecto al análisis de las demás prácticas sociales.

Examino ambas estrategias, en ese mismo orden.

a.    La escisión entre los análisis de las prácticas comunicativas instrumentales y de las sociales.

Se trata de yugular, si eso fuese posible, el pensamiento que vincula los modelos de producción material con los de reproducción social. Se propone una lógica para analizar el "mundo" de las actuaciones con los hombres. El ataque tenía que concentrarse contra los paradigmas que habían encontrado en la comunicación una vía para relacionar los controles que se ejercen en cada "mundo". De esa tarea reaccionaria se ocupa la denominada "teoría postmoderna" una de las propuestas más cínicas y manipuladoras que han aparecido desde el malthusianismo.

Los ideólogos de la "postmodernidad" afirman que la organización social es el resultado de un flujo de intercambios de información de sujeto a sujeto, desvinculados entre sí y supuestamente impredecibles. En consecuencia (dicen), es inútil buscar un sentido y menos un fin al funcionamiento social. La única conexión que, según los postmodernos, hay que asegurar sería entre los instrumentos que garantizan el flujo de los mensajes.

Este "discurso" postmoderno, en todo caso no oculta su vocación totalitaria cuando afirma que lo único que tiene sentido es la carencia de sentido. Tosquedad que cabe atribuir a mala fe. Hasta un postmoderno sabe que cuanto más compleja se haga una sociedad más interdependencia establecen entre sí los subsistemas. En nuestra época, la vida social toda -incluyendo la vida sin más- pende de su acoplamiento con otros niveles, ecológicos y tecnológicos, cuyo funcionamiento hace posible las interacciones. Esa vulnerabilidad que tiene el entramado de la relación social la analiza Bacca de forma estremecedora en "La nueva edad media". El terrorismo, cuando logra la muerte en los hospitales, el caos en las ciudades, por el sencillo procedimiento de volar una torre de alta tensión, aporta la confirmación empírica de esa interdependencia entre infraestructuras, organización social y funcionamiento de las relaciones sociales. Si se desea otro ejemplo más "postmoderno", imagínense las consecuencias de un colapso generado por un "virus" en los ordenadores que controlan desde la órbita de los satélites al pago de los impuestos. El desastre sería tanto más acusado cuanto más se hubiese avanzado en la integración informática.

En realidad, la ideología postmoderna pone trabas al pensamiento sistemático sólo cuando se aplica a la interpretación de los fenómenos del cambio social. En el campo de la gestión y el control de los procesos de producción, los analistas de sistemas aplican esa misma clase de razonamiento general y teleológico que se quiere excluir para el estudio del funcionamiento social7.

La escisión en el análisis de las prácticas comunicativas orienta la investigación y la docencia hacia aquellos aspectos de la comunicación que permiten un uso directa o indirectamente relacionado con la productividad. La rama que se quisiera podar con esta política, y que algunos suponen que ya se ha secado, soporta el estudio de las prácticas comunicativas que afectan al cambio y la reproducción social.

La doble lógica con la que opera esta estrategia se muestra, por ejemplo, en lo siguiente:

·         Para negar la necesidad de que desde la comunicación se analice el funcionamiento de la sociedad, la estructura social se disuelve en una malla comunicativa por la que circulan mensajes privados. Como he mostrado, ese es el planteamiento de la postmodernidad.

Se puede entender esta regresión hacia modelos tan arcaicos como el sociologismo si se observa cuál es la función política que cumplen. En realidad, esta negación de la autonomía de la comunicación como factor de cambio y reproducción social es una propuesta para aquellos países a los que se trata como a súbditos, no para los socios. Se difunde desde EE.UU. hacia Latinoamérica, y supongo que se considera impropio, e incluso impertinente, airear semejante análisis en los países de la Comunidad Europea. Se trata de acallar a quienes tanto ruido hicieron con el informe McBride, convenciéndoles que la penetración multinacional en la producción y distribución de la comunicación es un fenómeno ajeno a la dominación. En última instancia, se pretende que la comunicación que tiene un valor de cambio, se regule con las reglas, evidentemente desiguales, que rigen el mercado internacional; y que la comunicación que tiene una función de dominio se gestione como un aspecto de las políticas de Estado, cada vez más vinculadas con los aparatos policíaco-propagandísticos.

b.    La descontextualización del análisis del uso de la comunicación respecto al análisis de las restantes prácticas sociales.

Ciertamente, el recurso a la comunicación se distingue del recurso a otras formas de acción en las que no se maneja información. Pero establecer esta distinción no supone que puedan silenciarse las mutuas relaciones. No es lo mismo pensar la interdependencia desde la diferencia, que recurrir a la coartada de la diferencia para ocultar la dependencia.

Hasta hace poco, cabía ver como poco interpenetradas las actividades comunicativas y las productivas. De los sistemas de comunicación se obtenían datos que redundaban en conocimiento; estímulos para el entretenimiento o para la interacción. En el sistema de producción se manejaban energías que concluían en la transformación del mundo material. Pero cada vez más, las infraestructuras comunicativa, educativa y productiva se están integrando en un único macrosistema, por el que pasa la información de uso privado y público; la destinada a producir, a informarse, a aprender y a recrearse. Las mismas herramientas (por ejemplo, el monitor de televisión) se usan para actividades lúdicas (video-juegos), de aprendizaje (cursos audiovisuales de idiomas), de vigilancia del entorno ("telediarios") y profesionales (conexión con el ordenador para procesar datos). El espacio doméstico, el laboral y el formativo pierden poco a poco sus fronteras.

Estos fenómenos se están desarrollando ante nuestros propios ojos. Prever cómo se van a acoplar las actividades que informan sobre el estado de las cosas, con las acciones que organizan, manipulan y transforman las cosas, representa un desafío teórico al que puede responderse con una Teoría Social de la Comunicación. El análisis de la producción social de la comunicación puede enfrentarse con esta clase de procesos, porque vincula el uso de la información con el estado de la organización y con las acciones que se llevan a cabo para controlar el cambio del sistema social. La carencia de un planteamiento "macro" [comunicación, organización, acción] supone la incapacidad para entender los reajustes sociales que están transformando profundamente la cotidianidad. Ese es el precio que se pagaría si se renunciase al estudio solidario de los factores que intervienen en los cambios sociales.

El sustituto de esa reflexión teórica ha sido el análisis de "los efectos de las nuevas tecnologías de la comunicación". Trabajos generosamente financiados con dinero público y privado durante la última década en los países más desarrollados8.

Estas investigaciones suelen estar incorrectamente planteadas. Metodológicamente, es una la comunicación, con tales o cuales características, "®" unos efectos (comunicativos, económicos, sociales, culturales o de cualquier otro tipo) atribuibles a la difusión y el uso de tales tecnologías.

Ni el uso de las herramientas ni sus efectos pueden derivarse directamente de las innovaciones que aportan sin tomar en cuenta otras mediaciones. La limitación de tales estudios es todavía mayor cuando los "efectos" que se examinan se refieren exclusivamente a las consecuencias económicas y a los hábitos de uso de los instrumentos de comunicación.

  1. La teoría de la comunicación en los países dependientes

La historia que he tratado de interpretar, relativa a los avatares que han afectado al estado de la epistemología de la comunicación, es en realidad la mitad de la historia. Para ser más exactos, se localiza en la parte del mundo donde hay países desarrollados con economía de mercado.

En los países dependientes, los requerimientos políticos y económicos encauzaron la reflexión epistemológica hacia otros rumbos, no por poco difundidos menos interesantes. Allí se está viviendo con dramatismo el fracaso de unas propuestas teóricas, a la vez deterministas e idealistas, que presentaron como alternativa al control internacional de la comunicación, las "políticas nacionales de comunicación".

Esa petición de la izquierda nació con la esperanza que se depositó en el malogrado gobierno de Allende. Promovida en otros países en los que el poder pertenece a las oligarquías locales, sirvió para reforzar el populismo. El alimento cultural que podían proporcionar los medios de comunicación controlados por esos gobiernos no podía ser sino el nacionalismo más acrítico y prejuicioso: una fachada de cartón piedra detrás de la cual queda intacta una comunicación pública cuyos contenidos se refieren a otra sociedad, distinta y distante.

Estas líneas son necesarias para dejar constancia de otra aventura teórica, requerida para entender cómo la comunicación se relaciona con la identidad nacional y con la resistencia a la transculturización. Su brevedad no se corresponde con el interés del tema. La extensión a la que debe ajustarse este artículo me obliga a excluir el análisis que había preparado y que completaría el trabajo.

Conclusiones

He mostrado que la epistemología de la comunicación es la más reciente pretensión de aplicar una y la misma racionalidad a las cosas y a las ideas, a lo natural y a lo social. Intenté aclarar las circunstancias históricas que han presionado para que ese proyecto se circunscriba al uso instrumental de los métodos y de los modelos. Con la perspectiva que proporciona la historia del conocimiento, ese episodio era previsible. Cada vez que un avance teórico amenaza la división técnica de los saberes, el irracionalismo procede a la defensa de sus razones instrumentales asaltando la razón. Pasó cuando la dialéctica se atrevió a poner en relación las bases materiales de la sociedad, con su organización y con sus valores; y cuando el estructuralismo se permitió relacionar los modelos lógicos, psicológicos, narrativos y de parentesco. En todo caso, intentar eliminar la reflexión sobre la totalidad es tan inútil como ponerle bardas al campo. Cuando una teoría es necesaria para entender la complejidad que adquieren el mundo y el saber sobre el mundo, termina siendo inevitable.

Los cuarenta años que han transcurrido desde la primera propuesta de una epistemología de la comunicación, han aclarado algunas cosas esenciales. A mi juicio, son las siguientes:

·         Ahora sabemos que es necesario y posible una teoría de la comunicación; distinguible de las varias ciencias de la comunicación a las que preste los fundamentos teóricos. También conocemos el papel que le corresponde entre las teorías: aclarar la naturaleza y las funciones de todas aquellas interacciones en las que se recurre al intercambio de información. En consecuencia, la teoría de la comunicación se especializa en el estudio de los comportamientos expresivos y está incluida en el más amplio marco del análisis de los actos9.

a.    Por una parte, aquellas que se ocupen de las interacciones comunicativas en la que los actores son animales. Este desarrollo está urgido por las demandas que los evolucionistas y los etólogos nos hacen a los teóricos de la comunicación, y resulta imprescindible para aclarar la filogenia de la comunicación humana.

  1. Por otra parte, aquellas que se refieren a interacciones comunicativas cuyos actores son humanos. Se abren dos campos de especialización:

·         b1) El estudio de las comunicaciones cuyas regulaciones son de carácter privado. Entre ellas, la ambiguamente denominada "comunicación interpersonal".

El lector que esté convencido como yo lo estoy de la dignidad científica que tiene el estudio teórico de la comunicación, de su necesidad y de su utilidad práctica, se sentirá seguramente insatisfecho por un análisis tan sucinto como el que permite este artículo. Si en ello encuentra gusto, la bibliografía que he mencionado puede ofrecerle una reflexión más amplia.

Referencias bibliográficas

1Wiener partió de la oposición "organización/entropía" de Boltzmann. Relaciona el control del medio sobre el organismo, con las acciones que modifican el estado entrópico de los sistemas. Shannon traduce estos mismos conceptos a la dimensión "información/redundancia" adecuados para medir la "acción a distancia" sobre el organismo. Shannon entendía que esa acción a distancia era precisamente la comunicación. Hay un análisis más detallado de las características epistemológicas de la Teoría Matemática de la Comunicación y de la cibernética en mi libro "Métodos actuales de investigación social" (Madrid, Akal, 1978).

2De hecho, el nuevo periodo de expansión con el que se abre la década de los noventa durará en tanto que el mercado pueda absorber los nuevos bienes y servicios destinados a la comunicación. La próxima recesión económica será motivada por una crisis de sobreinversión de capitales en el sector de la producción de infraestructuras y en el sector de la producción de bienes comunicativos. La previsible incorporación del mercado de los países socialistas podrá, eventualmente, dilatar la aparición de esa nueva crisis.

3Indirectamente, la comunicación interviene en la economía desde que existe división del trabajo, creando condiciones que aumentan la productividad. Pero el valor de la comunicación no podía ser calculado directamente, por referencia a la cantidad de información.

4Obviamente, sobre la demanda de productos comunicativos, y sobre el aprecio de la información que proporcionan, se puede intervenir y de hecho se interviene de forma similar a como se hace para orientar a los consumidores hacia cualquier bien, recurriendo a la publicidad, a la promoción y al estudio de mercados; de modo tal que entre "lo deseado y lo ofrecido" haya los menores desequilibrios posibles.

5Muestra de esa heterogeneidad aparece en estos ejemplos: las ciencias físicas comparten objetos materiales con las de la comunicación (p. e., las señales); también las anatómicas y fisiológicas (p. e., los órganos expresivos y receptivos); igualmente las paleontológicas y evolutivas (p. e., la filogenia del habla); las biológicas y etológicas (p. e., los displays expresivos); las clínicas (p. e., los síntomas); las lingüísticas y semióticas (p. e., los signos); las psicosociales (p. e., los estereotipos); las arqueológicas y etnográficas (p. e., la evolución de los instrumentos de comunicación); las antropológicas (p. e., los mitos); las sociales (p. e., las instituciones comunicativas). Esta mención en ningún caso agota los campos donde la comunicación ha sido traída a colación en función de las necesidades heurísticas de otras ciencias.

6En realidad, la información requiere el recurso a la energía: pero lo que cuenta es la modulación de esa energía y no su intensidad. En cambio, en el uso primario de la energía -por ejemplo, para dominar a otro por la fuerza, o para transformar en un objeto una materia prima-, el intercambio energético se orienta a obtener una ejecución y no una indicación. El análisis de estos cambios, en el marco de una propuesta teórica sobre la naturaleza de la comunicación, puede leerse en "Teoría de la Comunicación: Epistemología y Análisis de la Referencia", M. Martín Serrano et al., Madrid, 1980, 1982, 1986. A Corazón, edit.

7En la industria y en la administración pública se sabe muy bien que es imposible utilizar la información sin programación. Y la programación establece una vinculación entre la secuencia de operaciones que hacen las máquinas (o las personas) y los objetivos de la producción, referidos a un sistema general de producción. El nuevo operacionalismo que controla la fábrica por el recurso al manejo de información se distingue, precisamente, porque la organización de todos los procesos productivos está finalizada y sus secuencias están constreñidas por el programa.

8Me he ocupado con más detenimiento de este tema en otro trabajo para el mismo editor.

9Para un estudio de la naturaleza y el contenido de la teoría de la comunicación, puede verse "Teoría de la Comunicación: Epistemología y Análisis de la Referencia". (O. C.) Para un análisis de la expresión, "Teoría de la expresión", cf. José Luis Piñuel, Madrid, 1988.

10Cf. La Producción Social de Comunicación, Madrid, 1988, Alianza Universidad.

11Cf. p. e., Juan Torres, Economía política de la comunicación, Madrid, 1988.

Recuadros

Como durante el periodo fundacional, el progreso de las nuevas ciencias consiste en su desarrollo epistemológico.

El nuevo saber no se concebía como suma de conocimiento, sino en la aplicación de otro punto de vista.

Apenas 40 años han sido suficientes para el triunfo de los métodos de Wiener y la primera derrota de su propuesta epistemológica.

La modificación en el uso social de la comunicación tendrá más relevancia que los cambios aparecidos en las tecnologías comunicativas.

El estudio de la comunicación era viable tras la maduración del conocimiento sobre la naturaleza de la comunicación.

Al ritmo de la crisis económica durante los años 70, se va apagando el entusiasmo por la elaboración de "macroteorías".

El nuevo irracionalismo se alínea con el liberalismo más puro y duro.

La ideología postmoderna pone trabas al pensamiento sistemático sólo cuando se aplica a las interpretaciones de los fenómenos del cambio social.

Se trata de acallar a quienes tanto ruido hicieron con el informe McBride.

El espacio doméstico, el laboral y el formativo pierden poco a poco sus fronteras.

 

 

*Ingresado a esta web, el 18 de marzo de 2004

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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