EL PODER DE LOS MEDIOS
Indira Virginia Mejía Cruz
Una de las principales transformaciones que necesita la sociedad nicaragüense es su cultura. El conflicto cultural fue el elemento congénito para toda América Latina y por ende en Nicaragua durante todo el siglo XIX. Las élites criollas, durante todo ese siglo se empeñaron en importar y luego imponer modelos económicos, políticos y culturales exógenos a nuestra sociedad. Progresar era imitar lo más fielmente posible los paradigmas extranjeros.
En Nicaragua existen numerosas fiestas populares cuyos motivos son muy diversos y en las que se encuentran imbricados los elementos indígenas, españoles y africanos que le proporcionan características especiales y que han dado como resultado la formación de un patrimonio cultural amplio y variado. No obstante, la cultura predominante en la historia de Nicaragua ha sido una cultura de violencia y en esto los medios de comunicación también han jugado su papel.
La ausencia del diálogo a través de la historia, ha sido un rasgo determinante que ha moldeado nuestra identidad y nos ha brindado las pautas de comportamiento cotidiano y ha contribuido a crear esta cultura de violencia que se expresa en la intolerancia y el no aceptar a los que no comparten nuestro credo. Los efectos de los medios sobre la política en su concepción y prácticas primigenias han sido devastadores. Lo que ocurre es que en Nicaragua se ha insistido mucho en denunciar lo que los políticos hacen a los medios y se ha dicho poco, casi nada, acerca de lo que los medios han hecho a la política. No obstante, sería un simplismo culpar a los medios de los males o padecimientos crónicos de la política. La crisis generalizada de la política se debe en gran parte a los medios, sobre todo a la televisión. La televisión ha convertido la política en espectáculo. Los medios de comunicación de masas y en especial la televisión constituye hoy en día un elemento fundamental por su importancia e influencia sicológica en la sociedad.
Los medios de comunicación han demostrado que lo único que los mueve es el afán de lucro y buscan a cualquier costo el impacto de la noticia, es por esa razón que le otorgan un espacio excesivo a la información que tiene que ver con los actos delictivos, belicosos o terroristas. La televisión, el cine y la radio deben fortalecer en forma progresiva el amor por la familia, la comunidad, la patria y por aquellos valores que nos identifican. Frente a este panorama, no hay que lamentarse ni espantarse: los medios de comunicación masiva no son ni opio del pueblo ni invención revolucionaria.
Por otro lado, es evidente que una transformación cultural conllevaría a un cambio radical de nuestra forma de actuar y pensar; en nuestra creencia y visión de la historia porque todo proceso cultural está abierto al cambio positivo: es decir, que una cultura de violencia se puede convertir en una cultura de no-violencia y de paz si se logra construir una identidad comunitaria de acuerdo a valores positivos consensuados, legitimados, institucionalizados y posteriormente divulgados por los diferentes medios de comunicación.
La autora es estudiante de Filología y Comunicación,UNAN-MANAGUA