El perfil del profesor universitario en los albores del siglo XXI.

 

Dr. Francisco Martínez Sánchez.

Universidad de Murcia. España.

1.- La sociedad ante el S XXI.

}Quiero partir del convencimiento de que a las puertas del nuevo siglo nadie pone en duda el surgimiento de una sociedad, que yo no llamaría nueva pero sí diferente, que nos obligará, inevitablemente, a contemplar los fenómenos que en ella se desarrollen de manera distinta, no sólo porque estos sean distintos de los actuales, sino porque los procedimientos para aproximarnos a ellos serán sin duda diferentes.

Dicho lo anterior creo también importante hacer una puntualización sobre los riesgos que comporta cualquier tipo de profecía sobre lo que va a ocurrir en un próximo futuro, por no hablar de un plazo aun mayor. Si los grandes profetas cometieron crasos errores quienes no tenemos cualidades sibilinas el riesgo puede ser aún mayor.

Para hacer previsiones se pueden utilizar varios procedimientos que yo resumiría en tres: Escribir en un lenguaje críptico que pueda significar una cosa y la contraria, predecir lo evidente y por último anunciar sueños o deseos que si se cumplen, bien, y si no siempre queda el recurso de decir que "llegará el día..."

Si revisamos las predicciones inteligibles que se hicieron durante las últimas décadas con relación a como sería la sociedad al concluir el siglo la verdad es que no existe mucha correlación entre la realidad y los augurios. Tanto desde el punto de vista de los aspectos positivos como de los negativos no se ha acertado mucho, sin embargo han ocurrido transformaciones que no estaban previstas y otras han quedado aparcadas en espera de mejores momentos.

Quiero decir con todo lo que antecede que las transformaciones sociales, y por tanto la sociedad, es mucho mas dinámica de lo que somos capaces de intuir y a su vez mas originales y ricas para la resolución de situaciones de lo que podamos pensar.

Con todas estas precauciones estamos en condiciones de comenzar y lo haré utilizando la segunda metodología de las que apunté más arriba ya que hay algunas cuestiones que parecen evidentes y que ya comienzan a ponerse de manifiesto, por lo que posibilidad de error es mínimo y mi capacidad profética puede no quedar en entredicho.

Históricamente, el desarrollo de las sociedades se ha basado en poner los medios para superar las magnitudes físicas del espacio y el tiempo las cuales han condicionado las posibilidades humanas y que han obligado a los seres humanos a mantener una lucha constante por su superación.

El desarrollo se ha basado y aun hoy se continúa basando en la creación de infraestructura, lo que básicamente significa la creación de mejores vías de comunicación.

Si desde esta perspectiva nos aproximamos a nuestro campo de interés podemos contemplar la creación de las universidades como la consecuencia de intento para facilitar el acceso al conocimiento congregándolo en lugares concretos y en tiempos precisos.

Los conocimientos pueden existir, pero sólo en la medida en que superan las magnitudes de espacio y tiempo, bien para coincidir bien para divulgarse, sirven para algo.

Los estudios cordobeses en la España musulmana o la Escuela de Traductores de Toledo en la corte alfonsina son ejemplos históricos de esta necesidad de coincidencia.

En los momentos presentes, buena parte de los avances que están configurando el final del siglo y que comienzan a dar forma al próximo son consecuencia de una coincidencia espaciotemporal de conocimientos e intereses (Breton, P., 1.989) El problema de esta coincidencia es que fue en Los Álamos.

Los avances que comenzaron a asomar en Los Álamos y que se desarrollaron en los años posteriores tienen en común el intento de superar las magnitudes físicas del espacio y del tiempo y con ellas de la velocidad que no deja de ser una combinación de ellas.

Dejo aquí de momento este aspecto para entrar a incorporar otra consecuencia de las magnitudes físicas.

Las identidades culturales que han identificado a los pueblos y que han proporcionado el significado a las conductas, valor a los signos y sentido a los códigos han surgido en espacios limitados donde los seres humanos, formando parte de grupos sociales limitados por magnitudes físicas acordes con las capacidades humanas, han podido desarrollar unos códigos de conducta originales y propios que han servido para diferenciarse y a la vez relacionarse con aquellos otros grupos que se encontraban dentro de estas magnitudes físicas.

La cultura ha sido el elemento diferenciador de los grupos humanos y de los diferentes momentos históricos. Sólo la existencia de sistemas o medios que permitiesen la relación entre ellos facilitaba su difusión y su posible fusión. Roma, el Camino de Santiago o las Cruzadas en el caso europeo, fueron sistemas superadores del espacio y facilitadores de la propagación y unión de culturas, amén de otras cuestiones que no vienen al caso.

Dado que los sistemas y medios de superación del espacio y el tiempo han sido prácticamente "lentos" hasta las últimas décadas, la identidad cultural de los grupos sociales ha permanecido a salvo, y la identidad de los grupos y de las personas ha estado sometida a influencias que sólo podían ser percibidas tras algunas generaciones. Diríamos que estábamos dentro de magnitudes humanas.

¿Cuál es la situación al comienzo del siglo XXI?,

Se han desarrollado sistemas y medios de comunicación para los cuales no tiene ningún sentido seguir hablando de espacio y tiempo. Se trata de medios con capacidad técnica de omnipresencia y con el don de la ubicuidad, lo que les permite estar en todos sitios en el mismo momento. Lo que no se debe entender con que en todos sitios tengan la misma incidencia ya que de la posibilidad técnica no se sigue la posibilidad real, ya que esta depende de la existencia o no de un nivel de desarrollo tecnológico que permita del lugar concreto, que permita su presencia.

Nos encontramos ante una situación sin precedentes en la historia de la humanidad y por tanto sin referentes sobre los que poder construir nuestra previsiones.

Sin tratar de cerrar el tema, sino solamente de acotarlo para los intereses de esta ocasión me detendré en una cuestión que se ve configurada por la nueva situación y que va a tener una gran influencia en el desarrollo de las universidades en el próximo futuro.

La libertad es sin duda el principio básico para el acceso al conocimiento y con el acceso de su desarrollo. Sólo en la medida en que nos podemos aproximar al conocimiento sin condicionantes externos a nosotros mismos que limiten o coarten nuestra capacidad de pensamiento, estaremos en disposición de poder favorecer el desarrollo de los mismos, para lo cual es necesario que existan diferentes conocimientos o, al menos, diferentes opciones.

Dice Virilio que la medida que se tenga del mundo "es nuestra libertad". (1.997, 45). El tener una conciencia del mundo pequeña, como es la que nos proporciona la incorporación de los nuevos medios, lleva emparejado, inevitablemente una disminución de la libertad ya que difícilmente se puede "ir a otro sitio", ya que el otro sitio no existe. La uniformidad de la cultura trae inevitablemente una limitación de las posibilidades de elección y por tanto de disminución de la libertad.

Si unimos a este planteamiento el hecho de que "una cosa es la posibilidad de un libre acceso a la información y otra muy distinta la probabilidad de que los ciudadanos puedan hacer uso de ella", (Maldonado, T, 1.998,19) nos encontramos con que el próximo siglo puede ser algo diferente a lo que sería deseable y posiblemente sería aconsejable releer a los hermanos Çapek, que desde su imaginaria "fábrica" de R.U.R. nos pueden dar mas pistas que el Gran Hermano de Orwell.

Soy consciente de que estas consideraciones iniciales no pasan de ser apuntes a partir de los cuales construir un lienzo más elaborado y de mayores dimensiones, pero pienso que nuestro cometido aquí y hoy debe encauzarse por otros derroteros y dejar lo iniciado, bien para una debate posterior o para una mejor ocasión, pero que en cualquier caso debe cumplir la función de punto de partida para abordar el contenido sobre el que me invitaron a reflexionar.

2.- La Universidad ante S XXI:

La Universidad ha sido el sistema que se ha dado la sociedad para preservar el conocimiento y propiciar el desarrollo científico necesario para el avance en ese mismo conocimiento y como consecuencia una mejora de aquélla. El sistema elegido fue la concentración de tal forma que tanto para su desarrollo como para su difusión todo ocurriese el lugares determinados. Los campus solo son lugares en los que coinciden los diferentes conocimientos. Son un lugar de encuentro donde, eliminado el espacio como magnitud física, los distintos profesionales pueden poner en común y dar a conocer sus conocimientos a la par que disponer de los medios adecuados para poner en discusión sus nuevos planteamientos.

Me quedaré con la idea de la Universidad como lugar físico de comunicación. Esta doble idea me permitirá aproximarme a la Universidad del próximo siglo si bien, antes de continuar quisiera dejar claro mi convencimiento de la continuación del sistema universitario tal como lo entendemos en este momento, si bien esta continuación será posiblemente mas una necesidad social y económica que científica.

Las tecnologías que la sociedad está desarrollando e integrando en el momento presente tienen que ver con los dos aspectos que he destacado y por lo tanto resulta fácil deducir que han de tener su implicación en los modelos de universidades de los próximos años.

Las redes de comunicación permiten una coincidencia espaciotemporal de todos aquellos que deseen comunicarse, independientemente del lugar físico en el que se encuentren. Las redes por tanto configuran un "no lugar" de comunicación donde las magnitudes de espacio y tiempo, que han limitado históricamente a la humanidad, han desaparecido.

Si el espacio, que aseguraba a las universidades una población sobre la que influir y que le permitía y justificaba su existencia, desaparece, habrá que buscar otros criterios de justificación. Ahora bien esa búsqueda no es tanto de justificación como de transformación ya que, tal como decía hace algún tiempo el informe encabezado por E. Faure, "Aprender a ser", la innovación tecnológica sólo tiene sentido y eficacia en la medida de las consecuencias que entrañe para el sistema educativo considerado en su totalidad" (Faure, E. y otros, 1.972,206) y estamos hablando de innovación tecnológica.

Hay otras dos cuestiones generales que habrían de ser tenidas en cuenta en este punto, me refiero a los profesores y a los alumnos, elementos fundamentales de la universidad y sin los cuales esta no es posible.

Recientemente, la UNESCO decía con relación a los primeros: "Los profesores que hayan impartido enseñanza durante más de diez años- esto es, la mayoría de los docentes de los países industrializados- se ocupan de alumnos distintos a los que conocieron cuando ingresaron en la profesión" (1.998, 87) y acercándonos geográficamente al país que nos acoge en esta ocasión, refieriéndose a la realidad de Colombia, Rudolf Hommes, de la Universidad de los Andes decía: "Se requiere prescindir de buena parte de los profesores, pues es imposible trabajar con los que existen" (1.997, 4). No tengo datos que me permitan pensar que la situación ha cambiado con relación a estas dos referencias, sobre todo a la primera ya que la referencia colombiana corresponde a unos momentos muy problemáticos dentro del sistema educativo de aquel país, pero en cualquier caso, nos encontramos ante un profesorado que plantea serias limitaciones para afrontar la nueva realidad, limitaciones a las que creo sería interesante unir la consideración, alejadas en el tiempo pero posiblemente aun hoy en vigor, que Nora y Minc hicieron con relación a los docentes y la incorporación de la informática a la enseñanza. "Teniendo en cuenta el estado de ánimo del cuerpo docente, puede afirmarse que esta evolución no es evidente y que no sería rápida" (1.978.94)

Por último una cuestión fundamental a la hora de hablar de la Universidad es sin duda el conocimiento.

Ricardo Díez Hochleitner, quien fuera el padre de la mayor reforma educativa llevada a cabo jamas en mi país escribía hace pocos años: "Demasiadas universidades se han convertido esencialmente en instituciones postsecundarias dedicadas a su entorno local y, en el mejor de los casos, se contentan con descubrir y enseñar asignaturas o saberes aislados los unos de los otros; se esfuerzan por conocer mejor los hombres en su particularidad diversa y contradictoria, olvidándose del devenir global del mundo, de la armonía del hombre con la Naturaleza, y de la necesaria armonía entre los hombres para lograr la paz de forma efectiva, tanto más que el objetivo de la Universidad no es tan sólo la universidad de los conocimientos, sino, además y sobre todo, la unidad del espíritu.

En la mayor parte de los casos, los estudios universitarios son la culminación de un proceso de Formación Profesional y de ahí quizá también, el fracaso también de su papel crítico y como fuente del saber interdisciplinario para el progreso del conocimiento...", (1.995, 23-24) y en una dirección diferente pero próxima nos recuerda el informe Delors "Las divisiones por disciplinas acaso no corresponden a las necesidades del mercado laboral y las instituciones que obtienen mejores resultados son las que han sabido instituir, con flexibilidad y espíritu de colaboración, enseñanzas que transcienden las fronteras entre las disciplinas" (1.996, 152-153). Situación que ya había adelantado el historiador A. Toynbee cuando advertía que "La especialización excesiva es uno de los obstáculos más serios que tenemos en nuestro camino si queremos, como de hecho hacemos, que la educación en el sentido amplio nos ayude a resolver los terribles problemas de la sociedad actual....". La educación tiene que estar estandarizada de alguna manera, pero debería ser tan flexible como fuera posible" (1.973, 126).

Los conocimientos que se imparten en buena parte de nuestras universidades proceden de una estructuración del conocimiento un tanto obsoleta y que responde a una situación social y por tanto demanda que hace ya algún tiempo dejó de existir y se olvidando que la "educación es el proceso mediante el cual, las personas, es decir los trabajadores, adquieren la capacidad de redefinir constantemente la cualificación necesaria para una tarea determinada y de acceder a las fuentes y métodos para adquirir dicha cualificación" (Castells, M, 1.998, 375).

Con estos mimbres entramos en el nuevo siglo.

3.- Qué universidad y qué profesorado demanda el siglo XXI.

Quisiera comenzar este apartado tratando de desmitificar algunas cuestiones que solemos utilizar con demasiada ligereza cuando hablamos del próximo siglo y la universidad.

Parece evidente, y los datos de que disponemos en este momento así nos lo muestran que la Universidad del siglo XXI será una Universidad con una fuerte proyección mediática, fundamentalmente las redes de comunicación, será una herramienta omnipresente en estas instituciones, con una doble misión: acceder al conocimiento disponible en cada momento y extender su distrito universitario a la totalidad del mundo tecnológicamente desarrollado. Esto parece evidente, ahora bien, "La multiplicidad de canales no asegura la multiplicidad de mensajes" (Moran, J.M., 1.995,83) y N. Wiener (1.958) nos recordaba, hace ya algún tiempo que cuanto mayor es nuestra capacidad tecnológica en el terreno de la comunicación electrónica, si bien aumenta el número de mensajes, disminuye la cantidad de información transmitida. Es verdad que el significado de información para Wiener es diferente del que podemos entender hoy en este contexto, pero en cualquier caso la referencia no deja de tener su relevancia.

Traigo esta cuestión a colación para advertir que las tecnologías de la comunicación no aseguran por sí solas, me atrevería a decir que nada, salvo un gran gasto en equipamiento y poco más, sin embargo sí pueden ser una muy buena ocasión para acometer reformas globales que permitiesen una renovación de la universidad, ya que una incorporación adecuada, utilizando las características comunicativas de estas tecnologías, debe remover sus cimientos.

Un segundo aspecto que también hay que desmitificar a las puertas del siglo XXI tiene que ver con el conocimiento y la universidad. "La investigación etnográfica muestra que no resisten al examen los límites estrictos y fijos entre el puro ámbito de producción del conocimiento y el público "no preparado". Los muros de la ciudadela son porosos y tienen escapes; no hay conocimiento puro dentro ni pura ignorancia fuera. Ello significa que el camino esta abierto para una actitud hacia la ciencia más compleja y menos llanamente antagonista que la que antes prevalecía entre alguno de nosotros. El conocimiento científico lo producimos todos; todos entramos y salimos de la ajetreada ciudad de la producción del conocimiento" (Martin, E, 1.998, 119) y añado, y las redes pueden favorecer esa producción ya que, como decía más arriba, el espacio que marcaba los límites de la Universidad desaparece y la comunidad científica existirá allí donde puedan surgir grupos que pongan en común sus experiencia, sus conocimientos y sus intereses. Junto a esto hay que añadir que las universidades son las instituciones que "están en mejor situación que ninguna otra para hacer progresar el saber" (Delors, J. 1.996, 151), si bien esta situación se da en la meta de salida, su rigidez organizativa, puede se una rémora a la hora iniciar la carrera para adaptarse a la nueva situación, ya que "La principal diferencia radica en que los cambios se combinarán con innovaciones organizativas muy importantes..." (Rada, J.F., 1.995, 78) sin los cuales será imposible una incorporación medianamente innovadora.

Una última cuestión de la que también creo hay que hablar al tratar de entrar en la Universidad del próximo siglo.

"Lo que es bueno para los EEUU no necesariamente es bueno para Latinoamérica. Los países desarrollados utilizaron la tecnología cuando tenían sistemas educativos muy bien estructurados. Ese no es nuestro caso. En los países desarrollados hay profesores muy bien preparados y aún así, hay muchos problemas", decía de Maura Castro, C. (1.997, 5), siendo en cierto modo verdad este planteamiento, el hecho real es que no es EEUU solamente quienes están incorporando estas tecnologías a sus sistemas escolares y, posiblemente, la discusión debería establecerse con relación al sistema educativo que queremos y con que profesores debemos contar para ello, ya que como, metafóricamente decía Virilio, "Cuando hay una escalera hasta el décimo piso y al lado un ascensor, la escalera se pierde. Todo el mundo coge el ascensor" (1.997, 61). Si bien se puede añadir que salvo quienes tienen claustrofobia y han decidido morir con ella.

Delors, en su ya varias veces referido informe nos asegura que "En la aldea mundial del futuro, la imposibilidad de acceder a las tecnologías de la información más recientes puede repercutir negativamente en todos los niveles de la enseñanza científica y tecnológica, ya se trate de la formación del profesorado o del sistema educativo propiamente dicho... habrá que hallar medios innovadores para introducir las tecnologías informáticas e industriales con fines educativos, e igualmente, y acaso sobre todo, garantizar la calidad de la formación pedagógica y conseguir que los docentes de todo el mundo comuniquen entre sí" (1996, 146). No deja muchas puertas abiertas para la discusión, si bien avisa sobre lo que habrá que hacer.

Si todo o buena parte de lo dicho se cumple, las universidades del mundo, no sólo del desarrollado, sino de todo el mundo que tenga un cierto nivel de aproximación a las tecnologías de la comunicación, entrarán en un nuevo campus más abierto en el que, inevitablemente, deberán competir con el resto. Ahora bien, el sólo hecho de hablar de una universidad telemática e interactiva no debe llevar a pensar en universidades singulares, al igual que apunte más arriba con relación al conocimiento y la cultura en general, muy al contrario es necesario pensar en uniformidad ya que: "Decir sociedad interactiva no es decir sociedad abierta", (Moran, J.M., 1.995, 83).

La uniformidad de los conocimientos e incluso de los enfoques, es inevitable a medio plazo, la identidad de cada una de ellas dependerá de la capacidad de adaptar ese conocimiento a su realidad social más próxima, lo que debe significar a unos intereses singulares que posiblemente tengan grupos de interés similares en algún lugar del mundo.

Y todo esto hay que hacerlo con profesores, con los profesores que hoy ocupan las aulas presenciales y con otros que deberán ir llegando a las instituciones universitarias. Ya he hecho alguna observación anteriormente con relación a los docentes en general, pero habría que profundizar algo más ya que, en definitiva serán ellos quienes, en cada lugar concreto, hagan posible o aborten el nacimiento de las nuevas universidades, mas allá de las decisiones administrativas.

La función de los docentes, tanto en su faceta de investigadores como didáctica pasa por sistemas telemáticos interactivos, entendiendo por interactividad la "capacidad del "nuevo" sistema de admitir las exigencias del usuario y satisfacerlas... sin olvidar que todos los nuevos medios hacen tecnológicamente posible la interacción entre usuarios a través de los medios, más allá de la simple interacción con los medios",( Bettetini, G. Y Colombo, G., 1.995,34-35). Esta nueva forma de enfocar su trajo precisa, inevitablemente, de sistemas nuevos, tanto desde el punto de vista meramente administrativo, como de la formación inicial y continua de los profesores, así como sistemas de evaluación acordes con la nueva situación.

Iré por orden.

En el ya varias veces referido informe Delors se recogen una serie de aspectos relacionados con el profesorado, sobre los que es necesario actuar dada la situación actual y la que se avecina. De forma esquemática los puntos a contemplar son:

Contratación.

Formación inicial.

Formación continua.

Profesorado de formación pedagógica.

Control

Administración

Participación de personal externo.

Condiciones de trabajo.

Medios de enseñanza.

(Delors, J, 1.998,169)

Lógicamente me centraré sólo en alguna de estas cuestiones, en aquellas más próximas a mi competencia profesional, si bien es necesario estar permanentemente mirando a la totalidad.

La formación es sin duda factor determinante para la universidad del siglo XXI, tanto la inicial, como la permanente que ahora se hace indispensable y con espacios de validez mas cortos, así Cabero, recientemente nos recuerda con relación a las nuevas tecnologías de la comunicación que buena parte de la problemática que puede surgir para su incorporación en el terreno educativo tiene que ver con la "falta de formación del profesorado, no sólo para su manejo...sino fundamentalmente para la realización de actividades con los mismos (Cabero, J, 1.999,23-24)

Hace algún tiempo me ocupaba de este tema (Martínez, F. 1.995) y decía entonces de forma genérica que la formación debía ir encaminada a lograr las capacidades necesarias para ser usuario de las tecnologías disponibles y por extensión estar en condiciones de poder tomar decisiones sobre su incorporación a los diseños concretos. Manteniendo lo fundamental, añadiría que la capacidad de decisión no ira encaminada a su incorporación o no, sino a la forma de optimizar su uso en base al contexto en el que se use, así a ajustar modelos metodológicos que contemplen, adecuadamente, las virtualidades de los medios.

Otra cuestión general tiene que ver con el perfil del profesor universitario. Decía recientemente Salinas (1.998) que fundamentalmente hay que formar a los profesores en tanto en cuanto comunicadores, partiendo de que los contenidos que en su día adquirieron en las aulas, están en permanente revisión y, si bien son necesarios unos principios sobre los cuales situar los nuevos conocimientos y éstos deben ser los que se impartan en las universidades, la actualización la podrán mantener en la medida en que sean capaces de integrarse profesionalmente en la nueva situación comunicativa. Su actividad como docentes pasa a tener una función básicamente de comunicador que ha de utilizar las técnicas y los recursos adecuados y necesarios a la situación que se está desarrollando.

La formación, tal como vengo diciendo, debe poner en relación con las necesidades que le planteará su desarrollo profesional. Las necesidades de un docente universitario, básicamente, tienen dos facetas: Cuestiones con relación al conocimiento y con relación a los procesos de comunicación y didácticos a los que hacía referencia, a lo que ,en el momento presente, habría que añadir la problemática que introducen las redes al crear espacios multiculturales y universales que tienden a estandarizarse perdiendo buena parte de sus elementos diferenciadores, lo que debe obligarnos a considerar y valorar la multiculturalidad y la universalidad como principios fundamentales que han de regir toda su formación y el trabajo profesional.

Siguiendo el camino de aproximación progresiva llegamos a las necesidades relacionadas con el conocimiento y están esquematizadas en la figura 1.

Figura 1.

En primer lugar el profesor deberá conocer y dominar y en cierto modo colaborar al desarrollo de un nuevo lenguaje que permita la comunicación científica a través de las redes telemáticas de comunicación que ya unen los centros de docencia e investigación.

La clasificación de los conocimientos sufrió un cambio significativo a mediados del siglo XX. Los grandes avances del conocimiento se han dado en los espacios limítrofes de los campos clásicos del conocimiento. Prácticamente la totalidad de ellos son una mezcla de filosofía, matemáticas, física, biología, por citar sólo algunos de los campos del conocimiento que podemos ver tras los descubrimientos científicos que están rigiendo la sociedad actual.

Con relación a esta cuestión la Universidad sufre una seria contradicción. Mientras que en buena parte de sus investigaciones la limitación de los campos científicos se ajusta ya a lo que es la nueva realidad, la organización docente continúa anclada en la organización correspondiente a la etapa, llamémosla clásica. Se hace por tanto necesario establecer una taxonomía que esté mas acorde con el conocimiento disponible y con la realidad de la investigación, de forma que se ajuste a las demandas reales, y que facilite a la Universidad "conectar" la investigación con la docencia y con la realidad social.

Los sistemas de evaluación con los que medimos los logros académicos corresponden, salvo alguna escasa y honrosa excepción, a criterios de reproducción del conocimiento y que es consecuencia de la naturaleza de los medios dominantes en el sistema escolar que permitían un control de los contenidos y de su flujo. La nueva situación hace desaparecer el control sobre los contenidos incluso sobre su organización, lo que permite procesos de aproximación singulares y personales en función de interés, actitudes, formación, entorno, etc. permitiendo llegar a conclusiones, si no nuevas, sí al menos originales y personales. La evaluación deberá estar encaminada a tratar de conocer los procesos realizados por los alumnos, mas allá de las conclusiones a las que haya llegado.

Por último debemos revisar las bases culturales del conocimiento ya que, como decía anteriormente, no sólo es ciencia lo que se hace dentro de determinadas estructuras organizativas o dentro de algunas culturas muy concretas. La superación del espacio trae la universalización cultural como base generadora del conocimiento, debiendo incorporar culturas que, en buena medida, han estado marginadas, bien por razones de aislamiento, bien voluntariamente, bien impuesto por su situación o desarrollo.

Con estos parámetros podemos comenzar a diseñar el perfil del profesor universitario y, como consecuencia su formación. Y dicho lo anterior, cabe plantearse ¿cuáles van a ser las exigencias de la sociedad a los ciudadanos del próximo siglo?, ¿qué tipo de aprendizajes serán adecuados a la nueva situación?.

En la figura 2 he resumido el planteamiento recogido en el informe Delors.

Figura 2.

Será necesario hacer coincidir una amplia cultura con una especialización adecuada, de forma que se sea capaz de entender el contexto de significados en los que los conocimientos actúan, su razón de ser y sus relaciones, mas allá de las meramente "científicas". La cultura es quien da significado a las acciones y por tanto a las conductas y a los resultados de éstas. Sólo en la medida en que se disponga de una cultura amplia se estará en condiciones de poder entender los productos de la ciencia y sus consecuencias.

Decía al principio que la situación que se vislumbra transforma los procesos de comunicación y las relaciones sociales, pero no exclusivamente desde la perspectiva de la comunicación en tanto que proceso de intercambio de elementos de significación, sino también de los procedimientos y procesos de trabajo. Los sistemas de teletrabajo en su más amplio sentido, por ejemplo, son ya hoy una realidad, lo que nos obliga a tener que saber hacer en situaciones nuevas y que no podemos prever cual será su evolución. Deberá tenderse a dotar a los sujetos de instrumentos que le permitan una rápida adaptación a las situaciones que vayan surgiendo, mas allá de lo que sea realidad en un momento determinado. Capacidad de análisis, de relación, de reconocimiento, etc. serán algunas de las necesarias en el próximo siglo.

Hacía referencia al comienzo a la restricciones que sobre la libertad introducen las redes de comunicación, pero también añadía que la libertad, precisa de unos requisitos previos que están en uno mismo y sin los cuales, las circunstancias externas, sólo serán una causa transitoria y accidental, pero en ningún caso la causa última.. Aprender a ser debe conducir a favorecer la aparición de la libertad en las personas por medio de una autonomía consciente y una capacidad de juicio que favorezca un pensamiento crítico.

Por último, siguiendo el informe encargado por la UNESCO, en el próximo siglo viviremos comunicativamente "juntos", lo que no debe confundirse con que inevitablemente se mejore la comunicación, por lo que necesitaremos de capacidades para llegar a poder convivir con sujetos, culturas, valores, etc. que estando alejados físicamente de nosotros y que formaran parte de nuestra realidad inmediata. Ser capaces de dialogar, contrastar opiniones, enriquecernos con las aportaciones de los otros, revisando o no nuestras propias creencias aunque tengan siglos de existencia, serán capacidades que tendremos que desarrollar, fundamentalmente en la Universidad, que sólo etimológicamente era universal.

Si tratamos de operativizar todo lo anterior y las implicaciones que lo dicho comporta podemos llegar a un cuadro como el que he recogido en la figura 3.

Figura 3.

Los profesores universitarios del próximo siglo deberán ser capaces de capacitar, al margen de unos contenidos básicos indispensables, en al menos los seis aspectos que planteo y que son la consecuencia lógica de todo lo dicho y por ello no creo que precisen comentario.

Una duda, al menos, se plantea en relación con el profesorado. ¿Está el profesorado universitario preparado para acometer un cambio tan substantivo de lo que venía siendo la enseñanza en las universidades?.

No daré una respuesta ya que carezco de datos concretos, pero tratando de curarme en salud si diré. que esta situación reclama una formación permanente del profesorado que debería comenzar ya y con planes intensivos y extensivos que permitan iniciar el siglo con el profesorado adecuado.

Los contenidos, evidentemente tienen que ver con lo expuesto, incorporando a su formación los mismos medios que estarán a disposición de los alumnos, pero hay que ir un poco más lejos.

Decía que el conocimiento que realmente está incidiendo en la sociedad, buena parte de él al menos, no surge de las universidades. La sociedad, en ocasiones al margen de la Universidad, está trazando el futuro, lo que nos debe llevar a pensar que la formación continua del profesorado universitario debe ser una combinación de conocimientos académicos y extraacadémicos y que sean impartidos por profesionales, no sólo de la Universidad, sino de los sectores sociales que están diseñando el próximo siglo.

El diseño y desarrollo de acciones colaborativas mediante redes telemáticas, que trasciendan de los límites culturales y geográficos de los docentes, serán estrategias que facilitarán esta formación permanente, debiendo permitir que esta sea realmente permanente, que el profesor pueda dedicar parte de su tiempo de trabajo a su actualización, no ya científica que se da por supuesta, sino pedagógica y comunicativa, aspectos éstos que marcaran al profesor universitario del siglo XXI.

Para concluir quisiera hacer referencia a algo necesario y no siempre bien aceptado, los sistemas de seguimiento y evaluación del profesorado en la próxima centuria.

La familiarización con el uso pedagógico y científico de las redes telemáticas será sin duda un factor significativo en el ejercicio profesional de la Universidad. La participación en acciones formativas y de investigación que trasciendan los límites de una Universidad, de un estado o de un continente, son datos significativos sobre la asunción de la nueva situación por parte del profesional universitario.

Pasar de dar respuestas a hacer preguntas y poner a disposición de los alumnos estrategias para el estudio, análisis y resolución de problemas. Insistir más en los procedimientos que en los resultados, sin olvidar que son necesarios los contenidos, pero que éstos los pueden encontrar en muchos sitio.

Como se ha podido comprobar mis capacidades proféticas son pobres y creo que lo tendría muy difícil para ganarme la vida de adivino y todo lo dicho responde a una proyección de lo que tenemos ante nuestros ojos, pero en cualquier caso, que sea para mejorar nuestra sociedad depende, en al menos una parte, de que ejerzamos nuestra capacidad crítica para tomar decisiones.

BIBLIOGRAFIA.

BETTETINI, G. Y COLOMBO, G., (1.995): Las nuevas tecnologías de la comunicación, Paidos, Barcelona.

BRETON, P. (1.989): Historia y crítica de la informática. Cátedra, Madrid.

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