Historia de la Radio
La radio es el resultado de años de investigación y de la
invención de diferentes artefactos que emergieron ligados al entendimiento y
desarrollo de la electricidad.
En el progreso tecnológico hacia la radio, el electroimán
fue clave. Y este para el desarrollo del telégrafo, patentado por Samuel F.B.
Morse, pintor retratista. El primer mensaje en clave Morse, se produjo entre
Washington y Baltimore, el 24 de diciembre de 1844. El mensaje transmitió
"lo que Dios ha forjado" El telégrafo eléctrico fue adoptado
gradualmente por grupos comerciales y militares, que extendieron delgados
cables a los principales centros de población. El gobierno federal, que había
financiado la primera línea a larga distancia, perdió el control de las
patentes, que pasaron a empresas privadas.
La progresión tecnológica sigue con el cruce del océano
Atlántico por un cable submarino logrado por Cyrus W. Field. El 27 de 1866 un
mensaje cruzó el océano con una increíble velocidad. Una red de cables se
extendió por las zonas más pobladas del mundo.
En 1876 Alexander Grahan Bell y su asistente, lograron
transmitir la voz humana a través de cables eléctricos.
A partir del telégrafo y del teléfono, faltaba un corto paso
para la transmisión inalámbrica. Volta, Ampère, Henry, Faraday, Maxwell y Hertz
trabajaban para comprender la naturaleza básica de la electricidad. La teoría
de todos ellos, llevó al desarrollo vertiginoso de tecnologías que permitieran generar,
almacenar, medir, transmitir, modificar y controlar de varias
maneras la electricidad.
En la época de la guerra civil norteamericana, James Maxwell
desde Escocia, elabora una teoría sobre misteriosas ondas electromagnéticas que
viajarían a la velocidad de la luz. El 1888, un joven alemán, Heinrich Hertz,
demuestra esta teoría construyendo un aparato de laboratorio para generarlas y
detectarlas. Nacieron las ondas hertzianas. El italiano Guglielgo Marconi tenía
veinte años y estaba al día del aporte de Hertz. Sus experimentos tenían
objetivos prácticos y comerciales inmediatos. Patentó el telégrafo inalámbrico
en 1897, en Inglaterra. Lo desarrolló cubriendo cada vez mayores distancias. Su
invento fue producto de un siglo de investigación científica y solucionó la
necesidad urgente de la comunicación a distancia.
La consecuencia inmediata del telégrafo inalámbrico fue que
aparecieron ilimitados recursos económicos para apoyar su desarrollo.
Las Compañías Marconi, implantadas en Estados Unidos e Inglaterra
tuvieron una fuerte competencia. Poderosas empresas navieras, entidades
gubernamentales y militares de las potencias, se implementaron con esta
estratégica tecnología, que ya era ampliamente utilizada antes de la Primera
Guerra Mundial. Pero este medio de comunicación no llegaba aún para el
ciudadano corriente.
Varios científicos e inventores trabajaban por transmitir la
voz por medios inalámbricos. Del sistema Morse a la transmisión de voz de
manera inalámbrica había un pequeñísimo paso.
En la nochebuena de 1906, los radiotelegrafistas de los
barcos que navegaban por el Atlántico, frente a las costas de Estados Unidos
escucharon por primera vez una voz que les hablaba en sus auriculares. Fue
Reginald A. Fessenden que preparó un aparato que permitía la transmisión de
señales más complejas que las del sistema Morse. También había construido un
transmisor sumamente poderoso para sus experimentos. Aquella noche memorable
diversas personas hablaron por el inalámbrico; una pronunció un discurso, otra
leyó un poema e incluso alguien tocó el violín. Este fue el nacimiento de la
radio.
En 1906 se descubrió que ciertos minerales, en un circuito
sencillo eran capaces de detectar las emisiones de radio. Cualquiera podía
construirse un receptor de radio ´a galenaª, sumamente barato. Radioescuchas
interceptaron involuntariamente señales de socorro de naufragos en alta mar. La
primera década del nuevo siglo aportó muchos perfeccionamientos. Lee De Forest,
inventó el audion; que en la jerga técnica se le denominó válvula; hoy la
llamaríamos tubo de vacío, posteriormente reemplazado por el transistor,
dispositivo que cumple aproximadamente la misma función: son
amplificadores electrónicos que aumentan las señales de
radio, tanto en la transmisión como en la recepción. Este invento permitió la
transmisión más nítida a nivel mundial.
El equipo de radio, que sólo los barcos podían
transportarlo, se hizo ahora más ligero y portátil. Durante la primera guerra
mundial, se montaron radioteléfonos en los aviones, para informar a la
artillería sobre la precisión de su tiro.
Conflictos por lucro El concepto de propiedad privada y su
motivación de lucro, produjo grandes conflictos en el desarrollo de la radio.
Toda invención era patentada. Los grandes pioneros de la radio, desde Marconi
en adelante, disputaron entre sí
ante los tribunales. Lee De Forest, inventor de componentes
para la radio, llegó a ser arrestado y procesado bajo la acusación de fraude.
La radiotelefonía producía cuantiosas ganancias y la competencia por asegurarse
la explotación de las invenciones importantes era intensa. Todos los litigios y
las restricciones que derivaban de patentes quedaron en suspenso durante la
primera guerra mundial. El Gobierno federal asumió el control completo sobre la
nueva industria, y esto supuso nuevos esfuerzos cooperativos en la tarea de
buscar el progreso técnico, lo cual habría llevado mucho más tiempo en tiempos
de paz.
La Caja Musical de Sarnoff
Un joven ingeniero, David Sarnoff, de la American Marconi
Company, llamó la atención pública cuando se produjo el hundimiento del
Titanic, en 1912. Sarnoff transmitió desde una estación neoyorquina, los
mensajes procedentes de la escena del desastre. Durante tres días con sus
noches mantuvo informado al público sobre el desarrollo de la tragedia. En 1916
Sarnoff envió un memorándum visionario a sus superiores. He concebido un plan
de desarrollo que convertiría a la radio en un ´artículo para el hogarª, en el
mismo sentido en que pueden serlo un piano o un fonógrafo. La idea es llevar
música al hogar por transmisión inalámbrica. Aunque en el pasado esto ha sido
probado con cables, fue un fracaso porque los cables no se adaptan a este
esquema. La radio, sin embargo, la haría factible. Por ejemplo: podría
instalarse un transmisor radiotelefónico, con un alcance de 40 a 80 kilómetros,
en un punto fijo, donde se produzca música instrumental o vocal o ambas [...].
El receptor puede ser diseñado como una simple ´caja de música con radioª y
adaptado para que posea diferentes longitudes de onda, entre las que pueda
alternarse con un simple giro de un resorte o apretando un botón.
La caja de música de la radio puede ser entregada con
amplificadores y con un altavoz, todo ello debidamente acondicionado en una
caja. Esta puede ser colocada sobre una tabla en el salón o living room, y
haciendo girar la perilla se escucharía la música transmitida [...]. El mismo
principio puede ser ampliado a muchos otros campos, como recibir lecciones en
casa, que serían perfectamente audibles, o la difusión de acontecimientos de
importancia nacional, que serían transmitidos y recibidos simultáneamente. Los
resultados de los partidos de béisbol podrían ser transmitidos por el aire, con
el uso de un aparato instalado en Polo Grounds. Lo mismo sería posible en otras
ciudades. Este plan sería especialmente interesante para los granjeros y otros
que vivan en distritos alejados de las ciudades. Con la compra de una ´caja de
música de la radioª
podrían disfrutar de conciertos, conferencias, actos
musicales, recitales, etcétera. Aunque he indicado algunos de los probables
campos de utilidad para el aparato, hay muchos otros a los que el principio
podría ser ampliado.(6)
A Sarnoff solo le faltó visionar los anuncios publicitarios
cantados y los melodramas para la descripción exacta de la radio.
El control de la radio Así como el Gobierno federal perdió
el control del telégrafo, también entregó la radio a los intereses comerciales.
Este importante medio de comunicación de masas quedó definido como un escenario
de competencia comercial, sin control oficial. Las consecuencias de esta
decisión se hace sentir hasta hoy. Gran Bretaña, la Unión Soviética y otros,
adoptaron otra posición que los norteamericanos. Eliminado el control
gubernamental, empresa inglesas y norteamericanas, enriquecidas durante la
guerra, pelearon por la obtención del control. La General Electric Company
logró poseer las acciones de la empresa Marconi. Formó una nueva empresa con un
nombre patriótico: Radio Corporation of
America (RCA) que se consolidó sobre las patentes
conflictivas. El control radiofónico fue para los accionistas norteamericanos.
En 1919 David Sarnoff, que había profetizado la ´caja de música de la radioª,
se convirtió en su primer director comercial. Programaciones y los primeros
Disc Jockeys Westinghouse Company, empresa norteamericana productora de equipos
eléctricos, no tuvo mucho éxito en ampliarse hacia la radiotelefonía pues RCA
poseía las patentes importantes. Westinghouse había realizado investigaciones
en ese campo. El doctor Frank Conrad estaba a cargo de
nuevos y poderosos transmisores de esta empresa. Construyó
otro sobre el garaje de su casa para poder continuar su tarea durante las
noches. Obtuvo una licencia para su transmisor doméstico, que un año después
pasó a ser la estación 8XK, a partir de abril de 1920. Comenzó a transmitir
durante las horas nocturnas, mientras trabajaba para mejorar su aparato. La
gente de su zona lo escuchó con sus receptores de aficionados. Esto pareció al
principio un gran éxito, ya que las cartas, tarjetas y llamadas telefónicas le
proporcionaban datos sobre el alcance y la claridad de su emisor. Poco después,
sin embargo, su círculo de radioescuchas aficionados empezó a ser un problema.
Para emitir un sonido continuo, Conrad había recurrido a un fonógrafo. Sus
oyentes empezaron a pedir determinadas canciones y le llamaban a horas
intempestivas para pedir algún disco favorito. El doctor Conrad resolvió el
problema, regularizando sus transmisiones, y con la colaboración de un
comerciante local en fonógrafos pudo presentar una sesión de música continua,
con una duración de dos horas, dos noches a la semana.
La cantidad de oyentes creció rápidamente y la familia de
Conrad se incorporó con entusiasmo a la diversión de constituirse en los primeros
disc jockeys.
Esta actividad aumentó la demanda de receptores en la zona.
Se hizo claro que la fabricación de receptores sería muy lucrativa. En
Westinghouse decidieron construir un transmisor mayor, en la zona oriental de
Pittsburgh, con el propósito de estimular la venta de receptores de su
fabricación y de los elementos con los que los aficionados construirían otros
receptores. De esa forma se creó en 1920 la estación KDKA de Pittsburgh. Así
nació la radiofonía comercial.
Fue Harry P. Davis, vicepresidente de la Westinghouse
Electric and Manufacturing Company, quien imaginó que una estación de emisiones
regulares, operada por los fabricantes de receptores, era un negocio redondo.
Luego vino la venta de intervalos para la publicidad. Este
proceso absolutamente comercial contribuyó al uso doméstico de la radio y su
masificación. La estación KDKA anunció que transmitiría los resultados de la
elección presidencial de 1920. Y transmitió los resultados que le eran
suministrados desde un periódico cercano. Las cifras fueron transmitidas
durante la noche
del 11 de noviembre. Entre 500 y 1.000 personas escuchó la
noticia de que Warren G. Harding había sido elegido presidente de los Estados
Unidos. Este hecho fue un hito comunicacional. La transmisión de Pittsburgh
estimuló la creación de nuevas emisoras. Emisiones regulares comenzaron en
Nueva York en 1921 y seguidamente en Newatk y otras ciudades. El público adoptó
la radio de tal manera que en 1922 la fabricación de receptores fue
insuficiente para satisfacer la
demanda. En 1921 se concedieron licencias para 32 nuevas
emisoras. Al primer semestre de 1922 la cifra era de 254.
La Secretaría de Comercio que otorgaba las licencias, había
seleccionado dos frecuencias: 750 y 833 kilociclos. A todas las estaciones se
les asignaba una u otra. Entonces se produjeron conflictos, en los que dos
estaciones operaban tan cerca una de otra en el dial que sus sonidos se
interferían. Este problema no podía ser subsanado con facilidad. Muchas
emisoras llegaron a acuerdos informales para distribuirse el tiempo disponible.
No existía una autoridad legal que pudiera imponer una frecuencia determinada a
cada estación y que hiciera respetar tales disposiciones. Ante la falta de
control en ese problema técnico, aumentó la confusión. En 1922 la estación WJZ
de Newark transmitió con éxito la Serie Mundial de Béisbol. Varias emisoras
comenzaron a transmitir ópera, conciertos, noticias, música bailable,
conferencias, servicios religiosos y una enorme
variedad de acontecimientos. En 1923 había estaciones en
todas las ciudades importantes de Estados Unidos. El problema de la
interferencia estaba fuera de control, pero también existía el de pagar por las
transmisiones. Al finalizar 1923 el entusiasmo por la instalación de emisoras
decayó ante la dura realidad económica. Desde el 19 de marzo al 31 de julio de
este año, un total de 143 emisoras dejaron de existir. Si no se encontraba una
base financiera viable, la radio quedaba condenada a desaparecer como medio de
comunicación en los Estados Unidos. Las Interferencias Después de la Gran
Guerra Estados Unidos tuvo un gran crecimiento industrial y financiero.
Las ventas a plazos facilitaron que familias de modestos
recursos compraran radios. Escuchar radio era una actividad cada vez más popular.
Herbert Hoover, el secretario de Comercio, adoptó un sistema que asignaba
diferentes longitudes de onda a las emisoras, sin mucho éxito. Quienes poseían
un receptor para captar una sola frecuencia se opusieron y no hubo manera de
obligar a todas las emisoras de adoptar las frecuencias asignadas. Sin embargo,
muchas estaciones importantes con emisiones regulares, lo hicieron con éxito.
El público se cansó con las interferencias. Los viejos transmisores de los
servicios marítimos, los aficionados al código Morse, las
emisoras poderosas, los operadores locales y esporádicos, se culpaban
recíprocamente.
Entre 1922 y 1925 se realizaron en Washington, D.C., cuatro
importantes reuniones para discutir los problemas de la radiodifusión. La
posición del Gobierno era que la misma industria debía limpiar su propia casa.
El Congreso se había negado reiteradamente a considerar proyectos de ley en ese
sentido. La única legislación existente sobre la radio era la antigua ley de
1912, que ya no servía.
El tema tenía complicaciones internacionales. Existían
millares de aficionados cuyos derechos debían ser protegidos. Había más de 500
estaciones de operación regular, otras 1.400 estaciones pequeñas, de escasa
potencia. Sin embargo, los norteamericanos gastaron 136 millones de dólares en
compra de receptores en el año 1923. El secretario de Comercio Hoover trató de
limitar la potencia y los horarios de emisión de algunas estaciones, para que
pudieran compartir frecuencias.
En 1925 la banda de frecuencias estaba repleta. Había más de
175 emisoras esperando licencias.
En 1926 un tribunal judicial federal decidió que el
secretario de Comercio carecía de autoridad legal para imponer restricción
alguna. Hoover hizo pública una declaración. Pedía que las estaciones de radio
se regularan por sí mismas. Pero ya habían sido incapaces de hacerlo. Y vino el
caos. El presidente Coolidge pidió al Congreso que legislara la regulación de
la radiodifusión, incluyendo disposiciones que permitieran hacer cumplir lo
legislado.
En 1927 los legisladores enunciaron el importante principio
de que las ondas pertenecen al pueblo. Sólo podrán ser utilizadas por personas
privadas mediante un permiso formal del Gobierno, por un plazo determinado. Las
licencias podían ser otorgadas o canceladas según conviniera al interés, la
comodidad o la necesidad públicas. Las licencias de las emisoras ya
existentes fueron automáticamente canceladas, y la industria
debió comenzar de nuevo, solicitando permiso de emisión y agregando argumentos
de beneficios para el público.
La ley sobre radiodifusión de 1927 fue temporal. Después de
siete años de ensayos y ajustes, se redactaron otros estatutos. Se funda la
Comisión de Comunicaciones Federales (FCC), que haría aplicar las
disposiciones. Esa ley de comunicaciones federales de 1934 se convirtió
después, con algunas enmiendas, en el principal instrumento de regulación para
la industria de transmisiones en los Estados Unidos. El financiamiento radial A
mediados de la década de 1920, los empresarios buscaban financiamiento. Un
comité de hombres de negocios de Nueva York pidió fondos al público oyente,
para contratar así a intérpretes de alta calidad. Este experimento no resultó.
Los oyentes preferían escuchar gratis.
Esta opinión pública es válida hoy. Explica en parte por qué
el público llegó a aceptar después los mensajes publicitarios.
David Sarnoff quiso que filántropos hicieran donaciones a
las radios, tal como lo hacían con universidades, hospitales o bibliotecas. Se
propuso una tasa por cada receptor para financiar la radiodifusión. Se creyó
que la misma industria resolvería el problema. Mientras tanto, la publicidad se
imponía sutilmente en las transmisiones. Al comienzo, los anunciantes no hacían
publicidad directa. Simplemente mencionaban su nombre, o titulaban el programa
con el nombre de sus productos. Esta forma de publicidad despertaba pocas
críticas. Pero el secretario de Comercio se opuso a la comercialización de la
radio.
´Es inconcebible que permitamos que una posibilidad tan
considerable de servicio, de información y de entretenimiento sea ahogada con
propósitos comerciales por la charla publicitariaª
Su posición tuvo apoyo de varios funcionarios de estado. En la sociedad norteamericana, esta posición estaba condenada de antemano. Los oyentes estaban más interesados en un entretenimiento ´gratuitoª que en una programación de calidad.
La publicidad fue resistida durante un tiempo, pero llegó
inevitablemente. Fue artificialmente aplazada durante un breve período por la
American Telephone and Telegraph Company, que controlaba muchas patentes. Al
comienzo, la publicidad fue moderada. El público estaba dispuesto a oír la
publicidad con tal de poder disfrutar sus programas. El dinero de la publicidad
hacía posible la contratación de cómicos, cantantes y de orquestas. Los
radioteatros semanales se hicieron populares. Al final de la década de 1920,
los principales problemas de la radio como medio de comunicación de masas
estaban solucionados. La crisis de 1929 tendría una escasa incidencia negativa
sobre la radio.
Alta audiencia
La edad de oro radial fue en 1930 y 1940. Dos décadas
críticas para la sociedad norteamericana. La "gran depresión" y la
segunda guerra mundial fueron hechos que repercutieron en el destino de todo
ciudadano, pero afectaron poco a la radio.
Al final de la década de 1930 existía un promedio de poco
más de un receptor por cada hogar en los Estados Unidos. Este notable aumento
se produjo a pesar de los diez años de depresión económica.
La radio llenó las necesidades de millones de personas en
crisis durante una época difícil. Proporcionaba música para reanimar sus
espíritus caídos, cómicos que les divertían y noticias dramáticas que les
distraían de sus problemas personales. Las noches de intérpretes aficionados,
el teatro, las series de episodios, las aventuras del Oeste y los números de
variedades, eran programas seguidos fielmente por sus oyentes, una noche tras
otra. Una persona que caminara por una calle en una noche de verano, mientras
algún cómico popular estaba en el aire, podía escucharlo sin interrupción a
través de las ventanas abiertas de las casas frente a las que pasaba. Durante
la segunda guerra mundial, la industria de la radio puso todos sus recursos al
servicio del Gobierno federal. Informativos sobre la guerra, propaganda
doméstica, venta de bonos de guerra, etc., fueron desempeñados por la radio.
La fabricación de receptores quedó totalmente restringida
durante la guerra. En los años de la posguerra, la radio enfrentó la
competencia de la televisión. Tan pronto como las familias pudieron pagarse su
televisión, abandonaron la radio.
Frente a la posibilidad de ser desechada, la radio se vio
forzada a buscarnuevas necesidades públicas a satisfacer, que no fueran
servidas con eficacia por la televisión. Consiguió encontrarlas, Durante las
décadas de 1930, de 1940 y hasta a principios de 1950, la radio había logrado
capturar la atención de la familia norteamericana durante las horas nocturnas o
fue desplazada de la sala de estar al dormitorio, la cocina, el automóvil y la
playa.
La tecnología de la radio a transistores, con receptores de
tamaño minúsculo, consiguió proteger a la radio del declive de posguerra, que
había afligido a las salas cinematográficas a causa de la televisión.