Tecnología,
Medios De Comunicación Y Educación:
Retos
Para Un Nuevo Siglo
Luis A. González
Pérez
Universidad
de Puerto Rico
Arecibo,
Puerto Rico
La transformación
constante de la época actual, la penetración cada vez mayor de la tecnología en
la vida cotidiana de los seres humanos, es el centro de los asuntos discutidos
por los intelectuales y académicos.
Marshall Berman[1]
expresa ese sentimiento de expectativa y aventura en el que se encuentran los
hombres y las mujeres; con una cita
de Marx: “todo lo sólido se evapora
en el aire”. Por eso hay, un genuino interés en tratar de otear el horizonte,
para ver en dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Sin embargo, la época de las teorías
grandilocuentes, de los grandes gestos revolucionarios, de las utopías de los
paraísos terrenales, ha pasado.
Los intentos por construir las explicaciones totales, los metarrelatos
fundacionales son mirados con recelo entre los que discuten estos
asuntos.
Hay
que resolver un dilema, apremiante;
¿cómo se inserta la universidad clásica, la que considera la cultura
libresca que requiere unas formas
de aprender específicas que hoy resultan difícil de explicar?. Por otro lado, se ha señalado que el
valor supremo hoy día es el hedonismo.
Nuestro
propósito en esta reflexión es considerar algunos puntos sobre la pertinencia y
las posibilidades de la institución universitaria en un siglo, cuyos valores se
han transformado. En una cultura en
la cual sobresale el hedonismo como su signo, se requiere de un gran esfuerzo
para ajustar la institución a su tiempo.
Zigmunt Bauman[2]
ha intentado explicar cuáles son las prioridades de lo que él también llama
“sociedad del consumo”; por la
sangre de ésta corre el virus de aburrimiento; este es el síndrome de los que tienen
tiempo libre y no encuentran nada que hacer. Sí como afirma Bauman el signo de
nuestro tiempo es, precisamente, el no ocuparse mucho tiempo en una misma
actividad, cómo podríamos entonces lograr que los estudiantes universitarios se
apliquen con empeño a alguna tarea.
Francisco
José Ramos[3],
profesor de la Universidad de Puerto Rico, se ha planteado el estado actual del ambiente universitario del país y
sus conclusiones son muy similares a las de Bauman. “El estudio, la disciplina y la
paciencia, propios del talante universitario, resulta hoy algo completamente
ajeno y extraño para la mayoría de los estudiantes que acceden a la educación
universitaria”, señala Ramos. En un ensayo suyo se pregunta si la
universidad es un anacronismo; sí
está pasada de tiempo, por no decir, de moda; cómo encaja esta institución, en tiempos
en que la cultura va corriendo la misma suerte que los demás productos de esta
sociedad. “Lo efímero y lo volátil,
ataca de inmediato los productos
culturales, convirtiéndolos en obsoletos y anticuados antes de que se fije la
atención sobre los mismos”[4]. La mira de Ramos está dirigida hacia la
cuestión de la sobrevivencia de la universidad ante una situación como ésta, sin
que esto implique ninguna predicción escatalógica o apocalíptica. Para Ramos “la marca de nuestra
civilización, la actual, se caracteriza porque no hay que hacer ningún esfuerzo
intelectual o de pensamiento para responder a nuestras propias dudas e
interrogantes, llámense estas políticas, religiosas, morales o de cualquier otra
índole”[5]. Las palabras de nuestro colega, nos
hacen pensar en las de Kant, pronunciadas en 1784:
Tengo
a mi disposición un libro que me
presta su inteligencia, un cura de almas
que me ofrece su conciencia, un método
que me prescribe la dieta, etc, etc. Así
que no necesito molestarme. Si puedo
pagar no me hace falta pensar; ya habrá
otros que tomen a su cargo en mi nombre
tan fastidiosa tarea[6].
Otros
académicos puertorriqueños se han planteado estos cuestionamientos, tratando de
situar en algún terreno la educación universitaria del país. La publicación reciente (2001) del libro
de Héctor J. Huyke[7],
profesor también del sistema de la UPR, plantea el problema del papel del
profesor, frente a su salón de clases; la posición de Huyke en su libro,
Anti-profesor, no plantea una pregunta, cuya respuesta tiende a
lamentarse por la tradición.
Reconoce el estado de la cuestión sobre la penetración de las tecnologías
en el ámbito de lo universitario, y entiende que no hay por que asustarse con
esa situación, ya que “toda cultura humana ha hecho uso de tecnologías[8]. Lo importante sería, para Huyke,
entonces, analizar las tecnologías para determinar cuál es el sentido y la
dirección de las mismas. Es
importante señalar que el autor es profesor en una universidad cuyo fin inicial
en su fundación fue la ingeniería y la agronomía, y que aún se mantiene como una
de las principales universidades en sus ofrecimientos
académico-tecnológicos.
En
la década del 70, el Departamento de Filosofía de la Universidad de Puerto Rico,
convocó un ciclo de conferencias, con el título de “La encrucijada del hombre
contemporáneo”[9],
en las cuales se plantea el presente como encrucijada, quizás como dilema, pues
podría ocurrir que estemos frente a callejones sin salida[10]. Estos pocos datos muestran que la
situación está planteada hace ya tiempo entre los muros de la primera
institución docente del país.
En
los Estados Unidos, para la década del 70 también, se planteaban las mismas
preocupaciones. Un estudio del
consejo americano para la educación[11],
reveló que los estudiantes cada vez
le
daban menos importancia al desarrollo de una filosofía de vida. Según el estudio, muchos estudiantes evitan el desarrollo
intelectual amplio a favor de la adquisición de destrezas para el trabajo
inmediato; por esta razón los
cursos de humanidades, filosofía, literatura, y otros afines son rechazados y
desvalorizados, incluso por colegas de las áreas tecnológicas y
científicas. Aunque también, en el
campo de las humanidades se le cierra la puerta a la tecnología por
considerarla, nociva o dañina en su esencia. Ambas posturas pueden ser reconciliadas
con una cabal comprensión de los respectivos campos.
Volvamos
al artículo de Kant, mencionado anteriormente. En el mismo el filósofo intenta poner en
perspectiva su propia época. Visto
a la distancia Kant parece un
profeta. Foucault[12]
ha señalado que en este ensayo Kant construye “una ontología del presente, una
ontología de nosotros mismos”; se
pregunta qué hay en el presente que pueda tener sentido para una reflexión
filosófica. Por, lo tanto,
estamos ante un ensayo que puede ayudarnos a enfrentar la tarea que nos
corresponde, si nos miramos a nosotros mismos
críticamente.
Estamos
en una sociedad que posee todos los adelantos tecnológicos, jamás imaginados por
los seres humanos: microondas,
controles remotos, satélites, ordenadores, Internet y tantos otros. Esa es nuestra condición actual, o, como
diría Lyotard; “nuestra condición
posmoderna”[13] Por posmodernidad, Lyotard designa... el
estadio de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la
ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX.[14] Según Lyotard lo que caracterizó a la
modernidad fue la necesidad de construir relatos totalizantes, legitimadores de
las reglas de juego de los saberes,
discurso al que se le llamó filosofía moderna. Por ello, el desuso del dispositivo del
metarrelato legitimador, genera la crisis de la filosofía metafísica, y de la institución universitaria que
dependía de ella. Al tiempo en que
la sociedad se mueve hacia la edad llamada posmoderna, cambia el estatuto del
saber. Para Lyotard:
al
normalizar, miniaturizar y
comercializar
los
aparatos, se modifican ya hoy en día
las
operaciones de adquisición, clasificación,
posibilidad
de disposición y de explotación del
conocimiento. Es razonable pensar que
la
multiplicación
de las máquinas de información
afecta
y afectará a la circulación de los
conocimientos
tanto como lo ha hecho el
desarrollo
de los medios de circulación de
hombres
primero (transporte), de sonidos
e
imágenes después (medios)[15]
.
La manera
cómo estos cambios inciden sobre el saber, y la educación, no debe soslayarse. Detengámonos en el último punto señalado
aquí por Lyotard; es decir, el de
los medios de comunicación y el rol protagónico que tienen en la configuración
de la cultura actual, asunto en el que coinciden los teóricos preocupados por
encontrarle un sentido a nuestro tiempo.
En
septiembre de 1990, se llevó a cabo en Puerto Rico un seminario sobre el tema de
la “televisión y la educación”, auspiciado por la Fundación Angel Ramos[16].
Ésta fue fundada por el propio Angel Ramos, empresario dedicado a las
tele-comunicaciones y la prensa. En
este seminario participaron destacados humanistas y educadores del país, quienes
señalaron cómo la televisión comercial ha alterado los patrones de vida, los
hábitos y costumbres de la conducta individual y colectiva. En el ensayo del
profesor Ramos, mencionado anteriormente, también se destaca este aspecto. Para Ramos nuestra cultura está
subordinada a las pautas y
criterios dictados por el consumo
indiscriminado y masivo de información, que arrasa por completo con la capacidad de
discernimiento; los medios nos
dictan qué y cómo es la realidad;
se suma a esta situación el desinterés por todo lo que exija esfuerzo,
atención, paciencia, observación y la conquista de la autodisciplina. Nuestra época es paradójica; hoy se puede percibir en términos
físicos, lo infinitamente grande (macro-cosmos) y lo infinitamente pequeño
(micro-cosmos), sin embargo, aumenta la cantidad de personas con muy poca
información. Las posibilidades de
acceder a la información es vasta, pero pocos se interesan en escudriñar dentro
de ella.
Ha
pasado desapercibido el hecho de que las nuevas tecnologías son un desafío para
poner en marcha un poderoso
esfuerzo
intelectual que haga de la gimnasia intelectual, un disfrute de nuestra
sensibilidad (estética), en lugar de ser un obstáculo o un sustituto de la
inteligencia humana. Es un gran
reto intelectual la comprensión de la estructura conceptual contenida en las
tecnologías y en las ciencias naturales. Además, la búsqueda de criterios para
la evaluación ética de tecnologías es una de las tareas de investigación de más
interés en la filosofía de la tecnología.
Por ello deberíamos acercarnos con el fin de buscar una respuesta que nos
permita reorientar el sendero.
El
tema de los medios de comunicación ha sido un factor clave en los
cuestionamientos sobre la cultura actual. El prestigioso filósofo y
lingüísta norteamericano, Chomsky, ha señalado que:
Los
medios de comunicación de masas
actúan
como sistemas de transmisión de
mensajes
y símbolos para el
ciudadano
medio. Su función es la
de
divertir,
entretener e informar,
así
como inculcar a los individuos los
valores,
creencias y códigos de
comportamiento
que los harán
integrarse
en las estructuras
institucionales
de la sociedad, En
un
mundo en el que la riqueza está
concentrada
y en el que existen
grandes
conflictos de clase, el
cumplimiento
de tal papel requiere
una
propaganda sistemática[17].
Por lo tanto, la “paideia” de la sociedad actual se transmite en gran
medida, a través del filtro de los medios de comunicación, que se ocupan de
trazar los vericuetos, por medio de los cuales el poder y el dinero criban la información antes de su transmisión,
además de que las
discrepancias se marginan, permitiéndole al poder y a los intereses privados,
difundir el mensaje adecuado para el público. Para poder captar el alcance de las
actuaciones de los medios de comunicación, se necesita de una macrovisión y
microvisión, de su funcionamiento. Un elemento importante cuando se trata de
explicar el fenómeno de la uniformidad de la información, y de la imagen que se
proyecta, es la considerable limitación de la propiedad de los medios de
comunicación. Los datos son más que
reveladores. Por ejemplo, en los
Estados Unidos existen veintinueve grandes organizaciones de medios, que dan
cuenta de más de la mitad de la producción de periódicos, y de la mayoría de
ventas y audiencias de las
revistas, emisoras, libros y películas;
la información nacional e internacional se reduce a sólo tres fuentes
nacionales[18]. La tenencia de la propiedad de los
medios de comunicación en pocas manos es el primer filtro de la información,
además de los de la publicidad (propaganda), el suministro de noticias (centro
de poder, empresas), los reformadores de opinión (mecanismo de quejas y
amenazas) y la ideología.
Pierre
Bordieu[19],
también ha abordado el asunto del papel de la televisión; según éste, la
televisión pone en muy serio peligro las diferentes esferas de la producción
cultural. Las esperanzas de Bordieu
se cifran en la posibilidad de una crítica del medio que evite que el mismo se
convierta en un instrumento de opresión simbólica, en lugar de un instrumento de
democracia directa[20]. Los filtros de los que habla
Chomsky, se convierten en, Bordieu, en mecanismos anónimos, invisibles, “... a
través de los cuales se ejercen las censuras de todo orden que hacen que la televisión sea un colosal
instrumento del orden simbólico”[21].
Una
posible respuesta a la pregunta por la vinculación entre las humanidades y la
tecnología la podríamos encontrar en Gianni Vattimo[22]. En el segundo capítulo de
El fin de la modernidad, titulado “La crisis del
humanismo”, señala que dicha crisis se relaciona con el crecimiento del mundo
técnico y de la sociedad racionalizada en el siglo XX. Para Vattimo hoy se habla por lo común
de crisis del humanismo precisamente en relación con la técnica”[23]. El humanismo se sostiene sobre la
creencia de que existe un fundamento, una esencia, un relato en el que se afirma
al hombre como centro de la realidad;
por ello cuando se habla de crisis del humanismo, se quiere caracterizar
como el proceso general de deshumanización que “comprende... el eclipse de los
ideales humanistas de la cultura a favor de una formación del hombre centrada en
la ciencia y en las facultades productivas racionalmente dirigidas”[24]. No obstante, el sujeto que quiere
protegerse de la deshumanización, es precisamente el que ha provocado dicha
deshumanización, ya que la subjetividad es pura objetividad y tiende a convertirse en objeto de
manipulación. Desde Nietzsche ya está planteada la despedida de la
subjetividad; la misma está
destinada a la nada, al olvido.
Esta
polémica es la que late en la institución universitaria, cuando en el fondo nos
preguntamos, o nos plantemos, la posibilidad de una integración entre el humanismo y la técnica. Para Vattimo la supuesta amenaza de la
técnica para el humanismo, es simplemente una apariencia; son momentos
diferentes de un mismo proceso[25]. Refiriéndose a Heidegger, Vattimo dice
que éste plateó la necesidad de pensar la esencia de la técnica y sugiere que en
el cuestionamiento de la técnica hace falta un adelgazamiento del sujeto[26],
en lugar de un sujeto fuerte que sea el centro absoluto; es decir, que no sea la esencia
metafísica que ha empañado a la filosofía occidental.
Nuestra
conclusión a estos planteamientos considerados hasta aquí, es que como sostiene
Rorty[27],
“siempre habrá espacio para la creación de sí mismo, pero ninguna creación de sí
mismo puede ser ratificada por algo que se halla fuera de ella”[28]. La posibilidad de la sobrevivencia
de las humanidades, no es una alarma, sino un cambio de sintonía. Es obvio que ha habido cambios
fundamentales durante el pasado siglo;
es obvio que dichos cambios han cambiado la cultura, pero no han acabado
con ella porque las tecnologías son una creación suya también. Ellas no son Frankestein. Esa sería una visión nostálgica y
demonizante de las tecnologías.
Nos toca investigar e innovar también las formas en que procesamos la
información, cómo las transformamos o alteramos y también determinar cómo nos
afectan; tareas que siempre
han sido el objeto de las humanidades.
En
el proceso de la creación de sí mismo el ser humano ha producido las tecnologías
que le han permitido mejorar sus condiciones de vida; sin embargo, el triunfo de la razón
calculadora o instrumental parece amenazar la valoración que en el pasado se
tenía de las humanidades, en su sentido clásico.
Desde
siempre ha sido objeto de las humanidades la transmisión de las expresiones
culturales y la interpretación de las mismas. Ese mismo seguirá siendo, como ayer, la
condena de Sísifo, mientras tengamos que enfrentarnos a nuevos
retos.
No
podemos negar el impacto que tienen los medios de comunicación y las tecnologías
en todos los aspectos de la cultura contemporánea. Lo importante sería no separar como
ámbitos irreconciliables entre tecnologías y las humanidades, sino reconocer que
la técnica ha sido un factor de las propias creaciones culturales-espirituales
del ser humano, en el que sólo es posible separarla en una concepción dualista (metafísica) de la persona humana. En el proceso de la creación de sí
mismo, el ser humano se ha dado la técnica para mejorar sus posibilidades de
vida; y el triunfo de la propia
razón calculadora, instrumental, parece amenazar esa valoración que en el pasado
se consideraron, actividades humanizantes.
Universidad
de Puerto Rico en Arecibo
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Puerto Rico
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3950
Correo
electrónico:
[email protected]
[1]Berman, Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el
aire: la experiencia de la
modernidad. México: siglo XXI. 1988.
[2] Bauman. op. Cit. P. 50-51.
[3] Ramos, Francisco José. “¿Es la universidad un
anacronismo?” Exégesis 9 (1996)
p. 2-7.
[4] Bauman. op. cit. p.
50-51.
[5] Ramos, Francisco José. op.cit. p.
3.
[6] Kant, E. “¿Qué es la Ilustración?” en Filosofía de la Historia. México, Fondo de Cultura Económica,
1978. p. 25-38.
[7] Huyke, Héctor José.
Anti-profesor.
Río Piedras. Editorial UPR
2001.
[8] Ïbid. p. 80.
[9] La encrucijada del hombre
contemporáneo (Ludwig Schajowicz, editor) Río Piedras. Editorial Universitaria,
1987.
[10] Ibid. p. 9.
[11] The Humanities in American Life. Report of the Comission of the Humanities, Burkcley: University of California Press, 1980. p. 1-24.
[12] Foucault, Michel. “¿Qué es la Ilustración?”
. Saber y
verdad., Madrid: La
Pigueta, 1991, p. 198.
[13] Lyotard, Jean Francois. La condición posmoderna. Madrid: Cátedra, 2000.
[14] Ibíd. Pág.
9.
[15] Ibid. p. 10.
[16] La televisión y la educación. Fundación Angel Ramos, Inc. San Juan,
1991.
[17] Chomsky, Noam. Los guardianes de la
libertad.
Barcelona: Griyalbo,
Mondadori, 1995.
[18] Ibid. p. 27.
[19] Bordieu, Pierre. Sobre la
televisión.
Barcelona: Anagrama,
1997.
[20] Bordieu. op. cit. P.
11.
[21] Ibid. p. 20.
[22] Vattimo, Gianni. El fin de la modernidad: nihilismo y hermenéntica en la cultura
occidental. Barcelona: Gedisa,
2000.
[23] Ibid. p. 35.
[24] Ibid. p. 35.
[25] Ibid. p. 40, 41
[26] Ibid. p. 46
[27] Rorty, Richard.
Filosofía
y futuro. Barcelona: Gedisa,
2002.
[28] Ibid. p. 164.