Por. Anelio Merry López
El artículo "¿Mamá y quién creó el mundo?
Los complejos dilemas de educar desde la
diversidad cultural" de la Dra. Zayda Sierra de
la Universidad de
Antioquía,
Colombia, nos permite reflexionar y analizar
sobre lo ha sido y lo que
representa en
estos momentos la educación para nuestros
pueblos indígenas. El
artículo que
nos sirve de referencia inicial nos lleva a
consideraciones que pocas
veces se cuestiona abiertamente en un sistema
que se ha caracterizado impositivo
e intolerante hacia otros grupos humanos, como
son nuestros pueblos indígenas que tienen
marcadas particularidades y que tienen una
cosmovisión definida. |
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Desde que el primer europeo pisó nuestro continente
Abiayala (América) en 1492, hasta el sol de hoy, el
sistema occidental imperante no ha cesado con sus
prácticas impositivas en la mentalidad de nuestros los
pueblos indígenas, acciones de
las cuales no ha escapado el pueblo guna.
En 1907, a 4 años de la creación del Estado panameño, el
pueblo guna inicia un
proceso sistemático de recibir imposiciones a través de
la escuela que estaba concebida como mecanismo de
aniquilamiento de las culturas y prácticas
tradicionales, la
cosmovisión de nuestros pueblos, y por supuesto de
introducirles las nuevas
creencias religiosas
que sustenta la concepción cristiana, que existe sólo un
Dios e invalida el resto de las creencias, entre
ellas las creencias de los pueblos indígenas.
Después de cien años de la introducción de la escuela en
la región de Gunayala como mecanismo de colonización
cultural no ha sido para menos, mucho ha
transformado en la
mentalidad de muchas de nuestras generaciones. Sinembargo, a
pesar del arrollador aparato de colonización aún
persiste como
sustento y fundamento espiritual y la creencia del
pueblo guna que el mundo ha sido concebido por
Babdummad y Nandummad que contrasta literalmente con la
religión cristiana.
La experiencia de la Dra. Sayda con su hija nos permite
retrotraer experiencias
particulares vividas
en salones de clases en la escuela de nuestra comunidad
natal cuando
unas monjas maestras nos perseguían para bautizar y nos
calificaban
con bajas notas si no acudíamos los domingos a misa. Nos
amenazaban que
si no bautizábamos, no iríamos al cielo y tampoco
podíamos seguir con nuestros estudios sin
certificado de bautizo.
Por su parte, nuestros Guías Espirituales, nuestros
ancianos nos inculcaban que
para llegar al reino
de los Creadores tenía que trabajar la tierra, convidar
a los demás,
amar la naturaleza, ser honesto, practicar la
solidaridad, entre otros
valores. Principios
que hablan de los fundamentos que descansa la cultura
guna que está representada en la estructura
tradicional de la casa (onmaggednega), que a pesar de
todo seguimos
practicando, quizás esto nos ha servido para sobrevivir
en este mundo tan complejo y cambiante.
El tema de la religión siempre ha sido polémico. La
religión cristiana, creencia que se ha impuesto a una
gran parte de los pueblos del mundo, por su parte, no ha
tolerado cuestionamientos, más bien se ha concebido como
la única y verdadera.
Contrario a los seguidores de esta doctrina que han venido haciendo desde
su inicio en
nuestra Abiayala. Toda práctica indígena era y es
cuestionada, es mal vista por muchos de
sus seguidores que no han dudado de catalogar como
paganos, bárbaros y salvajes a quienes se debían de
cristianizar o civilizar.
En una reciente actividad realizada por el Equipo
Proyecto EBI-Guna en la comunidad de
Gardi Sugdub, unas docentes no indígenas se incomodaron
y amenazaron en
retirarse del taller cuando uno de los compañeros alude
a la religión cristiana
y sus
contradicciones. Al igual que muchos
de sus seguidores
hay quienes no toleran
cuestionamientos, pero ellos diariamente siguen
cuestionando las creencias y
prácticas de los pueblos indígenas. En Gunayala al
menos, actualmente,
hay más
de 10 denominaciones distintas de grupos religiosos o
los llamados sectas que
tienen incidencia enorme en la población.
Hace algunos años en la comunidad de Yandub / Nargana,
una joven, hija de un botánico
guna atrevió quemar los
"nussus"
figuras sagradas en la cosmovisión guna ante tanta
insistencia del pastor de su congregación que
cuestionaba diariamente entre sus miembros la
práctica del pueblo y su respeto hacia los "nussus".
La escuela y su sistema ha sido la mejor aliada en la
tarea de evangelizar y alienar a
nuestras poblaciones que cuentan con creencias
y cosmovisiones particulares,
que con el tiempo muchos llegaron a menospreciar,
mientras la suya presenta
como la única y verdadera, aquella que con la cruz y
espada trajeron desde otro
continente.
Sin embargo, si nos adentramos a la cultura de nuestros
pueblos encontramos con muchos conocimientos, valores y
principios, que en un inicio los colonizadores con la
clara intención de justificar sus atropellos y
barbaridades contra los pueblos
indígenas, simple y llanamente lo presentaron como
brujerías o hechicerías, lleno
de supersticiones, los cuales tenían que eliminar y ser
sustituidos por otros que
desde el viejo continente traían, incluyendo, su Dios.
Habrá sido todo un acontecimiento para muchas de
nuestras generaciones de
hoy, el saber que unos científicos descubrieron "que las
plantas se comunican",
publicado en la popular revista internacional National
Geografic" hace algunos
años. Otros descubrimientos que han dado a conocer que
hacen decir: "Si usted es
una de esas personas que hablan con sus plantas, puede
alegrarse, ya que
recientes estudios demuestran que las plantas también
pueden comunicarse". Científicos del Instituto
Max Planck de Química Ecológica, liderados por el
apodado "hombre que susurra a las plantas", lan
Baldwin, han conseguido
descifrar cierto
grado de comunicación entre los vegetales para acabar
con
sus enemigos, las plagas, según publica la edición
digital de Deutsche Welle.
Cuando
desde épocas inmemoriales nuestros sabios ancianos
ya venían cantando y
hablando sobre la naturaleza de las plantas, de los
árboles cuando se referían a Wago, Gubiler y a
Masardummi quienes eran los nelegan o sabios que
escudriñaron y comprendieron todo su proceso. Igual le
habrá parecido sorprendente
que unos
científicos chinos llegaran a la conclusión que las
piedras tienen vida cuando en un diario local nos
sorprendió con esta noticia. Mientras nos parecía
absurdo el
conocimiento de un viejo anciano guna cuando hablaba con
sumo delicadeza a la
piedra ("aggwanusa") que usa para sus curaciones. Para
las culturas modernas,
occidentales que han considerado que "la tierra es
sorda, muda e inanimada".
Sin duda, más de uno habrá quedado impresionado cuando
una televisora local
recientemente en su noticiero dio a conocer que unos
científicos californianos de
Estados Unidos descubrieron en sus investigaciones que
las personas aprendían
en los sueños. Cuando era común escuchar a los ancianos
que los neles, entre
otras personas aprendían en los sueños (gabgi ibmar
durdagsa).
Todo un acontecimiento fue otro día cuando en un diario
local apareció la noticia
con el título: "brebaje kuna puede salvar vidas". Más de
un medio de comunicación concentró su interés en saber,
en qué consistía el "brebaje".
Cuando para
el pueblo guna parecería común tomar la bebida del
cacao, por sus nutrientes
y su
importancia para sus curaciones y ceremonias. Hasta
cuando científicos norteamericanos se sorprendieron por
sus propiedades antioxidantes, que al mismo tiempo
contribuye a mantener la estabilidad de presión
sanguínea.
Más de una ocasión los especialistas de la medicina
occidental, científica estuvieron
con el
dictamen de amputar brazos y piernas a pacientes gunas,
porque a
la luz de
la ciencia no había ninguna otra opción para salvar la
vida del infortunado paciente. Pero cuando interviene el
conocimiento, la sabiduría del botánico guna
contra todo el
pronóstico científico la realidad es otra. Uno de los
últimos
casos ocurrió con un comunero de Mirya Ubgigandub
que fue atropellado por un carro,
a
quien le habían dictaminado como salida, amputarle la
pierna, pero se ingenió con
ayuda de familiares salir del centro hospitalario sin
anuencia del doctor del Hospital
Santo Tomás para trasladarse a Gunayala en busca de
asistencia de un inaduled
(médico tradicional). Después de varios meses regresó
caminando ante los ojos
del mismo doctor que quiso amputarle la pierna.
El sistema educativo de forma sistemática se encargó de
cambiar nuestra mentalidad y nos hizo incapaz de
entender y valorar lo que la sabiduría de nuestro
pueblo podría hacer en el tema de la salud, la
psicología, la ecología, la
educación, entre
muchas otras áreas del conocimiento humano.
Muchas de las generaciones de hoy son incapaces de
comprender y asimilar estos conocimientos que son
transmitidos
a través de los cantos tradicionales, las veces que
canta un
Sagla
en la casa de
onmaggednega (casa de congreso).
Y
muchos prefieren no saber nada de la cultura
guna y para colmo de males afirman que estos son del
pasado que deberían de
modernizar.
La escuela y la iglesia han sido las dos instituciones
principales del estado
panameño
que sirvieron
y siguen siendo aliados inseparables en el proceso de
aculturamiento y homogenización de nuestros
pueblos indígenas. Lo que se ha
convertido
como instrumentos de
penetración y de manipulación efectiva en su
transformación.
Si bien es cierto, la iglesia bautista y católica,
especialmente, la católica han procurado cambiar ante la
necesidad del pueblo guna de seguir valorando y
practicando su
espiritualidad en los últimos años, aún existen grupos y
siguen
llegando a nuestra comunidades desvalorizando nuestras
prácticas que para ellos
son contrarias a la creencia cristiana. Cosa que
nuestros máximos organismos
han tolerado.
El Libro "Los Kunas entre dos sistemas educativos", del
Dr. Aiban Wagua por
su lado, nos lleva a consideraciones más profundas donde
pone entredicho la realidad
educativa en nuestra región que resulta preocupante. El
sistema se encuentra cuestionado ante los resultados
poco convincentes. Los fracasos,
la deserción entre otras deficiencias demuestra la
inoperatividad del sistema en nuestras áreas.
¿Por qué tantos fracasos y deserciones en Gunayala? No
sólo para nuestros pueblos indígenas el sistema
educativo panameño se haya en el límite de su colapso,
sino también para toda la república.
Quienes establecen políticas del Estado en caso de
materia educativa, nunca se
han preocupado por esta realidad. Y han sido incapaces
de entender que los
pueblos indígenas tienen una realidad diferente, que
tenemos nuestro idioma materno, particular, que tenemos
necesidades distintas que debería tener un
sistema adecuado a su
realidad social y cultural. El sistema que ha imperado
por más de cien años en caso de Gunayala ha
logrado resultados de mucha
preocupación.
Primero, el sistema ha venido orientando a muchas
generaciones
gunas, sin darse cuenta o mejor conscientemente, que en
la metrópoli únicamente
existe
una salida para el éxito, y para tener éxito debe
olvidar su idioma, dejar su
cultura, entre otros valores, es decir, todo. Es así que
una gran cantidad de
generaciones salen de las comunidades hacia las
ciudades, no sólo ocurre entre
las poblaciones
indígenas, sino, también poblaciones no indígenas de
áreas rurales
que ha ido masificando sus migraciones. Pero
resulta, aquellos que se quedan generalmente no
saben qué hacer, porque nunca fue educado y
preparado para
trabajar la tierra, sino que el sistema lo ha orientado
para el servicio que es la característica de la
realidad panameña y muchos se quedan como inútiles y
crece los problemas sociales y finalmente quedan
atrapados en la drogadicción tal como ocurre
actualmente.
Para ello es definitiva la necesidad de implementar la
educación bilingüe
intercultural,
donde los estudiantes
gunas, no sólo, se preparen entendiendo su
realidad social y cultural, sino también tenga la
capacidad de entender y
desarrollarse en el
ámbito nacional y universal. Las cifras demuestran que
el sistema es inadecuado.
En ese sentido, las consideraciones de la Dra. María
Cristina Tenorio en su artículo Psicología y diversidad
Cultural viene justamente a responder estas
realidades. La población
guna se prepara fuera de su contexto local, fuera de sus
necesidades lo que sugiere que la mejor manera de buscar
el desarrollo de
nuestras comunidades es justamente centrar en lo que la
población necesita
en el
marco de su realidad.
LA EDUCACIÓN DESDE LA MADRE TIERRA
Sin duda alguna, la Madre Tierra y sus manifestaciones
nos enseñan hasta lo más
impensable que sólo conociendo y entendiendo hemos de
descubrir
la
maravillosa
enseñanza que podemos lograr. En ese sentido, podemos
hablar sobre la
naturaleza y sus manifestaciones. Enseñanzas que nunca
hasta ahora los sabios nuestros han dejado de
repetir, donde una gran cantidad de generaciones les ha
sido difícil de entender su lenguaje y significado.
Cuando hablamos de la grandeza de la naturaleza, por
ejemplo, nos remite, a los cantos tradicionales, a los
relatos.
Por ello, hablar del medio ambiente, la naturaleza,
ecología para el pueblo guna, es hablar de Wago, Gubiler,
Wagibler y Masardummi. Personajes que pertenecen a la
sabiduría y la memoria histórica de nuestro pueblo
relacionado con el cuidado, conservación y defensa de la
madre naturaleza que constituye uno de los elementos
fundamentales de la cosmovisión guna.
Wago,
habló sobre el amor y cuidado que debemos de ofrecer a
todo lo que existe
en esta tierra que creó Babdummad (Gran Padre). Wago
cantaba dicen los
abuelos: "Yo soy el hermano de las flores. Mi hermana la
brisa me abanica". Así
cantaba Wago, a las estrellas, a las aguas, a los
árboles y a todas las especies.
Mientras que Gubiler, considerado como Sabbinele (el
sabio de los árboles)
en sus
enseñanzas, profundiza las relaciones del hombre con los
árboles, las plantas, su
lenguaje, su organización, sus sentidos y necesidades.
Por su parte, el Gran Nele (sabio) Wagibler, legó sus
conocimientos sobre el
comportamiento, la
organización y el lenguaje de las aves, sus relaciones
con otros
componentes del universo. Finalmente el Nele Masardummi,
profundizó sus
conocimientos sobre
la creación del universo, el origen de la Madre Tierra,
sus
relaciones con Baba y Nana, o sea el Gran Padre y la
Gran Madre y su equilibrio entre todos los
elementos que compone la vida.
De esta manera para el guna nada en este mundo existe de
forma aislada,
independiente, sino que todo se interrelaciona y se
mueve en torno a la Madre
Tierra. Se concibe
que todo es integral, existe el espíritu y el
sentimiento de la
reciprocidad. Las plantas, los animales, es decir, toda
la biodiversidad es producto de
un mismo origen, pero de diversas tinajas, dicen
nuestros ancianos, en ese
orden se habla de la fraternidad cósmica.
-
"No hemos venido solos. Hemos salido una multitud
hermosa de la madre, de la gran Madre Tierra", decía el
gran Nele Wagibler. "Tanto los animales alados como
aquéllos que se arrastran, los que usan la cabeza para
apoyarse, todos ellos, y nosotros estamos jalando las
tetas de la gran madre", así enseñaban nuestros
ancianos.
En ese sentido, el principio de la simbiosis entre el
hombre y su entorno ha sido y
sigue siendo la base en que se fundamenta el
equilibrio y la armonía entre todas
las especies del universo. El guna concibe que nada ni
nadie es superior a otro. Cada ser o especie tiene una
función específica que cumplir para la continuidad de la
vida dentro de un marco de respeto y tolerancia.
Sin lugar a dudas, la sabiduría guna, sobre la
biodiversidad, los recursos naturales
es rica, amplia y profunda. En ese punto Nele Wagibler
advertía que, "Nosotros
vamos tomados de la mano con todos ellos, es decir, de
los animales, las plantas
para dejar nuestros huesos en el regazo de esa Madre
Tierra. Y a pesar de contar
con alas- decía Wagibler refiriéndose a las aves- le
resulta imposible dejar la
vasta tierra por más que quisieran.
Conocimientos que aún hoy, a pesar de las grandes
influencias del hombre contemporáneo con su visión
individualista y destructiva con respecto a los recursos
naturales no ha perdido su valor. Si bien es cierto, que
estos conocimientos milenarios han venido sufriendo cambios, muchos de los
cuales en evidente deterioro y disminución, no
obstante, aún en muchos aspectos se mantienen siendo el
norte de sus proyecciones y esperanzas para un futuro
armonizado y sostenible.
Según la cultura guna, el amor, la defensa y la
protección de los recursos naturales con la toda
biodiversidad son sentimientos inherentes que se
condicionan en “sabbibenega”. Sabbibenega, el término guna, que
se refiere al lugar
donde se preparan,
se instruyen a todos los seres, antes llegar a la vida
terrenal. Allí en ese sitio Nele Gubiler, por su
parte, descubrió la presencia de Dada
Olobendaggaliler,
padre de los árboles, quien transmitió los misterios y
secretos de las plantas, árboles y arbustos.
Nele Gubiler decía: "Los árboles, las plantas, los
arbustos nos protegen, nos
ayudan a vivir, son
nuestros hermanos. Las plantas son mujeres que adornan
la Madre
Tierra. Por eso todo florece, toda da fruto, todo crece.
En otras palabras,
desde el principio de
la creación a todas las especies, sin excepción alguna,
se le
encomendó la maravillosa misión de conservar, de
proteger, producir, defender y
amar a la Madre Tierra, de tal manera que permita
seguir ofreciendo sus frutos de
generación en generación. Por eso nuestros ancianos
dicen: "bela ibmar unar
buggwa", (todas las cosas están instruidas) es decir,
según la cultura guna, tanto el
hombre como los animales, las plantas, los palos, las
rocas, el río, el mar, los
vientos, los remolinos, hasta los más insignificantes
insectos, están instruidos,
orientados por el espíritu de Baba y Nana del Gran Padre
y de la Gran Madre en
su misión de responder a las necesidades de la Madre
Tierra. Pues en la creencia
guna todas las cosas tienen burba, espíritu y
vida.
El conocimiento del pueblo guna, descansa en un respeto
reverencial, espiritual
hacia la diversidad biológica,
que es sentida, palpable y constante a través de su
memoria histórica:
"Las plantas, los arbustos, todos los vegetales
respiran, comen, sudan, sufren como los hombres. Sorben
como nosotros el frescor de la leche que nos ofrece la
Madre Tierra.
El río del que bebemos es el mismo río del que beben
las plantas, los árboles". Y en la medida que "sepamos
cuidar de ellos, ellos sabrán cuidarnos también. Cuando
sepamos respetarlos, ellos sabrán respetamos"5,
dicen nuestros ancianos.
Por eso, cada mañana al salir el sol un anciano
guna con una canasta a cuestas recorre sendos parajes y
caminos colmados de flores, árboles y arbustos, y en
cada hoja o un trozo del árbol encontrará una
esperanza, una sonrisa para el
hermano dolido. En una señal innata de reverencia levantará su voz
invocando a sus creadores y al espíritu del
hermano para pedir su asistencia. Y en lo más
profundo de su
corazón sabrá que una comunicación mágica se
desencadenará para responder a su llamado,
cumpliendo así los designios de los Creadores,
encomendado desde
Sabbibenega. En ese sentido, el árbol y las demás
especies comparten los beneficios que ofrece la
gran Madre Tierra.
La cultura guna, su sabiduría, su religiosidad y su
espiritualidad están íntimamente
relacionadas o ligadas con el respeto, la tolerancia, la
convivencia armónica y
simbiótica del hombre hacia la naturaleza o lo que
nosotros conocemos como la
Madre Tierra.
Cualidades
y principios en que se ha destacado su cosmovisión a lo
largo y ancho de la historia, pero hoy en los umbrales
de un
nuevo milenio, donde la influencia externa con su fuerza
arrolladora sigue invadiendo
e
imponiéndose
al
mismo tiempo en la concepción de nuestros pueblos.
Se han registrado cambios dramáticos en ese sentido, la
sabiduría preservado por miles de años, por cierto, ha
ido decayendo y quedándose muchos de aquellos
en
el olvido. De esta manera, varios de estos valores ya no
son practicados en la
cotidianidad. Los ancianos depositarios de los
conocimientos, de la sabiduría
milenaria,
igualmente lo han ido arrastrando hacia sus tumbas,
frente la mirada
indiferente de una
generación que le han negado valorar lo propio, lo suyo,
su identidad.
De tal manera, que a lo largo de la historia esta
realidad ha ido incidiendo enormemente, pero de forma
fatal en la creencia guna, del indígena sobre la
naturaleza y la biodiversidad. La ambición desmedida del
hombre contemporáneo
hacia los recursos naturales, sin duda, hoy viene
arrastrando hacia una crisis
ecológica y
ambiental, y lo que supone una conquista gloriosa
del hombre sobre la naturaleza podría llegar a ser una
pesadilla de grandes
proporciones.
Con ello, se
rompe el cordón umbilical entre el hombre, la
Madre Tierra y el Universo. Las
míticas cadenas en
que se ha
unido el guna desde su existencia con su entorno,
con los recursos
naturales se han debilitado, y muchos de aquellos
valores con suma dificultad lo han preservado
hasta ahora, siendo parte integral de este universo.
Si bien es cierto, que el guna, cuenta con las formas y
métodos tradicionales tan
particulares de enseñar, transmitir y difundir los
conocimientos a su generación
aquellos que le han negado a asimilar. Aquellas formas
tradicionales que aún se
practican, donde su importancia reside en el
contacto personal, humano,
y
de convivencia social. Pero, no es menos cierto, que los
recursos actuales del mundo
moderno constituyan canales adecuados y viables
que puedan conducir para
despertar la conciencia, no sólo de nuestra propia
gente, sino como también
de otros sectores de la sociedad mundial y que a
su vez permita el reconocimiento de
la sabiduría guna, no sólo con respecto a la
biodiversidad, sino, otros
conocimientos con que cuenta, porque el guna tiene mucho
en que aportar a la
humanidad. Tomando en cuenta una sociedad que
no ha podido entender en su justa dimensión lo que
significa para el pueblo guna, en este caso, la
naturaleza,
la
biodiversidad que lo encierra en un sólo término tan
subjetivo la Madre Tierra: la
madre como fuente de vida, la base de la existencia
social y cultural de sus pueblos.
Frente esta realidad toda llega al mismo punto de
necesidades que es urgente un
nuevo sistema de
educación que esté diseñado para lograr la reinserción
de
los temas que tradicionalmente forman de parte de
nuestra conciencia e identidad.
Si bien es cierto, que el nuevo sistema que aspiramos
desarrollar en toda amplitud
no podrá sustituir la forma de nuestra comunicación
tradicional, sino que complemente o le refuerce, porque
más allá de una comunicación, la
comunicación de nuestro pueblo nace y se desenvuelve entre
calor humano y de
convivencia social
que viene y va confirmando y fortaleciendo nuestra
identidad cultural como pueblos.
En ese orden, para concluir, la lucha de nuestros
pueblos en la defensa de los recursos naturales, la
biodiversidad está ligada implícitamente en la lucha por
su subsistencia y que traduce a su vez en la lucha por
su supervivencia cultural. La implementación de una
educación bilingüe intercultural en ese sentido, resulta
una opción oportuna, necesaria y urgente para
desarrollar en toda su dimensión y que constituye una
experiencia en proceso.
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Anelio Merry López
2007
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