Los Huesos del Chamán
        Como bien es sabido entre nosotros, todos los hombres lobo tienen visones. Tarde o temprano en algún momento de nuestra vida, sufrimos esa experiencia que se mezcla con los sueños. Por supuesto, solo son unos pocos los que saben discernir el verdadero significado que tienen.

        Gruñe de Rabia, el alfa de la manada, hablaba con Aúlla Versos en la Noche sobre la seguridad del túmulo. A la derecha de éste, estaba Aullido del Acero, que asentía o negaba con la cabeza mientras escuchaba a los dos hablar . Muy atrás de aquel trío, había un Camada de Fenris que solo miraba y no preguntaba, al igual que yo, que estaba a su lado. No era más que unos ojos anhelantes de ganarme el respeto de la manada de las Garras Aladas para que me dejasen ser una hermana dentro del grupo.

        En algún punto de la conversación, entró La que Camina Descalza. El alfa terminó la frase con el Fianna y se giró para mirarla, como dándole permiso para hablar. Ella se explicó. Por lo visto, había tenido una premonición hace no mucho y sentía que Búho, el tótem de la manada, les quería decir algo. Unos huesos de un indio chamán habían sido arrancados de la tierra en la que yacían y con ello lograr perturbar el equilibrio de la zona. Aúlla de Rabia, tras escuchar a la Theurge, le dijo lo que podía hacer por ella. Si no tenia ninguna prueba real de lo de aquellos huesos, tomar cartas en el asunto, era desviarse de la misión de la manada. Tras esas palabras la Theurge, cerro muy fuerte la mandíbula y respiró hondo. Luego asintió y se marchó. En pocos minutos comenzó a llamar a todos sus contactos y que se enteraran de todo lo referente a los huesos de un chamán indio americano.

        Los días pasaban y La que Camina Descalza no tenia noticias. Había sido una premonición, eso dijo, pero adivinar en que momento es acertado actuar es muy complicado.

        Mientras tanto, Las Garras Aladas, investigaban a cerca de la contaminación de las aguas de la costa de Nueva York. Éste había sido un trabajo que había consumido semanas de esfuerzos de Aúlla Versos en la Noche. Por lo visto, alguien estaba tirando residuos tóxicos al agua y envenenándola. Lo primero a lo que se recurrió fue a lo legal. Se buceó hasta distintos puntos del agua recogiendo muestras y realizando análisis químicos y así sacar algo con lo que poder descubrir al culpable y denunciarlo. La contaminación estaba ahí, como en cualquier ciudad grande y más si hablamos de Nueva York. Pero aquellas cifras de contaminación alcanzaban tal punto que solo se podía conseguir intencionadamente. En esta ciudad de ocultismos y engaños donde el Wyrm acecha en cada esquina, es difícil acertar de donde viene el problema. Decidimos hacer algo mas que papeleo.

        Una noche, nos infiltramos en las instalaciones de la empresa que creíamos culpable. Los datos de las investigaciones nos llevaban hasta dos empresas. Una de ellas, suponíamos, que tiraba residuos encubriendo a la otra. Penetramos con dificultad en la penumbra y cuando llegamos a el punto correcto, caminamos de lado para salir. Ya estábamos dentro. Comenzó nuestra búsqueda por aquellos pasillos . Evitábamos al personal agachándonos y ocultándonos con el mobiliario. Y las cámaras de seguridad se podían sortear con facilidad, de lo contrario Aullido del Acero, no habría tenido problemas en borrar los datos de las películas. Tras un rato localizamos los archivos y se entró mientras unos pocos aguardábamos fuera para avisar de posibles peligros. Buscaron durante un buen rato, pero después de aquello, el tiempo corría en nuestra contra y no encontraban ningún dato relevante que afectara a la empresa por lo de los tóxicos, nada. Cuando se acercaba la mañana, y la empresa podía comenzar a entrar en vida, salimos de la misma manera que entramos. El primer sentimiento que me embargó fue de desilusión ¿Habíamos hecho algo? Rápidamente, se desvaneció ese sentimiento en mi, cuando vimos que en la calle un anciano estaba siendo salvajemente apaleado por dos guardias de seguridad. Nos acercamos y el alfa les dijo un par de palabras. Ante su respuesta, que fue de burla y de invitarnos a que nos fuésemos de ahí, el alfa le dio un puñetazo al que tenia más cerca y lo dejó inconsciente. El otro salió corriendo. El anciano nos dio las gracias. Al Morador del Cristal, se le abrieron mucho los ojos cuando vio al anciano, le conocía. Por lo visto, era otro morador del cristal que había desaparecido hace dos años y no se había sabido nada de él ... hasta ahora. Le hicimos preguntas y parecía estar bien, salvo por el pequeño detalle de que le embargaba una profunda tristeza. Tal vez el harano hubiese hecho presa de el. Tras aquella larga noche le llevamos a un sito seguro. Al dragón de la calle 86, un viejo Contempla Estrellas que se llamaba Ácolon. El anciano tenia que descansar, ya le vendríamos a ver cuando hubiera pasado un tiempo.

        Tras esas investigaciones, que continuarían en otro momento, y después de conocer al anciano, los días pasaron y la manada se centró en las tareas del túmulo. El Camada de Fenris y yo les seguíamos a todas partes observando y aprendiendo como trabajaba el grupo. Uno de esos días, se acerco el Alfa y nos propuso a cada uno un reto para entrar a formar parte de ellos. El Fenris tubo un combate encima de un tronco que flotaba en agua, y aunque perdió, demostró haber luchado valientemente. A mi me toco relatar una historia, debieron de ser los nervios los que me traicionaron porque no lo hice todo lo bien que debiera a mis ojos, no obstante, se me permitió entrar a la manada. Ese instante fue grande para mi.

        Un buen día, y muy deseado por parte de la Theurge debo añadir, uno de los contactos de la que Camina Descalza, llamó y le dijo que había una exposición de indios americanos en la ciudad. Lo más novedoso de aquello, es que el museo había adquirido recientemente material de un nuevo yacimiento.

        Tras hablar con el alfa y de que la Theurge obtuviera su beneplácito, se acordó ir allá lo antes posible. Montamos todos en la furgoneta, nos acompañaba un Camada de Fenris que se alojaba temporalmente en nuestra zona. Partimos hacia Nueva York.

        Tras atravesar toda la ciudad, en la zona centro de uno de los barrios, se albergaba un edificio modesto entre los gigantes rascacielos. De piedra y construcción antigua, de gruesas columnas y fría estética. Era de noche y las calles estaban prácticamente vacías. Nos bajamos de la furgoneta un poco alejados del museo, para no llamar la atención. El alfa miró en todas direcciones y luego nos miró a nosotros. Se acercó al Morador del Cristal y dijo: quédate en la furgoneta, y vigila.

        Nos acercamos al museo, La que Camina Descalza pudo ver de cerca alguno de los carteles de la exposición. Tuvo que aguantarse, parecía que quisiera saltar en aquel momento para destrozar todo el edificio a su paso. Una vez situados, pasamos a la penumbra. Se podía ver un paisaje gris, con arañas de la tejedora  haciendo telarañas por aquí y por allá. Al salir de la penumbra, nos encontramos en el interior del museo. Grandes salas conectadas las unas a las otras componían el interior, y vitrinas de distintos tamaños contenían  piezas recogidas del cementerio indio. Delante de nosotros se encontraba una gran vitrina, con una iluminación que resaltaba las piezas del interior. Estábamos delante de los huesos del Chamán. Nos transformamos todos en Crinos para ganar tiempo por si las cosas se torcían. La Theurge reventó el cristal y contempló más cerca que nunca los huesos y los cogió. Empecé a mirar a mi alrededor por si saltaba algún mecanismo de alarma, algún timbre que alertara a los de seguridad, nada. Entonces, el pasillo empezó a girar y las luces parecían apagarse lentamente. Alguien se desplomó por detrás de mi, no me dio tiempo a girarme. Cuando quise darme cuenta notaba el suelo en mi cara y cómo la oscuridad se apoderaba de todo....

        La habitación era fría. No sonaba nada, todo estaba en silencio. Sentía como si me hubiera quedado dormida durante horas, ... la alarma ¡La alarma! Abrí los ojos y me incorporé rápidamente. Pero no había guardias de seguridad ni ninguna alarma. El alfa estaba de pie y tenia cogido del brazo a Garras del Trueno, nuestro Camada de Fenris, y tiraba de el hacia arriba . El otro Camada de Fenris, se apoyaba sobre su martillo para poder incorporarse. Aúlla Versos en la Noche cogía a La que Camina Descalza para levantarla. Ella metió todos los huesos dentro de una mochila. Los huesos estarían protegidos por algo que nos dejó inconscientes media hora, pero no nos detuvimos a mirar ningún reloj y menos en forma Crinos. El Fianna miró en todas partes y mediante signos atrajo la atención del alfa para señalarle la sala de al lado. El alfa, gruñó mientras miraba la habitación. Sonaban pasos.

        Nos colocamos en guardia, y miramos en dirección a los pasos. Aparecieron lentamente cinco fomori con grandes hachas en mano y en posición de pentagrama. En el centro una persona de aspecto muy raro. Más atrás, estaba otro fomori con aspecto de cura, y mucho más atrás estaba el Morador del Cristal, con la mirada perdida y una expresión dura en su rostro.

        La persona que estaba en el centro de la formación, tenia una cara desagradable. Vestía normal, un poco pijo. Su pelo era largo y blanco. Aparentaba unos 50 años. Fue el primero en romper aquel silencio. Con enfado en la cara, exclamó: nadie me roba. Entonces, chasqueo los dedos y los fomori se pusieron en actitud de pelea sujetando sus grandes hachas. Por último, el hombre dio un paso atrás, y con una mueca en la cara dijo: os espero al otro lado. Y desapareció.

        El primero en actuar, fue el Camada de Fenris. Se abalanzó sobre uno de los fomori que tenia delante. Le dio un martillazo con toda su fuerza en la cabeza. Aunque el fomori ya se había preparado para el impacto, el martillo atravesó el hacha que usaba como defensa y literalmente le clavó en el suelo. El alfa ,mientras tanto, remató al fomori moribundo y se acercó al siguiente. La protección que llevaba en el hombro, manufactura del Morador, sirvió para parar el arma del fomori. Con el klive le inutilizó un brazo y luego le atravesó. En el mismo lado de la habitación, el Fianna rugía mientras le daba un garrazo a un fomori que se le acercaba. El hacha le impactó, pero eso solo lograba que atacara con más fiereza. En el otro lado de la habitación, Garras del Trueno y yo, atacamos a la vez a un fomori. No logré alcanzarle y aprovechó eso para clavarme el hacha. En el ultimo momento, giré sobre mi misma, mientras me agachaba para esquivarlo. Aún así, noté el frío del hacha en mi hombro. Garras del Trueno se abalanzó sobre el fomori que me atacaba y logró tumbarle. Le clavó sus Garras antes de que pudiera levantarse y dejó de moverse.

        El cura, entonó un cántico y lo dirigió hacia el alfa. Este se quedó un poco mareado, pero tardo pocos segundos en reponerse. La que Camina Descalza retrocedió mientras ponía a buen recaudo los huesos. El alfa, sacudió la cabeza y miro mal al cura, de un garrazo lo despachó. Avanzó unos pasos más hacia el Morador del Cristal para detenerle.

        El Camada de Fenris estaba atizando con el martillo a un fomori. El Morador del cristal apuntó con su arma al Camada de Fenris y le acertó, pero este de limitó a gruñir y reventarle la cabeza al fomori que quedaba delante. Aúlla Versos en la Noche, hacía sangrar a su oponente. Un fomori, se escabulló desde atrás y se acerco a mi. Logré esquivar su hacha y hacer que probara mis garras. Mientras le asestaba un par de garrazos al fomori, Garras del Trueno le mordió.

        El Morador del Cristal de dispuso a atacar con toda su fuerza al alfa, y éste intento esquivarle para darle con la parte plana del  klive y dejarle inconsciente. La pelea se puso violenta. El alfa reculó para defenderse, y cuando tuviera una oportunidad coger al Morador en presa. El Morador no le dejó actuar y se abalanzó sobre el alfa, éste le clavó el  klive . El Morador se desplomó y mientras se perdía su dominación mental, sus ojos se cerraron.

        Salieron dos fomori de la nada, detrás de todos nosotros, y nos apuntaron con sus armas. El Camada de Fenris se dirigió hacia uno de éstos, pero antes miró hacia atrás para tener una perspectiva rápida de cómo avanzaba la pelea. Lanzó su martillo había atrás con gran fuerza, luego le sonrió al fomori del fusil. Pensó en huir, pero no fue lo bastante rápido para las fauces del Camada de Fenris.

        El fomori, con el que estábamos Garras del Trueno y yo, dio unos pasos hacia atrás para alejarse un poco de ahí, le debía de doler el mordisco del Fenris. Cuando nos quisimos dar cuenta, un martillo salía despedido y pasó muy cerca de la cabeza del fomori. La distracción perfecta para que Garras del Trueno le rematara. Aúlla Versos en la Noche reculó un poco y la Theurge le curó. Cuando se acercaba de nuevo el fomori para herirle con el hacha, el Fianna se lanzó sobre éste y le destrozó de un garrazo. El tirador que quedaba, al verse solo, huyó por la penumbra. La pelea en el museo había acabado.

        Después de un rato corto, pasamos a la penumbra con el cuerpo del Morador. Se buscó al individuo de antes, pero nada. Como podían llegar muchas perdiciones y atraparnos, nos fuimos de ahí. Encontramos la furgoneta vacía. Colocamos el cuerpo del Morador dentro y montamos todos para salir a todo gas de Nueva York.

        Nos dirigimos hacia las tierras de las que habían sido robados los huesos. Estaba todavía oscuro, pero faltaban pocas horas para amanecer. En efecto, la tierra estaba removida. La Theurge, realizó el enterramiento de los huesos con el ritual apropiado. Hizo una hoguera, y juntó hierbas alrededor de la tumba en la que yacían de nuevo los huesos del Chamán. Todos observábamos cómo La que Camina Descalza cantaba y daba pequeños saltos por aquí y por allá. Cuando ella acabó el ritual, salió una niebla arremolinada desde el suelo y una figura se dibujó lentamente. Tenia el aspecto de un indio joven, de pelo blanco y mirada muy brillante. La piel de un lobo descansaba sobre su espalda, pero en realidad, se fundía con ella y terminaba en la cabeza con las orejas de lobo, y en los brazos en garras. En una de las manos, tenía un bastón. Se presento como Odanonga, el que habla por vez primera. Se ofreció a ser nuestro tótem ya que nosotros le habíamos despertado. La manada, decidió ser fiel a Búho. Pero escuchó todo lo que el chamán quiso contarnos. Tras despedirnos, cuando ya amaneció, partimos al túmulo. El Morador del Cristal fue enterrado en una ceremonia muy bonita. Yo aprendí un ritual para que descansara su cuerpo como un héroe, y sus hazañas nunca se olvidaran. Muchas historias me quedan por contar, y otras tantas están aún por llegar...
  

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