LA FUERZA DEL ENTENDIMIENTO

Roberto Laserna

El Acta de Entendimiento firmada por los principales partidos políticos del país, elaborada por iniciativa y bajo mediación de la Conferencia Episcopal Boliviana, no solamente crea las condiciones adecuadas para continuar los procesos de diálogo y concertación que fortalecen nuestra democracia, sino que también ofrece avances muy concretos en dos campos fundamentales: el político y el económico.

La intención inicial de los obispos, como se recordará, estuvo plasmada en el documento que suscribieron en abril al terminar su Asamblea. En esa ocasión recibieron la visita de muchos dirigentes políticos y sociales, recogiendo sus angustias y las del pueblo boliviano frente a la posibilidad de que se reprodujeran los momentos de tensión y conflicto que se habían vividos apenas unos meses atrás.

En aquél documento llamaron a un Encuentro Nacional, sin especificar si el mismo debía entenderse como un evento o como un proceso, y anticiparon la necesidad de que se firmara previamente un Acta de Entendimiento para allanar los caminos del encuentro.

Se ha firmado el Acta y ese solo hecho muestra que es posible superar los enconos personales y unir esfuerzos en torno a objetivos comunes que son superiores a las posiciones de grupo y personales. Este es un mensaje claro que nos permite recuperar en algo la confianza en nuestro sistema institucional.

Pero el Acta contiene además algunos acuerdos sustantivos que, lejos de dar la espalda a las demandas de la ciudadanía, ofrecen respuestas concretas e inmediatas.

En primer lugar está la cuestión del sistema electoral, cuyos problemas parecían insuperables hasta que los obispos le hicieron recuerdo al país que los vocales son personas dignas y comprometidas con la democracia, y que por tanto no hacía falta ni la persecución judicial ni la manipulación de la ley. Bastaba con pedirles su comprensión y colaboración. Y aunque para muchos renunciar ha debido implicar una cuota de sacrificio, lo han hecho en una demostración de dignidad que ciertamente merece ser recompensada con nuestro reconocimiento.

El camino está abierto y los partidos tienen hasta el 30 de julio para mejorar el Código Electoral y establecer cortes electorales que sean confiables para todos y puedan garantizar elecciones imparciales.

Este no es un tema superficial. Las elecciones deben ofrecer la oportunidad de que todos los ciudadanos nos pronunciemos sobre el país que queremos y los líderes en quienes confiamos, y por ello debemos percibirlas como los verdaderos y auténticos encuentros o diálogos nacionales. Los otros, como los realizados en 1997 y 2000, incluido el Foro Jubileo, y el que seguramente se realizará muy pronto, son complementarios en el mejor de los casos, pero no pueden sustituir a unas elecciones democráticas y libres. Era primordial establecer para ellas toda la credibilidad posible.

Y en segundo lugar está la problemática económica, que en sus varios puntos demuestra que los obispos comparten las inquietudes y angustias de la gente y que han sabido aprovechar esta etapa para que los partidos del gobierno y la oposición busquen acuerdos de corto y mediano plazo destinados a reactivar la economía, aumentar y mejorar el empleo y restablecer la confianza de productores y consumidores en el futuro del país.

La decisión de establecer un programa de emergencia de impacto real está acompañada de la decisión de revisar el presupuesto general de la nación. Esto implica que se está abandonando la ortodoxia monetarista y que, habiéndose dado cuenta de los riesgos recesivos, los partidos están dispuestos a aceptar un aumento en el déficit fiscal para reactivar la economía y a negociar -esta vez juntos- nuevos acuerdos con el Fondo Monetario Internacional. En unas semanas más sabremos hasta dónde están dispuestos a llegar.

Adicionalmente, se comprometen a trabajar de manera concertada en el diseño de una política de Estado para el aprovechamiento de las exportaciones de gas natural, incluyendo la posibilidad de titularizar las ventas futuras, y a considerar las iniciativas de los pequeños y grandes productores, incluyendo la posibilidad de flexibilizar las normas bancarias.

No es pequeño tampoco el compromiso de escuchar las críticas que se han levantado en torno al modelo económico, ya que es sobre esa base que los partidos deberán presentar sus propuestas electorales el próximo año. En ese contexto, es también saludable que muestren disposición a debatir más abiertamente y sin prejuicios ideológicos los resultados de la capitalización.

En los otros temas, referidos a la reforma constitucional y a la lucha contra la corrupción, el Acta muestra también signos claros de apertura y una saludable disposición a tomar en cuenta propuestas y demandas provenientes de la sociedad.

Es lamentable que no se hubieran adherido a este trascendental compromiso otros partidos y fuerzas políticas, pero es también comprensible su actitud. Su apuesta consiste, precisamente, en diferenciarse y distanciarse de los partidos que hoy son decisivos, para mostrarse como opciones "nuevas" y aprovechar el desaliento y los conflictos aunque carezcan de iniciativas. En ese sentido, es hasta lógico que opten por la queja y la protesta y se autoexcluyan para presentarse como "víctimas del sistema" pese a que, como todos, serán beneficiados por estos acuerdos.

La fuerza del entendimiento en democracia consiste en que beneficia a todos, incluso a quienes se oponen a ella.

(Publicado en Los Tiempos, 21 de junio de 2001, La Razón, 22 de junio de 2001)

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