Un mullah desea llevarle nueces a su esposa, pues le ha prometido
cocinar "fesenjan", una comida que se prepara con nueces.
Anticipando el festín, el mullah hunde la mano en la vasija que
contiene las nueces y toma tantas como caben en ella. Al pretender
sacar el brazo de la vasija, le es imposible hacerlo por más que tire
de él. De nada sirven sus lamentos e injurias.
Tampoco logra retirar el brazo cuando su esposa toma el recipiente y
tira de él con todas sus fuerzas. La mano sigue trabada en el cogote
de la vasija.
Luego de innumerables intentos llaman a los vecinos. Todos se
interesan vivamente por lo que sucede y uno de ellos se dirige al
desesperado mullah y le dice: "Te ayudaré si haces exactamente
lo que te pido". "Lo haré de mil amores, con tal de que me
liberes de esta maldición". "Vuelve a meter la mano
en la vasija".
Esto sorprende al mullah. ¿Por qué habría de meter el brazo en las
profundidades de la vasija si quiere lograr precisamente lo opuesto?
No obstante, hace lo que se le pide.
El
vecino prosigue: "Abre tu mano y deja caer las nueces". Esto
disgusta al mullah, pues las quiere para su comida favorita. A regañadientes
obedece las indicaciones de su salvador.
Éste dice: "Ahora junta los dedos y sácala lentamente de la
vasija". He ahí que el mullah retira la mano con toda facilidad
de la vasija. Pero no está totalmente satisfecho. "He logrado
liberar mi mano, pero ¿y las nueces?".
Entonces el vecino toma la vasija, la inclina y hace rodar fuera
tantas nueces como quiere el mullah. Éste lo observa con gran
sorpresa, mientras murmura: "¿Eres mago?".