La otra parte |
Paulo Coelho |
Por
eso pasamos por muchas vidas y por muchas muertes, saliendo de un punto
que nadie sabe, y dirigiéndonos a otro que tampoco conocemos.
Acostúmbrate al hecho de que
muchas cosas en la magia no son ni serán nunca explicadas.
Dios resolvió hacer ciertas cosas de cierta manera, y el porqué
hizo esto es un secreto que sólo él conoce... -El
hecho es que esto sucede...
Y cuando las personas piensan en la reencarnación, siempre se
enfrentan con una pregunta muy difícil: si en el comienzo existían tan
pocos seres humanos sobre la faz de la Tierra, y hoy existen tantos, ¿de
dónde vienen esas nuevas almas? Brida
estaba con la respiración suspendida.
Ya se había hecho esta pregunta a sí misma muchas veces. -La
respuesta es simple dijo Wicca, después de saborear por algún tiempo la
ansiedad de la joven-.
En ciertas reencarnaciones, nos
dividimos.
Así como los cristales y las estrellas, así como las células y
las plantas, también nuestras almas se
dividen. Nuestra
alma se transforma en dos, estas nuevas almas se transforman en otras dos,
y así en algunas generaciones, estamos esparcidos por buena parte de la
Tierra. -¿Y
sólo una de estas partes tiene la conciencia de quién es? -preguntó
Brida. Guardaba
muchas preguntas, pero quería hacerlas una por una; ésta le parecía la
más importante. -Hacemos
parte de lo que los alquimistas llaman el Anima
Mundi, el Alma del Mundo -dijo Wicca, sin responder a Brida-.
En verdad, si el Anima Mundi se limitara a dividirse, estaría
creciendo pero también quedándose cada vez más débil.
Por eso, así como nos dividimos,
también nos reencontramos.
Y este reencuentro se llama Amor.
Porque cuando un alma se divide,
siempre se divide en una parte masculina y una femenina. Así
está explicado en el libro del Génesis: "el alma de Adán se dividió,
y Eva nació de dentro de él." Wicca
se detuvo, de repente, y se quedó mirando la baraja esparcida sobre la
mesa. -Son
muchas cartas -continuó- pero forman parte de la misma baraja.
Para entender su mensaje las necesitamos a todas, todas son
igualmente importantes.
Así también son las almas.
Los seres humanos están todos ínter ligados, como las cartas de
esta baraja. En
cada vida tenemos una misteriosa obligación de reencontrar, por lo menos,
una de esas Otras Partes.
El Amor Mayor, que las separó, se pone contento con el Amor que
las vuelve a unir. -¿Y
cómo puedo saber que es mi Otra Parte? -Ella consideraba esta pregunta
como una de las más importantes que habla hecho en toda su vida. Wicca
se rió. Ella
también se había preguntado sobre eso, con la misma ansiedad que aquella
joven que tenla enfrente.
Era posible conocer a la Otra
Parte por el brillo en los ojos: así, desde el inicio de los
tiempos, las personas reconocían a su verdadero amor.
La Tradición de la Luna tenía otro procedimiento: un tipo de visión
que mostraba un punto luminoso situado encima del hombro izquierdo de la
Otra Parte. Pero
todavía no se lo contaría; tal vez ella aprendiese a ver ese punto, tal
vez no. En
breve tendría la respuesta. -Corriendo
riesgos -le dijo a Brida-.
Corriendo el riesgo del fracaso, de las decepciones, de las
desilusiones, pero nunca dejando de
buscar el Amor.
Quien no desista de la búsqueda,
vencerá. Brida
recordó que el Mago había dicho algo semejante, al referirse al camino
de la magia. "Quizá
sea una cosa sola", pensó. Wicca
comenzó a recoger la baraja de la mesa, y Brida presintió que el tiempo
se estaba agotando.
Sin embargo, quedaba otra pregunta por hacer. -¿Podemos
encontrar más de una Otra Parte en cada vida? "Sí
-pensó Wicca con cierta amargura-.
Y cuando esto sucede, el corazón queda dividido y el resultado es
dolor y sufrimiento.
Sí, podemos encontrar tres o cuatro Otras Partes, porque somos
muchos y estamos muy dispersos." La chica estaba haciendo las
preguntas certeras, y ella necesitaba evadirlas. -La
esencia de la Creación es una sola -dijo-.
Y esta esencia se llama Amor.
El Amor es la fuerza que nos reúne otra vez, para condensar la
experiencia esparcida en muchas vidas, en muchos lugares del mundo.
Somos responsables por la Tierra
entera, porque no sabemos dónde están las Otras Partes que fuimos desde
el comienzo de los tiempos; si ellas estuvieran bien, también seremos
felices. Si
estuvieran mal, sufriremos, aunque inconscientemente, una parcela de ese
dolor. Pero,
sobre todo, somos responsables por reunir
nuevamente, por lo menos una vez en cada encarnación, a la Otra Parte que
con seguridad se cruzará en nuestro camino.
Aunque sea por unos instantes siquiera- porque esos instantes traen
un Amor tan intenso que justifica el resto de nuestros días... -También podemos dejar que nuestra Otra Parte siga adelante, sin aceptarla o siquiera percibirla. Entonces necesitaremos más de una encarnación para encontrarnos con ella. Y, por causa de nuestro egoísmo, seremos condenados al peor suplicio que inventamos para nosotros mismos: la soledad...
Fragmento de “Brida” de Paulo Coelho
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