De las Flores del Mundo

Ay Ay Ay... Como odio, como aborrezco, como me pesa el alma con esas cargas, como me pesa el cuerpo con ese odio, como detesto la vida con ese aborrecimiento, que tan peque�o se hace el rayo de sol con esos sentimientos, que tan grande y extenso se hace el camino con esas cargas y que tan perdida queda nuestra vista en esa oscuridad.
Desde el centro de la oscuridad, siendo la oscuridad, lo peor es generar y o encontrar mas perdici�n aun mas de la que ya generamos y o encontramos en nuestro pasado; suficientes batallas libramos, pero aun mas batallas generamos al caminar, que tan simple seria el quedarnos quietos, por que nos movemos, por que tendemos a cansarnos de nuestro lugar, por que aspiramos a nuevos horizontes, a nuevas batallas, ja, no es que ya estamos lo suficientemente cansados?
Que tan ciegos, que tan fuertes, que tan imponentes nos creemos, pues no somos mas que guerreros, tristes y solitarios guerreros con almas cansadas de luchar.
Tristes guerreros caminando, enfrent�ndonos a cuanta batalla termine con nuestra guerra, pero es una guerra injusta, mediocre para los corazones sinceros que prefieren perecer antes que perder, y ese valor de triunfo aun pesa mas que nuestro odio y aborrecimiento, pues es nuestra ultima batalla, la mas dif�cil de librar.
Nuestra �nica victoria es dejarnos perecer por nuestra llama, hasta que consuma todos nuestros sentimientos oscuros, puesto que la venganza no ocupa ning�n espacio en nuestra guerra, ella, la guerra solo se libra con fuego y se finaliza con cenizas.
Como duele esa transformaci�n, como se alargan nuestros d�as con esos sentimientos, donde mas ciego nos creemos, es donde todo menos nos importa, y desde ese lugar generamos nuevos importares, y desde ese lugar generamos nuestra pr�xima batalla, y solo se terminara esta guerra cuando nuestras cenizas se junten con nuestras lagrimas, cuando esas lagrimas lleguen al suelo, y por ese suelo, se filtren en la tierra generando algunas nuevas flores alimentadas de nuestras miserias, es ah� que la guerra ser� concluida, puesto hemos de crear una nueva vida, tan fr�gil y dulce que se ve sin la necesidad de batallar, ya que carece del alma de guerrero que le dio sus nutrientes, y florece con nuestras lagrimas que a�oraban vestirse con la luz del mundo.
Esa ser� nuestra ultima batalla, la de transformarnos en cenizas y filtrarnos por el suelo con nuestras lagrimas generando una nueva ilusi�n por la que nuevos guerreros puedan llegar a tener alguna esperanza. Nosotros, los guerreros, batallamos solos, pero no solo por nosotros, seamos todos hermanos en nuestras guerras, puesto as� este mundo florecer� y quedara inundando de sentimientos fr�giles y dulces que no conozcan ninguna guerra.
Sea la paz del hombre sus cenizas, puesto que de ellas florecer�n sus mas fr�giles y dulces sue�os.

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