Dai Sijie nació en 1954 en la República Popular China. Desde 1984, vive en el exilio en Francia. Es cineasta y, aunque escribió Balzac y la joven costurera china en francés, su vocabulario es cinematográfico por sus imágenes y escenas. De hecho, ya hizo el filme, que participó en el Festival de Cannes 2002. El libro ha sido un éxito fenomenal: al salir en 2000 en Francia, llegó al número 2 de los bestseller, ganó 5 premios, fue contratado en otros 19 países antes de terminar el año, y pudo atraer grandes fondos para la filmación.

Dai Sijie, director de cine chino poco profeta en su tierra (ésta película tiene prohibida su exhibición en su propia patria) es, además de hombre de imágenes, hombre de letras. Escribió una novela basada en su propia experiencia de los métodos de "reeducación" maoístas a los que se sometía quienes eran "sospechosos" del contagio burgués a que habían estado expuestos por pertenecer a familias con unas querencias culturales decadentes, tales como la lectura, la música, las artes...
La Revolución del Gran Timonel exigía manos campesinas encallecidas y no manos delicadas de violinistas; ojos que supieran distinguir plantas y hierbas y no que descifraran frases en una improductiva y burguesa alfabetización que podía inducir a leer otras cosas que no fueran los sabios consejos de "El Libro Rojo".
Y Sijie escribió una hermosa novela que habla de revelaciones. La revelación de la palabra, a través del prohibido y clandestino Balzac, la revelación de la música, a través del salvamento de un viejo violín con el que se interpreta nada menos que a "Mozart, rindiendo homenaje a Mao". La revelación del cine en apolilladas películas de propaganda luego recontadas (y mejoradas, reinventadas) en la montaña ante un ávido auditorio hambriento de emociones humanas. La revelación del amor, de un extraño y atípico amor compartido por los dos muchachos que se disputan las juveniles delicias de la joven costurera. La revelación, por fin, inevitable, del sexo, de la decepción, de la lealtad, de la pérdida y del enfrentamiento al dolor del adiós, a la imperiosa necesidad de libertad que es suscitada por el mismo estímulo que ha procurado los demás encuentros.
La sorpresa para el Sijie escritor fue que su novela se convirtió en un éxito y difundió su hermosa historia por todo el mundo. Nadie mejor que el Sijie director de cine, que ya tenía realizadas varias películas, para llevar su propio relato a la pantalla. El resultado es espectacular y de una deslumbrante belleza. Es uno de esos films que le reconcilian a uno con el género humano, aún a sabiendas de lo que podemos hacernos los unos a los otros, no cuando perdemos el Norte, sino cuando tenemos demasiado, cuando queremos y creemos que todo el horizonte nos pertenece por no se sabe qué designio de dioses que son muy humanos o humanos que se creen muy dioses. En el pasado Festival (el del Cincuentenario, no olvidemos la veteranía de nuestro Certamen), el propio Sijie nos presentó su película en una sesión memorable. Nos contó una divertida e increíble anécdota de su estreno en una ciudad de los U.S.A. Después de la proyección, que fue acogida con generosos aplausos, la primera "ruptura de hielo" con la que se abrió el coloquio fue una alabanza acompañada de una pregunta: «Una película muy bonita, señor Sijie, pero ¿podría aclararnos quién es "ese" tal Balzac y "ese" Mao Tse Tung...?».
Dai Sijie, en San Sebastián, nos dijo que esperaba no tener que explicárnoslo. No tuvo que hacerlo, naturalmente. Por estos pagos "esos" dos son viejos conocidos, al menos en ciertos círculos un tanto carrozones (por cierto, el lector habrá observado que digo "Mao Tse Tung" y no "Mao Zedong", como se acostumbra ahora; quede en paz su alma, que tampoco me oirá decir o escribir "Beijing" para nombrar al "Pekín" de toda mi vida). El director aclaró algunos extremos de la adaptación de su novela y reveló que la historia de la costurera era absolutamente veraz y que cambió su vida gracias al aprendizaje de la lectura con Balzac, el gran Honoré, el genial cafeinómano autor de la monumental "La comedia humana".
Y dijo que, efectivamente, Balzac era el escritor preferido por la muchacha, entre otros con los que los ansiosos y ahítos de testosterona jovenzuelos emprendieron esa singular y única foma de "ligue". Pero añadió que no era "su" escritor favorito, Mi escritor favorito, no sé si lo conocerá usted, es un argentino que se apellida Borges..."


 

Dai Sijie

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