Capítulo #9:
“Los fríos días
de otoño...
Los verdaderos sentimientos
de Nabiki"
Original de Rumiko Takahashi.
Fanfic escrito por Felipe Torres entre octubre de 2000 y abril del 2001,
y editado entre el 12 y el 16 de abril del 2001.
Ella había llegado hace mucho rato a la casa. Muy arropada por el frío, llega al comedor, la hermosa chica se sienta y prende el televisor, como todos los días. Ve pasar al maestro Happousai vestido de ladrón cargando un saco lleno de prendas íntimas de mujer, siendo perseguido por Tendo gritando “¡Maestro, no siga haciendo esto!”. No se inmuta en lo absoluto, es algo totalmente habitual. Estos fríos días de octubre la han hecho pensar que debe tomar una decisión muy importante en su triste y solitaria vida. Mientras lo piensa, ve un programa de televisión comiendo unas deliciosas galletas cocinadas por Kasumi en la tarde. Cuando menos lo pensaba, Ranma y Akane llegan a la casa discutiendo, para variar. “La hora que es y vienen llegando juntos. Eso sí que no es algo que pasa todos los días”, piensa sonriendo. - Oigan muchachos, ¿por qué vienen llegando a esta hora?. Ya son más de las siete - les interrumpe Nabiki desde el comedor. - ¡Pregúntale al señor cobarde, fue por su culpa! - exclama Akane con enojo y la cara algo blanca, dirigiéndose al baño. - ¡Será mejor que guardes tus comentarios!... ¡Además, fue tu culpa, no mía! - le responde fuertemente Ranma quien traía la ropa algo sucia con un polvo blanco, yéndose al comedor. Se sienta al frente de Nabiki, y ante la cara de asombro de la chica, saca una galleta y se la empieza a comer violentamente mirando la tele, pero sin prestar atención. - Por más que los vea pelear una y otra vez, cada vez me sorprenden más... Supongo que viniste para acá para contarle a alguien lo que pasó, ¿no es cierto, señor cobarde?. - ¡Cállate, este asunto no es de tu incumbencia!. - Qué modales - opina con ironía -. Claro que es de mi incumbencia: vives en mi casa, eres el prometido de mi hermana y... te estás comiendo mis galletas - le decía mientras él se echaba la segunda a la boca. Anonadado, traga de inmediato y no come más. Arrepentido, se dirige nuevamente a Nabiki. - Lo siento, realmente no quería gritarte. Es sólo que... no soy un perfecto cobarde... soy un perfecto idiota... eso soy. - Bueno, eso ya lo sabía. Pero cuéntame lo que pasó, quizás así se te pase un poco lo idiota... aunque lo dudo mucho - murmuró en silencio. - Verás, estábamos en la escuela y... “Estaban todos dentro de la sala al término de la hora del almuerzo, esperando a que llegara la profesora Hinako. Akane estaba conversando muy animada con sus amigas en su asiento, planeando hacer algo después de clases, y Ranma estaba jugando a lanzar el borrador de un extremo a otro de la sala con Hiroshi al mejor de cinco puntos, mientras Daisuke llevaba la cuenta. - Oye Daisuke, ¿cuánto falta para que termine el tiempo de descanso? - pregunta Ranma. - Todavía quedan diez minutos. Vas ganando, Ranma, tres a cero. Sigan jugando tranquilos. - ¿Tranquilos?. Ranma quizás, porque siempre gana y somos nosotros quienes quedamos llenos de tiza - dice sacudiéndose la ropa, sacándose toda la tiza. - Tanto que te quejas, si ya estás como si nada. Te quedan dos. ¡Vamos, lánzame tu mejor tiro!. Ranma estaba en la pizarra y Hiroshi tenía una cajita llena de polvo de tiza. Éste unta bien el borrador en la cajita y le lanza su mejor tiro. Ranma estaba listo para recibirlo, cuando Daisuke le grita repentinamente “¡¡¡TE GUSTA AKANE!!!” y lo saca de concentración, recibiendo el borrador en todo el pecho quedando todo blanco. La sala entera se echó a reír. Ranma notó que Akane también se reía, así que prepara su mejor disparo pasando el borrador por todo el tizero del pizarrón. - ¡Bien dicho, Daisuke! - le dice Hiroshi contento -. Vamos tres a uno. ¡Ranma, te quedan cuatro!. - Muy gracioso, par de payasos. ¡¿Qué te parece esto?! - dice lanzándo el borrador, pero se lo tiró a Akane en toda la cara a propósito. Nuevamente el salón ríe, menos las chicas que estaban con Akane. - ¡Qué precisión, Saotome! - exclama Gosunkugi quien estaba al lado de Ranma. - ¿Viste eso, fetiches?. Mi puntería es perfecta, no hay nadie mejor que yo. - Ya se está echando flores el muy imbécil - murmura Akane lanzándole el borrador de vuelta -. ¡¿A ver qué te parece esto?!. Ranma, que se había corrido al lado de la puerta, se agacha para evitar el borrador, pero no se imaginó que atrás de él estaba el director quien venía entrando al salón, quedando con la cara llena de tiza. - Vaya, vaya, ¿qué sucede aquí? - pregunta levantando a Ranma de la trenza. Ranma queda indefenso, no sabiendo qué hacer para zafarse del director. - No fui yo, señor. Fue Tendo, se lo aseguro - exclama asustado por miedo que le cortara la trenza. - ¡Eres un cobarde, Ranma!. ¡Saotome empezó, director!. - Así que fuiste tú, Ranma Saotome. ¿Sabes que por fin te tengo donde quería?. Te podría cortar el cabello ahora mismo. Cortar, cortar, cortar... - ¡No señor, se lo ruego!. - Cortar, cortar, cortar, cortar, cortar, cortar... - dice alocado sacando la maquinita para cortarlo. - ¡Haré lo que sea, en serio!. - Hmmmmm... Debido a las circunstancias, te daré dos opciones: letra a, te corto esa trenza ahora mismo o; letra b, te quedas con la señorita Akane Tendo a limpiar todo este desorden después de clases. - La b, la b, la b. - ¡Muy bien, asunto arreglado! - exclama soltando la trenza de Ranma, cayendo al suelo aliviado. - ¡¿Oiga, por qué yo?! - grita enfadada Akane. - Ja, ja, ja, ja, ja - río ridículamente el director”. - Así que eso fue lo qué pasó, Ranma. - Sí. Algunos compañeros se aprovecharon de la situación y ensuciaron más el salón. Por eso llegamos a esta hora. - ¿Y eso es todo?. Yo creí que era algo más grave. Akane se ha vuelto muy... - Cuidado con lo que vas a decir, Nabiki, porque Akane nos está espiando - le dice al oído e indica cuidadosamente hacia atrás de él con su dedo. - ¡¿Qué me he vuelto muy qué, Nabiki?! - exclama furiosa Akane que entra al comedor. - Ves, te lo dije. - ¡No tienes por qué contarle a ella nuestros problemas!. - ¡Yo decido con quien hablo y con quien no!. Iré a darme un baño con agua caliente, estoy congelado. Nabiki, dile a Kasumi que prenda el calentador, por favor. - Lo haré en un momento. Mientras Ranma se va al baño y Nabiki busca algo en la revista que trae la programación de la tele, Akane se adelante a hablar con Kasumi, pues se le había ocurrido algo en contra de su prometido. En la cocina, Kasumi estaba terminando de hacer la cena. - Oye, Kasumi. Ranma dijo que tenía mucho calor y que se quiere bañar con agua fría, así que no prendas por ningún motivo el calentador. - ¿Con este frío?. Yo estoy entumida. - Es que se vino corriendo de la escuela. Tú sabes como es él - le contesta fingiendo una sonrisa agradable -. Y ya sabes, si viene Nabiki a decirte algo de Ranma, es lo mismo que te dije. - Descuida, ya casi termino, no prenderé el calentador. Akane sale de la cocina sonriendo malévolamente, murmurando “veamos si ahora le dan ganas de arruinarme la tarde otra vez”. Un minuto más tarde, llega Nabiki a la cocina y ve que Kasumi tenía la comida casi lista. - Oye, Kasumi. Ranma me dijo que te dijera que... - Si es por lo del calentador, pierde cuidado que ya está todo listo. - Ah, qué bien. ¿Te ayudo con algo?. - Sí, ayúdame a poner la mesa, por favor. De pronto, se escucha un grito aterrador de una chica desde el baño: “¡¡¡¡¡ESTÁ HELADA!!!!!”. Un rato más tarde, ya estaban todos en la mesa cenando. Por supuesto, tenían el cobertor cubriendo sus pies por el frío; pero Ranma, o mejor dicho, Ranchan está cubierto hasta el cuello, y de cena, una taza de té. - A-akane, lo que me hic-ciste no tiene nom-mbre - decía temblando. - Claro que sí lo tiene, ignorante: se llama venganza - contesta indiferente. - Pobrecito, está temblando - lamenta Kasumi - Yo creo que esta vez te sobrepasaste, hermana. - Y yo creo que tú también tienes parte de culpa, Nabiki. Si lo hubieras hecho cuando Ranma te lo pidió, nada de esto hubiera pasado. - N-no le eches la cul-lpa a Nabiki, A-akane. ¡Tú tienes la cilpa!. - Por favor, niños. No peleen en la mesa - explaya Tendo seriamente. - Sí, parecen bebés. - No me incluyas a mí, tío Genma - dice Nabiki. - Ni a mí, discípúlo. Yo ni siquiera he abierto la boca - aclara Happousai con la boca llena. - Usted no necesita abrirla. - Cállate, Genma. Soy tu maestro, que no se te olvide. O si no... - ¡Lo siento, maestro!. Discúlpeme, no lo volveré a hacer - dice arrodillándose pidiendo clemencia. - Cobarde - murmura Ranchan. - Es de familia - murmura también Akane, obligando que la pelirroja se mordiera la lengua para no ofenderla delante de todos. Se miran con odio. El ambiente estaba ardiendo, a pesar del frío. Kasumi se da cuenta y trata de cambiarlo. - Qué frío hace, mejor voy a prender la estufa. - S-sí, es bu-uena idea. - Yo te traeré una frazada, Ranma. - Gr-racias, Nabiki. Al ver que sus hermanas estaban tan preocupadas por Ranma, Akane se siente un poco arrepentida, pero se refugia en su orgullo y no da su brazo a torcer. Se queda comiendo sin hacer ningún gesto y se comporta indiferente con todo lo demás. Ya definitivamente de noche, Ranma se quiso acostar pero como hombre, así que se tomó una baño de agua bien caliente, pero esta vez le dijo personalmente a Kasumi sobre el calentador. Al irse a acostar, Genma ya estaba durmiendo y, como ya es costumbre, como panda. “Ni un terremoto lo despertaría”, comentó. En ese instante, Kasumi y Nabiki llegan con cosas para él. - ¿Cómo te sientes ahora, Ranma? - pregunta cariñosamente Nabiki. - Me siento mejor, realmente era eso lo que me faltaba. - Te traje un poco de té. Pensé que podrías querer antes de dormir, como no comiste nada - dice Kasumi dulcemente dándole la taza. - Y yo pensé que esta noche podría hacer más frío que otras veces, así que te traje el cobertor del comedor - le dice Nabiki pasándoselo. - Gracias, ambas han sido muy amables conmigo. De verdad, se los agradezco. - No tienes que agradecernos nada. Que descanses, Ranma. - Buenas noches, Kasumi. Kasumi lentamente se va de la pieza de los Saotome, pero Nabiki ni se movió y se quedó frente a él. Se nota que está un poco triste. - ¿Qué pasa, Nabiki?. ¿Te sientes mal?. - No, es que estoy algo agotada - le responde ocultando que se siente culpable de lo sucedido. - Oye, mañana iré al centro comercial, ¿quieres encargarme algo?. - No, gracias... ¿Vas a comprarle algo a Akane, verdad?. Digo, para que se reconcilien - pregunta entristeciéndose más. - No, cómo crees. He ahorrado un poco de dinero. Quiero comprarme unos pantalones nuevos. Los que tengo están muy viejos. - Ya veo... Bueno, tengo sueño. Buenas noches. - Sí, claro. Buenas noches. Antes de salir, voltea pero el muchacho estaba mirando para otro lado. Sonríe satisfecha y se va. Él se dispone a tomar el té, pero al probarlo...: “A Kasumi se le olvidó calentarlo. Bueno, no importa”. Y se lo toma. Nabiki se dirigía a su habitación, pero en el camino pasa por la habitación de Akane. Se acercó a la puerta y escuchó que estaba llorando. “Si está sufriendo por él, entonces que no haga cosas de las que después pueda arrepentirse”, pensaba objetivamente y se va a su habitación con una sonrisa dibujada en su bello rostro.
Al día siguiente, Ranma estaba tomando desayuno con Tendo, que además estaba leyendo el periódico; con el maestro, que leía una revista con fotografías “muy interesantes” que le hacían caer la baba, y con Kasumi. Había un silencio abrumador, sólo siendo interrumpido por una pregunta. - Ranma, ¿tu padre aún sigue durmiendo? - le pregunta Tendo sin dejar de leer. - Creo que sí, o si no ya estaría aquí devorándoselo todo. - Es cierto - dice Kasumi riendo. El silencio volvió a reinar. Se sentía en el aire todavía el ambiente tenso de ayer, y eso Akane no estaba presente. Lo único que quería Ranma (y los demás) era que su prometida no llegara para poder desayunar en paz. Sin embargo, la paz era sólo para privilegiados, pues Akane asomaba su presencia por el comedor y, precisamente, se sentó al lado de él. “Dios mío, por qué a mí”, pensó abrumado bajando la cabeza y sujetándola con ambas manos. Creía que de un momento a otro, Akane le diría algo ofensivo o le daría un fuerte golpe. Pero por el contrario, ella llegó muy sumisa a sentarse. No dijo nada y se sirvió sola el desayuno ante la sorpresa de todos. - ¿Y a qué hora le dará el golpe de gracia? - le murmuraba Tendo a su maestro. - ¿Habrá amanecido enferma? - responde de la misma manera. - Akane, ¿te paso la salsa de soja? - le pregunta Kasumi amablemente. - No te molestes. Está a mi alcance - responde sumisa. Toma la salsa y la derrama sobre su arroz. Mientras lo hacía, trataba de mirar de reojo a Ranma, pero por vergüenza no se atrevía. No sabía cuando se atrevería a ver de nuevo a Ranma a la cara. Él sentía lo mismo. No se atrevía a mirar a Akane; después de todo, él comenzó con esta situación de hostilidad entre ellos el día anterior en la escuela. - ¿Alguien va a comer más? - pregunta Kasumi, encontrando una unísona respuesta negativa de todos los presentes. Tendo y Happousai se pararon de la mesa y Kasumi lleva los platos a la cocina para lavarlos. En otras palabras, Ranma y Akane estaban solos, acompañados únicamente por sus respectivos platos con arroz. El silencio se los devoraba. Ambos se sentían ahogados, deben decir lo que tienen guardado. Ella es la primera en decidirse a hablar, pero en el preciso momento que lo iba a hacer alguien llega al comedor. Ambos levantan la vista hacia ella. No había nadie más que ellos tres. Algo distinto sentían, algo que no les dejaba tragar tranquilos, pero Nabiki era mucho más tenaz que ellos dos juntos. - ¿Cómo amaneciste, Ranma? - le pregunta sentándose al lado de él. - Mejor... gracias - contesta tímidamente sonrojándose, lo que provocó en Akane una obvia reacción. - ¡Si estás mejor, deberías comer más!. ¡Abre la boca! - exclama alterada, dándole violentamente el arroz en la boca. Ranma atina a tragárselo, pero en el intento se atora y comienza a toser como loco. Pero Akane y Nabiki estaban demasiado ocupadas discutiendo para ayudarlo. - ¡No seas así con él!. ¡Es tu prometido!. - ¡No te metas en mis asuntos, Nabiki!. - ¡Claro que me meto, estoy cansada que Ranma pague por tu inmadurez!. - ¡Él es mil veces más inmaduro que yo...!. Mientras el par seguían discutiendo, Kasumi tuvo que ayudar a Ranma, llevándolo a la cocina para que tomara un vaso de agua, Tendo y Happousai trataban de calmar a las dos fieras. Al final, ellas hicieron oídos sordos y cada una se fue de allí por caminos opuestos. Al verse ignorados por ellas, van a la cocina para ver cómo estaba Ranma. Con tanto griterío, el panda despierta y asoma su enorme cuerpo por el comedor. Todavía medio dormido, mira para todos lados y lo único que ve son dos platos de arroz casi vacíos. Irónicamente, saca un letrero de madera que decía: “¿Y mi desayuno?”. En la cocina, Ranma se encontraba mejor. Tendo, el maestro y Kasumi estaban allí para acompañarle. Deja el vaso en el lavadero y respira muy lento y profundo. Saturado de rabia e impotencia, él luchaba para mantenerse calmado y no explotar de manera súbita. Tendo y su hija mayor lo miran atentamente en silencio algo preocupados, mientras el maestro mantiene una actitud totalmente contraria a ellos. - ¿Estás bien, Ranma?. ¿Quieres más agua? - le pregunta Kasumi amablemente. - No, ya estoy bien - contesta entre la larga respiración. - Vaya, es como si alguien quisiera que te pasaran estas cosas. Este último tiempo, pareciera que todo se vuelve contra ti. - Hija, qué locuras dices - le reprime Tendo suavemente -. No le hagas caso, Ranma. - No hace falta que lo diga, tío... - decía Ranma, mientras caminaba hacia la puerta que da al patio -. No creo en esas cosas, no es mi estilo - y, sin darse cuenta, se tropieza con una cáscara de plátano que estaba tirada en el suelo, cayendo estrepitosamente. Mientras el maestro se mataba de la risa, los otros dos se tapan la boca preocupados. - ¡¿Ranma, qué te pasó?! - le pregunta Kasumi preocupada. Ranma sólo les muestra la cáscara de plátano sin moverse de donde está. Tendo se lleva la mano a la cabeza y ríe utópicamente. - Creo que yo me lo comí y la cáscara la dejé ahí tirada. - Papá, debes ser más cuidadoso. “Ay, qué familia”, pensó Ranma tirado en el suelo, siendo su único consuelo la salida en la tarde al centro comercial y así librarse de tensiones, de la casa Tendo y de Akane. Después del almuerzo, Ranma va a su habitación. Mira hacia todos lados por si su papá lo estaba espiando. Cuando se cerciora, de un cajón, saca su camisa verde. En uno de los bolsillos, estaba su monedero. - Si mi papá sabe que mi monedero está aquí, nunca tendré dinero para comprar algo. Parece mentira que él sea mi padre. Abre su pequeño monedero. “Ojalá y me alcance con cinco mil yens”, decía algo preocupado cerciorando sus cuatro billetes y algunas monedas. Se pone la camisa verde, guarda el monedero en uno de los bolsillos de ella, se pone su gorra verde y sale con destino al centro comercial. En la cocina, Kasumi y Akane lavan los platos; en su íntima habitación, el maestro plancha su hermosa y preciada colección de prendas íntimas, y en el corredor, Tendo y el panda protagonizan un emocionante partido de shogi. Preocupada de otras cosas, desde una ventana de la casa, Nabiki miraba como Ranma se alejaba cada vez más, entumida por la fría brisa. Algo diferente sentía, su corazón latía más fuerte que de costumbre, lo sentía tocándose el pecho con ambas manos y la sensación era mayor cuando pensaba en él, en el prometido de su hermana. "¿Por qué me siento así?. ¿Por qué por él?". Ay, Nabiki. ¿Cómo algo tan simple puede sorprender a la chica que lo sabe o lo cree saber todo?. Nunca antes le había pasado y, como un impulso interno, se arregló un poco y salió al centro comercial. No podía esperar más, debía decirle a Ranma lo que sentía... o lo que creía que sentía. En el centro comercial, el muchacho vagaba por las tiendas, mirando en las vitrinas no muy seguro de qué clase de pantalones quería comprar, estaba muy indeciso. En eso, una voz muy familiar lo saluda a su espalda. - Nihao, Ranma. Shampoo está feliz de verte. - Ah, hola Shampoo. Qué coincidencia encontrarnos por aquí. ¿Y qué haces?. - Venía a comprarle algo a mi bisabuela. ¿Y tú, andas de compras?. - Sí, vine a comprarme pantalones nuevos, pero la verdad es que me ha costado mucho en elegir uno. - Ay, todos los hombres son iguales. Nosotras, las mujeres, tenemos mejor gusto en la ropa. Si quieres, Shampoo puede ayudar a escoger. - ¿Sabes?. No creo que sea buena idea. Además, no quiero quitarte más tiempo - se escabullía tratando de no herir más los sentimientos de la bella china. - Ay, cómo crees. Para Shampoo no es molestia - le contesta sonriendo. Y a empujones, Shampoo hace entrar a Ranma en una tienda, aunque éste no ponía demasiada resistencia. Se probó más de diez pares de pantalones, todos rechazados por la china. Cuando el encargado le pasó el onceavo, desde el camarín Ranma gritó: "¡Shampoo, te advierto que es el último que me pruebo!". Al salir, Shampoo quedó impactada por tan preciosa prenda y lo bien que le quedaba a él. Era un jeans de color azul oscuro con encajes metálicos. - Ranma, te ves muy bien - balbucea impresionada. - A mí también me gusta. ¿Cuánto cuesta? - le pregunta al encargado. - Ocho mil yens. - ¡¿Ocho mil?! - exclama Ranma desairado. - ¿Qué pasa, Ranma, no te alcanza?. - En realidad no. Pero no te preocupes, ahorraré más para poder comprármelo en el futuro. - No te preocupes. Shampoo te ayudará con lo que te falta. - No, Shampoo, en serio. Yo me las arreglaré. - Insisto. Acéptalo por todas las cosas malas que Shyampoo te ha hecho. Ranma estaba por aceptar cuando llega Ukyou a la tienda muy enojada, botando al suelo lo que encontraba en su camino. - ¡Shampoo, se supone que salimos juntas para arreglar nuestras diferencias y al menor descuido te escapas con mi Ranma!. - ¡Estabas tan entusiasmada con ese estúpido vestido que me Shampoo se aburrió de esperarte!. - ¡Y qué me dices de ti, no le quitabas los ojos de encima a esa estúpida máquina de coser, estuviste una hora hablando con el encargado del local sobre la maldita máquina!. - Chicas, ¿podrían dejar de...? - trata de calmarlas pero recibe un “¡¡¡TÚ CÁLLATE!!!” de respuesta, así que aprovecha de entrar al camarín, sacarse el pantalón, devolverlo e irse de la tienda mientras el par de locas se agarraban de las mechas. Afuera corría un frío viento. Miró al cielo y se dio cuenta que se estaba nublando, lo que significaban malas noticias. - Y yo que creí que este iba a ser mi día de suerte. Luego de esas tristes y pesimistas palabras, busca un lugar para poder comer algo. Entra a un “café cantante”, un lugar donde se puede comer y tomar algo y, si querías, cantar un karaoke. No sabía que Nabiki lo había visto entrar. Sigilosamente, se acerca al café cantante, mira por la vitrina y ve a Ranma que estaba sentado en el bar pidiendo algo. Entra y se dirige hacia él. - Creí que estarías en una tienda de ropa y no en un café cantante - le dice mientras se sienta a su lado. - Nabiki... - balbucea sorprendido ante su presencia, pero se entristece al instante, apoyando sus codos en la barda -. Es que Shampoo y Ukyou llegaron y lo hecharon todo a perder. - Ah, ya veo. - Aquí está, señor. - Gracias - le responde fríamente tomando el vaso en sus manos ante una sorprendida Nabiki. - ¡¿Ranma, qué pediste?!. - No te exaltes, Nabiki. Soy menor de edad, no me darían algo fuerte. - ¿Y entonces qué es?. - Agua con azúcar. - ¿Agua con azúcar?. ¿Qué pasa contigo, Ranma?. Nadie entra a un café cantante a pedir agua. - No lo sé. Ayer fue un día difícil, pero hoy... Ranma aprieta el vaso resignado a su desgraciada suerte. Nabiki se pone triste poniéndose en el lugar de su posible futuro cuñado. Él se da cuenta de inmediato. - No me digas que te bajé el ánimo. - No, no es eso. Lo que pasa es que me he sentido extraña este último tiempo. - ¿Te sientes mal, te duele algo?. - No, Ranma. Es algo que siento aquí - dice tocándose el lugar donde está el corazón. - Ah, ahora entiendo... Es por alguien, ¿verdad? - pregunta recibiendo una aprobación moviendo la cabeza -. ¿Y se puede saber qué sientes por ese alguien?. No es por ser entrometido. - Ya lo sé, no te preocupes, pero no puedo explicártelo. Es muy confuso. Ranma, sutilmente, ofrece su vaso de agua. Ella lo acepta y toma un poco, respira profundo y deja el vaso en la barda. - ¿Qué pasa contigo, Nabiki? - ella levanta su vista y topa con la de él poniéndose nerviosa -. Nadie entra a un café cantante para tomar agua con azúcar. Ella sonríe como hace tiempo no lo hacía. Se sintieron un poco mejor y algo menos incómodos. Pasó media hora de conversación sin volver a tocar el tema. Ya no tomaban agua con azúcar, sino que habían pedido un par de bebidas en una conversación que a veces sólo se escuchaban risas. Eran las seis de la tarde y venían llegando a casa. Estaba lloviendo, pero por suerte para él, Nabiki había traído un paraguas de bolsillo en su pequeño bolso y, con él, ambos se protegen del agua. En la entrada de su casa se detienen, parándose uno frente al otro. - Gracias por el paraguas, Nabiki. Sin él me hubiese tenido que venir como mujer y todo mojado. - Sólo lo intuí. Gracias a ti por escuchar mi problema. No me he atrevido a contárlselo a nadie. Ranma se ve sorprendido por la gran importancia que tenía esto, era como una especie del “chacotero sentimental” de Nabiki. - Oye, ¿por qué me lo contaste a mí?. No entiendo, nunca nos hemos llevado bien - pregunta algo apenado. Nabiki tarda en responder. - No lo sé, sólo sentí que debía hacerlo. - Vaya, vaya. Yo creía que tú eras una persona totalmente diferente. - Uno nunca deja de conocer a la gente... ¿Sabes?. Hay otra cosa que quiero pedirte antes de entrar. - Si, dime. - Deberías ceder ante Akane, te aseguro que tus problemas se acabarían. - Pero qué dices, yo no tengo ningún problema. Además, ella fue la que empezói con... - pero en eso recuerda lo sucedido en la sala de clases en el día de ayer. - Ten en cuenta que ella es muy niña aún. Demuéstrale que no eres el inmaduro que ella cree. Alentado por las convincentes palabras de Nabiki, Ranma entra a la casa con claras intenciones de tener claro lo que tenía qué hacer. Subió las escaleras y se quedó parado delante de la entrada a la habitación de Akane. Sin temor, golpea la puerta, escuchando un “adelante” como respuesta. Entra al instante y se encuentra con la mirada de Akane que estaba sentada en su escritorio. Algo sorprendida ante la presencia de su prometido, gira la silla dándole la espalda. - ¿Qué quieres?. Estoy muy ocupada - dice algo brusca, pero él se acerca al escritorio muy decidido. - Pues vas a tener que dejar eso para más tarde - contesta cerrándole el libro que estaba leyendo. - ¡Pues dilo luego y después vete!. De brazos cruzados y mirando para cualquier lado menos a ella, toma la iniciativa en la conversación. - Vine a disculparme por lo de la escuela, y aunque aún no entienda por qué hiciste lo que hiciste ayer, te perdono... - hizo una pausa por si escuchaba alguna respuesta por parte de ella, pero se quedó con nada -. Bueno, eso es todo, puedes continuar con lo que estabas haciendo. No te molesto más. Se retira decepcionado de la habitación. "No sirvió de nada que me rebajara de esa forma... Soy un...". Cuando bajaba las escaleras, escucha el ruido de pasos detrás de él. Al voltear, encuentra a Akane en una actitud muy sumisa. - Discúlpame tú también. No quiero seguir peleada contigo - dice mirándolo a los ojos, notoriamente afectada. Ranma le sonríe haciendo que ella se sienta mejor, quedando las cosas como siempre entre ellos. En la sala, Nabiki estaba mirando una revista de comics y comiendo unas galletas. Piensa en lo ocurrido durante la tarde, su conversación con Ranma. “Después de todo, hoy fue un día positivo. Me di cuenta de muchas cosas que antes no las tenía muy claras. Pero, sin duda, lo más importante fue que tomé una decisión muy importante: nunca más intervendré entre ellos. Yo ya perdí mi oportunidad de ser feliz... Así es la vida... así es mi vida”. En eso, Ranma y Akane llegan al comedor y se sientan en la mesa al frente de ella. - Nabiki, ¿te molesta si vemos la televisión? - pregunta Akane. - Claro que no, ¿te paso la revista de programación?. Akane recive la revista con una gran sonrisa en el rostro y luego prende el tele. Ranma le hace una señal de agradecimiento y le sonríe también. Nabiki se sintió bien. Las cosas con su hermana mejoraron e hizo feliz a un hombre que para ella, a pesar de todo, no merece estar triste, convenciéndose cada vez más que su decisión fue la correcta. - ¿Lo ves, narrador?. Pongo todo mi esfuerzo para que las cosas salgan bien, pero siempre pasan estas cosas y más adelante temo arrepentirme. ¿Verdad que es injusto?. Verdad es, Nabiki. Pero como tú lo dijiste antes, así es la vida...Un fanfic de LG
Ya saben, mátenme escribiéndome un mail por cualquier reclamo o sugerencia.