Farándula y más...
N o t i c i a s
No los perdonó nunca
Celia no pudo aceptar que el gobierno cubano le negara permiso para ver a sus padres antes que fallecieran 
 Belén Martinez Cabello
La guarachera cubana Celia Cruz fue una mujer muy afortunada, pues logró todo lo que se propuso. Salvo el que hubiera sido su último deseo: morir sobre un escenario, tal como le ocurrió a su compatriota Miguelito Valdés. Su enfermedad de cáncer la postró antes de lo que ella y sus fanáticos hubieran esperado, a pesar de los constantes rumores sobre su gravedad y su muerte que tantas veces fueron desmentidas por sus allegados antes que, en efecto, llegara el momento de bajar para siempre el telón de su vida.
Celia no volvió a ser la misma luego de la operación que enfrentó con valentía a finales del año pasado para extirparle del cerebro un tumor canceroso. Sus admiradores no podían asimilar que ‘La Reina de la Salsa’ estuviera atravesando por semejante penuria. 
No obstante, como si anticipara que su final estaba cerca, ella grabó diez canciones para un CD que saldrá próximamente y cuyo hit parece que será “Reír y Llorar”, una composición de Sergio George, para el sello Sony Music. Y es que, en efecto, así fue la vida de esta legendaria cantante, entre risas y lágrimas.
Muy profundamente clavado en su corazón estaba el dolor de la patria lejana, donde su música se escucha de manera clandestina, pues fue vetada de la radio nacional por su disidencia. De hecho, su nombre fue ignorado en la primera edición del Diccionario de la Música Cubana, como si ella nunca hubiera existido en el pentagrama. Y en 1962, Celia se vio imposibilitada de regresar a Cuba para asistir al entierro de su madre, pues las autoridades castristas no se lo permitieron. Eso no se los perdonó nunca. Al igual que cuando un par de años más tarde se le impidió despedirse para siempre de su padre, cuyos restos también descansan en esa isla.
A pesar que arropó al mundo con su música, esta artista siempre se sintió bien cubana y así lo alardeaba en todas partes. Esas raíces fueron las mismas que dieron origen al pegajoso grito de “¡azúcar!” que tanto la identifica.
En una entrevista concedida en el 2000 a la revista Billboard, Celia relató que eso se originó cuando un mesero en un restaurante cubano de Nueva York le ofreció café tras terminar su comida. Este le preguntó si lo quería con azúcar.
“Le dije, «chico, tú eres cubano. ¿Cómo me puedes preguntar eso? ¡Con azúcar!». Y esa misma noche, durante el show, porque siempre hablo en mis presentaciones un poquito para que mis músicos puedan descansar, le conté la historia al público. Y un día, en vez de contar la historia, simplemente subí al escenario y grité «¡azúcar!»”, solía recordar. El resto es historia.

Últimos Designios
Como si fuera la bandera cubana, Celia ondeó por el mundo con su música y siempre vivió muy identificada con su gente. Al punto dejó establecido que, a su muerte, sus restos fueran trasladados a La Torre de la Libertad, el edificio más emblemático del exilio cubano en Miami. Ese sería el último escenario donde la veterana artista se encontraría con su público. 
Esta idea de convertir ese lugar en una capilla ardiente fue patrocinada por su viudo, Pedro Knight, debido a su gran simbolismo. La Torre adquirió ese nombre por ser la puerta de entrada para miles de exiliados cubanos que, a partir de 1962 y 1974 acudieron a este edificio para tramitar documentación y recibir ayuda en las oficinas del centro de refugiados que el gobierno instaló en la entonces antigua sede del periódico Miami Daily News. En la actualidad, el edificio es propiedad de la familia de Jorge Mas Canosa, el desaparecido presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana, que lo compró en 1997 y que hace apenas dos años remodeló a un costo de $20 millones.
“Ella quería un velorio a lo grande”, informó Jorge Plasencia, amigo de la familia y vicepresidente de la Radioemisora HBC, quien coordinó los acontecimientos del sábado junto al Padre Alberto Cutié y las autoridades de la ciudad.

Logros Artísticos
Aunque lloran su muerte, la fanaticada de Celia celebra su prolífica trayectoria. En su carrera, grabó más de 70 álbumes musicales, la mayoría de ellos con La Sonora Matancera, 8 con Tito Puente, 3 con Johnny Pacheco y 20 con la Fania All Stars. En el 1982 volvió a grabar con La Sonora Matancera y con figuras tan famosas como Luciano Pavarotti, Patti Labelle, Dionne Warwick y David Byrne.
Entre sus canciones más conocidas figuran “Yerberito Moderno”, “Que Le Den Candela”, “Isadora”, de Tite Curet Alonso, y “La Negra Tiene Tumbao”, el más reciente de su extensa lista de éxitos y ganador de un premio “Grammy”. Así como “La Vida es un Carnaval”, una canción del argentino Víctor Daniel que pregona que no hay que llorar porque las penas se van cantando.
Y cantando cosechó innumerables reconocimientos, entre ellos 7 premios “Grammy”, y numerosos Discos de Oro y de Platino.
La cantante, quien también protagonizó 10 películas en el cine, recibió doctorados honorarios de universidades norteamericanas tan prestigiosas como Yale, la Universidad de Miami y la Universidad Internacional de Florida. Lo único que a ella no le interesó jamás fue escribir su autobiografía. Tenía la creencia que, para que resultara un éxito en ventas, debían incluir relatos pavorosos de tragedias de la infancia que, afortunadamente, a ella jamás le sucedieron. Lo mismo pensaba del cine, a pesar que en el 2001 aceptó que las célebres Whoopi Goldberg y Cristina Saralegui se involucraran en un largometraje sobre su biografía, el cual sería protagonizado por la primera.


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