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010115

Carpe Diem

Buchanan y la teoría
que hizo click


Luis Figueroa
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Veamos: ¿Le confía usted a unos políticos los fondos para su retiro, o la educación de sus hijos?
La primera vez que leí acerca de James M. Buchanan fue en 1986 cuando él recibió el Premio Nobel de Economía y yo era estudiante de ciencias políticas y bibliotecario de adquisiciones.
La segunda vez fue por casualidad, mientras leía un ejemplar de la revista Estudios Públicos y andaba en busca de una teoría de la política y de su instituciones, que hiciera click.
Ya había pasado, yo, por la teoría romántica de que los políticos actuan en beneficio de la sociedad y otras ideas igualmente cursis; ya había pasado, también, por Gramsci, Stavenhagen, los marxistas, los neomarxistas, los protomarxistas, los leninistas, los postleninistas y los estructural-funcionalistas.  No había click.

En eso andaba, cuando me topé con Buchanan.  "En mi visión del ordenamiento social, las personas individuales son  las unidades componentes básicas, y gobierno es simplemente aquel complejo de instituciones a través del cual realizan actividades colectivas en oposición a las actividades privadas", decía.  "Política es la actividad de las personas en el contesto de tales instituciones", añadía.  "Las personas individuales son las que en última instancia toma las decisiones, y si deseamos  discutir los procesos de decisión gubernamentales, debemos analizar la conducta de los individuos en la medida en que participan en esos procesos."  ¡Esto hizo click.
Si los individuos eran lo importante, como es, entonces el proceso político no podía ser muy diferente del proceso económico.  Si la acción humana es lo importante, el concepto de propósito también lo es.  No era extraño, pues, que el homo politicus fuera homo economicus, y que en consecuencia el hombre político actuara fundamentalmente con el interés propio como su estrella polar.

¿Por qué es eso importante? Porque existe el mito generalizado de que los políticos actúan desinteresadamente, siempre en busca del bien común o del beneficio colectivo.
Por eso es que mucha gente está tan dispuesta a abandonar sus asuntos en manos de políticos; y de esa cuenta es que el seguro social, la educación de sus hijos, su salud, su salario y sus ahorros, entre otras cosas importantes, están a merced de decisiones burocráticas.
Si mucha gente desconfía de los empresarios, porque actuan de acuerdo con sus propios intereses, ¿por qué no desconfían de los políticos, que hacen lo mismo, pero en forma encubierta?

James M. Buchanan arrojó luz sobre el tema del interés propio, no sólo como un instrumento científico para estudiosos; sino como una herramienta importante para el elector y el contribuyente.  Es decir, para usted.
Es falso que los políticos y burócratas sean una especie de humanos distinta a todos los demás; y si entendemos que fundamentalmente actúan en su propio interés (como usted y como yo), descubrimos que es un error creer que el gobierno actua en forma diferente. 
El gobierno, pues, no es una agencia-de-toma-de-decisiones supraindividual, separada y aparte de las personas individuales.

Al haber desarrollado una teoría del comportamiento individual en el proceso político, Buchanan, hizo por la política como ciencia, algo muy parecido a lo que Ludwig von Mises hizo por la economía con su Acción Humana. 
Pero a usted y a mi, que no somos expertos en aquellos asuntos, pero que sí nos interesa en qué se van nuestros impuestos, nos ayuda a explicar hechos tan cotidianos como el rentismo o rent seeking, que es tan característico de la política y de las decisiones de política.  Si no, ¿por qué cree que existen la nueva Ley de Aviación Civil y el subsidio al gas, por ejemplo?

¿Yá le hizo click?


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