Sede          De regreso a 2001


010709


Carpe Diem

No se entiende, ¿verdad?
Luis Figueroa
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Vea usted, cuando los titulares de los periódicos dicen que el Banco de Guatemala perdió Q 1 mil millones y que el Estado de Guatemala perdió Q3 mil millones para beneficiar a tal o cual negocio, la mera verdad es que ni el Banguat ni el gobierno han perdido nada.
El que ha perdido es usted.  Porque es a usted a quien le pasan la factura, ya sea en términos de más impuestos, de inflación, o de altas tasas de interés. 
Y uno se pregunta: Si el banco central y el gobierno pueden “perder” Q4 mil millones del dinero de los contribuyentes, ¿con qué autoridad moral se atreven a pedirnos que les demos más plata?

Además hay otro detalle. Realmente ese dinero no se pierde; y lo que pasa es que sólo cambia de manos.  Como al entendido, por señas, no vamos a entrar en detalles.  Usted ya sabe, o intuye, qué es lo que de verdad pasa con el dinero que pierden el Banguat y el gobierno.

En otras palabras, si el Banco de Guatemala y los demás funcionarios de Alfonso Portillo no “perdieran” tanto dinero de usted, de su empresa y de su familia, ¿tendrían necesidad de aumentar los impuestos?

Hecha esta meditación, no se entiende por qué la administración y el mismísimo Presidente se molestan cuando los ciudadanos nos oponemos a seguir siendo esquilmados.  Nos acusan, por ejemplo, de desestabilizadores, por el único “delito” de expresar libre y pacíficamente, conforme a los derechos humanos y las garantías constitucionales, nuestro derecho a no estar de acuerdo con el abuso.  Nos acusan de conspiradores por ejercer el derecho de petición, y la libertad de expresión.

En esta semana cayó en mis manos el libro
For Good and Evil, the impact of taxes on the course of civilization (Para bien, o para mal, el impacto de los impuestos en el curso de la civilización) de Charles Adams, debido a un amigo que encontró interesante el capítulo 18.  Ahí Adams señala que “los suizos como los antiguos griegos, ven una conexión directa entre la democracia, la libertad y los impuestos.  Los americanos y los británicos que estudian la sociedad suiza, aprenden rápidamente que los suizos tienen un concepto de libertad que los americanos y británicos tenían en el siglo XVIII, i.e. que la libertad está centrada en la billetera de uno”. 
No es sorprendente, entonces, que los guatemaltecos del siglo XXI  sepan, como los suizos, que para ser libres y democráticos, hay que “ejercer un extraordinario control sobre el poder tributario del gobierno”.

Aquel es el verdadero significado de los
Viernes de Luto y de las concentraciones que se celebran en El Obelisco, en Barberena, en Cobán y en otros lugares de la república.
Es la gente, que ya no está dispuesta a ser explotada en beneficio de los grupos de interés, de los sinvergüenzas y de los buscadores de rentas que viven del presupuesto nacional.  Democracia, libertad, y la billetera de los votantes y  de los electores, están íntimamente relacionadas y de eso se trata el movimiento al que me refiero.
No se entiente, pues, que haya comentaristas mezquinos que traten de desviar la atención hacia supuestas conspiraciones, hacia una inexistente cultura antitributaria, o ante un falso elitismo. 
Los suizos someten toda aprobación de impuestos al voto de la ciudadanía; y como dice Adams, “esa práctica encarna la sabiduría de separar el poder de imponer tributos, del poder de gastar”.  Y si los suizos pueden ejercer aquél extraordinario control sobre su gobierno sin ser acusados de sedición y elitismo, ni de ser maniqueos, ¿por qué los chapines no podemos hacer lo mismo?
No se entiende, ¿verdad?


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