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Los chapines en
manos de terroristas

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En julio pasado, en California, un grupo de personas causó destrozos en la casa de una persona.  ¿Es eso un crimen, o no?  Otro grupo relacionado bombardeó una distribuidora de automóviles familiares. ¿Es eso un crímen, o no?  En San Francisco, fueron atacados 17 restaurantes Starbucks.  Los atacantes, ¿cometieron crímenes al hacerlo?  Un grupo de militantes amenazó con secuestrar a la esposa y a la hija de una empresa de investigación farmacéutica; en tanto que otro grupo amenazó violentamente a los bomberos que trataron de detener el fuego en un edificio de apartamentos en San Diego.  ¿Fueron criminales esas amenazas?

La persona del primer ejemplo era un chef y el motivo por el que fue atacado es que en su restaurante sirve paté de ganso.  ¿Qué tenían en común todos los ataques?  Está mencionados en el reporte anual del Frente para la Liberación de los Animales, mencionado por The Center for Consumer Freedom en un reporte publicado el 27 de agosto de 2003.

Mi punto es el siguiente: ¿Si tengo una buena causa, como la de evitar el maltrato contra los animales, tengo derecho a destruir, amenazar, secuestrar, y ejercer otros actos de terrorismo? Yo supongo que la respuesta es que no; sobre todo si reconocemos que los intereses de una persona no deben privar sobre los derechos de otra. 

Empero, aquí en Guatemala, a juzgar por la experiencia del Jueves Negro, ya sabemos que cualquier grupo de vándalos, si está amparado en la fuerza y el poder, puede cometer docenas de tropelías y salir impune.  Es más, si aquellas son cometidas por funcionarios y familiares de funcionarios, ni siquiera hace falta una supuesta buena causa.

Sin embargo, aquel Jueves Negro no es lo que motiva estas reflexiones.  Resulta que la semana pasada un grupo de campesinos tomó el edificio de Fontierra y mantuvo retenidos, en él, a funcionarios y empleados de aquel Fondo.

Lo que me llamó la atención fue que un noticiario anunció el acto como una “toma pacífica”. Y yo digo ¡No es posible una toma pacífica!  El hecho de que un grupo se apodere de un inmueble ¡no es algo pacífico!; y peor aún, si el grupo no deja que los ocupantes del edificio salgan de él, ¿cómo va a ser algo pacífico?  No hay tal cosa como una toma pacífica en la que se violan, por la fuerza, los derechos de los propietarios, o de los habitantes y trabajadores, de un inmueble.

Como las cosas pueden llegar a ser absolutamente absurdas y surrealistas, ¿va usted a creer que los invasores querían que Fontierra les pagara almuerzo y transporte de regreso a sus casas?  Esto equivale a que un grupo de asaltantes ocupe su casa y luego le pida huevitos y plátanos con frijoles, y taxi para volverse a su hogar. Pero claro, si los funcionarios de este gobierno hacen ese mismo tipo de cosas y salen impunen ¿por qué no habrían de hacerlo los grupos de interés?

En ese sentido, es lamentable que aquellos grupos, generalmente guiados por buscadores de rentas y sinvergüenzas, puedan obstaculizar las vías de acceso a la ciudad, y con todo desparpajo, asegurar que están reclamando justamente sus derechos.  Cosas así suceden con los salubristas, los maestros, los areneros, los expac y otros.  Cualquier día violan la libertad y amenazan la vida de la ciudadanía, sin que las autoridades quieran proceder a ponerlos en orden. 

La verdad sea dicha, una característica esencial de un derecho es, precisamente, que en su ejercicio no se violan derechos ajenos.  Cuando los miembros de un grupo de interés bloquean una calle, o carretera, para insistir en que no les quiten el hueso, no sólo perjudican a miles de usuarios inocentes de esa vía, sino que violan sus derechos.  En ese momento sus pretensiones cesan de tener algún carácter de legitimidad y  se convierten en un abuso descarado, en un acto de terrorismo y en un crimen como los citados arriba.

Todo individuo que participe en un grupo de interés que en sus manifestaciones y reclamos ejerza la coacción, la violencia, la amenaza, la fuerza, no está ejerciendo un derecho.  Lo que está haciendo es convertirse en violador de derechos ajenos; y cuando estos vándalos actúan, la policía debería de actuar en su contra y removerlos de inmediato.

Guatemalteco Bilingüe: He recibido algunas comunicaciones de parte de la promoción 1973, de primaria, y de otras promociones del Colegio Guatemalteco Bilingüe; pero aún falta mucha gente por aparecer.  La próxima semana se celebrarán los 40 años del Colegio y sería bueno juntarnos. ¡Eeeeeh!



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