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Carpe Diem


Lecciones salariales
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¿Por qué es que ya no hay, como las había hasta los años 70, abundantes señoras para el servicio doméstico?  ¿Por qué son muy caras y/o poco capacitadas las que hay?

La respuesta a ambas preguntas es: porque se fueron a trabajar a las maquilas.  La mayoría de aquellas trabajadoras pensó que los salarios y las condiciones de trabajo, en las fábricas, eran mejores que las que tenían en los hogares chapines promedio.  Si no hubiera sido así, no se hubieran ido a trabajar a aquel sector industrial.  Se hubieran quedado de muchachas.

¿Qué pasó cuando vinieron las maquilas? Empezaron a hacerse escasas las trabajadoras domésticas.  Las maquilas compitieron con las amas de casa y ganaron el mercado del servicio.  ¿Cómo? Con mejores salarios y mejores condiciones.  Pero, ¿qué pasó con las mucamas?

Antes de las maquilas abundaban las buenas cocineras y de adentro.  Pero aunque fueran buenas, sus salarios no eran muy atractivos porque había muchas mujeres buscando trabajo y pocas opciones de empleo.  Para ciertas mujeres no había más alternativa que trabajar de empleada en una casa. 

Esto cambió cuando vinieron las maquilas.  Cuando las señoras más chispudas se cambiaron de trabajo dejaron un agujero vacío en el campo del servicio doméstico.  Espacio que llenaron otras mujeres que antes no conseguían trabajo, ya fuera porque no lo había, o porque no estaban capacitadas ni para barrer y sacudir.  Menos para guisar.

Las mujeres que se fueron a las maquilas mejoraron sus salarios y sus estándares de vida; y las que llenaron sus vacantes consiguieron empleo.  Aunque fueran menos capacitadas que sus antecesoras, podían aspirar a iguales salarios que ellas (o mejores) según se fueran haciendo más escasas las domésticas capaces.

¿Qué hizo que subieran los salarios de las fámulas? No fue un decreto, ni tampoco la bondad de las amas de casa; porque si así fuera, imagínese, ¿cuánto ganará la cocinera del Cardenal?

Lo que hizo que subieran los salarios fueron las maquilas, por el capital invertido en ellas.  Capital que hizo posible la creación de nuevos puestos de trabajo productivo.  Usted, que tiene dos dedos de frente, ha entendido cómo funciona el mercado laboral y la razón por la cual aumentan los salarios.  ¿Por qué no lo entienden los políticos y los dirigentes sindicales?  ¿Será que no entienden, o que no quieren entender? 

El fenómeno que hemos visto descrito aquí, se da en todos los campos laborales.  Los salarios de los periodistas mejoraron sustancialmente cuando aumentó el número de los periódicos.  Los salarios en las radios están subiendo porque hay más inversión de capital en ese sector y hay más radios compitiendo.  No sólo por oyentes, sino por periodistas, locutores, productores, técnicos, y otros.

Las fábricas y los nuevos negocios atraen a la mano de obra más competente y calificada porque ofrecen nuevas y mejores oportunidades y mejores niveles de vida que los que había antes.  Entonces, los empleos marginales como el de las domésticas, o el de aprendiz en cualquier oficio, quedan para los más jóvenes, para los menos capacitados e incluso para los mayores.

Entendido este fenómeno, como lo ha entendido usted, queda claro que en un ambiente hostil para la acumulación de capital y para las nuevas inversiones no mejoran los salarios ni la calidad de vida.  Queda claro por qué la inseguridad; la mala administración de justicia; los impuestos altos, inestables y arbitrarios; el paternalismo laboral y la elevación de salarios por decreto, entre otros, son enemigos de la clase trabajadora.

¡Atásquense que hay lodo!  Allá por los años 80, cuando parecía que la guerrilla podía asaltar el poder, tenía compañeros que aseguraban que si eso ocurría sus padres quemarían sus fincas y sus familias se irían a Miami.  Cuando Napoleón I y los nazis entraron a Rusia, hallaban el abandono y la destrucción que iban dejando los rusos en su retirada, para que los invasores no encontraran nada.
¡Preparémonos, chapines! Porque a juzgar por las noticias, el FRG, en su retirada, no va a dejar más que escombros.  En parte, a eso se debe el vengativo incremento al salario mínimo (que en apariencia sólo daña a los empleadores, pero que en la realidad perjudica a todos). Otro ejemplo de ello es el negocio de la compra de software en el infame Crédito Hipotecario Nacional. 
A ver si estos, en su retirada, no se llevan hasta los dispensadores de cinta adhesiva.  No sólo como venganza, sino para no perder la costumbre.

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