Las guerrillas, hijas de la exclusión social
Violencia en Colombia: Amnesia histórica y cadena de conflictos
Fabiola Calvo Ocampo | especial para cimac
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Hablar de violencia en Colombia es hablar de historia reciente y de la
actualidad, es hablar de conflicto más conflicto sin resolver el anterior,
es referirse a la amnesia histórica de todos los sectores políticos armados
y desarmados.
2 Muy rápido pasamos la hoja del libro cuando leemos que el pueblo colombiano
fue dividido por los partidos Liberal y Conservador en "rojos" y
"azules",
para que se enfrentaran en los campos y que el resultado fuese --además de
300 mil muertos-- un "pacto de exclusión" firmado en España por los
dirigentes de los dos partidos.
3 Se desconoce si alguna vez ambos partidos expresaron públicamente
arrepentimiento, por ese hecho que marcó la vida de un pueblo.
4 No es suficiente hablar de muertos, que siempre es lo que más conmueve. Ese
pacto de exclusión impidió la presencia legal de otras organizaciones o
movimientos políticos, e instauró una forma de resolver los conflictos.
5 Otro producto de ese pacto fue el surgimiento de las guerrillas en los años
60, hijas de la exclusión pero también excluyentes entre unas y otras.
Exclusión que contagió a la sociedad, a los individuos y hasta su cotidianidad.
6 Y cuando el Estado supo que los rebeldes eran una realidad más en el país,
dio prioridad a la vía militar para extinguirlos, y así hasta el final de
siglo y el comienzo del siguiente. Colombia dividida entre buenos y malos, y
en la mejor formación católica, siempre fue necesario un enemigo, un
Satanás, o un Tribunal de la Santa Inquisición para castigar los delitos
políticos y sociales. A alguien había que acabar, desaparecer, destruir.
7 Desde el punto de vista político existen coyunturas internacionales,
situaciones sociales pero en el caso de Colombia muchos se han detenido en
el tiempo y otros no quieren recordar o no pueden hacerlo, y "no recordar
es
la antesala de la locura", según se afirmó en las Jornadas de Psicoanálisis
de la Europa Inacabada, en 1997.
8 Y esa amnesia ha derivado en las mayores atrocidades: venganzas, ambiciones
insatisfechas, masacres, actos repudiables que buscan justificaciones. Se ha
llegado a un punto que parece que todos son verdugos y todos son víctimas.
La amnesia hace repetir lo olvidado en hechos, pero con los muertos se están
llevando el derecho a la memoria colectiva.
9 La denominada violencia de los años 50 se resolvió con la exclusión de las
grandes mayorías que lloraban a sus muertos, luego impusieron las balas por
un ejército educado en la guerra fría y en el más puro anticomunismo.
10 En los 80 por fin se inició un proceso de diálogo con la guerrilla, pero el
asesinato de quienes firmaron y el incumplimiento de los acuerdos arrastra
hasta hoy la desconfianza. Y los paramilitares que nacieron y crecieron con
el amparo y apoyo del ejército, constituyen hoy una guerrilla de derecha
alimentada por desertores de las filas insurgentes o de algunos de los que
abandonaron las armas.
11 En medio de todo este caos, se halla inmerso el narcotráfico que corrompe y
llega hasta los más recónditos lugares de la geografía y de las conciencias.
12 No es un panorama sencillo de explicar y menos de entender o resolver. Al
2002 se entró con toda la problemática a cuestas y con un Plan Colombia que
militariza las posibles soluciones. ¿Y la soberanía? No es tema de actualidad.
13 Mientras, la atomización de la sociedad colombiana se evidencia en los miles
de muertos, dos millones de desplazados internos, miles y miles de personas
que emigran a otros países, cientos de mujeres prostituídas en Holanda,
España o Japón, y decenas y decenas de profesionales e intelectuales que
huyen del país.
14 En la búsqueda de soluciones mediante debates y reuniones, nadie propone una
nueva sociedad pero sí un fortalecimiento del Estado. ¿Esto es posible
dentro de la dinámica actual? ¿Será necesario eliminar a la mitad de la
sociedad colombiana, y enviar un número indeterminado de habitantes al
extranjero para lograrlo?
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