53_14_11_KK2_ESCABINATOyAFINES Manuel
C. Martínez M.
S A D E L A S
Sociedad Amigos de la Salud
ESCABINATO
y OTRAS NOVELERÍAS
La Venezuela de la
decadente IV república siempre fue dada a las novelerías, fantasías y todo
género se quimeras dirigidas a sembrar en las masas oprimidas una falsa
esperanza de justicia y a un <<mejor>> reparto de esa riqueza que diariamente añade la población
trabajadora y no empresarial.
El cliché de una
clase media , supuestamente hacendosa y representante del progreso social, ha
sido una de las banderas más <<exitosas>> de la burguesía
agonizante. Porque desde las sociedades más primitivas para acá sólo ha
existido dos perfiles clasistas: La clase trabajadora y la c. no trabajadora. A
la primera han pertenecido los técnicos de distinto nivel de especialización y
oficios, y a la otra, todo género de usufructuarios, usadores, consumidores y
apropiadores en privado del trabajo de los primeros.
El medio pasaje estudiantil, la gratuidad del
pasaje a para los terceretarios, el reintegro de las mal llamadas
<<prestaciones sociales>>, las diferentes <<primas>>
laborales, paliadoras del hambre
adquirida de los trabajadores. Ese paquete de
<<reivindicaciones>> forman la policromía de engañifas que la clase
no trabajadora otorga a esa supuesta clase media y a la clase inframedia (?).
Y ahora , a manera
de vestigios de lo viejo envuelto en lo nuevo, nos llega la figura
jurídica rimbombante y novedosa del escabinato. Se le conoce como
tribunales de paz, y pretenden acabar con los arraigados vicios del vicariato
jurídico, de las mafias judiciales y del terrorismo judicial. Según esa quimera
jurídica, ahora el Estado (comodín de siempre) declara obligatoria el ejercicio
de escabino.
A la letra dice
que el Estado lo protegerá, ,pero lo cierto y real es que a quien le salga en
mala suerte el numerito para fungir de juez contra un capo, contra un hijito de
papa o contra un pez gordo de quienes son los verdaderos dueños económicos de
estas tierras, tendrá que ceder ante las exigencias de impunidad que esos
enjuiciables le impondrán con su eficaz chantaje.
Habrá que ser bien iluso para creer que si usted se atreve a
enjuiciar a uno de esos sujetos en este país, el Estado lo va a proteger de la
ineluctable venganza que sufriría. Sadelas llama angustiosamente a los abogados
revolucionarios para que soliciten una revisión urgente de esa peligrosa
disposición del Código de Procedimiento Penal Venezolano, ya que lo que buscan los juristas que lo concibieron e
incorporaron a la Constitución, es quitarse la <<raya>> de
alcahuetas y corruptos que caracteriza la judicatura nacional y mundial
de estos aburguesados países.
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