El pasado 22 de septiembre de 1996, se llevó a cabo el Acto de Isusquiza - renovado Montejurra - en homenaje y recuerdo de los requetés y soldados carlistas que, en octubre de 1936, dieron su vida en aquel lugar " Por Dios y España ".

La Junta Provincial de Álava de la Comunión Tradicionalista Carlista, ha emitido un Manifiesto con motivo del 60 Aniversario de aquel glorioso acontecimiento, que nos honra reproducirlo en nuestras páginas.

LA TRADICIÓN VIVE EN SUS PRINCIPIOS

" Nuestro pasado nos aguarda para crear el porvenir ". Este profundo pensamiento de Ramiro de Maeztu, alavés gentilicio, que lo tomó de Vázquez de Mella, encabeza el Manifiesto de Isusquiza de 1996.

La historia señala el porvenir. Nuestra historia, la de estas celebraciones comenzadas por el heroísmo de los soldados y requetés, que aquí combatieron y murieron, en 1936, lleva ya sesenta años, por el camino de la tradición; un camino que enarbola el cuatrilema de " Dios, Patria, Fueros, Rey " : síntesis de la Tradición española, que fundamentada desde su origen en esos principios vive, por ellos y en ellos, también hoy.

El nuestro ha sido y quiere seguir siendo un lema de superación, de vida. En muchos siglos pasados, en este siglo nuestro, casi hasta hoy, estuvo encabezando las grandes empresas españolas. Mañana volverá a estar en la primera línea del mejor ideal. Del que hizo grande a España, el que hace sesenta años la redimió en tres años de lucha, - " sin efusión de sangre no hay remisión " ( Lev.17, II)-, origen de otros cuarenta años de paz y desarrollo nacionales.

No nos duelen prendas. Decimos bien en alto que gracias al Carlismo tradicionalista (único posible, mantenedor en su integridad de aquellos principios, sin desviaciones progresistas en lo espiritual, separatistas en lo nacional y autogestionarios en lo social, y el que quiera entender entenderá), gracias al Carlismo tradicionalista, a los requetés, en buena parte, fue posible la victoria, que fue rotunda, sobre el marxismo antirreligioso, antipatriótico, antiforal y antimonárquico; es decir, se hizo posible para España el triunfo de los principios de la Tradición.

Nadie dudará, " del rey abajo ninguno ", de la verdad de tal afirmación.

Si hay, hoy , unos nuevos " gárrulos sofistas " (neoliberales, socialistas, nacional-separatistas, o los que, vaciando de concepto las palabras y negando los principios, se denominan "carlistas ") que otra vez han empobrecido, mermado y desolado a un pueblo al que encaminan a su desintegración, nosotros, los tradicionalistas, no tenemos la culpa. El Carlismo verdadero sólo existe al amparo de una Tradición de la que renegaron algunos líderes ambiciosos ( príncipes y vasallos), traidores a los principios que configuran la misión secular que el Carlismo tradicionalista lleva en alto. Sigue estando, y nosotros con él, frente a la Revolución. !Revolución!

Tal es, de nuevo, el enemigo, con disfraz o sin él.

El espíritu antirreligioso -enmascarado por un laicismo indiferentista, negador de la razón natural del hombre y de la gracia sobrenatural- ; el separatismo militante -disfrazado de autonomías o soberanías casi federales; - el pasotismo encubridor de cobardías y negador de heroísmos, y un cierto republicanismo, todavía hoy embridado pero que habrá de sacar no tarde sus lógicas bazas de triunfo, todo esto es, desde siempre, el antilema de la Tradición.

Contra él hemos de continuar combatiendo: para no ver Monarquía española cuyo estado no es catól*-ico; un Estado que ha entronizado el divorcio, negando el matrimonio; ha disuelto la familia y potenciado centros educativos en los que impera una educación materialista, indeferentista, antitradicional y antiespañola, y que ha dado carta de naturaleza a los brigadistas internacionales comunistas que combatieron a nuestra Patria.

Contra todo ello nosotros trabajamos y trabajaremos con voluntad limpia, con claras razones, con los ojos de la realidad, comprensivos con las personas, intransigentes con el error. Durante muchos años abrimos el surco, echamos la semilla, vimos y recogimos frutos abundantes. Predicamos la Tradición, la tomamos como punto de partida. Hoy la vemos, como en su origen primero, como punto de partida hacia el futuro. La Tradición no muere, vive en sus principios, sin ella todo es plagio, se dijo con acierto. Plagio, es decir un vilano efímero en el viento de la historia.

Vive la Tradición, viven sus principios, vive por éstos; por Dios, sin El, nada vale, nada importa; por la Patria, la herencia común que da sentido a nuestra vida y que es más que la Nación y mucho más que el Estado, hoy en crisis mundial; por los Fueros, en los que se regulan las libertades concretas de la persona con destino al bien común, valladares contra el totalitarismo estatal, y por un Rey, como suprema autoridad de la Patria, símbolo de su unidad y continuidad, y encarnación de la Justicia.

Manifestamos aquí nuestra esperanza: Somos católicos, españoles, forales y monárquicos de una Monarquía que lleva en su bandera esos principios vitales de la Tradición.

Con esa esperanza murieron aquí en 1936 nuestros hermanos mayores, con esa esperanza mueren hoy los que contra ETA reafirman, sépanlo o no, una Euskalherría españolísima.Nuestra oración, nuestro recuerdo y nuestra gratitud a todos ellos."

 

Fuente: El Boletín Carlista Nº 21, Madrid,Extraordinario Otoño 1996. Boletín informativo de la Junta de Madrid de la Comunión Tradicionalista Carlista.

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