LA TRADICIÓN CREA ESPERANZA

Parece que nuestro tiempo ha optado por todo lo que implica cambio,transformación. Se nos repite desde los más diversos centros de influencia social que sólo lo nuevo tiene garantía. Desde la moda a la política pasando por la ciencia o la Universidad se nos hacer creer que para que algo sea realmente pleno, ha de poseer el atributo de "revolucionario". Es sorprendente la historia de las palabras y más aún la eficacia del lenguaje manipulado para transformar inadvertidamente el pensamiento. Si a nuestros abuelos les hubieran ofrecido algo tan democrático y revolucionario, hubieran arrojado al osado y trancado la puerta para evitar consecuencias mayores. El grito desazonante de cambio se ha transformado en ingenua promesa de esperanza. Como si de crisálida se tratase, el gusano se ha convertido en la mariposa.

Sin embargo harto nos ha enseñado la experiencia del desencanto de las promesas embaucadoras y de la fragilidad de los artilugios del último grito. Cansados de tanto desechar, desazonados de que nada se nos presenta para permanecer, se comienza a percibir el anhelo de encontrar algo que sea lo de siempre y para siempre. Somos así.

El corazón del hombre siente nostalgia por el ayer pasado, por todo lo que fue y ha desaparecido. Es difícil rechazar el sentimiento de que "cualquier tiempo pasado fue mejor".

El hombre se debate entre dos tendencias contrarias: el deseo de un mañana mejor, y la añoranza de un ayer que se ha ido. ¿ Contrarias o complementarias ?. La vocación del hombre es hacer un mundo mejor, pero no desde la destrucción sino desde la perfección constante de lo que hemos recibido. Para que haya crecimiento ha de haber permanencia y renovación. La modernidad obcecada ha forzado a los contemporáneos a una elección excluyente: o conservarlo todo y eres un conservador ; o cambiarlo todo ( sin que lo pueda conocer ni la madre que le parió ) para poder considerarte verdadero demócrata y revolucionario.

La inclinación natural ni es conservarlo todo ni a toda costa, ni cambiarlo todo sin respeto ni miramiento. La vocación a perfeccionar estimula la renovación, el amor a las cosas reclama la permanencia.

Tarde o temprano la verdad saldrá por sus fueros. Ni el conservadurismo ni la revolución han hallado la respuesta. No existe otra salida por más que se empeñen en obstruirla y rechazarla. Tarde o temprano no tendremos más remedio que construir nuestra historia sobre el fundamento de la Tradición.

 

Fuente: Maestrazgo, Época III, Número 6, año XIX (1991).

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