Breves antologías poéticas
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a Gonzalo Jiménez de Quezada

La primera cuna es el pantano
al que siempre vas como una piedra
y te tiras de espaldas y chapoteas
como queriendo pudrirte
en placer amoral, supremo, primiginio.

La niña del infinito está allí
con su mirada nutricia, maternal
y su cabeza es tan benévola
que te recibe, acuéstate en mis senos,
parece que te dice, cuando te acercas
con un julepe de lianas
y el duro cordel de las enredaderas.

Te das a ella, tierra básica,
a su base hipotalámica del gusto.
Ella te arranca los calzones,
así se alcanzan desnudos, sudarosos;
se comparten el humus, el hiperovarismo,
el agua espesa del pantano.

Explotan en placeres que parecen
realmente microscópicos, aunque sigan
oscuros, indecibles, censurados
en al engañosa magia del mito.

2.

En el alma de la piedra está el espíritu;
las piedras son los huesos de la Madre Tierra

Ser pobres da la básica amoralidad
de la dicha y lo trágico, pero ella y tú
aguantan el mundo con su olor de pasiones.
Crees tú que renaces como un hueso
que se hará semilla, siendo ad initio
piedras o menhires
o un obelisco teriomórfico del falo.

No mires la penuria, entonces,
o el tiempo que se fuga de tus huesos,
echáte a la fosa blanda
como un diente del dragón de Aonia
que pedruzco será en la Fuente serpentina,
la Aretiada, como un diente
échate de espaldas y no lo mires.

No medites ya desobediencias
o especules si comíste
las manzanas de la Eride.
Este presente será tu paraíso.
Esta pobreza, la Divina Caída.

3.

La primera cuna es la enredadera,
el abrazo, urdimbre en la hamaca del barro,
monstruo serpentino que te jala del calcañar
y te da el lenguaje de la urgencia
y el viejo contenido de apetito.

Sin esa cuna orginaria donde habitaste
con la serpiente-hiedra, no hay plenitud de ser.
No se escribe el Gran Cuaderno de las obsesiones.
No se comprende que no hay desobediencia
en este negocio del poblar un mundo.
Este acto es la reciprocidad, la breve vida.

4.

A Tí, Gran Lepra, divino fango,
te ví como paloma en Mariquita.
¡A tí, dices: yo recojo el desperdicio
involuntario, estimulo el ambiente,
doy placer en la arcilla
y en la matriz biológica de lo objetivo,
'ser social' petrificado, quiero
lo que sobra antes del parto
y lo que viene después
de los destetes y las zozobras
y la angustia y el llanto!

Mordías a Don Gonzalo.
Subías a él como serpiente,
enroscándote a su rala carne
y su hipotálamo exaltado, imprecatorio.
Bajas a él, como un ave cantarina.

Dispuesta estabas como siempre
a consolar su experiencia neuroquímica
en lo social del barro, tú... tan cognitiva
para él, pulso cardíaco, mal amigo,
cara de agresor, matoide en llanto.

El había conquistado el Reino de las Moscas
(y los chibchas ni limonada bebieron;
se tragaban la sangre de lo suyos
como hienas que los despojos
que su espada, embrutecieron, hienas
que no discriminan; todo lo muerden
en caliente, sea fruto dulce o amargo).

Había que comerte, Colombia,
y desangrarte para que la marca de él,
Gonzalo se dejara en el Gran Cuaderno
de sus días y en la gesta salvaje
de sus asesinatos.

Tenía que estar allí, Gran Lepra
de las brumas, fango divino de las eternidades,
tú, divina materia, Serpiente antigua,
tú, porque lo viste sentado en un muladar
como Job, maldice que maldice,
pues había sido Regidor y Mariscal
y de la Santa Fe de Bogotá
no le queda nada.

Era peor que un mendicante.
Un ser embrutecido, kafir postrado,
carroña viva para buitres.

5.

¿Para qué anotar el Gran Cuaderno
de las vanidades, Adelantado
del Nuevo Reino de Granada,
si la historia verdadera escrita está
en las charcas serpentinas, entre lianas
y bejucos colgantes, ataduras de esparto,
asedios de enredaderas y aves zacundas?

¿De qué vale, Don Gonzalo, El Dorado
y 500 varones, ardides de exploradores
y canallas soldadescas?,si los fantasmas
del pánico no huyen, petrifican.

Las flechas aciertan a los ojos avizores,
los ciegan, le quitan la sapiencia
del horizonte, sus rumbos.
Las bazucasos azotan duramente
la agilidad de la cadera.

Los chibchas memorizan el talón de Aquiles,
las caras blancas del rival repentino,
inesperado, de las noches se aprenden
los desgastes, rezongos del músculo,
coyunturas del miedo.

¡Gonzalo, guerrear es una lepra anticipada
y usted hoy está sin caballo, mundo, pan,
sin el bocado de piel del animal caricioso!

¿Para qué sirve, Mariscal, el titulaje
de la sangre limpia y el valor antiguo,
el abrazo de la Hispania, separada por mares,
el rumor encantador del agua
si el mismo Magdalena caudaloso
es río para verter el llanto,
piel sinuosa de serpiente
con orillas de hiedras?

6.

Lo trágico busca la poesía... Lo trágico es la poesía. Pero si de aquí desprendemos una (est)ética hay quie entender que ésta no es el del todo negativa. Pero esa estética no es lo fundamental de la mirada ni del ser poético: Yván Silén

Tú no eres fundamental, abogado del luto,
escribidor del Gran Cuaderno
que explica tus codicias.

¡Genocida del Reino de las Moscas, múerete!
¡Olfateador de templos olvidados, cesa
de una vez en el lodo compasivo!
Tú eres prescindible, vulgar, hipócrita,
beso fiero, ósculo de traiciones,
¿para qué quieres tu ética de gloria,
tus justificaciones, si sólo has vivido
del sablazo?... cesa, se te obsequia el reposo.

Deja al fin que en Chipatá
se te recuerde cómo has sido,
por qué en Tunja perdíste hasta el caballo,
aquel ataviado de jirales y gualdrapas
al que llamaste «Mi suerte».

En Mariquita te saludará una serpiente
Es en lo trágico que se crece el hombre.
El Dorado ha sido un charco de agonía.
El Dorado es un llano de la Muerte.

5-2-1989 / De Teth, mi serpiente

*

La niña del pantano

... follis: saco de viento.
aliento de vida, juventud eterna

Apenas cuando preexistías
y fuíste hija del tifón y la guasábara,
¡cuánto anhelaste el vuelo del relámpago!

Del pantano, ¿qué habrías querido tú?
que nacíste con ritmo, casi loca,
con paso de zorra equidna y sémulo vetarro,
casi yegua, asna del viento libre,
resuello venenoso y con infinita
y sucesiva réplica de cabezas
que ruedan como loncos cortados
por Heraclés, o caracoles
que se entierran bajo rocas
o depósitos coralinos del abismo
más allá de la gris arena.

¡Ese dolor rastrero, en aras de tu parto,
como Atabey lo tienes,
en la décima cabeza lo guardas!
como Hidra y, en los mares amargos,
en ciénagas de Lerma, la espada
te persigue, sin darte aún orden y sustento.

Se te sepulta en lo frío de las rocas
antes de que se queme tu paso por la Tierra.
¡Ay, niña del pantano! no ven
lo inmortal que guardas en secreto;
no ven la abundancia
con que duplicas un ser en el pantano.

*

Vírgenes verdaderas

Temibles son las niñas del pantano.
Las que son brama perpetua.
Llenas del calor del trópico.

En la cuaja de la tarde
se van a ríos profundos.

Van por tentarujas, no de seres
enfermos, densos por sus pasiones.

Van por las cabezas inmortales
que no han sido cortadas con tarrajazos
de hienas de uniforme.

Van por los que saben líarse a la culebra
sin cuchillo y chafarotes.

*

Los amantes desiguales

Ustedes, en los Valles de Maasith,
apenas han logrado tenderlas
sobre la pella de los puercos
y abrir sus mitos como muslos deliciosos.

Ellas sí saben guardarse los pies
en sombras, cuidarse del sucio de la ciénaga.

Ustedes han visto poco
porque buscan con el dedo en el buraco
el clotis de los goces y el ombligo.

Apenas saben cómo herirlas sin matarlas
sobre el aditón para que sean para ambos
los beneficios generacionales.

Ni chicha ni limonada sublime han ofrecido
para sus labios sedientos de madre.
Se creyeron muy listos
por sus espadas anchas de homicidas.

17-6-1991

*

Frag. 14. / De Teth

No conozco nada más hermoso,
maravilla accesible, que el movimiento rotatorio
de Tu Luz Ilimitada... que, de momento,
entre las penumbras, pueda yo
no adivinarte, sino atreverme
a que te hagas presente como tal
y que seas volantín de mi dicha
con hebra que me guía
hasta el alcoiris de tu antojo.

Chiringa hermosa eres y me llevaste
a tu Edén, hicíste el Jardín demasiado sublime
y me jalaste a las luces de las rosas,
a la memoria del primer sustento.

*

Garza de patas largas

Garza de patas largas
que posas en hipogeos publicitarios
con el fin de matarlas en el aire,
el triunfo quieres expedito
y tus huesos en descanso de pirámides.

¿Acaso no sabes, con terror,
que la Muerte te amarra
a las mastabas y naces con larga cola
autodándote palmadas en la espalda,
sustituyendo al hijo de luz
con moscas que cazas en la brisa?

Garza humana, no creas en el horóscopo.
Se va al Anú(s) el pan de tu realeza
y tus años, en aras de vanidad.

No lites, no digas mi nombre.
No apresures tanto el paso
por las mentiras de Mesopotamia.

Aún nilos y eufrates se esconden.
Huyen por senderos de dioses impredecibles
y con las tormentas se hila
la cólera, epidemias sin nombre,
pero con muchas bacterias de esferas
adversarias, mórbidas, matoides.

El Verdadero es celoso.
No admite predicciones de Shamash.
Burbujas en la piedra son,
agua charcas, estanques de Sin
en meteorillos sin porvenir.

*

Te juzgaré, Serpiente antigua

a Elo Ve Daath / dios de paz y amor

Te juzgaré, Serpiente Antigua,
Eva del hombre, ovum de cielos primiciales.
Entrega pues la ciencia de lo bueno y lo malo.
Llora cuando tus hijos no sepan oírte;
llora cuando las generaciones se olviden
del Shofar y del Poema / del Salmo
que enseñara para tu boca y tus dedos.
Llora por los hijos impetuosos y desobedientes.

Llora, Eva, hija mía, con toda tu simiente
porque yo les juzgaré con rigor,
pero ante tí tendré en cuenta que me amaste
porque si todo es Santidad, Cascarones,
partogénesis de mis días infinitos
y mis químicos riñones,
también inventé Misericordia
para el que ofrezca arras de su corazón
y con orejas gachas y ojos de llanto
diga: ¡No puedo yo, pero tú en mí
lo puedes todo! Muéstrame el pacto,
glorifica mi trabajo.

*

Llora, Eva mía / Frag. 18

Te juzgaré, Eva mía, pero yo no castigo
dos veces el Yesod y, desde él, sólo pedíste
un amado, tan grande y sabio como soy
(no cambio, sustento)
porque el Verdadero y Fiel Almondad,
¿quién es, Serpentica de Yetzirá?
El verdadero Amor / Unidad / el Sabio
de las edades, Ackam, Achad / Ahebah,
¿quién es, sino el soy más allá
de Lo Ontico, más acá de curvos
espacio-tiempos?

19.

A tí, quien destituyes a la Serpiente antigua
de su Malkut, a mi hija en Yetzirah,
a mi amante la Emperatriz,
a mi esposa misteriosa, a la Novia / Amada,
isla-descanso, sinagoga de reposo,
a tí vendré con pleito, por burlar
a la Eva que te dí, y te juzgaré como Acab
y te llamaré Alamat, Encubridor.

Si limosnas conocieres de Chesed,
más intensa será la vergüenza
de tu mendicidad. Temblará tu mano
cuando toques otra que venga
de Netzach, el poder.

En tu garganta no estuvo mi canto.
En tus pies no víste la serpiente que te envié.
En tus mejillas, no me santificaste;
en el corazón, no cumplíste
lo que ordené como sagrado mizvot:
Da de tu pan diario al pobre
(sea que lo dividas a mitad)
y bendícelo con paz,
con el más puro shalom.

*

Castigo

Para los ojetes, perversos,
quienes roban la relicta y los bienes
del difunto, o de la madre,
la Viuda de hermoso muslamen
quitará sus amores; yo haré que sean
los despreciados por las vírgenes,
los heridos de Luna, los tristes,
subsaciados del roterío.

En boleros de venas abiertas,
en burlas de acusetes y rameras,
escucharán las voces públicas,
narrativa de sus cuernos,
sus martirios, soledades.

Así lo dispongo Yo, el más despreciador,
pero Quién más misericordia prometió
que daría al transgresor y al obediente:
les dolerá el instinto, el sueño,
el deseo y tendrán por sola rebelión
la violencia inútil, maldecirán
sus días; por el ultraje y la mediocridad
oscurecerán las espadas
y no verán las orejas del lobo,
sino que serán mordidos por él.

*

Selecciones de Estéticas mostrencas Frag. 9.

A Medea, la amante del héroe

Todo estaba en tí, la vida y la muerte,
la magia y el objetivismo, la fidelidad
y la ira traicionera, el cautiverio y la libertad.

Eras virgen, hechicera, poderosa.
El odio lo tendrías guardado,
bien sufrido, acumulado. Del odio y el amor
surgió Tu Vida, se atrajo su estructura.

El verdadero asunto fue tu anécdota
en la Cueva de Macris: el Soluto.
Allí lo víste a él, buscador cerebral
de tu piel fina, tu rostro tras el velo oscuro.

(El velo entramado del poder, tu rostro hermoso:
tuyo, Medea, que salvas o condenas,
que auxilias o entorpeces).
El extranjero que entra en tus dominios,
muere por orden de Aetes / Pelias… tú decides.
O muere o perdonas. También tú invades.

Pocos saben cómo eres: hasta tu silencio es mágico,
Mas tú exorcisas, con la palabra transformas.
Tu Naturaleza tarda en ser cognoscible,
reciprocada con todo el poder de la empatía.
Medea, es obvio. No tienes la prisa de la Historia.

10.

Eres un TODO, único y coherente.
El contenido es tu beso de Hécuba.
Es como abrazo de Circe.
Es belleza divina de Artemisa.

Aún lo visible, lo terrible de las cercanías,
lo que se ampara en el Logos, sin rhema,
en la ajena voluntad, lejos de Tus Ojos
tras el velo, se liga, condiciona y se depende
de tí. Medea, en contínua transformación
te procesas y tus propias leyes tienes para el Ser.

Mas de lejos, en aras de futuro, llegan
los hijos de la Penélope sombría, los que se duermen
al canto de sirenas, los que prometen vínculos perpetuos
y son tan inconstantes y voltarios. Son argonautas,
varones que apelarán a tí con manos suplicantes.
Vienen hechos odrinas, por enfermos y llagados,
hechos micos corridos, por la vergüenza
de no saber suficiente del oficio: tejer o destejer
la tela de la vida; guardar un vellocino de oro
en corazón que pueda llamarse el Espíritu.

11.

Mas bien, son temerarios, apetentes, egolátricos.
Tienden sus mantas, con besos de marunga,
y te llaman a abrirte cuando más quieres cerrarte.
Se atreven a engañarte y a despertar la serpiente
que los nutre y, al final, malpagadores…
Creen que serás por siempre la burlada.
Esperaban que te dieras toda, TODA,
sin condiciones, cándida y plácidamente.

Lo que tu Ser acumuló cuantitativamente
y se filtró con ascendente movimiento,
de cantidad a cualidad, de lo sencillo a lo complejo,
seguro que lo das (la Naturaleza es pródiga
pese a sus contradiciones, internos dolores, antes
y después de cada parto, de cada ser y ente que produce)
y tú, Medea, maga dialéctica, princesa de la Cólquida,
vas a dar un salto radical, te vas a enamorar.
Arrastrarás las cobijas por un hombre.

Lucharás con los contrarios, vas cualitativamente
hasta ese argonauta tendencioso, al que si quisieras,
lo matas, lo rechazas. Lo eliminas
y te escondes. Puedes largarlo a voluntad
antiheroicamente ante los Toros de Hefestos
y rivales, demonios y dragones.

12.

Aventureros / hombres que piden cosas,
hazañas, desafíos, entren a la Ciudad.
Sean invasores. Algún vientre salvaje
los puso en los caminos, los extendió
en las costas de lo vivo; apresúrense.
Medea les vio llegar. Los divisó en las playas.

Puede que no lo sepan; ella medita en ustedes.
Entiende la lucha de contrarios; ha pensado invadirles.
En sus propias almas, comprenderá sus propias inquietudes.
Su padre es un etnocéntrico asesino: Ordena
que los mate, sin embargo, ella ha decidido
que los ama, que cambien el país,
que reinventen la misión y el destino.

Ustedes no son magos, más bien, venderaches,
mercaderes de caprichos, no sabrían cómo hacerlo.
Buscan el vellocino; pero ignoran que Hermes
lo regaló a las ninfas y Zeus a los carneros
más hermosos los guardará en el Cielo.

Ustedes que lo buscan son seres poco familiarizados
con los frutos o vidas más finas de la tierra, almas son
tan mediatas, tan pobremente referenciadas,
son meramente siervos, pero… argonautas del aquí y ahora,
la materia tomó consciencia de sí misma.
La materia ha de ser lo sagrado. Será el botín
con que invasores desinformen, eduquen, esclavicen
o liberen el mundo. Esta es la ecología que ella redime.

En Medea vibra como un todo único y coherente.
Es hija del reino que en la Cólquida
se parece al suyo, pero, dentro de sí,
tiene sus encantos, porque nieta es de Circe
y parece oceánica: sólo en las superficies
hay olas y borrascas. En el fondo, tiene
el poder de hacer que duerman los dragones.
Que echen la lengua fuera, cansados, en levancos.

13.

There is a much later legend according to which Jason was married in Colchis, where he stayed for four years carrying out the exploits for which he had come to the country: Pierre Grimmal

Escapó de una torre, no fue la primera vez,
que la encerró su padre, el tirano; pero Medea
rastrea las libertades, observa lo que ninguno,
leyes dialécticas que mueven hacia los cambios
y aún a lo más mísero, Medea lo torna productivo
y a lo más oscuro, luminoso; maga
la llama el mundo por lo que hace, manifestar
lo que no es visible, en masa viva,
en concreación, en útil.

No. Ella no es la felicidad plena.
A veces necesita más fe que la que tiene.
Vive dando sus saltos radicales, asciende,
y días hay, hubo y habrá cuando ella llore
y se defienda y, días hubo, en la Cueva de Macris
donde el placer del saqueador fue su don cualitativo.

Ha cambiado por él, Jasón y ella lo perdona,
lo bendice, lo solapa. El está robando
(como decía su padre Aetes que habitúa
en su hacer el extranjero); pero si él se va,
con ella tendrá que cargar, si Jasón es valiente.
Han sido cómplices, juntos se envilecieron…
Y días hubo, en Corinto, cuando fue adorada
y sus hijos fueron como dioses, muy queridos;
pero, ante el rey Creón asomó un nuevo parto.

Las internas luchas dolieron en su útero.
Jasón ha decidido abandonarla.
Ya no la ama; hay reinos más ricos allende
el mar, no Colchis; ¿cómo va a soportar
ese abandono?… Medita ella. Fue que pidió
el rhema de la magia por causa de la lucha
de contrarios: Creúsa, otra mujer, hija de reyes,
es la rémora en su dicha. Jasón la ha preferido
por ambición, por hacer menos a quien
le dio el bien y protecciones, el contenido
que es un TODO, íntimo y colectivo,
concretamente vivo, dialéctico, infinito.

Todo Corinto sabrá quién es Medea.
Va a invocar el Gheu de sus comienzos.
Que vean otra vez el cráneo del Carnero.
Que Néfele lo reciba en las constelaciones
Que el rey de Yolcos se exhíba descuartizado
por sus hijas y el que quiera ser joven…
regrese al polvo, sienta el dolor de estar vivo,
tan rodeado de ingratos vividores
y serpientes venenosas y muera luego.

Se vestirán con túnica hechizada los que burlan
su tálamo y su amor en las cuevas,
los malagradecidos, los que matan extranjeros
en las calles, los hijos sin vigor en su espíritu
que a todo asienten, por cobardes, sumidos
en parasitismo e intrigas ad absurdum.

¡Medea, prepara ya el caldero, el ungüento ígneo,
la certeza de la Rhema y el mandato!
¡Armate de dialéctica, venga el futuro!
Llora, abre el vientre, sangra la historia nueva,
pero consuélate, porque pasa el pasado.

Ya apedrearon a tus hijos en las calles, Medea.
Te llaman la Dejada, la Hechicera, la Asesina.
Te desprecian los reyes y los sacerdotes,
los ladrones de la vedija de lana de oro,
los que ofrendan ante los robles sagrados, pero
sin la magia del cambio y el amor profundo.

Carlos López Dzur / Correo

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