1 de enero de 1969

Si dios otorga la vida, ¿por qué la justicia de los hombres la quita? ¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo! La verdad en el espeluznante caso de... "La Voz del Ahorcado".

Celos llevados a un máximo extremo.

Sucedió en Toledo, España. El viejo castellano Don Iñigo de Mendoza, casado con Doña Clara, una hermosísima mujer de gran clase, está sufriendo de celos al enterarse que Don Eugenio de Monterde, un joven noble que ha recibido en herencia una casona contigua a su mansión, se ha atrevido a mirar a su mujer en la iglesia donde ambos asisten cada semana. Lo que empezó como una molestia y adversión hacia el joven, con el correr de los días se volvió una obsesión en el anciano caballero, más aun imaginando que la indiferencia de su esposa hacia el nuevo vecino es síntoma de un complot en su contra.

Entonces crea un plan. Con su esposa se traslada a su finca en Torrijos y obliga a la desdichada inocente a escribir una misiva invitando al joven a pasar unos días en su compañía “aprovechando que su marido estará fuera unos días”. Su propósito es esperar al causante de su desdicha y apuñalarlo. Amenazada de muerte, a la bella dama no le queda otra que acatar la orden del infame castellano. Ciego de amor, Don Eugenio no mide las consecuencias y cae en la trampa. Leer la carta y partir a los brazos de su amada fue un solo hecho y, siendo de noche, para seguridad de no caer en las garras del algún bandido decide seguir el camino del “Cerro de los Ahorcados”. Al poco tiempo se topa con cuatro patíbulos de los cuales penden los cuerpos del mismo número de ajusticiados. Pronunciando una oración por sus almas retoma la senda de destino, mas en ese instante es que oye una voz que le llama y cuyo sonido nace de la boca muerta de uno de los desgraciados. De ahí en adelante, el Monje Loco nos deleita con una rápida sucesión de eventos que culminan en un inesperado e irónico desenlace.

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