La carátula es gentileza de nuestro amigo mexicano Ricardo Olvera

21 de mayo de 1969

Búsqueda de Identidad. El Monje Loco nos lleva en viaje por las antiguas supersticiones europeas. Julio Schwartz vive en un pequeño poblado holandés situado en medio de Pennsylvania, habitado por gente sencilla que conserva sus antiguas tradiciones. Pasa sus días de infancia junto a sus padres autoritarios, en espera de un ansiado viaje que lo trasladará a México a vivir en casa de su tío Saúl, hombre de alta posición social quien se encargará de sus estudios y su futuro profesional. Julio, al contrario de otros niños, es reacio a escuchar historias relativas a lo sobrenatural, desdeñando a quienes se deleitan, sintiendo ese particular cosquilleo que proporciona lo espeluznante y lo desconocido. Llegado el momento del ansiado viaje no siente pesar ni melancolía por dejar atrás recuerdos maravillosos sino un delicioso estremecimiento de descubrir lo que le depara el destino. Alumno brillante, finaliza su carrera y da rienda suelta a su instintiva necesidad de desenmascarar a toda costa a los cazaincautos que viven de la estupidez humana. Su propósito es ir por el mundo rompiendo todo tipo de supersticiones, humillando a falsos adivinadores, shamanes, médiums y toda, según él, esa plaga de haraganes que pululan por el mundo en busca de ingenuas víctimas en las cuales cebarse. Propone a su tío que lo acompañe por Europa, pero este se niega. Se decide a comenzar su búsqueda por Italia, encontrando congéneres con sus mismas ambiciones, quienes le ayudan en su propósito. Así empieza a descubrir y a destapar a toda una fauna de timadores, estafadores y delincuentes, terminando de golpe con su lucrativo ilícito. Llega el cansancio y decide volver a América. A su regreso pasa por Nueva York y decide hacer una visita a su padre. Sabe que su madre ha muerto y piensa en la destrozada vida de su progenitor. Llegado a su pueblo, comprueba que los habitantes, una vez que él se identifica, sienten un estremecimiento de terror cuando menciona a sus familiares. Esquivan sus preguntas y cortésmente se alejan o cambian de conversación. A medias se entera de que el mencionado infarto sufrido por su madre no ha sido tal y que el suicidio se acerca más a la realidad. Quizás sus creencias eran erradas. Julio Schwartz sufre un rudo despertar. Lo sobrenatural sí existe. Irónicamente, él mismo resulta ser prueba viviente de ello.

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