La carátula es gentileza de nuestro amigo chileno Raúl Tapia.
Basado en "La Escudilla de Cobre", del Major George Fielding Eliot
Una narración de honor y tortura. Como en oportunidades anteriores, el Monje Loco no toma palco ni partido para adentrarnos en un mundo de ambición y muerte.
El Mandarín Yuan Li cree tener el toro por las astas. Es su prisionero el Teniente Foquet de la Legión Francesa y está dispuesto a sacarle información secreta referente a un puente estratégico, el Mephong, que une ese sector de China con Francia. Su idea es tomar ese punto importante como pasadizo para sus actividades de contrabando y crimen y así extender su poder más allá de los límites que le son permitidos. Ignora el emplazamiento y las fuerzas que lo resguardan, pero aún le quedan horas para obtener una confesión completa de su prisionero. El Oficial francés no es un inexperto y ha pasado por experiencias parecidas, no estando dispuesto a dejarse amedrentar. Su orgullo de militar no se lo permitiría. Debe ganar tiempo. En cuestión de horas sus compañeros de guarnición vendrán en su rescate. Su opresor lo sabe y a Li no le conviene un conflicto internacional. Causar heridas físicas a su prisionero sería motivo de un problema mayor, pero torturarlo sin causar daño orgánico es una posibilidad cierta de obtener datos exactos. Wang, el Capitán de la Guardia, hombre cruel y domesticado, ha intentado todo sin obtener nada. Foquet siente que pisa sobre seguro, pero no cuenta con la habilidad y el refinado sadismo del Mandarín. Acabadas todas las posibilidades, llega el instante de utilizar el último recurso que doblegue la férrea voluntad del joven militar. El chino saca la carta que a la postre puede resultar ser la ganadora: la vida de la amada o un secreto militar confesado. Perder el honor a cambio de evitar el sufrimiento del ser querido.