Una fábula de injusticia y maldad sirve como medio para que el Monje Loco nos deleite con una de sus más siniestras intervenciones. El Vizconde Renato de Nogent, Noble déspota y cruel que gozaba de impunidad debido a su condición de hijo del Conde de Brumareux, se encandila con la belleza de la plebeya Berta Perret, prometida del joven Filiberto Giravel. Una noche de juerga el malvado hombre decide raptarla, situación que es observada por su novio quien acude solícito en su defensa, siendo atravesado mortalmente por la espada del mentado Vizconde, quedando tirado en la calle mortalmente herido. La Madre de Filiberto con el corazón destrozado traslada los restos de su hijo a su modesta vivienda y, después de llorarlo desconsoladamente, da inicio a un rito antiguo que llega a su clímax con la resurrección a medias del cadáver. Por otro lado, posteriormente, la joven huyendo de su agresor se lanza desde un ventanal, quedando clavada en un tridente de neptuno que decora la fuente del jardín del palacio. Como si todo este drama no tuviese la menor importancia, esa noche se celebra una fiesta, nobleza incluida, en la mansión, sin que se sospeche que una siniestra venganza se cierne sobre culpables e inocentes.