24 de setiembre de 1969
Solemnes, se escuchan las campanadas de las doce de la noche... Nos recuerdan nuestra macabra cita con el Monje Loco... La t�trica figura se acerca al desvencijado �rgano, mientras en su cerebro se va forjando una nueva historia de horror... y sus esquel�ticas manos arrancan notas discordantes... �Nadie sabe!... �Nadie supo! La verdad en el monstruoso caso de la "CALUMNIA INCONCEBIBLE".

Los celos, una serpiente en el pecho que va destruyendo la moral de quien se siente enga�ado por el ser querido. El Monje Loco, condenado a vagar eternamente por un amor sacr�lego, tiene la palabra autorizada para analizar �sta, una narraci�n de horror con todos los ingredientes b�sicos que conlleva la traici�n deliberada. Deslealtad, infamia y asesinato.

Sucedi� en Guanajuato a principios del siglo pasado. Una explosi�n en un socav�n de la mina. Seres mueren para calmar la sed de ambici�n de otros. Entre las v�ctimas, Juan Lemus. Deja una viuda y dos peque�as hijas. De condici�n muy humilde, la pobre mujer, a poco trecho, sigue los pasos del marido y sus dos reto�as quedan a cargo de un compadre, una, y de un familiar directo, la otra. Teresa y Mar�a, que pese a la moment�nea separaci�n se unir�n en un nefasto destino, dejan de verse. Teresa ha crecido feliz. De alma noble y sencilla. Ha conocido a Aurelio, un joven del lugar con el cual se ha desposado, y al poco tiempo queda en la dulce espera de un hijo. Aqu� entran a tallar los hilos del destino. En una mala decisi�n, la joven propone a su esposo invitar a Mar�a, a quien no ha visto en a�os, para que venga a pasar una temporada en compa��a. Del dicho al hecho, un solo trecho. Las dos hermanas vuelven a reunirse y la traici�n comienza a encubar. Mar�a se siente atra�da, en principio, por Aurelio y esta atracci�n con el pasar de los d�as se transforma en amor. Un amor obsesivo, ego�sta y sin ning�n futuro que crece al amparo de las sombras y que tortura el esp�ritu. Crea un plan. Implantar en el alma del joven esposo, primero la desconfianza, m�s tarde los celos infundados y como corolario el crimen in�til del objeto que se presenta como impedimento para consumar un amor apasionado e infame. La estrategia se pone en marcha y los soportes de la debilidad humana no resisten el peso de la falta de conciencia. A cada cual su propio infierno.

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