Comenzando en la d�cada de los 50, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) realiz� grotescos experimentos con sujetos humanos con la intenci�n de crear personas-robots que sigan �rdenes sin cuestionarlas. Los m�todos que usaron para modificar el comportamiento humano incluyeron drogas alucin�genas, choques el�ctricos, privaci�n sensorial, mensajes subliminales y hasta lobotom�as. La CIA comenz� sus experimentos para controlar mentes (mind control) tan temprano como 1950, cuando la Oficina de Seguridad de la Agencia, entonces dirigida por Sheffield Edwards, inaugur� el proyecto Bluebird. Como parte de este proyecto, la CIA endrog� e hipnotiz� prisioneros de guerra norcoreanos internados en Jap�n, en violaci�n directa de las convenciones internacionales sobre el tratamiento de combatientes capturados. En experimentos subsiguientes la CIA us� como sujetos a drogadictos, prisioneros e indigentes con enfermedades terminales.

El proyecto Bluebird lo dirigi� Morse Allen, veterano de la inteligencia naval y pionero en el uso del pol�grafo, seg�n el libro Whiteout: The CIA, Drugs and The Press, por los reporteros investigativos Alexander Cockburn y Jeff St. Clair (Verso Books, 1998). Allen entr� en este campo experimentando con hipnosis, pero eventualmente se cans� y dirigi� sus investigaciones a t�cnicas m�s entretenidas, como terapia de choques el�ctricos y lobotom�as. Pocos a�os despu�s se le cambi� el nombre de Bluebird a MK-ULTRA. El macabro programa MK-ULTRA obtuvo la aprobaci�n personal de Allen Dulles, quien entonces dirig�a la Agencia, y lo supervis� directamente Richard Helms, quien luego ser�a director de la CIA de 1966 a 1973. Frank Olson, �Salt�? �O lo empujaron?
En 1953 ocurri� un incidente tr�gico que ayud� a traer estos horrores a la luz p�blica. El 18 de noviembre de ese a�o un peque�o grupo de oficiales de la CIA y del laboratorio de guerra biol�gica del ej�rcito en Fort Detrick se reunieron en el hotel Deer Creek Lodge, en las monta�as de Maryland.
Este encuentro fue parte de una serie de sesiones regulares para discutir el desarrollo de pociones y venenos para el uso de la CIA.

La reuni�n no hubiera sido nada fuera de lo ordinario de no ser porque a uno de los presentes, el doctor Sydney Gottlieb, se le ocurri� hacer una travesura.
Gottlieb, quien entonces dirig�a la Divisi�n de Servicios T�cnicos de la CIA, le puso a las bebidas de los presentes una dosis del alucin�geno LSD. Cuando les pregunt� c�mo se sent�an, �stos dijeron que no sent�an nada fuera de lo ordinario. Entonces el buen doctor les revel� el peque�o detalle del alucin�geno en sus bebidas. Pero m�s tarde el LSD surti� efecto sobre uno de los presentes, el doctor Frank Olson de Fort Detrick, quien era el experto m�s destacado del ej�rcito de Estados Unidos en el campo de guerra biol�gica. Ese d�a Olson tuvo lo que en los a�os sesenta se conocer�a como un bad trip, una experiencia mala con alucin�genos. Pas� varios d�as delirando mientras que Gottlieb buscaba la manera de sacarlo del "trip" y hacerle volver a la normalidad. Olson se estaba quedando en la ciudad de Nueva York en el apartamento de Richard Lashbrook, segundo al mando en la Divisi�n de Servicios T�cnicos, cuando ocurri� su muerte misteriosa. Seg�n Lashbrook, Olson corri� hacia una ventana cerrada y cay� varios pisos a la calle.

La viuda, Alice Olson, y sus hijos, Eric y Nils, nunca creyeron que Frank Olson se suicid�. La CIA no les inform� que a Olson se le hab�a dado un alucin�geno sin su consentimiento. Tampoco les dejaron ver el cuerpo, porque supuestamente estaba muy mutilado por la ca�da. Por 22 a�os la familia vivi� con la angustia e incertidumbre de no saber qu� realmente pas�, hasta 1975. En ese a�o Eric, quien era entonces sic�logo cl�nico, ley� en la prensa que una comisi�n dirigida por el vicepresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller, hab�a investigado las actividades dom�sticas de la CIA y encontr�, entre otras cosas, que un hombre que fue drogado surrepticiamente con LSD por la CIA muri� al saltar de una ventana. La familia contact� a un antiguo colega de Olson, Vincent Ruwet, quien les confes� que el hombre al que se refer�a la Comisi�n Rockefeller era precisamente Frank Olson.

Los Olson denunciaron esta barbaridad p�blicamente y el clamor fue tal que el propio presidente Gerald Ford se disculp� p�blicamente por lo ocurrido. Pero la CIA se tard� quince a�os m�s en darle una compensaci�n a la familia. Al Alice morir en 1993, sus dos hijos decidieron exhumar el cad�ver de su padre. Eric estuvo presente durante el procedimiento y not� que el cuerpo no estaba mutilado, como le hab�an dicho. El pat�logo forense, James Starrs de la George Washington University, encontr� una concusi�n en la frente de Olson. Seg�n Starrs, la concusi�n debi� ser suficiente para dejarlo inconsciente, pero no pudo haber sido producto de la ca�da. Adem�s, no ten�a los rasgu�os que uno esperar�a ver en una persona que salt� a trav�s de una ventana de cristal cerrada. En 1997 el fiscal de distrito de Manhattan, Robert Morgenthau, anunci� su intenci�n de investigar la muerte de Olson, la cual casi 50 a�os despu�s sigue siendo un misterio. �Salt� de esa ventana? �O lo tiraron?

Un doctor demente
Numerosos doctores y psiquiatras prestigiosos participaron de los experimentos MK-ULTRA. De estos el m�s infame fue sin duda el doctor Ewen Cameron, quien trabajaba en la Universidad de McGill, en la ciudad canadiense de Montreal. Con el apoyo financiero de la CIA y la Fundaci�n Rockefeller, Cameron realiz� experimentos con sujetos humanos involuntarios, reminiscentes de los experimentos m�dicos de los nazis.
Seg�n Cockburn y St. Clair, a Cameron le encantaba realizar experimentos extremos de privaci�n sensorial. Una vez encerr� una mujer en una caja oscura a prueba de sonidos por 35 d�as. No sabemos c�mo se afect� el sujeto, pero ya para 1955 los doctores de la CIA hab�an realizado experimentos de privaci�n sensorial en los que determinaron que menos de cuarenta horas de privaci�n sensorial pueden causar psicosis severa.

A Cameron tambi�n le gustaba hacer lobotom�as. Le instruy� a sus colegas a que las hagan con un m�nimo de anestesia para poder saber c�mo se distorsionaban las mentes de los sujetos a medida que el escalpelo iba picando el cerebro. �Drogas? �Como no! Una vez le dio a una paciente catorce dosis de LSD en dos meses sin su conocimiento. Pero el juguete favorito del doctor Cameron era la aplicaci�n de choques el�ctricos. M�s de 150 de sus pacientes fueron objeto de una brutal mezcla de drogas, choques el�ctricos y mensajes subliminales para "desprogramarlos" y "reprogramarlos" como si sus mentes fueran computadoras.
Uno de los pacientes, el joven Robert Loguey, recuerda que le pusieron en su cuarto una grabaci�n 23 horas al d�a que dec�a "mataste a tu madre", Cuando regres� a su casa se asombr� al ver que su madre estaba viva.
Peor fue el caso de Linda McDonald, de 25 a�os de edad y madre de cinco. Fue al doctor Cameron para tratamiento de una depresi�n post-parto y acab� como conejillo de indias. McDonald pas� 86 d�as narcotizada y en estado semi-comatoso. Durante ese per�odo la sometieron a 102 "terapias" de electro-shock. Cuando sali� del hospital estaba tan incapacitada que ni siquiera pod�a ir al inodoro sin ayuda.

Tras una larga y dolorosa recuperaci�n, McDonald se uni� a Loguey y seis otras v�ctimas de Cameron y demandaron a la CIA. La Agencia eventualmente les pag� una compensaci�n, pero hasta el d�a de hoy insiste en que no tiene culpa de las acciones de Cameron, quien muri� en 1967.
Cameron no era ning�n cient�fico loco trabajando en un cuarto oscuro de la CIA. Fue presidente de la American Psychiatric Association y la World Psychiatric Association.

4 papas en rodajas a lo largo
aceite de oliva
sal y pimienta
2 tazas de hongos o champi�ones de distinta variedad
1 ajo picado fino
sal y pimienta
2 cucharadas de mantequilla
jugo de 1 limon
1/2 atado de perejil picado fino.

Poner en una fuente para horno las papas con aceite de oliva, sal y pimienta. Mezclar bien y poner en el horno caliente por 15 minutos, hasta que esten doradas. En un sarten, saltear los hongos en aceite de oliva, con el ajo, sal y pimienta. Una vez que esten dorados (que no queden secos) apagar el fuego, agregar la mantequilla, limon y perejil y revolver. Mezclar los hongos con las papas y servir.
Se sirve como acompa�amiento de cualquier carne.