¿DE QUIÉN ES EL HIJO?

 

Dos mujeres durmieron en una misma habitación, cada una con su bebé.

Al amanecer una de ellas se dio cuenta que al dormir, había muerto su bebé aplastado por ella. Entonces tomó el bebé de la otra mujer que aún no despertaba y le cambió por el muerto.

Cuando la otra mujer despertó se dio cuenta que le habían cambiado de bebé y le reclamó; pero no se lo quería devolver insistiendo que el bebe vivo era suyo.

Entonces fueron a la autoridad para que les resolvieran este caso.

El rey fue el encargado de juzgar el caso, y era nada menos que Salomón.

Al oír que ambas reclamaban ser la madre del bebé, Salomón dictó la sentencia: Que partan al bebé en dos y le dieran a cada una la mitad.

La verdadera madre se opuso a que lo maten y prefirió que se lo den a la otra; la que no era la madre dijo: Ni para una ni para otra, que lo partan.

Entonces Salomón supo quien era la verdadera madre y ordenó que se la dieran.

Este relato se encuentra en 1 Reyes 3: 16-28.

De la misma manera ocurre con los hijos espirituales; el verdadero padre espiritual se interesa por la integridad y la salud espiritual de sus hijos espirituales que ha engendrado mediante la Palabra, porque los ama. El amor es el vínculo perfecto.

Los que no son los verdaderos padres, solo quieren aparentar que tienen hijos, por eso se apoderan de hijos ajenos; pero como no son suyos, no los aman y no les importa si están enfermos espiritualmente o si corren peligro de perderse.

El rey sabio, que es el Señor, entregará finalmente los hijos a los verdaderos padres.

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