LA VIDA

La vida es una rosa...

Roja, rosa, blanca o amarilla.

Para algunos sus espinas

duelen tanto que prefieren

arrancar la rosa y así

acabar con su dolor.

Otros tantos no ven las espinas,

más para ellos la rosa es rosa,

huelen su aroma y la disfrutan

y más tarde dejan caer una semilla

para dar vida a otra rosa.

También hay quienes ven la rosa,

más no se acercan, sólo la observan.

Hasta que un día la flor se seca

y ya ni para observarla sirve.

¿Pero cuántos hay que hacen lo

correcto?.

Que huelen la rosa, observan

su hermosura.

Que tocan las espinas, pero

lo soportan.

Que ven crecer a otras rosas

más bellas que la suya...

Y sin embargo continúan.

¿Cuántos hay que pese al dolor

que causa desprenderse uno a

uno de sus pétalos, continúa

viéndolos caer?.

Hay pocos, sí, es verdad. ¿Por qué?.

Porque es doloroso.

Porque se piensa que arrancando

la rosa cuando todavía

mantiene su belleza es mejor.

En vez de esperar a que

caiga sola.

Porque no quieren ver la rosa

secarse.

No quieren ver como su

rosa permanece pequeña,

mientras las demás crecen

y se abren.

Pero no piensan que siendo

un pimpollo, la rosa

conserva mejor la belleza.

No piensan que siendo la

rosa más pequeña, no la

mirarán con envidia.

No piensan que siendo la

rosa más pequeña, cautivará

el corazón de otro, al ver

cuán grande es la lucha y

qué buenos resultados dará

al dejar caer del pétalo una

simple y pequeña semilla.

La cuál dará lugar a otra rosa.

Y es la conclusión del cuento

que casi nadie elige lo correcto.

Pero si todos hiciéramos lo debido

nuestro rosal será el más querido.

 

Noelia Soledad Demichelli.

San Justo, Buenos Aires.

Sábado 18 de Enero de 1997.

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