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Cruz
Roja, Medicus Mundi y Farmacéuticos Mundi alertan del riesgo del
envío de fármacos sobrantes
El Tercer Mundo recibe medicamentos inútiles
Cuenta
Mercè Conesa en El Periódico que tres ONG de peso en el
terreno de la cooperación han lanzado una intensa campaña
para que se dejen de enviar los restos de medicamentos que los ciudadanos
llevan a las farmacias (por dosis sobrantes o por estar caducados) al
Tercer Mundo.
"En
muchos casos, estos envíos han causado más daño que
beneficio", asegura Susanna Blanch, portavoz de la campaña
Medicamentos que no curan.
Cruz Roja, Farmacéuticos Mundi y Medicus Mundi quieren así
subsanar el error que se comete cuando, incluso desde las administraciones,
se anima a los consumidores a llevar a las farmacias los medicamentos
residuales para ayudar a los países pobres. "La realidad nos
ha demostrado que las donaciones han de basarse siempre en las necesidades
del país receptor, no en las sobras del donante", subraya
la portavoz.
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La
generosidad ha provocado, a veces, tanto daño como beneficio.
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ENFERMEDADES
DISTINTAS
Ha habido meteduras de pata solemnes, como el envío a Sudán,
en 1990, de un contingente de soluciones salinas para lentes de contacto.
Y aún casos más graves, como las 11 mujeres lituanas que
perdieron temporalmente la vista, en 1993, tras tomar un medicamento (un
antiparasitario de uso veterinario) procedente de una donación
que, al llegar sin prospecto, confundió a los médicos.
Pero aún hay otro motivo. Muchas de las medicinas que se usan en
España no se necesitan en otros países, porque las enfermedades
son distintas. Los fármacos básicos en el Tercer Mundo suelen
ser analgésicos, antibióticos, antimaláricos y antiparasitarios,
poco presentes en las despensas caseras.
Según datos recopilados por diversas ONG, entre el 75% y el 95%
de los medicamentos que se devuelven a las farmacias deben ser eliminados
directamente porque ya no son válidos. Del porcentaje restante,
cerca de un 70% sirve para enfermedades crónicas de la tercera
edad, poco necesarios en los países más pobres.
Además, muchos fármacos no se adaptan a todas las circunstancias:
los supositorios no resisten en zonas cálidas; los aerosoles ocupan
mucho espacio, duran poco y no son fáciles de usar, y los jarabes
pesan y abultan en los envíos.
Pero aún hay más contraindicaciones. "El personal sanitario
de los países pobres debe dedicar tiempo a descifrar para qué
sirve un medicamento que le ha llegado (el prospecto, si existe, puede
estar en un idioma extraño), cuando la prioridad es ocuparse de
los enfermos", explica la portavoz.
"La mayoría de las ONG ya no enviamos medicamentos sobrantes
a los países pobres, pero aún las hay", reconoce Blanch.
"Lo que pedimos es que se hagan aportaciones económicas para
adquirir genéricos en envases especiales y a precios reducidos
a las centrales de compra. Lo que no podemos hacer es dejar a la gente
sin medicación". Según la Organización Mundial
de la Salud (OMS), un tercio de la población mundial --más
de 2.000 millones de personas-- no tiene acceso a medicamentos esenciales
de calidad.
Esta realidad no implica que dejen de llevarse las medicinas caducadas
o que ya no se van a usar a las farmacias. Todo lo contrario, porque muchos
de ellos, si se tiran a la basura, pueden causar un daño considerable.
El Sistema Integrado de Gestión y Recogida de Envases (Sigre) se
hace cargo en España de los residuos que llegan a las farmacias.
Lleva a reciclar aquello que es aprovechable (por ejemplo, los envases)
e incinera el resto de forma controlada.
Periodistadigital.com,
Jueves, 19 de enero de 2004
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