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STOCKHAUSEN

Contra los hip�critas

 

Es seguramente uno de los dos o tres compositores m�s exasperantes, innovadores, problem�ticos, controvertidos, admirados y alabados en el mundo actual.
Sus palabras pueden hacer pensar que con "libertad" �l s�lo quiere decir expresi�n personal seg�n el concepto antiguo. Pero no es as�: su m�sica a veces es grandiosamente vulgar, pero es tambi�n vacilantemente cerebral.
Stockhausen es en estos momentos el rector de toda la m�sica electr�nica que se produce en el mundo, una m�sica que trata de superar las barreras de elite que le interpone sus dificultades de acceso cultural, pero que en definitiva lucha para convertirse en un fiel reflejo de la humanidad.
En Stockhausen, el sonido est� plagado de fant�sticas anotaciones musicales, casi dominado por la jerga de potenci�metros y moduladores pero tambi�n est� henchido de humanidad rica, corporal. Con todo eso �l no est� quebrando ninguna ley de la m�sica porque no reconoce ning�n tipo de ley. Porque inventa la experiencia tonal tan r�pidamente como los p�jaros pueden volar.
Su nombre es a menudo mencionado por Frank Zappa en sus recitales o �lbumes. Se dice que los Beatles fueron muy influidos por su m�sica. En estos momentos acaba de cumplir cuarenta y dos a�os, pero se siente joven e integrado a la generaci�n de m�sicos que est� tratando de cambiar las cosas , precisamente por eso �l escribe esta "Carta abierta a la joven generaci�n". Donde se encuentran ideas sobre conceptos musicales, y de otros, mucho m�s radicales que las que pueden expresar hoy en d�a int�rpretes �nicamente rebeldes en su aspecto externo: no bastan ciertos clich�s como la ropa, el desgano y ciertas declaraciones revolucionarias para ser un m�sico rebelde y comprometido. Stockhausen, aunque ha sido coronado como el rey de la vanguardia, odia el concepto de �lite, hunde a los snobs porque son tan hip�critas con su refinamiento musical como con respecto a sus relaciones sexuales extramaritales. Y nadie puede pretender quedar simplemente encantado con la m�sica de Kariheinz Stockhausen. No es de ninguna manera un arte de sal�n destinado s que lo desperdicien los ricos. Lo que sigue es el casi filos�fico documento para los m�sicos -y tambi�n para los que no lo son- de la nueva generaci�n: Una vez m�s estamos envueltos en una revoluci�n, pero esta vez est� ocurriendo en el mundo entero. Esta vez, fijemos realmente las metas m�s altas que nos fuera posible! �Toda la humanidad est� en juego!
Hubo un tiempo en que la conciencia se hizo tan fuerte en algunos animales que se convirtieron en animales. Ahora estamos en un momento en el que la s�per conciencia de unos pocos hombres se est� haciendo tan fuerte que est�n cerca de convertirse en seres m�s elevados. Aqu�, en esta misma tierra! Solo muy pocos tendr�n �xito en esta evoluci�n, pero en cada hombre existe el deseo de desarrollarse m�s all� de s� mismo, para adquirir un conocimiento m�s altamente evolucionado. Esta es la causa de las crisis que estamos experimentando en todo el mundo, y lo peor est� por venir. A lo largo del mundo, encontramos el sentimiento opresivo, y aterrorizado de que all� frente a nosotros hay algo que solamente se puede comparar con el nacimiento de la primera planta a partir de la materia inanimada, con el nacimiento del primer animal a partir del reino vegetal o con el nacimiento del primer hombre a partir del reino animal -una nueva etapa en el desarrollo de la conciencia-
Tan fuerte como el anhelo del hombre por la pr�xima etapa del ser es su miedo, y su resistencia a abrirse a esta nueva conciencia. Unos pocos individuos, grupos, partidos, pueblos, creen que gozan de primac�a y que por lo tanto pueden suprimir y comerse literalmente a los dem�s. Porque en verdad, somos desiguales, con respecto a la inteligencia y a las posibilidades, y sabemos que s�lo unos pocos de nosotros tendr�n �xito en la tarea de ser libres y en lograr un estado de s�per conciencia por medio de nuestro propio poder interior. Del mismo modo, s�lo unos pocos animales "sabian" c�mo convertirse en humanos. Uno s�lo puede llegar a ser m�s altamente humano superando su egocentrismo y superando tambi�n el miedo a perderse a s� mismo de esta manera. No tratemos de establecer nuevos sistemas en oposici�n a los que queremos derribar, porque los sistemas son demasiado restrictivos, y quieren excluir, suprimir y erradicar a los disidentes. Nuestra concepci�n debe ser tan amplia que nos veamos a nosotros mismos como parte del mundo entero, permitiendo a los viejos sistemas que se mueran, sin perpetuarlos y sin agregar nuevos sistemas para los que pretendamos proclamar derechos exclusivos sobre la mente de otros hombres.
Los sistemas son productos de aquella raz�n que nuestros antepasados hicieron �nico amo del cuerpo, en el que el alma era un prisionero. Los viejos sistemas atribu�an todo el poder al primer sirviente del cuerpo, la raz�n. Pero seamos conscientes de que la raz�n, a menos que sea constantemente alimentada por una inspiraci�n m�s elevada desde los supraracional, continuamente hace las combinaciones con todo lo que est� acumulado en ella y puede, en cualquier momento, proclamar lo que se le d� la gana como verdadero -aun puede proclamar lo opuesto como verdadero-. Uno puede usar la raz�n para cualquier prop�sito. Puede sostener cualquier opini�n. Puede justificar, probar o refutar todo. Y si uno no ha aprendido a manejarla, puede correr locamente sin pararse nunca. Es un instrumento �til, nada m�s y nada menos. Es una computadora modelo. Pero �qui�n la usa? y �para qu�?
El s�per-ego nos debiera dar alimento para el pensar. Y el s�per-ego adquiere ese alimento de la conciencia intuitiva, de la m�s alta conciencia s�per personal c�smica.
�Por qu� hago yo tal aseveraci�n, yo que al fin de cuenta soy un m�sico y no un fil�sofo? Porque nosotros los m�sicos debi�ramos vivir tan intuitivamente como fuera posible. Porque he descubierto que todo empieza de nuevo cuando se adquiere esta conciencia y se trata de desarrollarla todo todo lo que sea posible. Entonces uno es m�sico s�lo secundariamente, uno es especialista, un hombre con una profesi�n. Antes que nada, uno es un esp�ritu individual, que debe tomar contacto con el esp�ritu universal antes de tratar de comunicar algo de importancia al resto de la gente.
La m�sica no deber�a ser solo un ba�o de olas que masajean el cuerpo, un psicograma tonal, un programa de pensamiento con tonos.
Deber�a ser una corriente tonal metamorfoseada de electricidad c�smica s�per-consciente.
La mayor�a de los m�sicos que practican la m�sica hoy en d�a est�n realizando una acci�n autom�tica -inconscientemente- y han perdido el entusiasmo que tal vez tuvieron durante un breve lapso cuando eran muy j�venes y estaban muy decididos con respecto a la m�sica como profesi�n. Debemos construir nuevamente desde el principio, y una vez m�s debemos despertar ese entusiasmo original, o sino abandonar la m�sica.
Por esa raz�n, deber�an disolver todas las orquestas y coros por un tiempo y dar a cada m�sico la oportunidad y el tiempo para mirar dentro de s�, para meditar, para descubrir qu� es aquello para lo cual vive, por qu� hace m�sica y si est� profundamente entregado a la m�sica y por lo tanto debe dedicarse a ella. Desafortunadamente , ver�amos que la mayor�a de los m�sicos que han estado durante a�os comprometidos con esta profesi�n de la m�sica, y que creen que esta actividad continuara hasta que mueran o se retiren, dejar�an la m�sica y se dedicar�an a otra cosa. Tal vez no har�an nada durante un tiempo largo (siempre que uno continuara pag�ndoles y por lo tanto priv�ndolos de esos viejos argumentos financieros que hacen que la gente siga teniendo lo que odia), lo que podr�a ser en s� muy fruct�fero. Las razones habituales para ganar dinero -permanecer vivo o satisfacer las exigencias siempre en aumento de cada uno- son al fin y al cabo nada m�s que razones perezosas. En la India, en una carretera entre Agra y Jaipur, conoc� a un m�sico que tocaba para m� en un peque�o instrumento de cuerdas que hab�a construido �l mismo. Y fue uno de los pocos m�sicos maravillosos que yo haya conocido. No pose�a nada. Me dijo que cuando obten�a una buena remuneraci�n era cuando lograba era cuando lograba aproximadamente tres centavos por d�a, tirados por alg�n transe�nte al que le gustaba su m�sica. Cuando le pregunt� si me vender�a su instrumento por veinte d�lares -una suma que no pod�a ganar ni en unos varios a�os- me mir� estupefacto, le corrieron l�grimas por la mejillas y sacudi� la cabeza: "No". Me sent� mortalmente avergonzado.
Aquellos que quieran ser m�sicos, siguiendo su llamado m�s elevado, deben empezar con el m�s simple de los ejercicios de meditaci�n, al principio solo con ellos mismos: "Tocar un tono con la idea de que uno dispone de todo el tiempo y el espacio del mundo", y as� de ah� en adelante. Antes que nada, de todos modos, deben adquirir conciencia, conciencia de por qu� est�n vivos, de por qu� todos estamos vivos para lograr una vida m�s elevada y para permitir que las oscilaciones del universo penetren en nuestra existencia humana individual. Y los m�sicos deben echar las bases para la llegada de un ser humano m�s elevado a�n enterrado en nosotros -colocar el cuerpo todo,hasta las partes m�s peque�as, en estado de vibraci�n para que todo llegue a ser m�s receptivo y m�s suelto y pueda percibir las vibraciones de la conciencia m�s elevada. Puedo experimentar de antemano la desaprobaci�n con que ustedes leer�n esta "carta abierta". No me molesta. De todos modos, estar�a muy mal que no tuvieran siquiera la insinuaci�n de que en sus mejores momentos ustedes act�an por intuici�n y que son las posibilidades de una existencia superior lo que los hace permanecer vivos. Ustedes no querr�an seguir viviendo si tuvieran los sentidos embotados. En cambio, deber�an desear adquirir mayor conciencia del mundo y sus por qu� y sus tal vez. Y deber�an saber que nuestras fallas y nuestras imperfecciones son s�lo signos de que estamos ascendiendo, elevados hacia ese futuro que est� en nosotros -aquello que es la s�per-conciencia, constantemente llev�ndonos hacia arriba, cada vez m�s alto.
Nosotros los m�sicos hemos recibido un gran poder para encender con acordes el fuego del anhelo de elevarse. Fuera de nosotros mismos. Seamos cuidadosos de no perder este poder. No solo es importante que los m�sicos traten de alcanzar las alturas m�s elevadas, sino que adem�s el campo de la vibraci�n que los rodea es tan fuerte, tan sobre-el�ctrico, que cualquiera que penetre en este campo se eleva con los m�sicos.
Participemos por lo tanto en la gran revoluci�n de la humanidad, puesto que realmente sabemos lo que queremos de verdad. Vale la pena jugarse la propia vida cuando est� en juego. Pero ya no vale la pena cuando solamente est�n comprometidas verdades parciales, grupos privados, problemas nacionales o problemas pol�ticos unidimencionales. Que no nos domine la idea de que hay alguna clase de validez individual en una revoluci�n francesa, vietnamita, checa, rusa o africana. Lo �nico que cuenta es la revoluci�n de la juventud mundial en pro de lo m�s elevado del hombre. Nada m�s que esto. El hombre m�s elevado no ha de nacer de la destrucci�n, de la explosi�n de �tomos, de cerrar fronteras viciadas, sino s�lo de la conciencia creciente de que la humanidad es solo cuerpo, y de que el cuerpo entero est� enfermo e incapacitado, mientras haya uno solo de sus miembros golpeado, herido, ultrajado o eliminado.
La batalla -y una batalla es inevitable- ser� dura, ya que los que est�n en el poder han perdido su fe en la humanidad. Creen que ellos son los elegidos porque la situaci�n es tal que tienen los medios f�sicos para detentar el poder. Tienen a su disposici�n los dogmas y los sistemas morales, pol�ticos y religiosos que usan para juzgar y ordenar a los m�s d�biles. Pero en realidad, son los prisioneros de su propia raz�n, que divide todo para poder "entender" y controlar al mundo.
Por lo tanto, los ingenieros de la raz�n perder�n en �ltimo an�lisis sus guerras no santas porque tienen callos y no tienen ninguna s�per conciencia del hombre m�s elevado que inspire sus acciones.Somos gobernados por generales del ej�rcito, magnates financieros, estadistas, oficiales de partido, fan�ticos religiosos, lideres grupales y especialistas en administraci�n. �Qu� otra cosa podemos esperar del mundo bajo estas circunstancias?
Pero empecemos desde la linea de partida: desde nosotros mismos. Y cuando hayamos adquirido la conciencia m�s elevada ya no necesitaremos "ser gobernados". entonces obtendremos consejos de los santos -no los santos de la iglesia sino los esp�ritus que sirven a toda la humanidad, que han adquirido una conciencia universal que va m�s all� de las diferencia de religi�n y de raza y que no confunde universalidad con uniformidad.
�Qu� tiene que ver todo esto con la m�sica? Hoy lo que interesa es la tonalidad. si entendemos esto, haremos tambi�n m�sica verdadera que hace que esta totalidad se pueda conocer.

Karlheinz Stockhausen

Nota extra�da de la publicaci�n "Escombro" correspondiente a 1974.

 

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