DLP: el hombre, el sueño

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sábado, diciembre 04, 2004

Buenas coincidencias

Plan original de anoche: ir a comer algo al McDonald's de Irarrázaval con Villaseca, ir al Teatro Oriente a ver Super Size Me (documental anti McDonald's, qué ironía) e ir a las dos de la mañana al Banco de Chile a depositar para la Teletón. Súper simple.

Pero no. McDonald's conspiró contra mí para que no fuera a ver el filme en su contra y me tuvo veinte minutos esperando mi Cuarto de Libra con Queso + papas fritas + Coca-Cola sin agrandar por favor. Si no hubiese sido porque ya había pagado me hubiera ido indignado. Para cuando terminé de comer todo la película ya había empezado, lo que significaba que iba a llegar al teatro con media hora de atraso. ¡Rabia!

Así que me fui caminando hasta unos videojuegos que había cerca para matar dos horas antes de ir al banco (ah, se me olvidaba: desde hace dos años que trato de cumplir el panorama perno de ir a altas horas de la noche a aportar para la Teletón, lo que por distintas razones no había resultado, de allí que quisiera hacer hora). Decepción número dos: los videos no sólo estaban cerrados, estaban desalojados. El local estaba pelado y lo más grande que había sobre el suelo era una caja de cartón con dos hojas de diario.

Nuevo cambio de planes. Ahora iría a Plaza Ñuñoa. ¿A qué? No sabía, pero algo se me iba a ocurrir. Cuando estaba llegando a Irarrázaval con Macul me acordé de un restaurante al que le hicieron un par de reseñas positivas en el diario y que destacaban por servir comida rusa. El lugar se llamaba Armenia, así que decidí pasar a mirar a ver qué onda, cómo era la decoración, qué ambiente había y esas cosas que uno va a chequear cuando no tiene claro si de verdad va a consumir algo allí.

Y he ahí que me encuentro con la gran Marcela Brunaud, vieja amiga de la época de los scouts (sí, DLP fue scout y no se avergüenza de admitirlo), que me tenía una sorpresa: su marido, Genaro, es uno de los socios dueños del lugar, y como ella renunció recién a su empleo en la Conama pasa allí buena parte de sus días. O sea que para todos los efectos prácticos, el Armenia de ahora en adelante es "el bar de la Brunaud".

Allí se pasaron dos horas volando entre cervezas y varias visitas-amigos que fueron sentándose por turnos a nuestra mesa. Era como si la Marcela y yo condujéramos nuestro propio Tonight Show o Plaza Italia y los demás eran los invitados que se iban alternando. Le eché un ojo a una de las meseras que tiene varios piercings en la cara y fui invitado a la inauguración del restaurante para la noche del 10 de diciembre. También recibí la misión de difundir el tugurio, así que siéntanse libres de ir el viernes a conocerlo.

Así que, esa noche, McDonald's tuvo una doble intervención en mi vida. Me privó de ir a ver Super Size Me en su última función, pero gracias a eso encontré un bar administrado por una vieja amiga que se convierte en el punto ideal de encuentro. Un Cheers personal donde todos conocerán tu nombre y estarán contentos de que vayas.

PD: Ah, y al final sí fui al banco a las dos de la mañana a regalar cinco lucas. Amaro Gómez-Pablos estaba allí. Pero ésa es otra historia.

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