DLP: el hombre, el sueño

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sábado, febrero 05, 2005

Adivina quién vino a dormir

Lleno de energía y azúcar tras el bendito test de glicemia de la mañana, hoy adelanté en un mes la mudanza de pieza semestral que hacemos con la Romina. Es que tenemos una pensionada ahora en el depto: la mamá de ella.

Pero antes de que puedas decir: "¿Cómo? ¿La amiga que vive con DLP se trajo a vivir a su mamá con ellos? ¡Qué uncool! ¡Qué perno, qué lata!", la cosa no es tan así. A la mamá de la Romina la operaron hace poco para ponerle un implante de titanio, porque tenía la cadera desplazada y hubo que sacarle un buen pedazo de hueso. Estuvo semanas en cama y ahora es el momento de que haga kinesioterapia para que recupere la movilidad, se desarrollen los músculos atrofiados y pueda volver a moverse como la gente. Por ende necesita hacer ejercicios y sobre todo caminar (con muletas, claro, pero la cosa es que se desplace), pero en su departamento no tiene espacio para ello, así que se vino porque tenemos un pasillo largo y un living amplio gracias a nuestros pocos muebles. Además necesitaba un dormitorio más grande que el que tiene en su casa, y como yo estaba ocupando la pieza principal, la cedí un mes antes de lo planeado. Ahora están ahí la Romina con su mamá.

Así que lo mío es un acto de buen amigo y buena persona, ¿ya? La Romina, grande su alma, me tendió la mano en un momento en que yo la necesitaba mucho y aquí es que yo se la devuelvo. O en realidad no, porque eso de regresarse favores y quedar a mano es de gente que mantiene el conteo de las deudas y entre amigos eso no se hace.

Y antes de que digas: "Ya, pero entonces se acabaron los carretes en tu casa con la señora ahí encima", déjame decirte que la mamá de la Romina pasa casi todo el día en la pieza del fondo, pues los ejercicios y las caminatas debe hacerlas con poca frecuencia en estos días, y sabe muy bien que está en la casa que su hija comparte con otra persona, así que ella se queda muy piola y no molesta casi nada. Además está con una enfermera que le hace las cosas. Y de todas formas lo más escandaloso que ha habido en mi casa fue una reunión de nueve pernos que nos dedicamos a ver las tres películas de El Señor de los Anillos seguidas. Así que nada se pierde, la verdad.

Ahora falta que vuelva a salir en el diario por un freakerío como éste.

Más tarde, cervezas con Lecaritos y Stark en el Armenia, mientras un gélido viento atravesaba la ciudad y Chile jugaba con Uruguay.
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