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jueves, agosto 04, 2005

Diez señales de que esa mujer no vale la pena

Esto me lo envió hoy el buen Daniel Villalobos con el siguiente mensaje: La hicimos de una patada. Como un vómito existencial. Redactando tesis masticadas por años en after hours de aquí y allá. Los bloggers son libres de usarla, citando la fuente.

Así que ya saben: si esto mismo les llega por una cadena de emails, sepan que esto partió aquí, que sus autores son chilenos y que tienen nombre y apellido.

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10 señales de que esa mujer no vale la pena


El mundo de las parejas es un lugar complejo y sin reglas. Las mujeres tienen artículos, seminarios y libros tales como 100 Maneras de Evitar un Cerdo en tu Vida, pero ¿qué tienen los hombres? Por eso, he aquí un decálogo de sabiduría recolectada y procesada sobre 10 señales a considerar en los primeros encuentros. Si detectas una de ellas, no seas vergonzoso: párate y échate a correr. Tu ego sanará primero que tu psiquis.
Autoría colectiva: Aportes de X.P y F.P. Texto final de D.V.


1. Vive en departamento sin patio y tiene mascota
Okey, tener un perro o cualquier animal sobre kilo y medio en un espacio cerrado ya clasifica claramente de cruel y patológico, así que concentrémonos en los gatos. El felino es una especie indómita, móvil y amigo del aire libre. Que alguien sea capaz de encerrarlo en un décimo piso por una egoísta necesidad de cariño dice mucho sobre la forma en que esa persona vive y piensa sus relaciones y el trato que le dará a todos los que acepten ponerse bajo el dominio de su dependencia emocional.

2. Está físicamente incapacitada para dejar que el celular suene
¿Cuántas llamadas realmente urgentes puede recibir un ser humano normal en un mes? ¿Una? ¿Dos? Las conductas femeninas asociadas con el móvil dan un montón de claves. No te engañes ni dejes que te vendan la rata: si estás en primeras citas (o ya incursionando en el lecho) y la mina no es madre de un bebé asmático, ni trabaja en la Posta ni es bombero voluntaria y contesta el celular en mitad de una conversación íntima, chao. Si te cambia por un pedazo de plástico en la primera época, imagínate al año.
Sub-historia ejemplificadora: un amigo fue a la casa de una prospecto por primera vez. En un momento de la charla, sonó el teléfono fijo, ella lo descolgó sin aspavientos y le explicó que nunca contestaba cuando tenía visitas en la casa. Idola.

3. Habla pestes de las amigas
Este es un punto muy raro. El asunto es que una mina capaz de despellejar a sus supuestas compañeras de ruta simplemente no es alguien en quien se pueda confiar. Peor si -según su óptica- las amigas califican como un montón de frescas, mentirosas, manipuladoras y calientes de mierda. La razón es simple: si se junta con semejante hatajo de bataclanas, es porque se considera del lote. O sea, chao nomah.

4. No corta el cordón
Lava la ropa donde los viejos, la mitad de sus muebles y electrodomésticos son préstamos de sus viejos, le mandan mermeladas, se le instalan en la casa al menor rastro de fiebre o resfrío, los domingos son sagrados porque se junta a almorzar con el par de pelmazos... Que no te engañe la supuesta superioridad femenina a la hora de expresar afecto a nuestros mayores: una cosa es el cariño adulto, la otra es esta dependencia enfermiza cuya peor desviación nos lleva al punto 5.

5. Sus padres tienen llave de su departamento
¿Hay que explicar este punto?

6. Agrede verbalmente en forma velada
El Síndrome Patrona de Fundo. Todos conocemos un par de estas muchachas: las que te dicen con sonrisa y voz dulzona cosas como "Esa chaqueta te queda preciosa. Te prohíbo que te la saques". "Tú no vas a hacer esto, vas a hacer lo otro...", "Corazón, es que me tienes que contar...". ¿Te prohíbo? ¿Me tienes que contar? Que se vayan a lavar la raja. Ojo con estas perras disfrazadas de mandoncitas adorables. Las mandonas son mandonas y estar con ellas es peor que comerse una sopa de clavos, sobre todo si no eres el macabeo que esperan.

7. No sabe qué quiere de la vida
Un tópico difícil, de arduo debate en la redacción. El bottomline es el siguiente: alguien que a los treinta años no sabe qué quiere o dónde poner sus talentos o energías, incluso después de pasar por varias carreras, ya no lo supo. O lo sabrá a costa de triturar emocionalmente al pobre gil a quien le toque ser paño de lágrimas de toooodas sus inseguridades y experimentos fallidos.
Los tiempos están cambiando. Nuestras madres podían envejecer indecisas sobre tomar un cursillo de macramé o consagrarse por entero al hogar. Los chicos de las nuevas generaciones traen viento fresco y mente más abierta, pero a ellos tampoco les vienen con cuentos: si alguien ya tiene amigas con hijos y se sigue buscando a sí misma, que te llame cuando se encuentre.

8. Piensa -en el fondo o en la superficie- que los hombres son bosta
Hay distintos niveles y grados en este punto, desde el rebote autobiográfico ("Las mujeres en mi familia son la raja. Son las que siempre atinan con todo"), pasando por la puñalada disfrazada de pregunta ("Igual ustedes son como así calentones, ¿verdad?") hasta llegar a la bruta pura y dura ("Los hombres valen callampa. Sé que tú eres uno, pero la dura que valen callampa"), pero el consejo es siempre el mismo: no te gastes. Si la hembra piensa que somos un mal necesario, una maldición o una peste, todo tu amor e interés no le va a sacar la idea de la cabeza.
Pero ¿y si te vuelves su excepción a la regla? Peor: vas a pasarte la vida cumpliendo las expectativas hechas a partir de una generalización ridícula. Los hombres NO valen callampa.
En todo caso, la mina no está en verdad hablando de los hombres, especie que seguramente apenas conoce ya que ha pasado años y años hablando en las citas de lo mugrientos que son, actitud que pone en guardia a cualquier gil con dos neuronas en cuanto a revelar la más mínima verdad sobre su persona.
La nena está hablando de ella. Y de lo mal que le ha ido, pero sobre todo de lo mal que espera que le siga yendo. Si no es contigo, con otro. Así que ahórratela, en cualquiera de sus variantes: la Seudo-Feminista, la Trabajólica, la Cuica-con-Onda y la Gorreada-en-Serie.

9. Habla de su trabajo como si fuera el infierno
Seamos razonables. Si tiene que ganarse el pan fumigando carnicerías o bañando abuelitos, uno entiende. Pero si tiene un puesto de computador y celular (la mayoría en estos días) y lleva años y la huevá le carga y está descontenta con el sueldo y el jefe y el horario pero no ha hecho ni un puto esfuerzo activo para que la situación cambie... sólo extrapola esta conducta a cualquier otra área. Y haz mutis por la izquierda.

10. Le molestan las expresiones de afecto en público, desde un rápido apretón hasta el beso más casto
Que se vaya a cagar a los yuyos. De eso se trata estar emparejado. Si le avergüenza que otra gente los vea besándose, las horas de psicoanálisis amateur que tendrás que emplear para llevar una relación mínimamente digna no valen la pena.
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1 Comments:

  • At 8:46 PM, Anonymous said…

    hola tienes razon en mi vida ya conoci a una trabajolica , y bueno es real lo que dices. la evitare.
    gracias leere , los 9 puntos.
    tenks maestro.
    en todo caso las mujeres inseguras, en chile hai de sobra.
    y despues se quejan, que estan solas.

     

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