DLP: el hombre, el sueño

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lunes, agosto 29, 2005

El Evento

Fecha: 27 de agosto de 2005
Lugar: Teatro Arte Bohemia, Bombero Núñez 289, Barrio Bellavista, Santiago

El mejor cumpleaños de mi vida. Así, simple y directo. Eso puedo decir de mi fiesta de trigésimo aniversario personal. De verdad. Aunque haya invitado a 130 personas, de las cuales sabía que llegarían 70 y al final aparecieron 22 por culpa de la lluvia (o “sistema frontal”), aunque casi no comí ese día produciendo cosas, aunque la fiesta en sí duró hora y media con doce personas, aunque muchas cosas definitivamente no salieron como lo había deseado, no cambio esa noche por nada.

Porque en el segundo mejor cumpleaños de mi vida, cuando cumplí 25 y me tomé el HBH con decenas de amigos, aprendí que lo importante, al final, son los que llegan y lo bien que lo pasan, no tus planes ni lo que pudo haber sido.

Citados a las 12 de la noche, los invitados comenzaron a aparecer como a las 12:35. Poco antes habían llegado los equipos de amplificación para la banda, y por cosa de una hora y media el cumpleaños consistió en gente conversando y tomando mientras otra gente acarreaba cajas, parlantes, micrófonos, baterías, equipamiento nuclear, aceleradores de partículas y todos esos implementos de ingeniería demenciales que se requieren para montar un recital rock. Lo bueno es que lo primero que hizo el tipo de la amplificación fue conectar un discman a los parlantes, así que había música de fondo para la charla y las presentaciones.



La familia: yo, mi hermano Roberto, mi primo Pablo San Martín y mi hermano Rodolfo



El Hanta, la pandilla de la universidad



Un par de amigos famosillos


Ja, presentaciones. Una visita anhelada pero un tanto inesperada (porque lo he invitado a todos mis cumpleaños desde 1997 y ésta es la primera vez que acude) fue de Rafa Cavada. Como este buen amigo aún es etiquetado como uno de los solteros más codiciados de Chile, varias amigas me decían cosas como: "¡Iiiiihhh, ése es Rafael Cavada! ¡Ay, preséntamelo! ¡Sácame una foto con él!". Todo bajo el ceño de su polola, Anisse (ojo, ésa es una chica que cuida a su hombre).

Me voy a saltar toda la típica parte de cuando llegan los invitados y hacen sobremesa sin haber comido, que es la típica de todos los cumpleaños. Minutos que son un copy-paste de fiesta en fiesta. Vayamos a la carne: el recital de Wharenaldo.

A las 2:30 de la mañana subí al escenario a saludar y agradecer a los asistentes por haber combatido a los elementos y apersonarse en el salón. Di un breve discurso copiado sin asco ni vergüenza al discurso de Bilbo Bolsón en La Comunidad del Anillo (guiño para los nerds y bellas palabras para los legos) y sin más presenté a la banda.

OK, como nadie conocía a la banda, Cavada y yo tuvimos que hacer todos los "¡Wow!", "¡Uuuhh!" y "¡Yeah!" para incentivar algo más que aplausitos de cortesía. Siete temas mostraron a una audiencia fría pero amable lo que esos músicos podían hacer. En el octavo tema, "Chicas de Neón", salieron las tremendas bailarinas que pueden ver en las fotos, que con sus contoneos y movimientos de tórax y pelvis calentaron al público. Al público masculino, claro. Ya, se armó la cosa.



Desde la ex Virtualia: Jorge Villalón, su esposa, Cecilia, y el gran Alejandro Lecaros



Ronald y Marcela, amigos actores y de la vida



Paloma y Natacha, mis roommates en un universo paralelo



Un asiduo comentarista de este blog tiene un rostro: Daniel Villalobos


Salen de escena las bailarinas y el piruja aquí firmante se sube al fin al escenario para cantar a todo pulmón los temas que se ensayaron en las últimas dos semanas. Según supe después, ésta fue una de las mejores partes porque varios invitados, como Fidel Oyarzo y mi hermano Rodolfo, no tenían idea de que esa noche iba a jugar al rockero y lamento no haberles podido ver las caras. Porque ahí estaba yo, con el pelo suelto (nadie me ve nunca el pelo suelto salvo la Romina, y porque nos levantamos a la misma hora), un jockey como el de Brian Johnson, mi anillo de poder Linterna Verde y una polera hecha especialmente para la ocasión por Karina, mi diseñadora favorita: una camiseta negra que decía "Follemos, tengo una banda de rock".

Cuando los sorprendidos todavía no sabían bien qué estaba pasando, Wharenaldo empieza con los riffs de "Breaking the Law", de Judas Priest, y bueno, me largo a cantar. Dios, qué bien se sintió. Según mi hermano Roberto, soné IGUAL a Rob Halford y por eso quedó con la boca abierta. Qué facilista, engrupido, cuma y pedante suena decir esto, pero sentí el poder del rock, cabros.

Aplausos. Y no de cortesía o cariño. Increíble. Es de verdad. Anuncio el segundo tema: "La siguiente canción todos se la saben, pocos lo admiten, y nunca la han escuchado así". Y sorprendo por segunda vez con una versión rock de "Brindaremos por ti" de Massiel. OK, fue una humorada, un chiste musical dentro de todo, pero ¿saben qué? Funciona. Hay que dar con el pulso justo y resulta. Tomen como antecedente "Always on my Mind", en las versiones de Elvis y Pet Shop Boys. Al punto que nadie creía que a mí se me había ocurrido poner ese tema en el repertorio, todos pensaban que era un tema de la banda. Ja.

Y ahora, el número final. Vuelven las bailarinas y cerramos con "Rock and Roll All Night", con Roy (el vocalista de Wharenaldo) y yo cantando a dúo. Más contoneos y uno que otro toqueteo con las bailarinas. Dios, ahora ya sé por qué todos los hombres hemos querido ser rockeros alguna vez en la vida. Ya sé por qué los rockeros metal de los 80 dejaron de gruñir en las fotos y empezaron a sonreír. Un "¡Y que viva el rock and roll!" final, homenajeando a El Tri, y se acabó el show.




Comienza el show



Sigue el rock



Sí, las minas son de verdad. Los asistentes babearon y los ausentes se lamentaron.



Juan Pablo y Rodolfo, posando para que después les crean



Roberto también quiere que sus compañeros de curso le crean


Tengo que parafrasear a Jay Leno y decir que ese recital fue como tener sexo por primera vez: no salió bien y fue demasiado rápido, pero no me aguanto las ganas de hacerlo otra vez. Esto es casi una droga, se los juro. Todo salió increíble. Y lo mejor es que mi voz salió potentísima y a tono, y eso que jamás en mi vida he tomado clases de canto ni mucho menos he cantado en público.

Dios mío. Uf.

Luego, lo esperable: aplausos, abrazos y felicitaciones, en especial de los que se llevaron la sorpresa del Rodrigo rockero. Yo, feliz. No, FELIZ. Con letras grandes.

En ese momento varios amigos se fueron para no tener que llegar en bote a su casa, pero con la satisfacción de ver un espectáculo inolvidable. ¿Cuántos de ustedes dieron a sus amigos un recital de rock, o de cualquier cosa, en una fiesta y así cumplir sus deseos adolescentes? Todo ha sido impagable.

Y bueno, los músicos dejaron de tocar a las 3:15 aprox, lo que me dejaba poco más de una hora y media de fiesta (tenía que entregar el local a las 5:00). Unos pocos pasos de baile para aprovechar el CD con seis horas de música en emepetrés que armé, me despedí del dueño del local, junté mis regalitos y me fui a casa.

Y así, señoras y señores, celebré mis treinta años sobre este planeta.

PD: Al final de la semana aparecerá el video del cumpleaños en VHS y DVD (con cámara de Rafael Cavada), así que organizaré la junta de los picados. ¡Reserve su copia ya!
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