La de ayer fue una de esas noches de taquilla, de leve glamour, de barseo y de cariños personales. Todo en el ondero envoltorio del lanzamiento del libro y el disco de
Promedio Rojo.
Gracias a la invitación de
Ortega fui al selecto evento, que se hizo en un muy piola restaurante-centro de eventos-guarida secreta de actores llamada "Casino Royale", no lejos de mi casa. En realidad el evento de selecto podía tener bien poco, pues lo anunciaron por la
Rock & Pop, y en teoría podía ir cualquiera, pero no se vio gente con cara de colada ni quinceañeras apiñadas en a entrada clamando por
Benjamín Vicuña (que estuvo en la fiesta, más sobre esto luego).
En los primeros minutos aproveché de saludar a viejos conocidos:
Ortega,
Villalobos,
Willo, el bisoño pero agudo
Nicolás Copano, y
Sergio Cancino, prohombre de
Radio Tiempo, que más tarde conversaba con
Claudio Narea. Saludé palmoteando en la espalda patudamente a
López y a
Condoro (el único y verdadero
Condoro) y Ortega tuvo la amabilidad de presentarme a
Alberto Fuguet. El lugar se estaba llenando de a poco de gente top, high profile y famosa y había que despojarse de la vergüenza y de la humildad para no estar fuera de tono.
Mientras conversaba con
Salfate se me ocurrió, en un inusual arranque de crueldad, llamar a mi hermano
Roberto, fan de la película, para sacarle pica. Le pasé el teléfono a Salfate para que lo saludara y a éste se le ocurrió invitarlo al carrete. Mi hermano, obvio, dudó (él no ha terminado las clases todavía), pero más tarde me llamó para avisarme que consiguió permiso y que iba con mi otro hermano,
Rodolfo. A los pocos minutos los hermanitos de la Paz en pleno estaban codeándose y tomando con celebridades. Ahora que lo pienso, es primera vez que vamos los tres solos en un carrete. Márquese esa fecha en los anales, señor secretario.
Aquí debo jactarme de mi cualidad de buen hermano. Roberto estuvo de cumpleaños hace poco y, salvo un llamado telefónico bastante entrada la noche de ese día, no hice nada para festejar a mi padawan. Así que ahí mismo le compré el libro con todos los secretos de
Promedio Rojo (¿Ocho mil pesos? ¡Horror!) y le presenté a López, a Condoro, a
Ariel Levy y a Salfate, quienes dejaron sus sendos autógrafos en la copia de Roberto. El pequeño tuvo una muy buena historia que contar hoy en el colegio y yo me anoté mis gallifantes.
Fuguet, en un esforzado discurso (porque pocos le atendieron), presentó el libro y luego a Ortega, quien, presa de su habitual y sudoroso pánico escénico, echó mano a una veta de comediante stand-up para reírse de López, del libro, de sí mismo y así aliviar la tensión de hablar en público. Acto seguido fue el turno de Salfate, quien ensalzó el filme y pidió, por favor, que lo fuéramos a ver de nuevo. El "acto oficial" terminó con López literalmente lanzando el disco y el libro. Casi agarré el disco.
Luego
Casino toco su hit “En Tus Manos” y después Narea sacudió a la audiencia con algunos temas viejos, entre ellos en esencial "Profetas y Frenéticos". Y el ambiente ya llegaba a entretenidos niveles de sofisticación. Levy y López saltaban abrazados al coro del tema de Casino; allá estaba
Boris Quercia, luciendo un oscuro pero llamativo sombrero de fieltro negro;
Nicole, la bella Nicole, daba breves paseos por el lugar, la mayoría de las veces estaba sentada conversando con amigas o cruzando unas fugaces frases con Ortega (¿Conoces a Nicole, Ortega? Estás lleno de envidiables sorpresas); en un rincón la hot
Pamela Villalba socializaba con la
Cachorra;
Diego Muñoz saludaba a diestra y siniestra;
Benjamín Vicuña, que llegó bastante tarde, se mimetizaba con los asistentes mientras tomaba su trago. Roberto comentó que Vicuña se ve más alto en la tele, igual que Salfate. Y tuve la añorada suerte de rozar con el codo a
Jenny Cavallo, la
Isi, la menos hermosa pero la más sexy de las
Cabras Chicas Gritonas.
En general, el sitio estaba lleno de gente linda. Tipos con pinta de diseñadores, intelectuales y alternativos y mucha mujer con aspecto de modelo, rubias, voluptuosas, sensuales o simplemente lindas. Ah, y bien producidas. Pero muy pocas oportunidades para ligar. Una porque este tipo de eventos no son los mejores lugares para conocer en forma relajada gente del sexo opuesto, y porque, como dice la canción de
Mecano, "mucha niña mona, pero ninguna sola".
Gratas conversaciones de la velada: con Salfate, quien me instaba a que expusiera mi currículo como doblajista y que hiciera algunas demostraciones frente a Condoro, que encontró que yo era la persona con el trabajo más freak que ha conocido (gracias, gracias); un encuentro con los notables
Javier Ugarte y
Tonino Ballestrazzi, ex figuras tras las cámaras de TVN, que se han embarcado en proyectos propios (buena suerte en tu expedición a Buenos Aires, Javier); una franca y freak charla con
Esteban Rojas, el Papitas original, franca porque platicábamos sobre lo poco fashion que nos sentíamos a esas alturas de la fiesta, de los caminos que cada uno sigue en su vida y de cómo la fama cambia a las personas, y freak porque recién al despedirnos nos presentamos formalmente; con Copano, que me dio pistas para ubicar al esquivo
Rafael Cavada, tocamos nuestros proyectos web individuales, hicimos un intercambio de mails y se maravilló con
mi anillo de Linterna Verde; y finalmente con la chica que acompañaba a Condoro, con la que hablé de trabajo, periodismo, Viña del Mar y que, aunque me dijo su nombre, es mejor conocida para mí y Copano como
"Ey".
A la 1:15 di la noche por cerrada y marché a casa. A la salida del local estaban Pamela Villalba y la Cachorra, y como no me atreví a preguntarles si estaban esperando taxi, agarré yo el primero que pasó. ¿Roto? Puede ser. Pero lo más probable es que nunca más en la vida las vea, así que whatever.
Bueno, ésa fue mi primera aproximación a una crónica tipo
Cristián Farías. Buenas noches.