Uribe insiste en sus antinacionales políticas

ARRECIA LA OFENSIVA IMPERIALISTA CONTRA LA NACION Y EL PUEBLO

Veinte meses después de asumir el poder, Uribe Vélez sigue desarrollando su programa de gobierno, en concordancia con los dictámenes de Washington. No obstante los desastrosos resultados de la política aperturista, se implantan reformas de segunda generación, de clara estirpe neoliberal, que seguirán conduciendo la nación, inexorablemente, hacia el abismo. Dos reformas al sistema tributario, nuevas modificaciones a los regímenes laboral y de seguridad social, no han sido suficientes para saciar la voracidad del gran capital monopolista, cuyos afanes a nivel orbital se pretenden resolver extendiendo la miseria a cada vez más amplias capas de la población. Amparado en la lucha contra las fuerzas terroristas, en el marco de la cruzada mundial desatada por Bush, el gobierno nacional impone sin mayor resistencia todo el paquete acordado con el Fondo Monetario Internacional.

CONVULSIONADO PANORAMA INTERNACIONAL
La agudización de la insalvable contradicción entre el incremento de la producción y la disminución de la capacidad de consumo de las mayorías, estrecha los márgenes de ganancia y hace más feroz la contienda entre los poderosos monopolios imperialistas. Pese a los transitorios períodos de calma que hoy vivimos, la tendencia es cada vez más marcada hacia la intensificación de la pugna entre las potencias desarrolladas, urgidas a cual más, de apoderarse de mercados, recursos naturales y, sobre todo, de mano de obra barata. Los períodos de calma y de reposo en las relaciones de las potencias se interrumpen abrupta y frecuentemente y la quiebra del equilibrio obedece a la anárquica y desigual evolución material de aquéllas y al continuo cambio de sus fuerzas, por lo que la rebatiña por las colonias se impone inexorablemente y se dirime mediante la guerra, al margen de los oficios de los políticos de la reacción; Tal es una de las causas para que uno de los escenarios más disputados en tal contienda sea China, con sus 1.500 millones de potenciales consumidores. Detrás de las proclamas contra el terrorismo del invasor de Irak se encuentran los afanes por desplazar a sus competidores de zonas de influencia, especialmente si en ellas se encuentran grandes depósitos del “oro negro”.
En medio de esas circunstancias se adelanta la campaña electoral en Estados Unidos, certamen en el que Bush aspira a prolongar su mandato por cuatro años más. Apoyado en sus aparentes éxitos en el ámbito externo, el presidente norteamericano se ha preocupado por reactivar la descaecida economía, para lo cual ha recurrido a devolver tributos a las capas altas de la población, bajar las tasas de interés y financiar el abultado déficit, poniendo a funcionar la impresora de billetes, una práctica no permitida a las neocolonias.
Entre tanto soporta las dificultades derivadas de sus aventuras militares en Irak y Afganistán y afronta un intenso debate de sus opositores, por la evidente falsedad de los argumentos con los que justificó el asalto a los feudos de Saddam Hussein. La suerte que le espera puede ser la misma que la de su escudero en España, José María Aznar, a quien los terroristas pasaron la cuenta de cobro, con el execrable atentado a las estaciones de tren, causando cientos de víctimas inocentes y la posterior derrota electoral del candidato del gobernante Partido Popular. La arrogancia de Washington, en verdad oculta sus profundas debilidades y entraña que las contradicciones con los líderes de la Unión Europea –Alemania y Francia -, China y Rusia, sean más fuertes y que, por ende, los acercamientos entre estos países sean también crecientes. De tal circunstancia se debe tomar atenta nota para que, como ha sucedido en otros tiempos, las fuerzas revolucionarias puedan sacar partido de esas contradicciones y combatir y aislar el enemigo principal, que sin duda alguna es la potencia norteamericana.

EL PAIS SE DERRUMBA
Después de liquidar, con más pena que gloria, a Telecom, escindir a Ecopetrol y desmembrar el Seguro Social, a mediados del año pasado, sin que sus organizaciones sindicales hicieran el mínimo intento por impedirlo, el gobierno centró las baterías en sacar adelante las reformas políticas y económicas plasmadas en el proyecto de Referendo, avalado por el Congreso con algunos afeites y por las Cortes, con algunos recortes. No obstante la frenética actividad del Presidente para convencer a los colombianos de las bondades de las reformas propuestas, la inmensa mayoría de la población no concurrió a las urnas, propinándoles una rotunda derrota a los puntos acordados previamente con el Fondo Monetario Internacional. Tal derrota si bien no representó un cambio sustancial de la situación nacional, si obligó al soberbio inquilino de la Casa de Nariño a modificar algunos de sus métodos.
El llamado Plan B requirió ser pactado con el Congreso, al cual fue llevada una nueva reforma tributaria, que no apunta contra las verdaderas causas del déficit público, especialmente la deuda externa e interna, que ya representan más del 50% del PIB y consumen el 40% del presupuesto nacional . Si partimos de reiterar que la riqueza que se genera en la sociedad proviene del trabajo y no del capital, tenemos que concluir que todos los impuestos, dividendos, rentas y utilidades son producto del esfuerzo de los trabajadores y los impuestos que pagan los dueños del capital son simplemente una parte de la riqueza generada por aquellos. El mayor cobro de impuestos, en general afecta a todo el aparato productivo, porque son recursos que se sustraen del circuito económico y se transfieren a las arcas públicas donde no juegan un papel productivo. Lo cierto es que independientemente de si el recaudo proviene de las rentas del capital o del trabajo, de todas maneras genera mayor recesión, al afectarse la demanda. Además, en últimas, los empresarios trasladan los gravámenes a su estructura de costos y, por ende, a los precios de los bienes y servicios que obligatoriamente consume la inmensa mayoría.
Con el relevo del ministro del Interior, se operó un cambio que consiste en desechar el estilo pendenciero de Fernando Londoño, para trabajar en la búsqueda de un gran acuerdo político que, como lo dijera Alfonso López Michelsen, es simplemente un repechaje del referendo, en procura de sacar adelante la política imperial, concentrada en este momento en afinar los instrumentos tributarios, modificar regresivamente el sistema judicial y liquidar lo poco que queda del sistema pensional de prima media.
De paso, se busca fortalecer el proyecto reeleccionista del caballista de Rionegro. Para ello han echado mano del más vulgar clientelismo, evidenciado en el lamentable espectáculo del Partido Conservador, negociando con el ejecutivo su respaldo a la reforma constitucional que de vía libre a la reelección inmediata, a cambio de cuotas burocráticas, disfrazadas detrás de aparentes acuerdos programáticos. Entre tanto el Partido Liberal, marginado de las mieles del poder, trata de recomponerse y prepararse para un eventual regreso a las riendas del estado, echa mano de la experiencia de sus ex presidentes, incluido el reencauchado Ernesto Samper, y libra una pugna interna entre quienes desean acomodarse al lado del presidente y los que prefieren guardar las distancias para ganar audiencia entre el confundido electorado.
Mientras todo esto sucede el país continua avanzando hacia el despeñadero, el irremediable destino al que lo lleva la creciente dominación extranjera que se exacerba, hasta el punto que se prohibe parquear en las calles para que todos los dueños de vehículos, le tributen $3000 por hora a las cadenas de parqueo norteamericanas, recién establecidas para tal fin. Ni siquiera el lavado de la ropa sucia escapa a la avidez del capital foráneo, que ya instaló varias cadenas que proveen este servicio ni los juegos de azar se dejan al manejo del estado, sino que son asumidos por empresas transnacionales. En el trasfondo emerge el ALCA o su variante el Tratado de Libre Comercio, cuya negociación comenzará a mediados de mayo, de manera que para el 2005, la raquítica economía colombiana quedará plenamente uncida al poderoso aparato productivo del Norte y el mercado interno se verá totalmente arrasado por los géneros gringos. De contera, las economías de Europa y Oriente se verán constreñidas para competir en el mercado latinoamericano, por las ventajas otorgadas a los Estados Unidos, país que produce 10,6 billones de dólares, de los casi 13 que genera el continente entero.

PREVALECE EL OPORTUNISMO
El otro fenómeno que vale la pena analizar es que la mayoría de los candidatos bendecidos desde la Casa de Nariño, mordieron el polvo de la derrota en los comicios territoriales. En el caso de Bogotá se presentó el triunfo de Lucho Garzón, un candidato de extracción sindical, viejo militante de la “izquierda”, quien aprovechó la coyuntura para encumbrarse a la primera magistratura de la capital. Su éxito tuvo que ver con la aceptación que alcanzó en importantes sectores de la rancia oligarquía bogotana, seducida por el discurso conciliador del arrepentido ex presidente de la CUT. Se trata de una expresión más del oportunismo, propio de las épocas de resaca, cuando afloran las tendencias de derecha y se nos invita a abandonar las lides revolucionarias y desechar la toma del poder, para contentarnos con las migajas que los detentadores destinan para quienes se acomodan bajo su alar. Después de haber transitado por el sendero extremo izquierdista, ahora se han convertido en adalides de la defensa del estado social de derecho, esa etérea fórmula concebida en la Constitución de 1991, para darle salida a quienes, desde la “izquierda”, validaron ese engendro neoliberal.
En tal propósito confluyeron diversas corrientes, encabezadas por la surtida variedad de fuerzas que constituyeron el Polo Democrático Independiente, PDI, a la saga del cual se colocó el Frente Social y Político y, quien lo creyera, el Partido Liberal, encabezado por Piedad Córdoba, entre otras fuerzas, incluso algunas que otrora enarbolaron posiciones revolucionarias. La composición de su gabinete habla a las claras de cual va a ser el rumbo definitivo de su mandato. Los asuntos de gobierno fueron entregados a un ex presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, cercano a los afectos de la casa Valencia Cossio, y los de las finanzas a un ex consejero del Banco Mundial. Nada bueno puede esperarse de tal ensayo y los acontecimientos darán la razón a quienes nos abstuvimos de participar en ese proyecto. Una muestra de a cuáles intereses va a terminar sirviendo la administración distrital es su actitud frente al Pliego de Peticiones del sindicato del Acueducto, una empresa entregada a manos de un ex ejecutivo de Ecopetrol, quien ya reiteró que se mantiene el contrapliego, presentado en la anterior administración.

EL MOVIMIENTO SINDICAL: ENTRE LA CONCILIACIÓN Y LA ENTREGA
Entre tanto, en las toldas obreras prevalecen la confusión y las ilusiones en el mecanismo de la concertación. Ya hemos anotado cómo la protesta ante la arremetida en contra de tres bastiones del sindicalismo – USO, USTC y Sintraseguridadsocial- se limitó a una lánguida marcha, cuando ya los hechos estaban consumados. La USO, que otrora imponía respeto por su capacidad de paralizar el país, llevaba más de un año, preparando una huelga que debió adelantarse cuando la empresa fue escindida, quitándole el manejo de los hidrocarburos. Fecode, cuyas movilizaciones retumbaban a nivel nacional, ha venido perdiendo las conquistas alcanzadas en tiempos pretéritos, sin que haya tenido la voluntad ni la capacidad de enfrentar la ofensiva.
No son pocas las voces que desde las organizaciones obreras nos invitan a que nos acojamos a las novedosas propuestas de los contratos sindicales o las cooperativas de trabajo asociado, el último invento de los explotadores para birlarles a los trabajadores los precarios derechos contemplados en el Código Laboral. Los anuncios provenientes de los empresarios y el gobierno para dar cristiana sepultura a las pensiones no han merecido un contundente pronunciamiento de la dirigencia sindical. Igualmente, ante el evidente fracaso del esquema de salud, implantado por la Ley 100, sus proclamas no van más allá de hacerle a ese esperpento algunos retoques, sin tocar la médula del problema, cual es la conversión de ese servicio social en un lucrativo negocio. Lo único positivo que exhibían como producto de este período, la existencia del Comando Nacional Unitario, se ha visto resquebrajado por las inclinaciones gobiernistas de la CGTD, cuyo presidente funge de asesor presidencial, sin que se conozca su renuncia a la investidura sindical, la cual ostenta de cuando en vez, ni se haya oído una voz de protesta en las filas de esa central obrera. La ausencia de dicha organización del Encuentro Nacional y otros eventos en contra del gobierno, corrobora tales apreciaciones. En fin, son innumerables las razones y los motivos para que el movimiento sindical estuviera a la cabeza de una gran batalla en contra del régimen, pero las tendencias a la conciliación han prevalecido, hundiendo al sector más organizado y consciente de la sociedad en el marasmo y la desesperanza.
A los sectores que aún combaten por la soberanía y la dignidad nacionales, sólo les resta acogerse al criterio de aprovechar la marea baja para acumular fuerzas, elevar la conciencia del pueblo y adelantar las tareas organizativas propias de estas etapas de reflujo, a la espera de que cuando cambie el viento, podamos desplegar plenamente las velas tejidas con paciencia y sapiencia. Así mismo, debemos reiterar que la lucha contra la dominación imperialista no es efectiva si no va acompañada de la lucha contra las tendencias oportunistas. Tanto las que a la derecha nos invitan a abandonar los deberes revolucionarios y plegarnos a las corrientes en boga, como las que a la izquierda nos exhortan a caer en aventuras y practicar métodos ajenos a las auténticas tradiciones democráticas y revolucionarias. El curso de los acontecimientos muestra que las neocolonias no soportan más exacciones, los asalariados de los países desarrollados comienzan a levantarse y las contradicciones inter imperialistas son cada vez más agudas. La conjunción de esos tres factores traerá, más temprano que tarde, una nueva era de intensas luchas, en la que, de nuevo, prevalecerán las posiciones revolucionarias sobre la conciliación.

MOIR Línea Francisco Mosquera
Comité Ejecutivo

Bogotá, Abril 29 de 2004

 
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