Desde 1991 comencé a trabajar aludiendo a episodios del metarrelato judeocristiano con marcada influencia de la iconografía Rusa y Bizantina.
El material de soporte que uso es la madera... por mÍltiples razones, pero la más relevante es que para mí, la madera nos ata a la naturaleza irremediablemente.
La figura humana es el centro de atención en toda mi obra. Más reciente he comenzado a incorporar aves.
El paisaje refleja la interpolación dramática de las realidades sociales en las que he vivido.
La diferencia fundamental en mi obra es la incorporación de elementos profanos al acervo de la iconografía rusa y bisantina, junto a otros del panteón Afrocubano. La luz juega mágicamente pareciendo emanar del interior de las figuras y de los objetos.
Como en el Ícono Ruso y Bizantino, un enigmático silencio parece inundarlo todo.
El marco formal alude a la evaporación mística del silencio, mientras que el contenido evoluciona hacia temas oníricos y vivencias personales.
Mi objetivo, es sentar un testimonio sobre el discurso del tiempo, que nos señala el desarraigo que muchos parecemos sufrir mientras vivimos realidades impuestas.
Adela E. Gonzalez, 1999