Mensaje a una amiga virtual
Yo, nosotros, todos, partimos
de nuestros propios conceptos para entender la realidad que nos circunda.
Inclusive la virtual. Si soy un carente en el ámbito cotidiano,
ciertamente lo seré en la virtualidad. Después de cambiar
dos o tres líneas con el correspondiente de turno, le habré
transmitido todas mis carencias, ausencias, mis vacíos y deseos.
Seré, desde el primer "hola", una puerta abierta de par en par.
El problema es, que por esa puerta podrá entrar el dolor, igual
que disfrazada de ángel.
Estás realmente preparada/o para eso? Si piensas que sí,
bárbaro. Adelante!
Mas veamos cual es el perfil de la víctima potencial de éste
medio de comunicación.
Puede ser rica o pobre, alta o baja, delgada o gorda, joven o madura,
bonita o fea (usando los padrones impuestos por la media), puede estar
desnuda o vestida.
En fin, puede ser todo o nada, poco o mucho, mas ciertamente será
carente, mal amada, soñando con quien la/o entienda, mime, bese,
ame.
Quieres una receta más perfecta para el resbalón cibernético?
Yo, confieso que no la conozco. Mira que cuando escribo lo que escribo,
lo hago no pensando en mi, mas si en un colectivo muy amplio. Me refiero
al colectivo que en Estadística se llama Mayoría. Si, la
mayoría de crédulos, la mayoría de vidas en blanco
y negro, la mayoría de carentes, la mayoría de fracasados,
la mayoría de desilusionados, la mayoría de soñadores
frente a la TV. Sí, no hablo de mi, mas de casi todos nosotros,
víctimas de éste fin de milenio electrónico y despótico.
De aquellos que mal intercambian una palabra con el vecino de toda la
vida, de aquellos que no saben el nombre del otro vecino de mitad de la
vida, de aquellos que nunca recibieron una flor, un piropo, un beso real.
Ese es el macromundo del cual sale el micromundo de personas que diariamente
se sientan frente a la pantalla para enamorarse, besar, acariciar, alcanzar
orgasmos que la realidad les niega, y después, sufrir, penar, maldecir,
prometer que nunca más, que esto y lo otro. Y aquí que cabe
aclarar que la intención no es convencerlo/a de no soñar
más con el Apolo o la Venus imaginada; ni siquiera tratar de inducirlo/a
a dejar de acariciar proyectos de futuro con quien nunca vio ni probablemente
nunca verá. El motivo principal es tratar de abrir los ojos para
la posibilidad de que Apolo sea Josefa, y que Venus sea en verdad Nemesio,
o, menos grave, que Apolo tenga 76 años y sea impotente, y Venus
pese 94 kilos y tenga bigotes, y las fotos recibidas fuesen de la hija
o del hijo o de la nieta o del nieto, ó ó ó ... En
el circo, mas que aprender a saltar, los acróbatas aprenden a caer.
Y esa es la lección de la vida. Del circo de la vida. Caer, pues
que sea.
Mas sabiendo como, para golpearnos menos, y poder comenzar de nuevo a
caer, sabiendo, para golpearnos menos, y así sucesivamente. Lo
que si es posible es la amistad virtual.
Sí: yo puedo ser mil veces mejor amigo tuyo - sin que me conozcas-
del que muchos que tocas, o besas en la boca, o miras a los ojos. El problema
es la definición que se quiera dar a la amistad virtual.
Si queremos definirla como la real, erramos, pues es diferente. La amistad
virtual es "light", del tipo "no trepa ni sale de encima". Mas está
ahí, latente, disponible. Es una amistad que puedes digitar siempre
que quieras. Lo que no podemos esperar de ella es que sea carne, tacto,
coito.
El amigo virtual es un habitante de otra galaxia, con el cual te comunicas
apretando unos botoncitos. La amistad virtual tiene la ventaja comparada
con la real, que evita el desgaste del contacto personal, además
de ser más realizable. Sí, la presencia es desgastante.
Y vea, que yo también preciso del contacto, de la amistad con nombre
y dirección y cara y alma, y del amor tocando y trepando y mirando,
máas esos son compartimientos de otros cajones de nuestras vidas.
Mezclarlas, sólo puede dar confusión. Si, las cambiamos
, vamos a encontrarnos queriendo ser amigos de quien apenas quiere sexo
con nosotros. Vamos a querer dormir con quien apenas quiere recitar poesía.
Desearemos leer poemas para quien sólo quiere bailar un tango.
La amistad virtual puede ser, si bien utilizada, y en las proporciones
debidas, un buen camino, un suave y sereno camino, para neutralizar la
soledad de vivir en el medio de tantas personas que sólo piensan
en si mismas.
El problema -a todas luces insoluble - es que somos el animal más
alejado de la definición de perfección que habita el planeta
Tierra. Bruno Campel