Sin Distancias, relaciones online
"LA SOLEDAD SIEMPRE VUELVE"
¿Crees que con la
aparición de Internet toma fuerza aquel refrán
que dice que el amor no conoce fronteras?
Con la irrupción
de Internet parece que los horizontes se ampliarán en
lo que respecta al amor, las seducciones o a las meras amistades,
es decir, a todo tipo de relaciones sentimentales. Usualmente,
el tipo que no sale nunca de su casa está condenado a
un universo sentimental que no va más allá de
la vecina; y el que solamente frecuenta a las personas relacionadas
con su trabajo o estudio termina, fatalmente, casándose
con una compañera de trabajo o de estudio. Esto ha sido
así durante larguísimos años. El estudio
de las vidas de las personas que tienen 50 o 60 años
nos revelaría que, efectivamente, son muy numerosos los
casos de personas casadas con sus vecinos, compañeros
de trabajo o de estudio. Se me dirá: qué problema
hay con casarse con personas que uno ya conoce. Peor sería
que uno se casase o relacionase con desconocidos. Lo que sucede
es que los horizontes mismos a los que uno estaba condenado,
limitaban ya, desde antes de intentarlo, la extensión
sentimental de nuestra vida.
Y aquí aparece
Internet, que nos permite tomar contacto con personas que están
fuera del horizonte, que están incluso en ámbitos
que no conocemos o que no sospechamos, donde la distancia no
sólo no es un obstáculo, sino que, a veces, hasta
es un estímulo. Parece que una de las virtudes buscadas
fuera la distancia, como una virtud exótica. Parece que
la mujer que vive a miles de kilómetros es más
atractiva que la que vive allí nomás; el vivir
cerca es casi un gesto de vulgaridad.
¿Crees que puede
ser efectiva una relación amorosa que se da por estos
medios?
Hay que ver si las
relaciones que se establecen mediante la navegación y
la exploración cibernética finalmente resultan
reales. Porque es probable que con un método de seducción
mecánico, se obtengan amores mecánicos.
A mí, en
general, me produce una sensación de aventura y de estímulo.
Yo me sentiría atraído a responder los llamados
y las consultas. Y haría, a mi turno, alguna indagación.
Pero me temo que esto se debe parecer a las citas a ciegas o,
lo que es peor, a una visión distorsionada. Todos nosotros,
alguna vez, hemos asistido a encontrar una mujer de la que sólo
teníamos su propio testimonio o, peor, el testimonio
de un amigo. Entonces, yo no sé si ese defecto, no ya
de la máquina sino de la condición humana, de
describirse erróneamente, no vendría a producir
infinitos desengaños.
¿Con esto estarías
proponiendo no asumir el riesgo de ir más allá?
Ante esto, creo
que hay que contentarse con esa relación, con ese ida
y vuelta, con lo que el otro puede darnos de su espíritu
a través de los kilómetros. Que un amor por carta
no salga de una carta, que un amor por Internet no salga de
Internet. Si no, hacemos una transcripción de géneros
que nunca sale bien. Yo creo que el amor epistolar perfecto
es un amor que se consuma en la carta misma. A lo mejor, el
amor de Internet perfecto es un amor que obtiene su propio goce
allí, no fuera. Si nos hacemos amigos de una señorita
que vive en Ottawa, está todo perfecto hasta que la señorita
decide viajar a Buenos Aires. Lo más interesante de todo
esto es la idea de agrandar los horizontes, la de no contentarse
con una especie de determinismo geográfico de los amores.
La soledad tiene
caminos que uno no sospecha. A veces uno cree que ha conseguido
derrotarla, pero vuelve.
Aparentemente, ésta
es un arma contra la soledad.
ALEJANDRO DOLINA:escritor
y artista de la radio; usuario de Internet