Seguridad Nacional
Manipulación del estado anímico colectivo mediante frecuencias
ultrabajas a través de la antena de televisión...
Os diré en qué consiste su «seguridad»: por un lado, en
neutralizar a aquellos que osan, no ya intentar arrebatarles, sino, meramente
hacerles sombra en asuntos de narcotráfico, asesinatos «perfectos» o terrorismo,
por sólo citar algunas de sus exclusivas especialidades; y digo bien,
neutralizar; o eventualmente, cooperar por un período de tiempo, nunca
aniquilarlos totalmente. De lo contrario, ¿de dónde iban a sacar la paranoia
oficial para justificar la toma estratégica de posiciones que ha de conformar,
irreversiblemente de seguir así, su ansiado régimen totalitario integral?
Por el otro, en aplastar a los máximos enemigos del régimen, especialmente ahora que
restaba tan poco para su toma final: quienes osan dar testimonio contra ellos denunciando
sus desmanes y atrocidades. Serán acosados con vicio y saña; pisoteados, ultrajados,
vejados a más no poder; criminalizados con la complicidad de las empresas/mafias
parapoliciales de la seguridad privada en cualquier local o emplazamiento público como el
peor de los asesinos; secuestrados, siquiatrizados e integralmente implantados, y
utilizados, de paso, como cobayas humanas de experimentación con la presurosa
colaboración de la vertiente científica incluida en la hermandad
estatal-masónico-terrorista. Recordad esto: el peor «crimen» que puede cometer
un súbdito dentro del sistema consiste en dejar de marcar el paso, en quebrar las
ultralimitadas y fraudulentas coordenadas mentales impuestas por la propaganda del poder
para someterlo, y tirar del hilo que conduce a la verdad.
Habéis oído hablar de este o aquel país; de este o aquel partido político; de esta o
aquella religión... todo ello vinculado a un determinado y supuesto afecto personal, como
si se tratase de factores innatos en lugar de adquiridos. Si tuvieseis que véroslas con
un ganado compuesto por varios miles de millones de cabezas, ¿haríais frente a la
descomunal masa unida o lo dividiríais en varios grupos fáciles de controlar y explotar,
con sus correspondientes pastores y perros guardianes? ¿Y acaso no subdividiríais
aquellos grupos compuestos por animales tozudos y problemáticos en otros grupos más
pequeños? La máxima satánica por excelencia: divide y vencerás.
Mas, he aquí que la gran marcha de la humanidad evolucionada y unida, que tanto les
aterra en sus inconfesables pesadillas, está ya para estallar.
Y aunque se saben del todo acorralados, descubiertos y acabados, debéis estar preparados
para sobrevivir a sus últimos furibundos y desesperados estertores, sazonados por un
incremento -¿es posible?- de la asfixiante propaganda oficial/oficiosa. Un
ejemplo en medio de tantos: de momento ya están utilizando sus megarradares
electromagnéticos tipo HAARP para alterar las condiciones atmosféricas -el Mitch no ha
sido más que un simple test- y, cómo no, modificar el comportamiento de las masas a
escala planetaria mediante la manipulación de las oscilaciones eléctricas de baja
frecuencia presentes en la ionosfera. Pero detengámonos en unos casos de
embotamiento y alteración artificial del estado anímico más concretos, y a escala más
modesta, provocados por los lacayos terroristas.
Este testimonio apareció en la revista estadounidense Nexus Magazine, en 1995:
«Hojeando un ejemplar atrasado de Nexus (vol.2, nº20), me detuve en un artículo de
actualidad titulado El Misterioso Murmullo Taoísta. Decía que un diputado del grupo
demócrata por Nuevo México, Bill Richardson, ha solicitado a la Cámara del Comité de
Selección una investigación relacionada con un ruido extraño que provoca trastornos de
vértigo, insuficiencia respiratoria, migrañas, ansiedad e insomnio. Al parecer, este
fenómeno se halla estrechamente ligado a un programa militar secreto desplegado en
varias ciudades de Nuevo México.
Pues bien, creo poder facilitar cierta información relativa a dicho ruido.
Entre los años 1980-83 compartí vivienda con la hija del prestigioso Dr. David Fraser,
ya fallecido, antiguo catedrático del Departamento de Toxicología en la
Universidad de Carolina del Sur, Chapel Hill.
Un día, ella me relató una sobrecogedora disputa surgida entre su padre y los militares.
Poco después, en 1981, con motivo de unas vacaciones compartidas con el Dr. Fraser, le
pedí que me contara la historia de primera mano.
A principios de los 70, la pequeña ciudad de Medford, en Oregón, se convirtió
en la "capital del suicidio" de los EE.UU. de la noche a la mañana --los datos
pueden comprobarse consultando las estadísticas nacionales de sanidad. Una vez
descubierta esta dramática anomalía, el Dr. Fraser organizó y envió un equipo de
investigadores para intentar averiguar la causa. Analizaron la composición de las aguas,
del aire, del suelo, y toda una serie más de posibilidades, sin encontrar indicios que
pudieran explicar la ola de suicidios. Pero poco después identificaron una fuente de
radiación de Frecuencia Ultra Baja procedente de la base militar local. Los
investigadores se presentaron, pues, en dicha base y mantuvieron una charla con el
comandante de la misma. Éste afirmó estar al corriente de la FUB pero negó cualquier
conexión con el complejo militar, culpabilizando a los rusos de ello.
Al día siguiente las ondas FUB desaparecieron como por ensalmo.
El equipo de investigación no sólo determinó con precisión que las ondas procedían de
la base, sino que, además, dichas frecuencias invadían el interior de los
hogares de la población a través de las antenas de televisión, creando una
especie de onda resonante estática que abarcaba la totalidad de la estructura del
edificio. Se comprobó, igualmente, que aquellas personas propensas a no salir de casa
experimentaban serios trastornos depresivos.
Una vez interrumpida la emisión de FUB, el grupo regresó a Chapel Hill para redactar el
informe y despachar con el Dr. Fraser. Fue entonces cuando se les presentaron
varios individuos exhibiendo credenciales de la CIA, diciendo que las ondas de frecuencia
ultrabaja irradiadas en Medford eran una cuestión de «seguridad nacional».
Finalmente, amenazaron explícitamente con matar a cada uno de los integrantes del
equipo, incluido el propio Dr. Fraser,
si se les ocurría divulgar los hechos.
Ya para concluir. A menudo me detengo a pensar en la cantidad de científicos que han
tropezado con los deletéreos efectos producidos por armas secretas y experimentales
dirigidas contra la población de los EE.UU., y cómo han sido intimidados, cuando no
asesinados. Yo mismo estoy rompiendo mi silencio catorce años después de conocer
esta historia --y más de veinte años después de los hechos. Todo apunta a que el
complejo industrial-militar ha declarado una guerra encubierta contra los ciudadanos de
este país hace ya un tiempo, incluyendo un dispositivo de modificación de la conducta a
largo plazo por medio de tecnologías para el control de la mente en su fase final de
desarrollo.
Generalmente, procuro no hacer este tipo de comentarios en público para evitar alarmar a
la gente. La parte positiva estriba en que esos reptiles de cloaca no tienen el poder
suficiente como para dar la cara a la luz de la evidencia. En todo caso, ya sabéis:
si os sentís deprimidos, con ansiedad o náuseas recurrentes, antes de ir al
médico probad antes a desmontar la antena de televisión.
Saludos cordiales,
Mark M., California»
Si bien estos maníacos de alcantarilla carecen de ideología
definida, es igualmente cierto que no han terminado de asimilar el derrumbe del
experimento colectivista en Rusia, modelo de referencia suyo durante tantos años. Así,
no es de extrañar que se ensañen utilizando este tipo de señales de radio contra zonas
residenciales de alto nivel, especialmente donde tienen localizados focos de ideología
conservadora de más de un 90%, como pueden ser zonas de Pío XII, el Viso, distrito de
Salamanca o La Moraleja, por citar sólo algunas y en Madrid. A veces modifican
las frecuencias, jugando con el estado anímico de las personas concernidas. Por
cierto, que en la urbanización La Moraleja hay un búnker policial con un conjunto de
antenas en fase que haría palidecer de envidia a más de una emisora de radiotelevisión
de ámbito nacional. Se halla localizado al inicio de la calle de La Veredilla y tiene un
pegote de Telefónica para disimular. El cometido más habitual es usar las antenas en
modo receptor: ni un rico sin controlar, parece ser el lema. Pero en realidad, debemos
cambiar el término rico por súbdito y listo.
¿Durante cuánto tiempo más pensáis seguir manteniendo a esta horda de burócratas
parásitos y terroristas en la atalaya del poder de tinieblas? Es algo más que vuestra
vida lo que se halla pendiente de un hilo.
Un día menos.
T. Mouton
[email protected]
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