Álvarez Ortega traductor de Pierre Emmanuel


    EL POETA EN LOS INFIERNOS

Amurallado en dios
Contraído sobre la horrorosa aurora
Plomo de terror y de pecado Orfeo desciende
Aturdido por el tumultuoso olor del Ojo quieto
Hasta el fondo del pozo hirviente como la esperanza
Y cimentado de amorosas carnes pesa al fin
Siente cómo le invade la profundidad confusa
Y formarse la lágrima oscura de la memoria
En su corazón
Y rezumar la piedra antigua de su cuerpo
A lo largo de la resplandeciente caída oh inmensa espada.

Una inmovilidad vertiginosa
En él se abre
Niega los límites de su grito
Y cae en el vacío sin conocer
Los astros calcinados en el éter de su canto
Y sin abandonar la tierra desnuda y sin soltar
El arpa ardiente para que ningún grito
De cigarra cautive al loco estío

Es hermoso que el tiempo se rompa sobre las regiones
Ausentes y que nada llore a Orfeo que nada
Roce su nada en la bermeja claridad
De la llaga que hizo a la muerte al violarla.
Que todo sea vacío y único. Y suspendida la muerte
En el canto de Orfeo,
No se ve ningún desierto reducir el día
Ningún pliegue de amargura en la cadera equívoca de la sombra
Ningún sol negro atraer las aguas heladas
Ningún dedo obsceno en el amargo sexo de la belleza.

Es hermoso
Que el interior sea labrado por esta paz
Que la acerada sangre tallando las secretas carnes
Llegue al corazón de la Muerte. Que el aliento de Orfeo
Con apasionadas burbujas fulmine en los fieros abismos
De pasos amontonados
En masas de adúltera dulzura trastornadas
Por el orificio de la alondra matinal
¡Orfeo entre el sol!
      Queda de su canto
Una mezcla abominable de montañas
De miembros cubiertos de estrellas de sueños
Arañados de azul
Queda la ciudad culpable mortificando
Con su seno desnudo el atavío de carne moribunda
Y la falsa majestad de Dios sangrando

Quedan los dientes del origen en el fruto
Y el último suspiro de Cristo en el cielo futuro.

El rosal silvestre floreció sobre la tierra: es mayo
Dios planta rosales de carne en las batallas
Y vierte su terrible primvera sobre los muertos
Pero qué importa ¡inmutable cae! se reviste
De la sangre tan dura de la ira
Busca su patria guerra en el corazón de la guerra
Revienta sobre su pecado a los falsos cristos
Y ya unida la tierra por sus entrañas poderosas
El horror puro vestido de aromas y la voluptuosidad
Santificando el crimen y la pobreza
Durísima al fin hallada y la sangre negra
Sobre la tabla de su horroroso destino
El Nombre el Nombre agonizante sobre las naciones
Orfeo prodigioso lo expira.

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