Amurallado en dios Contraído sobre la horrorosa aurora Plomo de terror y de pecado Orfeo desciende Aturdido por el tumultuoso olor del Ojo quieto Hasta el fondo del pozo hirviente como la esperanza Y cimentado de amorosas carnes pesa al fin Siente cómo le invade la profundidad confusa Y formarse la lágrima oscura de la memoria En su corazón Y rezumar la piedra antigua de su cuerpo A lo largo de la resplandeciente caída oh inmensa espada.
Una inmovilidad vertiginosa En él se abre Niega los límites de su grito Y cae en el vacío sin conocer Los astros calcinados en el éter de su canto Y sin abandonar la tierra desnuda y sin soltar El arpa ardiente para que ningún grito De cigarra cautive al loco estío
Es hermoso que el tiempo se rompa sobre las regiones Ausentes y que nada llore a Orfeo que nada Roce su nada en la bermeja claridad De la llaga que hizo a la muerte al violarla. Que todo sea vacío y único. Y suspendida la muerte En el canto de Orfeo, No se ve ningún desierto reducir el día Ningún pliegue de amargura en la cadera equívoca de la sombra Ningún sol negro atraer las aguas heladas Ningún dedo obsceno en el amargo sexo de la belleza.
Es hermoso Que el interior sea labrado por esta paz Que la acerada sangre tallando las secretas carnes Llegue al corazón de la Muerte. Que el aliento de Orfeo Con apasionadas burbujas fulmine en los fieros abismos De pasos amontonados En masas de adúltera dulzura trastornadas Por el orificio de la alondra matinal ¡Orfeo entre el sol!
Queda de su canto Una mezcla abominable de montañas De miembros cubiertos de estrellas de sueños Arañados de azul Queda la ciudad culpable mortificando Con su seno desnudo el atavío de carne moribunda Y la falsa majestad de Dios sangrando Quedan los dientes del origen en el fruto Y el último suspiro de Cristo en el cielo futuro.
El rosal silvestre floreció sobre la tierra: es mayo Dios planta rosales de carne en las batallas Y vierte su terrible primvera sobre los muertos Pero qué importa ¡inmutable cae! se reviste De la sangre tan dura de la ira Busca su patria guerra en el corazón de la guerra Revienta sobre su pecado a los falsos cristos Y ya unida la tierra por sus entrañas poderosas El horror puro vestido de aromas y la voluptuosidad Santificando el crimen y la pobreza Durísima al fin hallada y la sangre negra Sobre la tabla de su horroroso destino El Nombre el Nombre agonizante sobre las naciones Orfeo prodigioso lo expira.
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