Profe Cossoli

 
 

¿Sabías que...?

 

Sobre Química - Parte II

 

 

 

"Cuanto más conozcas, mejor"

 

 

 

 

CONTENIDO DE ESTA SECCIÓN

La química, el olor de pies y el mal aliento

El flúor: un elemento asesino

La química del amor 

El cobalto y el barquito que cambia de color

Acciones farmacológicas de las bebidas alcohólicas

 

 
 

Volver al Índice

 
  La química, el olor de pies y el mal aliento  
     
 

 

Es frecuente encontrar personas cuyo aliento despide un olor desagradable cuando se nos acercan y nos hablan. El fenómeno se conoce con el nombre de halitosis. Sin embargo, es un fenómeno que siempre se lo atribuimos a otros y que, aparentemente, nunca nos ocurre a nosotros. Nada más lejos de la realidad y veremos por qué.

    

Cuando los humanos detectamos un olor es debido a la presencia de moléculas de una determinada sustancia que son captadas a través de los "sensores" que poseemos en nuestros órganos olfativos. Estos órganos son muy sensibles y pueden llegar a detectar concentraciones moleculares en el aire de una parte por mil millones. Sin embargo, cuando el olor lo generamos nosotros mismos los receptores de nuestros órganos olfativos se saturan y no son capaces de detectar ninguna diferencia: nos hemos acostumbrado al olor y ya no lo sentimos.

 

¿A qué se debe el mal olor?

 

Se debe a la presencia en nuestro aliento de una sustancia química denominada metilmercaptano. Las bacterias presentes en la boca provocan la descomposición de una proteína, liberando aminoácidos (cisteina y metionina) que contienen azufre, y que a su vez dan lugar a la formación del metilmercaptano. Esta sustancia es un gas que se mezcla con el aliento y es el responsable de su mal olor.

 

Algo parecido ocurre con nuestros pies. En las condiciones que se crean en unos pies sudorosos (un medio con características alcalinas) pueden proliferar bacterias que provoquen la formación del metilmercaptano, lo que da lugar al tan característico "olor a pies".

 

Esto no sólo ocurre en nuestros cuerpos. También, en el medio ambiente pueden existir algunas bacterias que provoquen un proceso semejante. Es lo que ocurre, por ejemplo, en una zona de Escocia, cerca de Edimburgo, donde periódicamente la costa exhala un olor bastante desagradable.

 

Pero, no sólo es esta sustancia la responsable del mal olor del aliento. Aunque en menor cantidad, también se producen en nuestra boca otras sustancias con olores desagradables. Una de ellas es el sulfuro de hidrógeno que se caracteriza por un fuerte olor a "huevos podridos". Más bien debería decirse que los huevos podridos huelen a sulfuro de hidrógeno, puesto que este compuesto es el responsable de su olor. Otra sustancia fuertemente olorosa que se puede producir en nuestras bocas es el sulfuro de dimetilo que también forma parte del aroma del café molido.

 

¿Cómo puede combatirse el mal olor?

 

Evidentemente con la limpieza de pies y boca. Pero sabemos que esto no es suficiente y los enjuagues de boca o los lavados de pies, aunque necesarios, sólo contribuyen a eliminar parcialmente el olor y por poco tiempo. Es necesario además eliminar las moléculas de metilmercaptano que se siguen generando.

Por ejemplo, para el mal aliento se recomienda que se utilicen dentífricos que contengan sales de cinc o de estaño. La presencia de estos metales interfiere las enzimas de las bacterias que producen el metilmercaptano y ayuda a eliminarlas.

 

En el caso de los pies existen también productos que cumplen una misión similar, pero lo más eficaz suele ser utilizar plantillas de carbón vegetal. El carbón vegetal en forma de pequeños gránulos situados en el interior de la plantilla absorbe las moléculas de metilmercaptano, reteniéndolas e impidiendo que pasen al ambiente.

           

¿Qué es el metilmercaptano?

 

Los mercaptanos son un grupo de compuestos químicos conocidos también por el nombre de tioalcoholes o tioles. Son compuestos orgánicos con una estructura parecida a los alcoholes, una cadena carbonada que en lugar de un grupo -OH contienen un grupo -SH.

 

El más sencillo de todos es el metilmercaptano CH3-SH que contiene un único átomo de carbono. Este compuesto es gaseoso a temperatura ambiente (su punto de ebullición es de 6 ºC) y los demás son líquidos de bajo punto de ebullición.

 

El metilmercaptano se utiliza industrialmente en la fabricación de pesticidas y en la regeneración de catalizadores que se emplea para refinar el petróleo. Sin embargo, uno de los usos más curiosos de esta sustancia viene dado por una de las propiedades características de este grupo de compuestos: su olor desagradable. El metilmercaptano se utiliza como aditivo para el gas de uso doméstico (gas natural, propano, butano). Su mal olor ayuda a detectar los escapes de gas.

 

 

Autor: M. A. Gómez

Tomado de El rincón de la Ciencia, Nº 14, en Internet: centros5.pntic.mec

(Agregar http:// y .es/ies.victoria.kent  al final)

 

 
 
     
  El flúor: un elemento asesino  
     
 

 

El flúor fue el último de los no metales que se preparó en estado libre (gases nobles aparte). Desde que fue descubierto en 1771 por el químico sueco Carl Wilhelm Scheele, pasaron 100 años hasta que el químico francés Henri Moissan lo aisló en 1886. Durante este período se realizaron numerosos intentos fallidos para obtenerlo. Entre los que lo intentaron sin conseguirlo, hay grandes nombres de la historia de la química como Faraday, Davy (descubridor del sodio, potasio, calcio y magnesio), Gay-Lussac y Thénard (descubridores estos últimos del Boro). Algunos de los que lo intentaron murieron y la mayoría sufrieron graves envenenamientos por el flúor y sus compuestos.

La dificultad que presenta la obtención del flúor radica en que, debido a su gran reactividad, nada mas formarse se combina con lo que encuentra a su alrededor. El éxito de Moissan fue consecuencia de utilizar platino, un metal muy inerte, y trabajar a bajas temperaturas reduciendo de esta manera la actividad del flúor.

El flúor es un gas de color verde-amarillento, altamente corrosivo y venenoso, de olor penetrante y desagradable. Es el elemento más reactivo de toda la tabla periódica. Se combina directamente, y en general de forma violenta, con la mayoría de los elementos.

El ácido fluorhídrico (HF) es también una sustancia muy corrosiva. Su facilidad para atacar al vidrio se utiliza en la industria para la realización de grabados.

 

Autor: Antonio Varela

Tomado de: geocities (Agregar www. al principio y .com/capecanaveral/lab al final)

 

 
 
     
  La química del amor   
     
 

             

Con este artículo pretendo ofrecer en un tono divertido y ameno una visión fundamentalmente química de algo tan sencillo como maravilloso que nos ocurre a todos alguna vez en la vida: ¡Enamorarnos!.

 

Los poetas nos han deleitado cantando al más maravilloso de los sentimientos desde todos los ángulos y con infinitos matices, pero los químicos también tenemos cosas que decir al respecto, quizás menos seductoras pero no por ello menos importantes.

 

¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra? Innumerables investigaciones psicológicas demuestran lo decisivo de los recuerdos infantiles -conscientes e inconscientes-. La llamada teoría de la correspondencia puede resumirse en la frase: "cada cual busca la pareja que cree merecer".

 

Parece ser que antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra. El sexólogo John Money considera que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Así pues antes de que el verdadero amor llame a nuestra puerta el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar.

 

La química del amor es una expresión acertada. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.

 

Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).

 

Sus efectos se hacen notar al instante:  

  • El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto).

  • La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.

  • Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.

  • Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.

Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: Que está borracho y que está enamorado
Antífanes -388-311 a. C.-, comediógrafo griego

 

 Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos percibido alguna vez, si hemos sido afortunados, son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que nos hacen a todos sentir aproximadamente lo mismo, aunque a nuestro amor lo sintamos como único en el mundo.

 

Ese estado de "imbecilidad transitoria", en palabras de Ortega y Gasset, no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo.

 

No hay duda: el amor es una enfermedad. Tiene su propio rosario de pensamientos obsesivos y su propio ámbito de acción. Si en la cirrosis es el hígado, los padecimientos y goces del amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo. En ese sistema, todo es impulso y oleaje químico. Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo. El suave músculo intestinal, las glándulas lacrimales, la vejiga y los genitales, el organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco vibrante de nudos y cuerdas. Las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: ¡constricción!, ¡dilatación!, ¡secreción!, ¡erección! Todo es urgente, efervescente, impelente... Aquí no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino del siento-luego-existo, de la carne, las atracciones y repulsiones primarias..., el territorio donde la razón es una intrusa.

 

Hace apenas 13 años que se planteó el estudio del amor como un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al sistema endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas.

 

El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la FENILETILAMINA, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.

 

Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.

 

El affair de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, que sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de feniletilamina y que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados.

 

Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes aquejados "de mal de amor", una depresión psíquica causada por una desilusión amorosa. Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en feniletilamina por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de esa sustancia. Según su hipótesis el, por ellos llamado, centro de placer del cerebro comienza a producir feniletilamina a gran escala y así es como perdemos la cabeza, vemos el mundo de color de rosa y nos sentimos flotando.

 

Es decir las anfetaminas naturales te ponen a cien.

El 50% de las mujeres entrevistadas para el libro Por qué necesitan las mujeres del chocolate confesó que elegiría el chocolate antes que el sexo. Hay quienes al chocolate lo llaman EL PROZAC VEGETAL.

 

En una de las aventuras de Charlie Brown se puede leer "una buena manera de olvidar una historia de amor es comerse un buen pudin de chocolate".

 

Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. La fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor -compañerismo, afecto y tolerancia-. Dos citas muy interesantes son: 

El amor es como la salsa mayonesa: cuando se corta, hay que tirarlo y empezar otro nuevo.
Enrique Jardiel Poncela.

El amor es como Don Quijote: cuando recobra el juicio es para morir.
Jacinto Benavente

 

Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente, la fase de atracción no dura para siempre y comienza entonces una segunda fase que podemos denominar de pertenencia dando paso a un amor más sosegado. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. Dicho estado está asociado a otra DUCHA QUÍMICA. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.

 

Para conservar la pareja es necesario buscar mecanismos socioculturales (grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.), hemos de luchar por que el proceso deje de ser solo químico. Si no se han establecido ligazones de intereses comunes y empatía, la pareja, tras la bajada de FEA, se sentirá cada vez menos enamorada y por ahí llegará la insatisfacción, la frustración, separación e incluso el odio.

 

Parece que tienen mayor poder estimulante los sentimientos y las emociones que las simples substancias por sí mismas, aquellos sí que pueden activar la alquimia y no al sentido contrario.

 

Un estudio alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan de un 20% a un 30% más y viven unos ¡cinco años más! Para Arthur Sazbo, uno de los científicos autores del estudio, la explicación es sencilla: "Los que salen de casa dando un beso empiezan el día con una actitud más positiva".

 

Es cierto, no podemos negarlo, es un hecho científico que existe una química interna que se relaciona con nuestras emociones y sentimientos, con nuestro comportamiento, ya que hasta el más sublime está conectado a la producción de alguna hormona.

 

No hay una causa y un efecto en la conducta sexual, sino eventos físicos, químicos, psíquicos, afectivos y comunicacionales que se conectan de algún modo, que interactúan y se afectan unos a otros.

 

Existe, sí, una alquimia sexual, pero se relaciona íntimamente con los significados que le damos a los estímulos, y éstos con el poder que les ha concedido una cultura que, a su vez, serán interpretados por cada uno que los vive de acuerdo con sus recursos personales y su historia. Esperemos que estos estudios en un futuro nos conduzcan a descubrir aplicaciones farmacológicas para aliviar las penas de amor.

 

Espero que una vez leído este artículo no le digáis a vuestra pareja después de hacer el amor: "he tenido una sensación sumamente agradable producto del aumento de testosterona y la disminución consiguiente de serotonina", entre otras cosas porque os estrangularía.

 

Para terminar otras interesantes citas: 

Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre
de labios de una mujer.

Antonio Machado

El amor es ciego, el matrimonio le devuelve la vista.

 

Autor: Francisco Muñoz de la Peña Castrillo, IES Carolina Coronado, Almendralejo

Tomado de El rincón de la Ciencia, Nº 19, en Internet: centros5.pntic.mec

(Agregar http:// y .es/ies.victoria.kent  al final)

 

 
 
     
  El cobalto y el barquito que cambia de color  
     
 

 

En algunos adornos que se colocan en una habitación, como un barquito o casita de plástico transparente, observaremos que cambian de color, de azul a rosado o de rosado a azul, según la cantidad de humedad presente en el ambiente. Esto se utiliza para predecir el mal o buen tiempo: mal tiempo: rosado; buen tiempo: azul; variable: entre azul y rosado.

 

Ocurre lo siguiente: los cristales cloruro de cobalto pueden variar su coloración “en comunicación” con el grado de humedad del medio ambiente. Esto implica que los ligandos o grupos directamente enlazados al cobalto serán diferentes. 

 

Esto podría expresarse a través del equilibrio:  

2 [Co(H2O)4Cl2] . 2H2O --> Co[CoCl4] + 12 H2O

        ROSADO                      AZUL

 La forma estructural del ión [Co(H2O)4Cl2] ++ es octaédrica y la del CoCl4- - tetraédrica. Los colores se explican por las transiciones de los electrones del cobalto, el campo cristalino octaédrico es mayor que el tetraédrico, esto significa que la absorción de energía para el salto energético del primero es a menores longitudes de onda y el segundo a mayores longitudes de onda.

 

Preparación de las muestras y observación al microscopio: A cristales de cloruro de cobalto comercial CoCl2.6H2O, que son de color rosado, se les agrega una gota de alcohol etílico. Esto produce que moléculas de agua que contiene el cloruro de cobalto se desprendan del cobalto, adoptando los cristales una coloración azul. Cuando el etanol se evapora, lo que ocurre con rapidez (cerca de 1 minuto) a temperatura ambiente, el cristal recupera desde el medio ambiente o por el aliento del observador el agua perdida, y vuelve a su color original. El proceso completo puede verse con claridad a través de un microscopio de reflexión con un objetivo desde 10x.

 

Para apurar el proceso de evaporación, hay una lámpara con una ampolleta de 100 watts (o un secador) a la que pueden exponerse los portaobjetos con cloruro más alcohol.

 

Este experimento se aprecia mejor con poco aumento, se sugiere privilegiar la observación con objetivos de menor magnitud.

 

Historia

En épocas medievales los mineros de Sajonia dieron el nombre de Kobold al mineral de cobalto que extraían y que aunque se parecía a uno de plata, no podían extraer nada de él. Los mineros pensaron que el mineral contenía un demonio de la tierra. 

 

Los pigmentos basados en minerales de cobalto  que permiten dar color azul a cristales y porcelanas eran ya conocidos hace 5000 años en el antiguo Egipto.

 

Hasta finales del siglo XVIII muy pocos químicos creían que el cobalto era un elemento.

Con frecuencia se detecta en meteoritos.

 

El cloruro de cobalto (II) es rosado pero al calentarlo ligeramente se vuelve azul, recobrando su primitivo color si se le deja que se enfríe en atmósfera húmeda. Debido a este comportamiento se ha utilizado para fabricar tintas simpáticas y para producir instrumentos recreativos que pronostican el tiempo.

 

Tomado de la web

 
 
     
  Acciones farmacológicas de las bebidas alcohólicas  
     
 

 

ACCIONES FARMACOLÓGICAS DEL ALCOHOL ETÍLICO

 

Las acciones del alcohol etílico (que es tipo de alcohol que tienen las bebidas alcohólicas) sobre el organismo humano son múltiples y variadas, dependiendo en gran medida de la concentración y de la cantidad utilizada o ingerida. Aplicado localmente, produce irritación sobre la piel, seguida de sensación de frío como consecuencia de su volatilización. Si se fricciona la piel con alcohol, se observa enrojecimiento (rubefacción) local por vasodilatación periférica. Las soluciones que tienen una concentración inferior al 60% de etanol no ejercen una acción irritante que sea apreciable.

 

Cuando se ingiere alcohol de alta concentración se produce sensación de ardor en la boca y en la garganta y congestión intensa en la mucosa gástrica del estómago con secreción de mucus. En ciertos casos se origina gastritis alcohólica, caracterizada por vómitos, pérdida de apetito y supresión de las contracciones del estómago durante 24-36 horas (los vómitos y náuseas pueden persistir más tiempo). Cuando el alcohol está diluido no se generan estas manifestaciones.

 

La absorción del alcohol es muy rápida en el estómago y en el intestino delgado y en pocos minutos se revela su presencia en la sangre. Si las cantidades ingeridas son considerables, también se encuentra en el aire espirado, apareciendo en las diversas secreciones: saliva, orina.

 

Tomado en dosis moderadas, el alcohol es oxidado casi totalmente a dióxido de carbono y agua. En esas condiciones parece ser un alimento, porque permite el ahorro de cantidades equivalentes de energía proporcionada por otros alimentos. Sin embargo, no debe considerarse un alimento en sentido estricto, pues no puede reemplazar permanentemente a los glúcidos y a los lípidos que son los que proporcionan la energía necesaria para los procesos vitales.

 

Los efectos más notables del etanol se ejercen sobre el sistema nervioso central. Dichos efectos varían con la cantidad y graduación alcohólica de la bebida ingerida, la velocidad con que se ingiere, la resistencia del individuo y el acostumbramiento personal.

 

Con cantidades pequeñas no se observan efectos anormales, aunque los reflejos son más lentos e imprecisos. Con dosis mayores, los centros inhibidores se alteran: el sujeto experimenta una sensación de euforia, aumenta su confianza en sí mismo, las inhibiciones disminuyen, sus facultades psíquicas están exaltadas, el sentido de responsabilidad se atenúa, comienza a perderse el control de actos y palabras.

 

Etapa del mono

 

Cuando la cantidad ingerida es superior a lo acostumbrado, aparecen fenómenos de excitación más acentuados: agitación y movimientos bruscos, la palabra se vuelve fácil, pero sin un razonamiento lógico, la coordinación de ideas es difícil y no puede concentrarse la atención, la agudeza visual y auditiva decrecen, los movimientos son menos precisos. Estos efectos corresponden a lo que algunos autores denominan la etapa del mono: el sujeto se cree gracioso y admirado, por lo cual da rienda suelta a sus impulsos; se siente en "gran forma" y presenta un estado de euforia.

 

Etapa del león

 

Ingiriendo dosis aún mayores, se llega a un tercer estado: embriaguez incipiente. En este estado las manifestaciones dependen de la psiquis del sujeto: el jovial se vuelve alegre, expansivo, ruidoso; el melancólico siente nostalgia y frecuentemente llora; el colérico se torna violento, agresivo. Este estado suele llamarse etapa del león: el sujeto pierde cada vez más su capacidad de raciocinio, deja de tener autocrítica, se pone "pesado", sus movimientos son cada vez más lentos, inseguros e incoordinados, aparecen serios trastornos de conducta.

 

Etapa del cerdo

 

Si continúa bebiendo, aparece una sensación de abatimiento, se pierde control sobre el organismo (especialmente esfínteres y músculos) y sobre el psiquismo, se cae al suelo y por último se queda dormido con sueño profundo y disminución de la temperatura corporal. Este estado también es conocido como etapa del cerdo. Al despertarse, el sujeto siente náuseas y, frecuentemente, dolor de cabeza; los efectos no desaparecen sino después de varias horas.

 

En ciertas ocasiones se entra en estado de coma, pudiendo incluso llegar a la muerte por parálisis del centro respiratorio (paro respiratorio).

 

Tomado de: QUÍMICA 5, Aula Taller. José María Mautino

 

 

 

 

 

Volver al Índice

Home

 

 
1