Hermoso Recuerdo
Por Braulio Arteaga
Fue en el
año 1965, en el estadium de La Vega en Caracas, el Teo
Capriles creo, celebrándose un Campeonato infantil Inter-barrios
el sitio donde salté al terreno de juego por primera vez
vistiendo un uniforme de pelotero. Sentía una gran emoción,
algo de temor y unas inmensas ganas de jugar. En las tribunas
lamentablemente no me observaba ningún familiar, me hubiese
gustado que Papá estuviese allí, pero no le dieron permiso en
su trabajo. Mi equipo representaba La Rinconada, sitio donde
se hallaba el entonces mas hermoso Hipódromo de Latino
América. A nuestro manager solo lo conocíamos como el señor
Francisco, quien no me había dicho en que posición jugaría .
Me había entrenado bastante en los jardines, pero tambien me
había practicado en el campo corto y en la tercera base. Yo no
sabía en que posición me iba a colocar. Cuando nos reunió a
todos para leernos el line-up se dirijió a mi especialmente :
_ Mira
Urbano al catcher de nosotros le dió lechina y tu vas a ser
el que lo va sustituir.
Me
horrorice y solo me atreví a decirle :
_ Señor
Francisco yo nunca he quechado.
Y
Francisco como si no me hubiese escuchado prosiguió:
_ Tu eres
mi utility, y estoy seguro que lo harás mejor que cualquiera
de los que estan aquí.
Se dió
vuelta y con un grito estridente nos mandó al terreno de juego
a calentar.
Estaba
nervioso pues el pitcher era un amiguito de apellido Magdaleno
que tiraba muy duro. El coach me ayudó a colocarme los
implementos de receptor y tardo bastante ajustando a mi cuerpo
el peto, las chingalas y la careta. Fui un niño muy flaquito y
pequeño, y aunque era mayor que casi todos ellos yo era el
mas chiquito y raquítico del equipo. Cuando todo estaba listo
Francisco nos leyó el line up.
Mis oídos
ensordecieron cuando lo escuché decir :
-quinto
bate Braulio Urbano, receptor.
El apellido me lo
cambiaron debido a que en la partida de nacimiento aparecía el
nombre de mi papá Julian Urbano Arteaga, Urbano era el segundo
nombre de él, pero en Venezuela tambien es un apellido, y el
equipo me inscribió como Braulio Urbano.
En verdad que ese manager
debía pensar que yo era la estrella del equipo. Pero lo que
pasaba era que en los entrenamientos a mí todo me salía bién,
le llegaba al batazo que parecía que nadie le llegaba, bateaba
el hit en el momento oportuno, tocaba la pelota, hacia bien el
bateo y corrido, me robaba una base. Un día al terminar las
prácticas disgustado me díjo :
-
Urbano, ojalá todos jugaran como
tu lo haces, esos muchachos no le quieren poner nada vale.
Y comenzó el juego.
Los primeros rectazos de Magdaleno ablandaron
y enrojecieron mi mano izquierda. Comenzó descontrolado y me
volvió loco lanzando contra el piso y abierto. Gracias a Dios
no dejé pasar ninguna hacia atrás, pero casi todas las paraba
con el pecho o me rebotaban de la mascota. El primero que se
embasó por boleto me robó impunemente la segunda y la tercera
base. Comenzamos perdiendo 3 a cero en el primer inning.
A la hora de batear nosotros con dos en bases
me tocó pararme en el plato. Lanzaba un niño a quien le decían
el Guajiro. Tenía una piedra que hacía sonar la mascota
durísimo.
Me tiró tres rectas por el medio a la altura
del pecho y abaniqué a las tres con los ojos cerrados. Pensé
que estaba empujando y no me iba a dejar cantar ningun strike.
Los tres lanzamientos estaban buenísimos para darle lejos,
pero no pellizque ni a una pelota. Me había tragado uno de los
numerosos ponches que iba a recibir en ese torneo.
Sin embargo el equipo anotó 2 carreras. Nuestra
desgracia vino en el tercer inning cuando nos hicieron tres
mas, en una de esas carreras el corredor venía rápido hacia el
home, yo esperaba el tiro, que vino altísimo, dí un salto para
atraparlo. Vamos a detenernos aquí. Ese momento fue captado
por un fotografo del diario El Mundo de la Cadena Capriles y
al día siguiente apareció en la prensa. Pasé casi toda la
noche mirando la foto en ese periódico, y mi fantasía recordó
las fotos de los catchers profesionales que tanto había visto
en los periódicos.
Recordando que salté para atrapar la bola, lo
hice bién, pero el corredor lo hizo mejor. Aprovechandose de
su mayor corpulencia me tumbó y me arrastró mas de un metro,
aunque quedé semi noqueado no solté la bola, solo escuche que
gritaban: - tira a tercera
Lancé duro a tercera y creo que me regalaron el
out.
Francisco se asustó bastante por el
encontronazo. Pidió tiempo, me puso una mano en el hombro, me
preguntába varias cosas a ver como le contestaba. Me revisó
los brazos y los dedos. Al inning siguiente llamó a uno del
banco y le díjo vas a quechar. Y a mí :
-Agarra el mascotín y te vas para primera.
Esas palabras me supieron a gloria. El resto
del juego me convertí en una pared en la primera base.
Prefería estar allí, que detrás del home.
Perdimos ese juego. Y al cuarto juego ya
estabamos eliminados.
Francisco en los demás partidos, me colocó uno
en el center field donde cojí una pelota entre center y left
tirandome de cabeza y con las bases llenas -desde la tribuna
aplaudieron bastante- en otro juego me colocó de campo corto y
en el último en la tercera base. Solo pude dar un hit en unos
doce turnos. Fuí quinto, noveno y segundo.
Bate. Fui un utility en mi equipo, en ese
entonces quería ser como mi ídolo de la infancia Cesar Tovar.
Son recuerdos hermosos de mi vida y le
agradezco a ustedes que hayan tenido paciencia para leerme.
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