MEDICINA Y BEISBOL
FORMANDO
A UN DEPORTISTA
por: Braulio Arteaga.
Un buen entrenador debe comprender
las necesidades y los sentimientos de sus jugadores, muchas
veces èl proporciona al niño su primera experiencia frente
al deporte. Y es importante que esa experiencia sea positiva
porque de esto depende que el niño continùe practicando y
disfrutando de los beneficios del béisbol. El deporte,
cualquiera que sea su especialidad, ayuda a forjar la
personalidad de un joven para toda su vida.
Lamentablemente , hoy la cultura americana de los deportes se
ha convertido en un negocio para hacer dinero. Se ha perdido
el romanticismo y tal vez la mìstica de años atràs.
La actitud competitiva y de mucha tensión lleva al deportista
profesional a ganar a todo costo, y esto crea en los niños un
ambiente poco saludable. Ejemplos malsanos tenemos en el
consumo de drogas prohibidas, el atleta profesional debe
convertirse en un buen ejemplo para la sociedad, es importante
recordar que la actitud de èstos profesionales y su
comportamiento va a incidir directamente en millones de jóvenes.
Los padres deben tener un papel activo ayudando al niño a
desarrollar la honradez en el deporte, deben darle apoyo
emocional, deben asistir a los juegos, formarse una imagen
real de las expectativas de su muchacho, deben estimular el diàlogo
para que el joven cuente sus experiencias con el entrenador y
con los otros miembros del equipo, deben ayudar a su hijo a
que aprenda a manejar las decepciones, enseñarle a aprender a
ganar y a perder. No dejarle toda la responsabilidad al
entrenador.
El niño debe aprender que el comportamiento irrespetuoso no
es aceptable, debe aprender que tener éxito no es lo mismo
que ganar y que fracasar no es lo mismo que perder.
El representante està obligado a
analizar el comportamiento y la actitud del entrenador, ya sea
para darle apoyo o para recriminarle.
Como en la mayorìa de los aspectos de la crianza, el
participar activamente y dialogar con sus hijos sobre sus
vidas es muy importante. Estar orgullosos de sus logros,
compartir cuando ganan o cuando pierden, hablar con ellos
acerca de lo que ha sucedido, ayuda a los niños a desarrollar
destrezas y desarrollar la capacidad para lograr éxitos en un
futuro. Las lecciones aprendidas por los niños mientras
participan en los deportes daran forma a los valores y al
comportamiento en su vida adulta.
Por estos años en america latina hay muchas escuelas de béisbol
para niños que tienen como objetivo ayudarlos a desarrollar
destrezas físicas, a hacer ejercicios, a socializarse, a
divertirse sanamente , a aprender a jugar formando parte de un
equipo, a aprender a jugar limpiamente y a lograr mejorar la
autoestima de dichos jóvenes. La posibilidad de muchos de
estos jóvenes es sin embargo obstruida por fracasos en la
organización de eventos deportivos, en la mala canalización
del dinero aportado a las asociaciones, mala administración
por parte de estas o por ausencia total de financiamiento.
Pero el problema mas grave es que un alto porcentaje de esos
niños no tienen un padre que los guie, ni siquiera un padre
que los alimente y represente. Son niños que por suerte ellos
mismos se acercan al deporte.
Con este artìculo finalizamos una serie de tres, que le
dedicamos a niños, entrenadores y representantes que se
preocupan por el béisbol y quienes estan conscientes que con
el deporte se logra un cuerpo sano con una mente sana.
Hablando con algunos entrenadores de equipos de béisbol menor
apreciamos que en comùn tenìan las siguientes características
: Planificación de practicas en un horario fijo,
preferiblemente entre 7 a 10 am y entre 4 a 6 pm. Inculcar
disciplina para que los jugadores sean puntuales. Recordarle a
los representantes que cuando inscriben al niño participen
ellos tambien, y no lo dejen abandonado a la disposición del
entrenador, èste tiene muchos jóvenes que atender, todos con
personalidades diferentes.
Cuando un niño se uniforma por primera vez y salta al terreno
de juego es comparable a cuando realizamos la primera comunión,
esto no lo vamos a olvidar jamas por el resto de nuestras
vidas.
Permitanme relatarles mi experiencia personal. Por los años
sesenta en Caracas, no existìan tantos equipos o escuelas de
béisbol como hoy en dìa. Los niños que formaban parte de
alguno de esos pocos equipos eran considerados como algo
excepcional, porque habìan logrado eso luego de haber sido
seleccionados entre miles. A mi me invitaron a una practica de
selección con uno de esos clubes, no dormí bien esa semana
esperando el famoso dìa de pràctica donde debìa mostrar mis
cualidades beisbolistìcas. Grande fue la frustración cuando
al llegar al campo de entrenamiento conseguí a miles de
muchachitos que tenìan las mismas intenciones que yo.
El terreno lo convirtieron en cinco mini estadios, en cada uno
de los cuales enfrentaban a dos equipos, me toco jugar como a
las cinco de la tarde, jugué un inning, me colocaròn en
primera base donde realizè dos intervenciones, fui al bate en
una oportunidad y me poncharon. Cuando los entrenadores
seleccionaron a veinte chicos donde no figuraba yo, partì
hacia mi casa con el ànimo por el suelo, asì comenzò mi
peregrinar por varios campos de béisbol infantil hasta que
seis meses después logrè quedar en uno de esos equipos. El dìa
que me entregaron el uniforme fue inolvidable, lo veìa, lo
tocaba, lo olìa, me lo medí como seis veces, y poco faltò
para que lo utilizarà de pijama. En fin algo tan inolvidable
que quizas en alguna ocasión escriba sobre eso.
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