Arturo Moreno, para
atrás ni para tomar impulso.
En su presentación como dueño de los Angels, promete
mantener al equipo en los primeros planos
Carlos Alvarado
Redactor Deportivo
Ha hecho de los desafíos una rutina en su vida cotidiana.
Ahora se presenta otro que luce difícil, pero no para un
exitoso hombre de negocios como Arturo Moreno.
El
mexicoamericano que abrió las páginas de la historia del
beisbol al convertirse en el primer dueño de ascendencia
latina de un equipo de Grandes Ligas proclamó ayer en su
presentación oficial en el Edison Field de Anaheim que no
escatimará ni esfuerzo ni dinero para mantener a los Angels
en el cielo beisbolero.
Con la
misma determinación que le ha permitido entrar a un reducido
círculo de millonarios en los Estados Unidos, Moreno subrayó
que su prioridad es que los actuales campeones mundiales
conserven su reputación de invencibles.
“Mi
responsabilidad es mantener la tradición de un equipo
ganador y si para eso hay que invertir en uno o dos
lanzadores que refuercen los objetivos, lo haré. Nunca es
recomendable permanecer estable o echarse para atrás”, dijo
el nuevo propietario de los Serafines, que casi exige que le
llamen familiarmente ‘Arte’”.
En uno
de los más interesantes pasajes de su extensa intervención
ante los medios de comunicación, Moreno reiteró sus planes
de permitir que cada quien se desempeñe en sus funciones en
la organización aureolada.
“El
beisbol es un negocio como otro. Hay que cuidarlo y para
lograrlo hay que dejar que las personas experimentadas se
hagan cargo de lo que le corresponde. Mike [el manager Mike
Scioscia, quien estuvo presente en la rueda de prensa] sabe
lo que tiene que hacer en el terreno y Bill [Stoneman,
gerente general del equipo] conoce bien su oficio a la hora
de las negociaciones y tomar una decisión”, manifestó.
“Todos
tenemos el mismo objetivo, pero distintas responsabilidades.
Estoy muy satisfecho por lo que he observado hasta ahora en
la parte administrativa. Sé que las transiciones en las
empresas ponen nervioso a cualquiera, pero voy a tratar de
hacerla lo más fácil posible para beneficio de todos. Mi
política será de puertas abiertas para todos”.
Scioscia no ocultó su entusiasmo después de la primera cita
de su nuevo patrón con los representantes del cuarto poder
en Anaheim.
“Voy a
tener que mejorar mi español. ‘Es muy poquito’...”, dijo
riéndose el timonel aureolado.
“Me
gusta su actitud positiva. Ahora ya sé que tendremos la
oportunidad de reforzar al equipo cuando sea necesario. Esas
palabras alientan a cualquiera”, añadió.
Bajará los precios
A
sabiendas que la franquicia que tiene su sede en el condado
de Orange es una de las que ha perdido considerables
cantidades de dólares en los pasados cuatro años, 11
millones en 2002, para ser exactos, Moreno trae entre manos
una fórmula que considera eficaz para hacerle frente a la
supuesta crisis.
“Estuve en las tribunas revuelto con el público y me di
cuenta lo que cuesta una cerveza [entre 7.50 y 8 dólares,
botella de 12 onzas]. Creo que para un obrero o empleado de
menor rango los precios no están a su alcance. Trataré de
reducirlos”, prometió.
“El
plan es bajar no sólo el valor de las cervezas, también el
de los souvenirs y algunas comidas. Quiero que las familias
visiten más a menudo el estadio, que se diviertan a un
precio razonable”, dijo, agregando que:
“Una
noche de éstas conocí a un señor de Culiacán. Lo vi
interesado en la compra de un artículo nuestro y su bolsa no
se lo permitió. Indagué si habían boletos disponibles, lo
invité a ver el juego para cambiar impresiones con él. Sólo
así se conoce de primera mano los deseos e inquietudes del
fanático”.
Además
de la reducción de los precios, Moreno se empeñará en las
ofertas de paquetes familiares, días especiales para los
niños, aumentar la comida mexicana y hasta música de ese
país.
“Muchas familias no han experimentado un día en un estadio
de beisbol por lo alto de los precios. No han sentido el
ambiente. Creo que mi responsabilidad es atender a toda la
gente como se merece. Que se sientan que son bienvenidas,
que se sientan en casa. Es una de mis principales metas”,
confió.
En
relación a la presencia mexicana y latinoamericana en
general, Moreno apuntó que “habrán ‘enchiladas’ si es que no
hay, y un poquito de música mexicana en el estadio. De los
peloteros se encargará Bill [Stoneman]. Tenemos muchos
prospectos en las sucursales de Ligas Menores y buscaremos
más”.
Invitará a Venezuela
En una
breve charla exclusiva con La Opinión, Moreno
solicitó a este reportero el número telefónico de Fernando
Valenzuela para extenderle una invitación.
“Me
encantaría tener a Fernando y su familia aquí. Por favor
pásale a Tim Mead [vicepresidente de comunicaciones de los
Angels] su teléfono”...
Y
precisamente, un día antes de que Arturo Moreno iniciara sus
operaciones oficiales con su nueva empresa, Valenzuela
ofreció sus comentarios al respecto.
“Creo
que va a ayudar muchísimo a nuestra raza y beneficiará a
mucha gente. Ojalá que el señor Moreno tome parte en las
contrataciones de jugadores porque en muchas ocasiones los
dueños no tienen control sobre lo que sucede”, opinó vía
telefónica desde Nuevo México, el famoso zurdo sonorense
donde se encuentra acompañando a su hijo Fernando que
participa en un torneo beisbolero a nivel universitario.
“Ojalá
que salgan más oportunidades para los mexicanos, sobre todo
pitchers. No sé cuál ha sido la razón porque no buscan
prospectos allá en México, hay muchos. Recuerdo que Angel
Moreno [lanzador zurdo mexicano] estuvo poco tiempo”.
“Entiendo que él conoce la importancia de la presencia
hispana. Sería bueno que le brindara oportunidad no sólo a
peloteros, hay muchas personas latinas que pueden
desempeñarse bien en las oficinas administrativas”,
puntualizó Fernando.
Le dan la llave
del cielo...
Rafael Ramos
Villagrana
Redactor Deportivo
Arturo Moreno llegó la cálida noche del miércoles a Anaheim.
Con “dos maletas repletas de dinero” y tres sombreros de
mariachi, en un rojo encendido y con adornos en plata.
A
cambio, la mañana del jueves recibió una llave metálica y
una llave electrónica.
“Esto
fue todo lo que me dieron por esas maletas repletas de
dinero [183.5 millones de dólares] que deben andar por ahí”,
bromeó Moreno con una sonrisa y mostró ambos utensilios,
indispensables para abrir las puertas de su nueva casa: el
imponente estadio Edison Field de los Serafines de Anaheim,
los campeones mundiales de beisbol.
El
nuevo propietario de los Angels, descendiente de una familia
inmigrante de mexicanos oriundos de Chihuahua, y
estadounidense de nacimiento, se presentó por primera vez en
el escenario de lo que ha descrito como su sueño de niño: su
propio club de Grandes Ligas.
Vestido con un traje negro impecable, a la medida, en el que
las arrugas sobrevivían apenas unos segundos. Camisa blanca,
corbata roja y un pañuelo blanco que con frecuencia se pasó
por la frente para secar un inexplicable sudor en un clima
perfectamente refrigerado.
Discreción...
Y una
larga sonrisa. Como de 940 millones de dólares, según la
revista Forbes.
A las
11:49 a.m., Arturo Moreno, veterano de la guerra de Vietnam,
llegó a la conferencia de prensa.
Sin
séquito, sin fanfarrias y sin reflectores.
A su
lado, su esposa Carole, con un traje sastre durazno y con
blusa, zapatos y una bolsa pequeña en color rojo, la
tonalidad de Anaheim, el maquillaje de los campeones
mundiales.
Moreno
llegó a la zona del restaurante en el piso cuatro del Edison
Field. Fue recorriendo las mesas, presentándose a sí mismo,
saludando de mano, uno a uno a cada reportero, fotógrafo o
camarógrafo, cuidando la intensidad del apretón dependiendo
del sexo del interlocutor en turno.
“Artie
Moreno”, se presentaba en inglés. “Arturo Moreno” se
presentaba en español y de inmediato hacía los honores a su
esposa.
En
cada una de las mesas sembraba una broma y cosechaba
carcajadas.
El
discreto encanto del poder.
Entendía las preguntas en español, aunque hablaba sólo en
inglés. Pero por cuidar las formas y para decir puntualmente
en el idioma que domina, lo que quería decir.
¿Huevos rancheros...?
Moreno
había sorprendido con la espontaneidad de su acercamiento,
sin aguardar a las presentaciones.
Al
pasar junto a las islas con los platillos del bufete,
mientras saludaba de mano a cada uno de los meseros y
cocineros, preguntó a discreción. “¿Hay comida mexicana?
¿Burritos, unos huevos rancheros, menudo?”. No, ni nada que
se le pareciera.
“Mis
abuelos eran de Chihuahua... mi abuelo era amigo de Pancho
Villa”, aseguró mientras guiñaba el ojo y reía.
Mientras llegaba el momento de la conferencia de prensa,
Moreno dedicaba tiempo a hablar de temas que no eran de
beisbol.
“Regresamos pronto a Phoenix. Allá nos espera una fiesta que
comienza el viernes, sigue el sábado... y el domingo. Es la
primera sobrina que se gradúa de la universidad”.
“La
fiesta”, dijo en español Carole.
“Somos
11 hermanos entonces cuando dicen que es la fiesta de la
familia Moreno ya saben la cantidad de gente que irá y lo
que durará la fiesta”, dijo sin perder la sonrisa, posando
para las fotos con los camareros, cocineros y con su esposa.
“Y ahí
sí va a haber de todo”, aseguró mientras recorría con la
mirada las bandejas con salmón, pollo, carne y ensaladas.
“Va a haber tamales, menudo, enchiladas, pozole... de todo”.
Se le
piden a Carole los nombres de sus tres hijos. “No, de ellos
no hablamos”, explica.
Moreno
la respalda: “De los hijos no, ellos no están aquí”.
Aparador...
El
recorrido culmina en el estrado preparado para su
presentación.
Ahí
hay un asiento para su esposa, y cuatro más para tres de sus
asesores y uno para el entrenador de los Angeles, artífice
del título conseguido en 2002, Mike Scioscia.
El
vicepresidente de Angels, Bill Stoneman, hace una breve
referencia de cómo a mediados de marzo, él y Moreno se
reunieron para negociar la venta de Angeles.
“Ibamos a platicar sólo una hora y al final fueron cinco”,
explicó.
Nuevo ‘look’...
Cuando
llega el turno para que Moreno comparezca, el nuevo
propietario de Angels, susurra algo al oído de Kevin Uhlich.
Se había saltado un paso.
“Antes
—enmendó Uhlich— quiero entregarles un obsequio especial de
Angels para Carole y Artie”. De debajo de la mesa saca dos
camisetas del equipo y en el dorso de ambas aparece Moreno y
el número 1, que, por cierto, oficialmente pertenece
(¿pertenecía?) al catcher portorriqueño Bengie Molina.
El
matrimonio Moreno toma el ajuar de los campeones, lo visten
y posan para la eternidad.
Ya
ante el micrófono, el multimillonario sacó de debajo de la
mesa una caja roja enorme.
“Primero, quiero presentarles la nueva cachucha que a partir
de hoy usarán los Angels”, dijo Moreno y acto seguido sacó
tres enormes sombreros de mariachi, rojos, con
incrustaciones plateadas.
Los
Angeles había cambiado su areola por una más grande,
tangible, escarlata y con hilos argenta.
Carcajadas y aplausos ovacionaron el detalle.
El
manager Mike Scioscia se acomodó el sombrero y se ajustó las
cintas con una sonora risa. Kevin y Bill hicieron lo propio,
y los cuatro posaron para los fotógrafos, en medio de los
estallidos de flash y de la cascada de aplausos y risas.
“Fue
realmente difícil conseguirlos”, confiaría después el
asistente personal de Moreno. Los adquirieron a través de la
internet en Changunga.com, cada uno a un precio de 41.99
dólares más impuesto y envío.
Llave carísima
Moreno, de 56 años, llevó el peso de la conferencia.
Hábilmente. Con respuestas formales y con un franco sentido
del humor.
Fue
ahí cuando habló de la llave que ayer estrenó. “Fue lo que
me dieron... y me advirtieron: pero no la pierdas, ¿eh?”.
Habló
de darle un toque mexicano a los campeones.
“Me
enteré que aquí no había ni huevos rancheros, ni enchiladas.
Habrá que tenerlos y también un gran plato de menudo, que es
especialmente bueno para la resaca [cruda]. La otra vez uno
de mis hijos me acusó con mi esposa. Fue y le dijo: ‘Mamá,
mi papá me obligó a comerme un plato completo de menudo’”.
Cada
comentario mezclando sus orígenes y sus raíces, intercalando
el español y el beisbol, permitió que los 43 minutos de su
presentación se escurrieran festiva y velozmente.
Habló
de “amor por el juego”, de que los aficionados se sienta
como en casa, de llenar las butacas del Edison Field de
niños y familias satisfechas.
Habló
de bajar los precios de boletos y de las cervezas, y de
permitir que ingresen gratis los niños que porten una
camisola oficial de Angels. “Porque, creo que puedo hacerlo
¿no?”.
Cupido en tercera...
Moreno
le cedió el micrófono a su esposa.
Carole
habló del júbilo familiar por el nuevo proyecto.
Sin
titubeos, con soltura, relató que el beisbol es parte de su
vida matrimonial.
Recordó cómo en el verano de 1979, ansiosa de acudir a un
partido de los Reales, en su natal Kansas, le preguntó a
Arturo Moreno: “¿Te gusta el beisbol?”.
“Ahora
me doy cuenta que era una pregunta con truco”, interrumpió
el empresario.
“Ahí
empezamos nuestra relación”, dijo la primera dama de los
Serafines.
-¿Contra quién fue el juego y cuál fue el resultado?-
“No lo
recuerdo. Desde esa noche sólo tuve ojos para Artie”,
explicó Carole.
Concluida la conferencia de prensa, Moreno y su esposa
atendieron a los medios individualmente.
El se
esforzaba por usar su mejor español, mientras ella
ratificaba su conocimiento del idioma.
Se le
explicó a Moreno que Gene Autry, el ya fallecido fundador de
Angels, bajaba al vestidor y cantaba para los jugadores.
“Yo no
puedo hacerlo. Yo no canto... pero, ¿qué tal El rey?”.
Moreno
tomó del brazo a su esposa y preguntó a sus asistentes si
habría un poco de comida caliente en el bufete para ellos.
Sí,
por supuesto la hubo.
Cierto, ni tamales, ni menudo, ni pozole, ni enchiladas, ni
huevos rancheros.
Encontraron algo menos delicioso sin duda, pero más
nutritivo.
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